Vecino pervertido parte 5

Ya habían pasado algunas semanas desde aquella vez de que Tito me había violado aprovechando una noche de lluvia que me encontraba a solas, a las pocas semanas se las arregló para volverme a coger y ahora era habitual hacerlo e incluso ser yo quien lo buscaba a menudo. Pero no se confundan, el asco y desprecio que sentía por aquel tipo gordo y pervertido seguía vigente, y no había día que no pensara en mandarlo al diablo y volver a mi vida normal. Cuando ya estaba decidida a decírselo en la próxima ocasión que se presentará o le mandaba algún mensaje diciendo que no quería volver a verlo, luego recibía una llamada, y escuchaba su voz, siempre autoritaria, ordenándome a qué hora y dónde nos veríamos y la forma en que debía vestirme, siempre asistía y cuando llegaba el momento de enfrentarlo, lo insultaba y le decía cosas horribles, y al final siempre terminaba obedeciendo, sometiendome y dejándome coger y gozando intensamente la follada pero sintiéndome más tarde mal por eso. Cómo castigo por mi rebeldía, cuando estaba desnuda frente a él me trataba de la forma mas vil y humillante que de costumbre, o me dejaba por largos periodos lamiendo su maravilloso y erecto falo, sometida, caliente, prolongando la penetración lo más posible y luego tenía que rogarle casi, para que accediera a clavarla dentro de mi culo o vagina, solo entonces mi mente dejaba de pensar, me volvia una perra sedienta de sexo, dispuesta a lo que me pidiera y prometiendole entregarle mi cuerpo cuando me lo pidiera. Era como tener dos personalidades, a pesar de que soy muy puta y me meto con quien sea, pero el sobrepasaba mis límites.

Un dia estando en la escuela, Tito me llama al móvil:

— Hola putica, quiero que vengas a las calles del centro, tengo un trabajo para ti —

Ya sabía yo que no me valía mucho protestar con Tito, seguramente se despertó con ganas de coger y no pudo esperar a que saliera de la escuela,igual no valía la pena desobedecer, ya que corría el riesgo de que me expusiera frente a mis compañeros de la escuela,

El centro estaba a solo unas cuadras de mi escuela, así que pedí permiso para salir a la enfermería y fui hacia donde ya me esperaba Tito. Ese dia llevaba un pantalón ajustado de color negro, una tanga diminuta de encaje y una blusa rosa ajustada con un escote pronunciado. Mi sostén era de color blanco de encaje y transparente lo que dejaba ver lo rosado de mis pezones.
Al mirarme me abrazó y me dio un beso asqueroso que yo intente disimular por la gente que nos veía, cuando estaba allí en la calle, recordaba lo desagradable que podía ser mi vecino.
— Ven Dan, te ves muy bien pero quiero comprarte algo más apropiado para ti —

Nos dirigimos a alguna tienda de ropa, y después de mirar algunas prendas, Tito me dio un par de pequeñas prendas.

— Pruebate esto —

Abrí los ojos sin poder creer lo que me pasaba a las manos. Las prendas en cuestión eran una minifalda lisa de mezclilla, y una blusa de tela blanca semitransparente.

— ¿Estás loco? Casi voy desnuda con esto —

— Anda Dan, sé buena, que quiero llevarte a un lugar especial —

De nada valió quejarme, en público Tito no podría amenazarme como lo hacía cuando estaba desnuda y a su disposición, pero sus palabras siempre conseguían convencerme, aun cuando no tuviera que hacerlo. Me probé las prendas y salí para que me viera vestida así, casi pude notar como el bulto crecía por debajo de su pantalón.
Me jaló hacia él, y me pegó a su cuerpo:

— Joder Dan, ¡que buena estas! Mira como me pones —

Jaló una de mis manos para que pudiera tocar su bulto por encima. Mientras, mirando de reojo para ver que hacían las vendedoras, aprovechaba para darme un buen magreo a mis tetas y culo, pellizcando mis ya erectos pezones.

Me incomodaba la situación, aunque debo admitir que sentía como me excitaban las caricias de esos dedos gruesos, sobre todo cuando se colaron por debajo y penetraron mi ya húmeda vagina. En un movimiento rápido, me empujó dentro del probador cerrando la puerta, y babeándome todo el cuello mientras sus dedos se colaban por debajo de las breves prendas, me susurró al oído:

— Anda putita, tengo a mi verga hinchada y me aprieta entre las piernas, ¿porque no me ayudas a aliviarla? —
— No Tito, por favor, estamos en una tienda —

Su mirada autoritaria mientras sus dedos se colaban más adentro de mi vagina rompieron mis miedos, poco me importaba que nos descubrieran si podía complacer a Tito, y sabiendo que en cualquier momento podía entrar alguien me excitaba a tope, antes de que pudiera razonarlo, retiré su mano mojada de mis jugos vaginales y ya me encontraba de rodillas. Desabroché su pantalón con prisa, y me metí el glande ansiosa separando los labios lo más que podía, engulléndolo y ensalivándolo, mientras Tito sin prisas dejaba que mi cabeza se contoneara adelante y atrás, mientras mi vagina goteaba de lo mojada que estaba, él metía un tramo más y más adentro de mi garganta hasta rozar el cierre de su pantalón con mi nariz mientras yo usaba mi mano libre para masturbarme furiosamente.
Vecino pervertido parte 5


Así estuvimos cerca de 5 minutos, hasta que no aguantó más y se vino dentro de mi boca, lo tenía hasta el fondo y procuraba tragarme todo para evitar que se vieran huellas del abuso una vez que saliéramos de allí. El semen salía y salía cada vez más e iba directo a mi garganta; no me quedaba otra más que tratar de tragarla lo más rápido que pudiera. Sabía que Tito no me dejaría limpiar para exponer su trofeo ante todo el que se nos cruzara, pero aún con mis mejores esfuerzos algo de su semen resbalaba por las comisuras de mi boca.
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Tito todavía se quedó un rato jugando conmigo. Me daba cachetadas con su miembro abriéndome los labios y haciendo círculos con su pene semi erecto alrededor de mi cara., hasta que una vendedora tocó discretamente en la puerta. Sobresaltados ambos, Tito se guardó su semi erecto miembro mientras yo me acomodaba mis breves prendas, me dijo que me arreglara y salió del probador sin ninguna pena, como si no hubiera pasado nada.
— ¿Qué tal le quedó? — dijo la chica que nos atendía, echándome una mirada de desaprobación, no bastaba que me vistiera como una ramera de calle, mi pelo enredado, algunas huellas de semen sobre mi rostro y mis lágrimas por el esfuerzo de tragar un falo totalmente erecto no ayudaba mucho a que ella dedujera lo que habíamos estado haciendo en el probador.

— Perfecto, se lo va a llevar puesto —

Yo solté una mirada de odio hacia Tito, pero no podía hacer nada, se había apoderado de mi ropa y se dirigía hacia la caja.

Me sentía humillada vestida así en público, las miradas de los hombres se pegaban a mi como si tuviera un imán. Tito de vez en cuando me tomaba de la cintura y cuando veía algún hombre mirarme con lascivia, bajaba la mano para tocar mi culo o levantaba el vestido para darle un rápido vistazo de mi culo desnudo, pues mi tanguita me la había quitado y se la había quedado él.

Estuvimos paseando por la plaza, sin entrar a ninguna tienda, solo gozaba exhibiéndome ante las parejas que miraban como ese gordo miserable y sucio me besaba y tocaba a su gusto, dejándome ver cómo la más fácil de las mujeres, y encima con un gordo pajero como acompañante. Luego de un rato de humillación, Tito me dice:

— Bueno, ahora es tiempo de que vuelvas a clases —

Me quedé boquiabierta. Era obvio que para nada quería volver a la escuela así, una cosa eran las miradas de desconocidos, pero las de mis compañeros serían peores, pero no tenía la entereza de desobedecer. Dejé que Tito me dejara en la entrada y luego me alejé sabiendo que no perdía de vista mi culo balanceándose.

Di gracias a que guardo un suéter que siempre dejo en mi casillero, enfilé a mi salón, las miradas del profesor y mis compañeros eran de fotografía, el suéter solo podría cubrirme las piernas por abajo o las tetas por encima, asi que elegí la parte de arriba y dejé que se deleitaran con mi culo y mis torneadas piernas que se veían espectaculares luego de que me sentara y la mini se me subiera un poco más. Ni siquiera llevaba ropa interior . En toda la clase mis compañeros volteaban de reojo, e incluso el profesor parecía más atento a mis movimientos que a lo que intentaba enseñarnos, pues de vez en cuando se me olvidaba que no traía tsnga y la falda era muy corta, así que sin darme cuanta al cruzar la pierna o acomodarme, le regalaba una vista a mis compañeros y a mi maestro de mi tesorito entre mis piernas.
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Al salir, ahí estaba el jodido gordo esperándome para volver juntos, todavía se dio el lujo de abrazarme y besarme impúdicamente frente a un par de mis amigos que se sorprendían de ver con la clase de tipo que estaba relacionada y lo que le dejaba que me hiciera. ¡Pobres! Ni siquiera imaginaban que eso solo era una pequeña parte de lo que Tito gozaba y podía hacer con mi cuerpo.

Nos subimos a un taxi, donde nuevamente mi vestuario llamó la atención del conductor, Tito se sentó al lado mío y me puso una mano entre mis muslos, a la vez, me tomó una de mis manos y la puso sobre su miembro. Con el solo vaivén del camino sentía como crecía. Le dió indicaciones al taxista de ir a su casa. Durante el resto del camino, cuando el hombre no veía, me metía la mano entre las piernas, movía como podía los dedos y me rozaba la entrada de la vagina, por más que apretaba las piernas, intenté quitarle la mano, pero me susurró al oído:

— Quedate quieta, Dan, o te quito la falda y hago que bajes del auto enseñando el chocho —

No me quedó de otra que permitirle manosearme a su antojo, de repente me tocaba los senos, mientras el taxista, disimuladamente volteaba para ver el agasajo que se estaba dando el gordo y toqueteo tras toqueteo, empecé a ponerme cachonda.
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— Anda putica, espera a que lleguemos, que verás que te cogeré tal como una putita como tú se merece —me susurraba al oído mientras sentía su babosa lengua rozar mi piel.

Luego de pagar la tarifa, el taxista se despidió diciéndole al gordo “hasta luego, espero que la pase bien, y usted también señorita” a la vez que me miraba con morbo. Me bajé intentando acomodar la minifalda, pero estaba segura que el taxista pudo observar mis nalgas, y se quedó hasta vernos cerrar la puerta, viendo como Tito me magreaba el culo. Apenas cerramos la puerta, fue cuando sus toqueteos se hicieron más fuertes. La falda me quedaba ya encima de la cintura y tenía un pecho por fuera. Tito se restregaba sobre mi culo ya desnudo. A pesar de lo excitada que estaba, intenté soltarme, y lanzarle bronca.

— Cabron, deja de tratarme en la calle como si fuera una puta —

Él solo enseñaba los dientes en una risa burlona y descaradamente me decía:

— Pues, de hecho, así es, eres mi puta para presumirte con quién quiera y ahora me vas a dar una chupada de las buenas —

Resignada, me arrodillé para buscar ese miembro que me volvía loca, estaba cabreada pero mucho más excitada. Chupé como desesperada, mientras Tito me sacaba la blusa por debajo, me colocó los brazos en la espalda y con la misma blusa me los amarró en un nudo algo apretado.

— Asi, mi putica, sin manos que quiero reventarte la boca a pijazos —

Y me abofeteaba con su verga todavía a medio crecer, yo mantenía la boca abierta y deseando lamer su verga entera, pero él cruelmente apenas y me la acercaba.

Comencé a desesperarme
— Joder cabron, cógeme ya que estoy cachonda por todo lo que me has obligado a hacer —

— Jajaja, claro que lo voy a hacer, pero primero admite que te encantó que te haya tratado como la puta que eres en público —

— Si, siii, está bien, lo admito, me has mostrado lo puta que soy, lo que digas, solo cógeme —

Me tomó el cabello con fuerza mientras me decia:

— ¿Te gustó como te miraba el taxista? ¿Crees que se pajea ahora imaginando que es él el que está follando tu boquita? — y empezó a follarme la boca, entraba y salía con fuerza, y yo tan arrecha como estaba, me dejaba hacer, además, tenía las manos sujetas y no podía hacer nada.

— Parame el culo , que te lo voy a romper — me dijo. Levanté mis caderas, esperando a que se diera la vuelta y se colocará detrás de mi perfecto culo

— Toma tus manos Dani, y ábrete las nalgas —

Zas, sentí como entró de golpe haciéndome gritar, me estaba violando el ano,
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— Aaaaay, idiota, desgraciado, me rompeeeesss AAAAHHHH —

Me la sacaba, dejaba que mi anito se recuperara un poco y zas, de nuevo toda su animal erecto de golpe. Yo estaba que me retorcia en orgasmos, todo el calor que me dejó acumulado se iba escapando con cada embestida. Mi cuerpo se tensaba y mis pechos se bamboleaban al ritmo de sus clavadas. Yo gemía y gritaba descontroladamente. Finalmente, Tito se puso frente a mí y me clavó su verga en la boca, no me soltó hasta que se derramó por completo dentro de mi.

Me quedé destruida y agotada por el orgasmo. Mientras, Tito fue a la cocina, y regresó con un pepino de buen tamaño.

— Ahora Tito, deja esto dentro de tu culito mientras me limpias mi verga —
Por espacio de 10 minutos tuve que lamer su flácido miembro hasta volver a levantarlo

Luego, sin sacarme el pepino del culo, se colocó detrás mío, me puso su verga en la entrada de mi concha y me dijo
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— ¿Quieres que te la meta? — yo solo asentí pero el me dijo

— Pídela, ¡Pídemela puta! — le dije casi suplicante

— Dámela tu verga por favor, ya no aguanto Tito, cógeme, métemela cabrón —

y me la metió, lentamente esa verga gruesa, venosa, parecía una barra de hierro caliente sumado al frío y grueso pepino de mi culo, me hizo gritar, luego empezó a bombearme primero lentamente, luego aumentó el ritmo, estabas llena por completo, mis dos agujeros gozando y Tito me agarraba el culo y me mordía las tetas y me decía
— ¿Quien es tu dueño putita? — Yo gimiendo y gritando le dije:

— ¡Tú, maldito gordo de mierda ¡No te detengas, sigue cogiéndome! — y seguía gimiendo y él dándome verga mientras me decía:

— ¡Eres toda mía Dani, eres mi puta nalgona! —

— ¡Si, siii, soy tuya, toda tuya, soy tu puta, solo cógeme, culéame, métemela todaaaaaa cabrooooón! —

Tuve un orgasmo intenso mientras me cogía, fue un largo tiempo en que me estaba cogiendo, me besaba y manoseaba toda, el me dijo:

— ¡Te voy a dar mi leche zorra! —

— ¡Lléname de tu leche, la quiero toda Tito! — Estaba caliente hasta el extremo

Me dio la vuelta. Se puso arriba de mí, puso mis piernas en sus hombros, me sacó el pepino de mi cola, lo arrojó al fondo de la habitación y puso su verga en la entrada de mi culo, pero solo la rozaba torturándome y me dijo:

— Pídemela putona ¡Pídeme que te la meta! — yo le dije casi a gritos, totalmente fuera de mi:

— ¡Métemela cabrón, métemela hijo de puta! ¡Cógeme, rómpeme el culo! — y él me la clavó de golpe, me hizo gritar de dolor y placer, empezó a bombearme salvajemente, parecía una bestia, mientras me la metía toda y me bombeaba me metía los dedos en la boca. Mis pechos botaban arriba y abajo y me decía:
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— ¡Puta, puta, eres una puta caliente y hambrienta de verga! ¡Ahora sabes que soy tu macho y te puedo coger cuando quiera! ¿Oíste? ¡Cuando quiera! No me importa si estás en la escuela —

— ¡Si, si, si, cuando tú quieras Tito! ¡Cuando tú quieras me puedes coger! ¡Soy toda tuya, tu puta caliente!—

Me apretujaba las tetas, me las mordía, me besaba y metía la lengua en la boca, yo estaba gimiendo y gritando, totalmente fuera de mí, entregada a ese gordo que me había llevado al límite. Luego se tiró en la cama y me dijo:

— Cabálgame, perra, montate y disfruta mi verga —

Me monté, pero por ser muy grande su verga me tuve que montar con cuidado, pero él hizo un movimiento y me la clavó de golpe y me hizo gritar, se incorporó en parte quedando sentado y mientras me la metía, con una mano me agarró por el culo y me apretujaba contra él con la otra, luego empezó a clavármela como bestia, en esa postura me entraba toda, me hacía sentir como me llegaba hasta adentro, luego me besó la boca y me la estaba comiendo a besos y las tetas me las mordía como un animal en celo, yo me abracé fuerte a él, a mi macho, a mi dueño.
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Y me llenó de leche otra vez, quedamos abrazados besándonos, acariciándonos, me miraba a los ojos y me dijo mientras yo estaba sentada sobre el todavía con su pene durísimo dentro de mí escupiendo semen en mi útero:



— ¿Te gustó cómo te veían tus compañeros en la escuela? Pues mañana quiero que vayas sin ropa interior. Quiero que cuando estés caliente te miren tus tetas erectas por debajo de la blusa. Quiero que te agaches mostrándoles la cola para que sueñen que te ponen en cuatro y te follan el culo. Que tengan su verga erecta cada que te vean pasar, entendiste zorra? Y para asegurarme que cumples con mi orden, iré por ti a la salida, quiero que me enseñes que no traes nada debajo, y si eres buena, vendremos a que te de otra culeada como hoy —

Yo me estremecí de pensar lo que pasaría mañana, que me dirían mis compañeros, y sobre todo, que pensaría Mariano, el chico con el que estaba saliendo, que me gustaba y pues que estábamos quedando como novios, pero sabía que no podría decirle que no, nunca lo había conseguido y mañana no sería la excepccion, ese gordo asqueroso que odiaba y me llevaba a mis límites, se saldría con la suya de nuevo, y con cada cogida, yo me volvía más sumisa a sus deseos.
Parte 6.....

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