Estuve dos meses más trabajando así, los fines de semana. Como siempre, nada más uno o dos clientes por finde, aunque me tocó un finde largo en el que atendí a tres, tres días distintos. Todos bien, pero ahí fue que tuve mi primera mala experiencia. No fue con ninguno de los que me contactaron a través de Laura, sino que fue uno al que un cliente que yo ya había visitado (que todo bien con él, no fue su culpa) le pasó mi contacto.
Ya de entrada cuando me lo encontré para tomar algo, como habíamos quedado, y me cayó muy mal el tipo. Era el que se la daba de gran empresario, chapeando con el celu que tenía, con el auto que tenía, los nombres que conocía... pero a la vez te dabas cuenta enseguida con los gestos y las actitudes del tipo que era un pobre perejil, realmente.
Como cantaba Sabina, "Era tan pobre que no tenía más que dinero..."
Además era un forro y un maleducado. Yo hacía lo posible para sobrellevar la noche y creo que dentro de todo lo hice bien, hice todo lo que el tipo quería, pero era muy mal hablado sin necesidad y eso no me caía nada bien. Una vez en el telo me empezó a coger así nomás sin mucha introducción, y se la pasaba puteando e insultándome. Lo dejé satisfecho, como a todos mis clientes, pero yo la pasé muy mal. No me hizo doler ni nada de eso, por suerte, pero me pegaba mucho en la cola, me tiraba muy fuerte del pelo y un par de cosas más que prefiero no acordarme. Lo calentaba tratarme mal. Y por ahí si él hubiese aclarado eso de entrada yo ya iba preparada, con otra disposición, o directamente le decía que no si no me parecía, que no tenía lugar en la agenda. Pero bueno, de todo se aprende. Hasta de éstas cosas. Gracias a éste tipo desagradable me llevé un montón de notas mentales, sobre todo en qué fijarme como señales de alerta. Todo es aprendizaje. Todo.
Por suerte gracias al resto de mis clientes, los nuevos y un par de clientes repetidores, en esos dos meses pude juntar realmente un montón de plata que ni en mis sueños, si me preguntabas hace tres meses nada más, pensé que podía llegar a juntar. Todos los demás me trataron bien, y me encantó estar con todos ellos. Cuando le conté a Laura que había tenido mis primeros clientes repetidores la vi arquear una ceja. Me felicitó. Me dijo que era raro que los clientes quieran repetir tan pronto, en un espacio tan corto de tiempo, que debía estar haciendo las cosas realmente bien.
Le sonreí, pero no necesitaba que Laura me lo dijera. Yo ya sabía que lo estaba haciendo bien.
Durante los días de semana me la pasaba buscando departamento en Capital, aunque ya con la tranquilidad de no estar apremiada con la plata. Tenía plata pero absolutamente de sobra para poder irme de casa y mudarme tranquila. El tema era encontrar un departamento lindo, accesible, en una linda zona y que tenga transporte cerca por si me tenía que mover. Yo no solo no tenía auto, sino que ni sabía manejar siquiera. Tampoco era algo que quisiera tener. En la ciudad me parecía un gasto al pedo, teniendo taxis, Uber o transporte público con los que podía ir y venir de cualquier lado.
Mis viejos? Bien, gracias. Me da pena decirlo así, realmente me da, pero entre el borracho de papá y la histérica de mamá ya no hacían uno. Me da tristeza, son mis viejos, se todo lo que me quisieron y lo que yo los quise, pero las cosas estaban tan mal en casa que parecían de repente personas distintas. Dos entes que vivían ahí. Y que ni siquiera ya me daban bola. Yo iba, venía, "salía" los fines de semana, llegaba al otro día a veces ya con el sol arriba y se piensan que en algún momento me dijeron algo? Que se preocuparon por lo que hacía su hija, adonde iba y con quien se juntaba?
Juro que en esos meses iniciales Laura fue más madre y padre al mismo tiempo para mi que cualquiera de esos dos.
Por fin luego de mucha búsqueda y visitas encontré un departamentito hermoso, en uno de los edificios nuevos que estaban edificando en Caballito, por la avenida Avellaneda, cerca de la cancha de Ferro. Era chiquito y caro, pero a mi no me importaba porque me dio buena onda desde que entré. Me sentía bien ahí, me sentía viviendo ahí. El edificio era nuevo y hermoso, con una linda entrada, y el departamento tenía un balconcito chiquito pero luminoso, que recibía la luz del sol casi todo el día ya que miraba al norte.
Cuando hice los cálculos me iba a salir una fortuna mudarme ahí, entre los meses de depósito, salir a conseguir un seguro de caución (sin recibo de sueldo! lo que me costó... no pienso decir cómo lo solucioné, que quede para la imaginación...), gastos de inmobiliaria... todo. Y después lo que me iba a salir la mudanza desde Olivos. Me quería llevar todas mis cosas de casa, pero no podía. No iban a entrar en el nuevo departamento.
Dejé todos los patitos alineados para la mudanza, como se dice, y un día tomé coraje y la senté a mi mamá, diciéndole lo que iba a hacer. Que ya lo tenía decidido. Mamá se puso muy triste. Me había dado tan poca bola que ni se esperaba esa noticia. Se largó a llorar y por un momento sentí que le estaba tirando otra piedra más que tenía que cargar en la espalda. Pero me templé el alma y me puse firme. Ella me pedía que no me fuera. Entendía que la casa era un desastre y que el ambiente era horrible. Y también entendía que yo ya estaba más grande y que quería hacer mi vida, que me quería independizar. Me pidió que por favor no me vaya, que se iba a sentir muy mal.
Casi le digo que sí. Casi le digo que echaba todo para atrás y me quedaba. Pero mientras me hablaba me percaté de algo, un detalle que para mí fue crucial. En ningún momento me preguntó cómo iba a hacer. Cómo lo iba a pagar. Si me había conseguido un trabajo. Nada. Nada de lo que yo pensaba que una madre que se preocupe por la hija podía haber preguntado. Todo giraba alrededor de ella... que ella se iba a quedar sola... que ella tenía que lidiar con papá... que ella tenía sus planes también...
Cuando esa noche se lo dije a papá tampoco fue nada bueno. Por suerte no estaba borracho, pero yo me di cuenta que había llegado a casa y algo ya había tomado. Se enojó y me empezó a cagar a pedos. Fuerte y feo. Se ocupó de decirme todos y cada uno de los errores que él pensaba que yo me estaba mandando. Que yo era una pendeja que no sabía nada de la vida, que me iba a mandar a hacer ésto y ya iba a volver con la cola entre las piernas. También, sentí que todo era de él. Que se enojó porque la hija se le rebelaba y se iba, sin querer entender por qué. Sin decirlo, dando a entender que él era el hombre de la casa y que cómo le iba a socavar la autoridad así. Al final de sus despotricadas hasta empezó a sugerir que yo seguro me drogaba o algo así. Nada más me di vuelta y me fui.
Me dió pena, pero qué poco ya les importaba yo.
A los pocos días apreté todos los gatillos de la mudanza. Ya estaba hecho. Fue una paja terrible coordinar yo sola la mudanza, pero lo logré y me sirvió muchísimo como experiencia en cómo manejarme sola. Salvo un par de cosas de la mudanza que se complicaron, salió todo perfecto. Pronto un jueves a la tarde les bajé a abrir a los últimos flacos de la empresa de mudanza que llevaron la última carga hacia arriba, los despedí con una sonrisa, les dejé una propina enorme que se la habían recontra ganado y me fui por primera vez al que ya era mi departamento, al menos por los próximos tres años. Cuando entré y cerré la puerta detrás mío, la sentí hacer un click y casi me largo a llorar de la emoción y la alegría. Me di vuelta y miré a mi departamentito. Cajas por todos lados, terrible quilombo, pero respiré hondo el aire nuevo. Me acerqué a la ventana y me bañaron los últimos rayitos del sol perezoso de la tarde. Y no escuché a nadie gritarse, ni odiarse.
Le puse los auriculares al celu, puse el álbum entero de "In Rainbows" de Radiohead y me dediqué a ordenar todo.
Para ese finde me cuidé de no agendarme con ningún cliente. Quería reordenar un poco la vida y salir. Salir a conocer mi nuevo barrio, a comprar cositas que me faltaban para el departamento. Quería empezar de una vez a vivir sola. No me daba miedo. Al contrario, me entusiasmaba mucho la nueva página que había dado vuelta, todavía toda en blanco.
El Sábado como Laura tampoco trabajaba la invité a comer a casa, para agradecerle todo lo que había hecho por mi y también para que conozca mi nuevo lugar. La pasamos tan bien. Charlamos de todo, como nunca antes lo habíamos hecho. De cosas ligeras y también de cosas profundas. De nosotras, de lo que queríamos, de lo que sentíamos. Nos quedamos hasta las cuatro charlando y cafeteando, con la música bajita, las dos en el sillón. La pasamos tan pero tan bien. Cuánto adoraba a mi querida amiga. Si nos faltaba algo para convertirnos en casi hermanas, fue esa noche.
Laura me invitó el viernes que se venía a juntarme con sus amigas, también trabajadoras, que paraban en un café y bar por el centro, bastante cerca del Obelisco. Siempre me las había nombrado. Ella ya había trabajado tanto que ya conocía un montón de gente y colegas, y las conoció a ellas. Me dijo que se había formado un lindo grupito de chicas y que yo era más que bienvenida si quería. Dijo que se juntaban para verse, pero al mismo tiempo usaban el bar medio que de base de operaciones y que si les salía algún cliente así en el momento algunas lo aprovechaban. Todo sumaba. Me dijo que estaban arregladas con la gente del bar, que las dejaban estar ahí sin problemas porque no molestaban a nadie, que los encargados eran muy buena onda y que ellas también conocían, de tanto ir, a los canas que tenían esa zona y que ellos y ellas tampoco les hacían historia.
A mi me daba un poco.. no de miedo, pero sí como de cuidado? No sabía si ir. Una cosa era Laura, que era mi amiga antes de que yo descubriera de que ella trabajaba, pero otra cosa eran éstas otras chicas que yo no conocía. Si, Laura medio que juraba por ellas, todo bien, y como siempre no era por menospreciar a nadie, pero no sabía cómo me iban a recibir y si yo les iba a caer bien. Por ahí me servía para que me conozcan y expandir un poco el networking, eso estaría bueno, pero si no les caía bien por ahí me hacían la cruz, o peor, y quizás se volvía todo un problema. Al final decidí ir, pero le pedí a Laura que me llevara y que yo llegara con ella. No quería caer sola y que ella no esté.
No sé por qué me preocupé. Cuando me encontré con Laura ese Viernes a la noche y llegamos al bar, ella ya les había anticipado que yo iba y me recibieron de maravillas, a puro abrazo y beso. Eran super amigables y alegres y se las veía encantadas de tener una chica nueva para conocer. Yo me sentí a gusto enseguida, pese a que todas eran mucho más mayores que yo. Yo era la más pendeja pero por lejos.
Estaba Laura (o Betty), por supuesto, y otras dos chicas más o menos de su edad, arriba de los 35. Se llamaban Afrodita y Ruby. Me parecieron minas muy normales, como las que se veían por cualquier calle a cualquier hora, nada que llame la atención. Después había una rubia que tenía ya 40 y pico, se llamaba Scarlett y la verdad era muy bonita. Tenía unas gomas hermosas y un re buen lomo, con el pelo bien arregladito. Una muñeca. Y después estaban las madrazas del grupo, dos hermosas que ya tenían más de 50 largos pero se mantenían bastante bien dentro de todo. Se llamaban China y Mora.
Yo caí ahí re pendejita y la verdad que me agarró la timidez al sentarme al lado de Laura. Todas me miraban y me daban charla, diciéndome todo el tiempo lo hermosa que era y que me querían comer. Se cagaban de la risa. Yo pensé que quizás les iba a provocar algo de envidia que yo esté ahí, y entrada mas la charla cuando ya tuve confianza con ellas se lo sugerí, pero se rieron de nuevo. Me dijeron que a ellas les servía mucho tener una nena linda como yo cerca o al lado... atraía a los clientes. Pegamos muy buena onda, salvo por ahí con Ruby que me pareció la más callada y tímida de todas, y estaba todo el tiempo muy pendiente de su celu, pero ninguna me trató mal para nada. Scarlett ya se había ido en un momento porque le salió un cliente y ya no estaba, pero cuando terminó la noche les caí tan bien que medio oficialmente me adoptaron de mascotita del grupo.
China y Mora jodían todo el tiempo que me querían llevar a sus casas y se peleaban en broma para ver cual me llevaba. Laura las quería parar entre risas pero no podía, las dos veteranas seguían discutiendo entre ellas en chiste y tirándome guiños y besitos. Yo me moría de la risa. La verdad no sabía si era en serio o si era en joda hasta que les pregunté y Mora me dijo firmemente que obvio que era en serio, pero que no me preocupe, que eran nada más fantasías de dos viejas putas como ellas el estar con una nena así. Yo casi me hago encima de la risa. Laura ahí les dijo con una sonrisita pícara que les iba a salir bastante caro llevarme, por lo que yo cobraba. Ahí me preguntaron y como me sentí en confianza empezamos a hablar de mi y lo que había hecho hasta ahora, todo eso.
Me miraban azoradas y se pensaban que las estaba jodiendo, al principio. Hasta que les conté un poco de todo, de lo que me había llevado a arrancar, lo mal que estaba en casa, todo eso. Cuando les terminé de contar, el cariño que me dieron... juro que de repente me sentí como que tenía cinco madres al lado. Y entonces se empezaron a pelear de nuevo en joda para ver quien me iba a cuidar más. Y a ver cuántos clientes de esos que pagaban con verdes les podía conseguir.
Yo me fui a las cuatro porque ya me estaba cayendo de sueño, pero nos intercambiamos los contactos y nos despedimos cariñosamente. Me fui re feliz de esa reunión y les dije que seguro quería volver.
Ese mes, con todo lo de la mudanza, el descanso que me quise tomar y las otras reuniones que tuve con el grupo de las chicas, solamente tuve un cliente que también vino recomendado por Laura. Era un empresario de los medios que tenía una casa en Pilar. Coordiné con el tipo y me fui para allá en un Uber.
Al tipo también le gustaban las nenas. Las nenas bien nenas, quiero decir. Como yo. Llegué a las 10 a la casa y me recibió con un beso. Era bastante buenmozo y tenía buena onda, me trató muy amablemente todo el tiempo. Charlamos un poco y tomamos algo en su living, donde me contó lo que quería ya que no se animaba a decírmelo por teléfono. Cuando me lo contó yo me sonreí y lo entendí enseguida, le dije que no habría problema. Que no se preocupe, que yo sabía exactamente cómo hacerlo. Así que arranqué.
Lo que el tipo quería, la fantasía que tenía, era que las nenas que querían entrar a trabajar en la tele él se las tenía que coger, sino no entraban. Me explicó que en el puesto en el que estaba él, situaciones así le pasaban todos los santos días, tenía un desfile de pendejas delante de él todo el tiempo pero que él no podía nunca hacer nada en serio con eso ya que si saltaba no solamente lo despedían, sino que los medios donde trabajaba él se comían un juicio. Que le gustaba tener la fantasía que por fin lo hacía para sacárselo de su sistema una vez cada dos meses o algo así y no tener problemas.
Si les parece raro, a mí no. Es más, lo recontra respeté al tipo por ser honesto y decírmelo. Y me pareció muy sano que busque canalizar sus fantasías con una profesional (ya era una profesional yo?) en lugar de joder en la vida real a chicas que sólo querían un trabajo. Me pareció genial la actitud del tipo. Pensé un ratito como encarar todo y le dije que estaba bien, que me espere un rato.
Yo agarré mis cosas y salí de la casa, quedándome un rato largo, pero bien largo en el jardincito que el tipo tenía en la entrada. Aproveché para prenderme un cigarrillo mentolado y relajarme, pensando cómo lo iba a encarar bien. Pensando en cada detalle del personaje que me iba a armar. Lo tuve esperando al tipo adentro como 20 minutos casi. Quería que esté bien caliente y bien ansioso. Por fin me di vuelta y caminando tímidamente volví a la puerta y le toqué el timbre.
"Ah.. hola...", me dijo cuando me abrió con una sonrisa.
"Hola Ariel...", le dije lo más tímidamente que podía, casi sin mirarlo.
"Viniste. Bien."
"Si... vine..."
"Bueno, pasá, dale...", me abrió la puerta y entré, "Vení, pasa al living... ponete cómoda", me dijo y yo lo seguí, haciendo como que miraba para todos lados y tenía mucho miedo de estar ahí, "Querés tomar algo?"
"No, gracias... estoy bien..."
"Seguro? Parece como que estás nerviosa...", me sonrió.
"Y... un poquito, si....", le dije.
"Cómo te llamabas? Me olvidé, perdoname...", sonrió y se sentó en el sillón, invitándome a sentarme también. Yo lo hice con timidez y me senté medio alejada de él.
"Blondie..."
"Ah, que lindo nombre, che..."
"Gracias", le sonreí un poco incómodamente.
El se arrimó en el sillón y yo lo dejé, pero hice como que lo miraba con algo de recelo.
"Vos eras la que me dijo mi secretaria, no? La que vino por el programa de la mañana?"
"Si... claro. Eh... para 'Hora de Jugar'.. había ido..."
"Si, si, el infantil de la mañana. Ahora me acuerdo.", me dijo, "Bueno, mirá, lo estuvimos viendo con mi gente y te adelanto que no es fácil."
"No?", lo miré tímidamente y le pregunté con una vocecita.
"No... la verdad es que hay muchas aspirantes... tu background está bien, tenés aptitudes, pero... la verdad es que está muy peleado.", me dijo y se sonrió.
"Uh... pero... cómo hago entonces? Querés que haga otra audición? No se, decime...", lo miré.
"No, otra audición no. Ya no hay tiempo. Esto entra a pre-producción la semana que viene, nena."
Yo suspiré medio triste, "Ah... entiendo..."
El tipo me miró y me hizo una mueca, "No... me parece que no entendés...". Yo nada más lo miré en silencio y él siguió, "Te vas a tener que esforzar si lo querés."
Yo me quedé callada y el tipo me acercó una mano, empezando a jugarme con las puntas de mi pelo largo. Yo nada más lo dejé hacer, sin mirarlo, mirando para abajo.
"Me entendés lo que te quiero decir, no?", me preguntó. Llevó los dedos a mi mentón y me empezó a deslizar las yemas por ahí, sintiéndome la carita. Yo no decía nada, evitaba mirarlo y me estrujaba los dedos haciéndome la nerviosa, "Me entendés o no, Blondie?"
Yo estuve un rato largo para contestar mientras el tipo me seguía acariciando la cara despacito, mirándome con hambre y una sonrisa en la cara.
"Si... creo que sí....", le dije finalmente.
"Bueno, eso espero", me dijo, "Porque chicas tan jovencitas como vos no entran a laburar así nomás, tan fácil... no?". Yo le negué con la cabeza en silencio, "Vos cuántos años tenías?"
"... quince..."
El se sonrió más amplio y empezó a bajar la mano. Yo llevaba un top que me dejaba la pancita y los costados al descubierto y pronto me empezó a acariciar ahí, "Bueno, ves lo que te digo. Sos muy chiquita como para entrar nada mas con tus aptitudes... Sos muy linda, nena. Podés laburar muy bien, pero..."
"Pero que, Ariel?", le dije con timidez.
El sin dejar de sonreír y de acariciarme la piel de mi costado con la otra mano se desabrochó el pantalón y luchó un poquito con la tela para sacar la pija al aire, que ya la llevaba visiblemente recontra dura. Yo la miré y me la quedé mirando como azorada, como si nunca hubiese visto una. Se la empezó a bombear despacito mientras yo lo miraba.
"Si querés entrar me vas a tener que convencer que sos la indicada, Blondie..."
Yo me acordé que el tipo me había dicho que quería que a la nena no le gustara al principio y miré de golpe para otro lado, "Ay... Ariel.. no... por favor..."
"Por favor que?", me contestó.
"Perdoname, no... me quiero ir... perdoname...", le dije y amagué a levantarme. Sentí que me agarró firme del brazo y me retuvo, me di vuelta para mirarlo y estaba serio.
"Blondie... vos de aca no te vas hasta que no me convenzas..."
"Pero eso...."
Me interrumpió, "Eso es lo que tenés que hacer. Y vas a hacer todo lo que te diga."
Yo me senté de nuevo y lo miré con un poco de miedo, alternando mirarlo a él a los ojos hambrientos que ya llevaba y a la pija dura que se estaba manoseando.
"Cual es el problema?", me preguntó, "Nunca probaste una?"
Yo le sacudí la cabeza, "N-no.... nunca..."
"Bueno, hoy la vas a probar, putita...", me dijo con una sonrisa, "Hoy si querés te vas a llevar tu primera verga y tu primer trabajo...", me dijo y me acercó un poco a él del brazo. Se me inclinó y me empezó a besar el cuello.
Yo sólo suspiré y lo dejé hacer. Ya toda la situación reconozco que me estaba calentando un poco a mi también. Sentí que me dió una lamida larga en el cuello y me susurró al oído, "Dale putita linda... sos vos o la próxima que está en la fila... depende de mí."
Yo hice como que dudaba un poco mientras me seguía besando y al final me incliné sobre su pija, comenzando a chupársela despacio, sin metérmela mucho en la boca. El empezó a gemir suavemente y se recostó de nuevo en el sillón, mirando mi cabecita de pelo rubio largo apenitas boyando arriba y abajo mientras lo mamaba.
"Aaah... ahi va... que linda que sos...". Yo lo chupé así un momento en silencio hasta que largué un gemidito que él oyó, "Mmmh... ves que te gusta?", me dijo.
Yo no le decía nada más que largar un gemidito de placer suave de vez en cuando, pero cada vez más, muy sutilmente, animándome a chupársela más fuerte y más profundo, lo que lo empezó a satisfacer muy visiblemente.
"Uffff... siiii... que linda nena... vas a llegar lejos, Blondie..."
Ahí comencé a chupársela en serio. Como sabía que les gustaba... y como también me gustaba a mi. Metiéndome lo más que podía la pija en mi boquita y lamiéndola toda mientras estaba adentro
Se la chupé hasta que me acabó en la boca con un largo gemido de placer, con su mano reteníendome la cabeza ahí, haciendo que me trague todo. Cuando terminó yo me salí lentamente y me limpié los labios, mirándolo.
"Ya está... Ariel?", le pregunté.
El abrió los ojos y tardó un ratito en volver en sí. Parece que se la había chupado demasiado lindo, "... no, Blondie... te falta... vení..."
Me tomó del brazo de nuevo y me acercó a el. Nos comenzamos a besar mientras el me manoseaba todo el cuerpito. Me cargó encima y me llevó a su cuarto, depositándome en la cama y diciéndome que me saque toda la ropa mientras él también se desvestía. Yo lo hice con timidez y mirándolo con algo de miedo. El tipo se acostó finalmente y me montó encima de él, besándome y tocándome por todos lados.
"Cuando te lleves toda mi lechita adentro, Blondie... ahí es cuando por fin me vas a convencer...", me dijo
Yo suspiré, "No me pidas que haga eso... por favor..."
"Lo querés o no? Putita linda...", se sonrió.
"Si, pero... no me pidas eso... puedo quedar embarazada...", le supliqué. Eso lo hizo calentar más.
"Te voy a llenar toda la conchita esa hermosa que tenés", me dijo.
"Por favor, Ariel... no....", yo hice como que me quería zafar pero él me retuvo enseguida. Se llevó una mano abajo y me empezó a frotar la punta de su pija en mi conchita.
"Si estás toda mojadita ya... parece que si querés...", se rió.
"No... por favor...", le supliqué, llevando el acting hasta lo último para seguir calentándolo mas y mas.
De repente sentí que me tomó de la cintura y me la empujó hacia arriba, entrándome suave y dulce. Se sentía tan lindo. No pude evitar gemirle.
"Aaaahhh... Ayyyy... Ariel.. pará!"
"Shhh... ", se sonrió y me comenzó a coger despacito, "Que linda conchita tenés..."
"Paráaaaa... por favor!", le grité un poquito
"No te gusta mi verga, nena?"
Yo me quedé callada un momento, disfrutando como me cogía, finalmente le dije en un susurro, "Ssssi... sssiii... ayyyy...."
El se sonrió y me entró a dar más duro, los dos empezamos a gemir nuestro placer juntos.
"Que hermosa que sos... vas a ser una estrellita... vas a ver... aaaah...", me decía y yo ya me sonreía, haciéndome la convencida.
"Ssssii... Ariel.. ay ssssi.... no me des tan ... tan fuerteeeee...", le mentí. Yo lo estaba recontra disfrutando. Por supuesto el me entró a dar bien duro. Era hermoso como me la estaba abriendo con cada embatida.
Luego de un buen rato de disfrute lo sentí que se endurecía adentro mío y me empezó a acabar, mandándomela bien al fondo y a los gritos de placer. Me hizo acabar a mi también al mismo tiempo, los dos gritando y gimiendo el éxtasis que nos estábamos dando.
Ariel había arreglado por toda la noche, así que eso hicimos. Toda la noche. Yo siguiéndole el juego, ya de nena convencida que iba a estar en la tele, cada vez que empezábamos a coger de nuevo yo le fingía más y más amor, contándole cómo lo quería y todas las cosas que se me iban ocurriendo que la nena iba a hacer en la tele gracias a él. Fue una linda noche para los dos, en la que me llevé tres lindas cogidas del tipo en todos mis agujeritos.
Cuando terminamos se había hecho tan tarde que ya estaba saliendo el sol. Ya los dos estábamos cansados y mi horario acordado había terminado, por lo que terminamos con el acting. Nos dimos unos besos de buena onda y me dijo que había quedado satisfecho a más no poder, sonriendo y acariciándome. Diciéndome que era increíble. Yo también le dije la verdad, que la había pasado muy bien con él.
No tuvo por qué hacerlo, pero me dijo que era ya tan temprano y yo tenía un camino de vuelta tan largo que me invitó a quedarme a desayunar. Por supuesto acepté y nos quedamos disfrutando de un buen desayuno que me lo preparó él, charlando y la verdad pasándola de maravillas pese a lo cansados que estábamos. Los dos creo que habíamos pegado linda onda. Hicimos lo que hicimos, me pagó extremadamente bien por eso, él estaba encantado de cómo le llevé su fantasía y yo encantada de lo bien que me trató y me hizo pasar la noche. Ambos quedamos profesional y personalmente satisfechos.
Cuando ya terminamos le agradecí mucho por el desayuno y le dije que me iba a pedir un Uber de vuelta. Se rió y me dijo que no hacía falta, que él estaría encantado de decirle a su chofer que me lleve. Que no era ningún problema y que por favor aceptara así se quedaba tranquilo que yo llegaría bien. Yo le sonreí y le acepté con gusto, agradeciéndole con un beso cariñoso en la mejilla.
Ariel fue mi único cliente ese mes, pero vaya que valió la pena monetariamente. No sólo la había pasado de maravillas, sino que sabía que me iba a recomendar a otros clientes de lo tan satisfecho que había quedado. Inclusive me dijo que en otro momento, más adelante cuando sienta que lo necesitaba de nuevo, me iba a llamar otra vez, y que por favor le haga un lugar en mi agenda.
Era tal cual me había dicho una vez Laura. Que si una cumplía, era profesional y dejaba bien contentos a los clientes, siempre volvían. Creo que había sido Henry Ford que dijo que un negocio dedicado al servicio al cliente sólo tenía que preocuparse por las ganancias - iban a ser enormes. Al final de cuentas, todo en realidad era básicamente servicio. Esa lección yo la aprendí rápido y me sirvió por mucho, mucho más tiempo.
Ya de entrada cuando me lo encontré para tomar algo, como habíamos quedado, y me cayó muy mal el tipo. Era el que se la daba de gran empresario, chapeando con el celu que tenía, con el auto que tenía, los nombres que conocía... pero a la vez te dabas cuenta enseguida con los gestos y las actitudes del tipo que era un pobre perejil, realmente.
Como cantaba Sabina, "Era tan pobre que no tenía más que dinero..."
Además era un forro y un maleducado. Yo hacía lo posible para sobrellevar la noche y creo que dentro de todo lo hice bien, hice todo lo que el tipo quería, pero era muy mal hablado sin necesidad y eso no me caía nada bien. Una vez en el telo me empezó a coger así nomás sin mucha introducción, y se la pasaba puteando e insultándome. Lo dejé satisfecho, como a todos mis clientes, pero yo la pasé muy mal. No me hizo doler ni nada de eso, por suerte, pero me pegaba mucho en la cola, me tiraba muy fuerte del pelo y un par de cosas más que prefiero no acordarme. Lo calentaba tratarme mal. Y por ahí si él hubiese aclarado eso de entrada yo ya iba preparada, con otra disposición, o directamente le decía que no si no me parecía, que no tenía lugar en la agenda. Pero bueno, de todo se aprende. Hasta de éstas cosas. Gracias a éste tipo desagradable me llevé un montón de notas mentales, sobre todo en qué fijarme como señales de alerta. Todo es aprendizaje. Todo.
Por suerte gracias al resto de mis clientes, los nuevos y un par de clientes repetidores, en esos dos meses pude juntar realmente un montón de plata que ni en mis sueños, si me preguntabas hace tres meses nada más, pensé que podía llegar a juntar. Todos los demás me trataron bien, y me encantó estar con todos ellos. Cuando le conté a Laura que había tenido mis primeros clientes repetidores la vi arquear una ceja. Me felicitó. Me dijo que era raro que los clientes quieran repetir tan pronto, en un espacio tan corto de tiempo, que debía estar haciendo las cosas realmente bien.
Le sonreí, pero no necesitaba que Laura me lo dijera. Yo ya sabía que lo estaba haciendo bien.
Durante los días de semana me la pasaba buscando departamento en Capital, aunque ya con la tranquilidad de no estar apremiada con la plata. Tenía plata pero absolutamente de sobra para poder irme de casa y mudarme tranquila. El tema era encontrar un departamento lindo, accesible, en una linda zona y que tenga transporte cerca por si me tenía que mover. Yo no solo no tenía auto, sino que ni sabía manejar siquiera. Tampoco era algo que quisiera tener. En la ciudad me parecía un gasto al pedo, teniendo taxis, Uber o transporte público con los que podía ir y venir de cualquier lado.
Mis viejos? Bien, gracias. Me da pena decirlo así, realmente me da, pero entre el borracho de papá y la histérica de mamá ya no hacían uno. Me da tristeza, son mis viejos, se todo lo que me quisieron y lo que yo los quise, pero las cosas estaban tan mal en casa que parecían de repente personas distintas. Dos entes que vivían ahí. Y que ni siquiera ya me daban bola. Yo iba, venía, "salía" los fines de semana, llegaba al otro día a veces ya con el sol arriba y se piensan que en algún momento me dijeron algo? Que se preocuparon por lo que hacía su hija, adonde iba y con quien se juntaba?
Juro que en esos meses iniciales Laura fue más madre y padre al mismo tiempo para mi que cualquiera de esos dos.
Por fin luego de mucha búsqueda y visitas encontré un departamentito hermoso, en uno de los edificios nuevos que estaban edificando en Caballito, por la avenida Avellaneda, cerca de la cancha de Ferro. Era chiquito y caro, pero a mi no me importaba porque me dio buena onda desde que entré. Me sentía bien ahí, me sentía viviendo ahí. El edificio era nuevo y hermoso, con una linda entrada, y el departamento tenía un balconcito chiquito pero luminoso, que recibía la luz del sol casi todo el día ya que miraba al norte.
Cuando hice los cálculos me iba a salir una fortuna mudarme ahí, entre los meses de depósito, salir a conseguir un seguro de caución (sin recibo de sueldo! lo que me costó... no pienso decir cómo lo solucioné, que quede para la imaginación...), gastos de inmobiliaria... todo. Y después lo que me iba a salir la mudanza desde Olivos. Me quería llevar todas mis cosas de casa, pero no podía. No iban a entrar en el nuevo departamento.
Dejé todos los patitos alineados para la mudanza, como se dice, y un día tomé coraje y la senté a mi mamá, diciéndole lo que iba a hacer. Que ya lo tenía decidido. Mamá se puso muy triste. Me había dado tan poca bola que ni se esperaba esa noticia. Se largó a llorar y por un momento sentí que le estaba tirando otra piedra más que tenía que cargar en la espalda. Pero me templé el alma y me puse firme. Ella me pedía que no me fuera. Entendía que la casa era un desastre y que el ambiente era horrible. Y también entendía que yo ya estaba más grande y que quería hacer mi vida, que me quería independizar. Me pidió que por favor no me vaya, que se iba a sentir muy mal.
Casi le digo que sí. Casi le digo que echaba todo para atrás y me quedaba. Pero mientras me hablaba me percaté de algo, un detalle que para mí fue crucial. En ningún momento me preguntó cómo iba a hacer. Cómo lo iba a pagar. Si me había conseguido un trabajo. Nada. Nada de lo que yo pensaba que una madre que se preocupe por la hija podía haber preguntado. Todo giraba alrededor de ella... que ella se iba a quedar sola... que ella tenía que lidiar con papá... que ella tenía sus planes también...
Cuando esa noche se lo dije a papá tampoco fue nada bueno. Por suerte no estaba borracho, pero yo me di cuenta que había llegado a casa y algo ya había tomado. Se enojó y me empezó a cagar a pedos. Fuerte y feo. Se ocupó de decirme todos y cada uno de los errores que él pensaba que yo me estaba mandando. Que yo era una pendeja que no sabía nada de la vida, que me iba a mandar a hacer ésto y ya iba a volver con la cola entre las piernas. También, sentí que todo era de él. Que se enojó porque la hija se le rebelaba y se iba, sin querer entender por qué. Sin decirlo, dando a entender que él era el hombre de la casa y que cómo le iba a socavar la autoridad así. Al final de sus despotricadas hasta empezó a sugerir que yo seguro me drogaba o algo así. Nada más me di vuelta y me fui.
Me dió pena, pero qué poco ya les importaba yo.
A los pocos días apreté todos los gatillos de la mudanza. Ya estaba hecho. Fue una paja terrible coordinar yo sola la mudanza, pero lo logré y me sirvió muchísimo como experiencia en cómo manejarme sola. Salvo un par de cosas de la mudanza que se complicaron, salió todo perfecto. Pronto un jueves a la tarde les bajé a abrir a los últimos flacos de la empresa de mudanza que llevaron la última carga hacia arriba, los despedí con una sonrisa, les dejé una propina enorme que se la habían recontra ganado y me fui por primera vez al que ya era mi departamento, al menos por los próximos tres años. Cuando entré y cerré la puerta detrás mío, la sentí hacer un click y casi me largo a llorar de la emoción y la alegría. Me di vuelta y miré a mi departamentito. Cajas por todos lados, terrible quilombo, pero respiré hondo el aire nuevo. Me acerqué a la ventana y me bañaron los últimos rayitos del sol perezoso de la tarde. Y no escuché a nadie gritarse, ni odiarse.
Le puse los auriculares al celu, puse el álbum entero de "In Rainbows" de Radiohead y me dediqué a ordenar todo.
Para ese finde me cuidé de no agendarme con ningún cliente. Quería reordenar un poco la vida y salir. Salir a conocer mi nuevo barrio, a comprar cositas que me faltaban para el departamento. Quería empezar de una vez a vivir sola. No me daba miedo. Al contrario, me entusiasmaba mucho la nueva página que había dado vuelta, todavía toda en blanco.
El Sábado como Laura tampoco trabajaba la invité a comer a casa, para agradecerle todo lo que había hecho por mi y también para que conozca mi nuevo lugar. La pasamos tan bien. Charlamos de todo, como nunca antes lo habíamos hecho. De cosas ligeras y también de cosas profundas. De nosotras, de lo que queríamos, de lo que sentíamos. Nos quedamos hasta las cuatro charlando y cafeteando, con la música bajita, las dos en el sillón. La pasamos tan pero tan bien. Cuánto adoraba a mi querida amiga. Si nos faltaba algo para convertirnos en casi hermanas, fue esa noche.
Laura me invitó el viernes que se venía a juntarme con sus amigas, también trabajadoras, que paraban en un café y bar por el centro, bastante cerca del Obelisco. Siempre me las había nombrado. Ella ya había trabajado tanto que ya conocía un montón de gente y colegas, y las conoció a ellas. Me dijo que se había formado un lindo grupito de chicas y que yo era más que bienvenida si quería. Dijo que se juntaban para verse, pero al mismo tiempo usaban el bar medio que de base de operaciones y que si les salía algún cliente así en el momento algunas lo aprovechaban. Todo sumaba. Me dijo que estaban arregladas con la gente del bar, que las dejaban estar ahí sin problemas porque no molestaban a nadie, que los encargados eran muy buena onda y que ellas también conocían, de tanto ir, a los canas que tenían esa zona y que ellos y ellas tampoco les hacían historia.
A mi me daba un poco.. no de miedo, pero sí como de cuidado? No sabía si ir. Una cosa era Laura, que era mi amiga antes de que yo descubriera de que ella trabajaba, pero otra cosa eran éstas otras chicas que yo no conocía. Si, Laura medio que juraba por ellas, todo bien, y como siempre no era por menospreciar a nadie, pero no sabía cómo me iban a recibir y si yo les iba a caer bien. Por ahí me servía para que me conozcan y expandir un poco el networking, eso estaría bueno, pero si no les caía bien por ahí me hacían la cruz, o peor, y quizás se volvía todo un problema. Al final decidí ir, pero le pedí a Laura que me llevara y que yo llegara con ella. No quería caer sola y que ella no esté.
No sé por qué me preocupé. Cuando me encontré con Laura ese Viernes a la noche y llegamos al bar, ella ya les había anticipado que yo iba y me recibieron de maravillas, a puro abrazo y beso. Eran super amigables y alegres y se las veía encantadas de tener una chica nueva para conocer. Yo me sentí a gusto enseguida, pese a que todas eran mucho más mayores que yo. Yo era la más pendeja pero por lejos.
Estaba Laura (o Betty), por supuesto, y otras dos chicas más o menos de su edad, arriba de los 35. Se llamaban Afrodita y Ruby. Me parecieron minas muy normales, como las que se veían por cualquier calle a cualquier hora, nada que llame la atención. Después había una rubia que tenía ya 40 y pico, se llamaba Scarlett y la verdad era muy bonita. Tenía unas gomas hermosas y un re buen lomo, con el pelo bien arregladito. Una muñeca. Y después estaban las madrazas del grupo, dos hermosas que ya tenían más de 50 largos pero se mantenían bastante bien dentro de todo. Se llamaban China y Mora.
Yo caí ahí re pendejita y la verdad que me agarró la timidez al sentarme al lado de Laura. Todas me miraban y me daban charla, diciéndome todo el tiempo lo hermosa que era y que me querían comer. Se cagaban de la risa. Yo pensé que quizás les iba a provocar algo de envidia que yo esté ahí, y entrada mas la charla cuando ya tuve confianza con ellas se lo sugerí, pero se rieron de nuevo. Me dijeron que a ellas les servía mucho tener una nena linda como yo cerca o al lado... atraía a los clientes. Pegamos muy buena onda, salvo por ahí con Ruby que me pareció la más callada y tímida de todas, y estaba todo el tiempo muy pendiente de su celu, pero ninguna me trató mal para nada. Scarlett ya se había ido en un momento porque le salió un cliente y ya no estaba, pero cuando terminó la noche les caí tan bien que medio oficialmente me adoptaron de mascotita del grupo.
China y Mora jodían todo el tiempo que me querían llevar a sus casas y se peleaban en broma para ver cual me llevaba. Laura las quería parar entre risas pero no podía, las dos veteranas seguían discutiendo entre ellas en chiste y tirándome guiños y besitos. Yo me moría de la risa. La verdad no sabía si era en serio o si era en joda hasta que les pregunté y Mora me dijo firmemente que obvio que era en serio, pero que no me preocupe, que eran nada más fantasías de dos viejas putas como ellas el estar con una nena así. Yo casi me hago encima de la risa. Laura ahí les dijo con una sonrisita pícara que les iba a salir bastante caro llevarme, por lo que yo cobraba. Ahí me preguntaron y como me sentí en confianza empezamos a hablar de mi y lo que había hecho hasta ahora, todo eso.
Me miraban azoradas y se pensaban que las estaba jodiendo, al principio. Hasta que les conté un poco de todo, de lo que me había llevado a arrancar, lo mal que estaba en casa, todo eso. Cuando les terminé de contar, el cariño que me dieron... juro que de repente me sentí como que tenía cinco madres al lado. Y entonces se empezaron a pelear de nuevo en joda para ver quien me iba a cuidar más. Y a ver cuántos clientes de esos que pagaban con verdes les podía conseguir.
Yo me fui a las cuatro porque ya me estaba cayendo de sueño, pero nos intercambiamos los contactos y nos despedimos cariñosamente. Me fui re feliz de esa reunión y les dije que seguro quería volver.
Ese mes, con todo lo de la mudanza, el descanso que me quise tomar y las otras reuniones que tuve con el grupo de las chicas, solamente tuve un cliente que también vino recomendado por Laura. Era un empresario de los medios que tenía una casa en Pilar. Coordiné con el tipo y me fui para allá en un Uber.
Al tipo también le gustaban las nenas. Las nenas bien nenas, quiero decir. Como yo. Llegué a las 10 a la casa y me recibió con un beso. Era bastante buenmozo y tenía buena onda, me trató muy amablemente todo el tiempo. Charlamos un poco y tomamos algo en su living, donde me contó lo que quería ya que no se animaba a decírmelo por teléfono. Cuando me lo contó yo me sonreí y lo entendí enseguida, le dije que no habría problema. Que no se preocupe, que yo sabía exactamente cómo hacerlo. Así que arranqué.
Lo que el tipo quería, la fantasía que tenía, era que las nenas que querían entrar a trabajar en la tele él se las tenía que coger, sino no entraban. Me explicó que en el puesto en el que estaba él, situaciones así le pasaban todos los santos días, tenía un desfile de pendejas delante de él todo el tiempo pero que él no podía nunca hacer nada en serio con eso ya que si saltaba no solamente lo despedían, sino que los medios donde trabajaba él se comían un juicio. Que le gustaba tener la fantasía que por fin lo hacía para sacárselo de su sistema una vez cada dos meses o algo así y no tener problemas.
Si les parece raro, a mí no. Es más, lo recontra respeté al tipo por ser honesto y decírmelo. Y me pareció muy sano que busque canalizar sus fantasías con una profesional (ya era una profesional yo?) en lugar de joder en la vida real a chicas que sólo querían un trabajo. Me pareció genial la actitud del tipo. Pensé un ratito como encarar todo y le dije que estaba bien, que me espere un rato.
Yo agarré mis cosas y salí de la casa, quedándome un rato largo, pero bien largo en el jardincito que el tipo tenía en la entrada. Aproveché para prenderme un cigarrillo mentolado y relajarme, pensando cómo lo iba a encarar bien. Pensando en cada detalle del personaje que me iba a armar. Lo tuve esperando al tipo adentro como 20 minutos casi. Quería que esté bien caliente y bien ansioso. Por fin me di vuelta y caminando tímidamente volví a la puerta y le toqué el timbre.
"Ah.. hola...", me dijo cuando me abrió con una sonrisa.
"Hola Ariel...", le dije lo más tímidamente que podía, casi sin mirarlo.
"Viniste. Bien."
"Si... vine..."
"Bueno, pasá, dale...", me abrió la puerta y entré, "Vení, pasa al living... ponete cómoda", me dijo y yo lo seguí, haciendo como que miraba para todos lados y tenía mucho miedo de estar ahí, "Querés tomar algo?"
"No, gracias... estoy bien..."
"Seguro? Parece como que estás nerviosa...", me sonrió.
"Y... un poquito, si....", le dije.
"Cómo te llamabas? Me olvidé, perdoname...", sonrió y se sentó en el sillón, invitándome a sentarme también. Yo lo hice con timidez y me senté medio alejada de él.
"Blondie..."
"Ah, que lindo nombre, che..."
"Gracias", le sonreí un poco incómodamente.
El se arrimó en el sillón y yo lo dejé, pero hice como que lo miraba con algo de recelo.
"Vos eras la que me dijo mi secretaria, no? La que vino por el programa de la mañana?"
"Si... claro. Eh... para 'Hora de Jugar'.. había ido..."
"Si, si, el infantil de la mañana. Ahora me acuerdo.", me dijo, "Bueno, mirá, lo estuvimos viendo con mi gente y te adelanto que no es fácil."
"No?", lo miré tímidamente y le pregunté con una vocecita.
"No... la verdad es que hay muchas aspirantes... tu background está bien, tenés aptitudes, pero... la verdad es que está muy peleado.", me dijo y se sonrió.
"Uh... pero... cómo hago entonces? Querés que haga otra audición? No se, decime...", lo miré.
"No, otra audición no. Ya no hay tiempo. Esto entra a pre-producción la semana que viene, nena."
Yo suspiré medio triste, "Ah... entiendo..."
El tipo me miró y me hizo una mueca, "No... me parece que no entendés...". Yo nada más lo miré en silencio y él siguió, "Te vas a tener que esforzar si lo querés."
Yo me quedé callada y el tipo me acercó una mano, empezando a jugarme con las puntas de mi pelo largo. Yo nada más lo dejé hacer, sin mirarlo, mirando para abajo.
"Me entendés lo que te quiero decir, no?", me preguntó. Llevó los dedos a mi mentón y me empezó a deslizar las yemas por ahí, sintiéndome la carita. Yo no decía nada, evitaba mirarlo y me estrujaba los dedos haciéndome la nerviosa, "Me entendés o no, Blondie?"
Yo estuve un rato largo para contestar mientras el tipo me seguía acariciando la cara despacito, mirándome con hambre y una sonrisa en la cara.
"Si... creo que sí....", le dije finalmente.
"Bueno, eso espero", me dijo, "Porque chicas tan jovencitas como vos no entran a laburar así nomás, tan fácil... no?". Yo le negué con la cabeza en silencio, "Vos cuántos años tenías?"
"... quince..."
El se sonrió más amplio y empezó a bajar la mano. Yo llevaba un top que me dejaba la pancita y los costados al descubierto y pronto me empezó a acariciar ahí, "Bueno, ves lo que te digo. Sos muy chiquita como para entrar nada mas con tus aptitudes... Sos muy linda, nena. Podés laburar muy bien, pero..."
"Pero que, Ariel?", le dije con timidez.
El sin dejar de sonreír y de acariciarme la piel de mi costado con la otra mano se desabrochó el pantalón y luchó un poquito con la tela para sacar la pija al aire, que ya la llevaba visiblemente recontra dura. Yo la miré y me la quedé mirando como azorada, como si nunca hubiese visto una. Se la empezó a bombear despacito mientras yo lo miraba.
"Si querés entrar me vas a tener que convencer que sos la indicada, Blondie..."
Yo me acordé que el tipo me había dicho que quería que a la nena no le gustara al principio y miré de golpe para otro lado, "Ay... Ariel.. no... por favor..."
"Por favor que?", me contestó.
"Perdoname, no... me quiero ir... perdoname...", le dije y amagué a levantarme. Sentí que me agarró firme del brazo y me retuvo, me di vuelta para mirarlo y estaba serio.
"Blondie... vos de aca no te vas hasta que no me convenzas..."
"Pero eso...."
Me interrumpió, "Eso es lo que tenés que hacer. Y vas a hacer todo lo que te diga."
Yo me senté de nuevo y lo miré con un poco de miedo, alternando mirarlo a él a los ojos hambrientos que ya llevaba y a la pija dura que se estaba manoseando.
"Cual es el problema?", me preguntó, "Nunca probaste una?"
Yo le sacudí la cabeza, "N-no.... nunca..."
"Bueno, hoy la vas a probar, putita...", me dijo con una sonrisa, "Hoy si querés te vas a llevar tu primera verga y tu primer trabajo...", me dijo y me acercó un poco a él del brazo. Se me inclinó y me empezó a besar el cuello.
Yo sólo suspiré y lo dejé hacer. Ya toda la situación reconozco que me estaba calentando un poco a mi también. Sentí que me dió una lamida larga en el cuello y me susurró al oído, "Dale putita linda... sos vos o la próxima que está en la fila... depende de mí."
Yo hice como que dudaba un poco mientras me seguía besando y al final me incliné sobre su pija, comenzando a chupársela despacio, sin metérmela mucho en la boca. El empezó a gemir suavemente y se recostó de nuevo en el sillón, mirando mi cabecita de pelo rubio largo apenitas boyando arriba y abajo mientras lo mamaba.
"Aaah... ahi va... que linda que sos...". Yo lo chupé así un momento en silencio hasta que largué un gemidito que él oyó, "Mmmh... ves que te gusta?", me dijo.
Yo no le decía nada más que largar un gemidito de placer suave de vez en cuando, pero cada vez más, muy sutilmente, animándome a chupársela más fuerte y más profundo, lo que lo empezó a satisfacer muy visiblemente.
"Uffff... siiii... que linda nena... vas a llegar lejos, Blondie..."
Ahí comencé a chupársela en serio. Como sabía que les gustaba... y como también me gustaba a mi. Metiéndome lo más que podía la pija en mi boquita y lamiéndola toda mientras estaba adentro
Se la chupé hasta que me acabó en la boca con un largo gemido de placer, con su mano reteníendome la cabeza ahí, haciendo que me trague todo. Cuando terminó yo me salí lentamente y me limpié los labios, mirándolo.
"Ya está... Ariel?", le pregunté.
El abrió los ojos y tardó un ratito en volver en sí. Parece que se la había chupado demasiado lindo, "... no, Blondie... te falta... vení..."
Me tomó del brazo de nuevo y me acercó a el. Nos comenzamos a besar mientras el me manoseaba todo el cuerpito. Me cargó encima y me llevó a su cuarto, depositándome en la cama y diciéndome que me saque toda la ropa mientras él también se desvestía. Yo lo hice con timidez y mirándolo con algo de miedo. El tipo se acostó finalmente y me montó encima de él, besándome y tocándome por todos lados.
"Cuando te lleves toda mi lechita adentro, Blondie... ahí es cuando por fin me vas a convencer...", me dijo
Yo suspiré, "No me pidas que haga eso... por favor..."
"Lo querés o no? Putita linda...", se sonrió.
"Si, pero... no me pidas eso... puedo quedar embarazada...", le supliqué. Eso lo hizo calentar más.
"Te voy a llenar toda la conchita esa hermosa que tenés", me dijo.
"Por favor, Ariel... no....", yo hice como que me quería zafar pero él me retuvo enseguida. Se llevó una mano abajo y me empezó a frotar la punta de su pija en mi conchita.
"Si estás toda mojadita ya... parece que si querés...", se rió.
"No... por favor...", le supliqué, llevando el acting hasta lo último para seguir calentándolo mas y mas.
De repente sentí que me tomó de la cintura y me la empujó hacia arriba, entrándome suave y dulce. Se sentía tan lindo. No pude evitar gemirle.
"Aaaahhh... Ayyyy... Ariel.. pará!"
"Shhh... ", se sonrió y me comenzó a coger despacito, "Que linda conchita tenés..."
"Paráaaaa... por favor!", le grité un poquito
"No te gusta mi verga, nena?"
Yo me quedé callada un momento, disfrutando como me cogía, finalmente le dije en un susurro, "Ssssi... sssiii... ayyyy...."
El se sonrió y me entró a dar más duro, los dos empezamos a gemir nuestro placer juntos.
"Que hermosa que sos... vas a ser una estrellita... vas a ver... aaaah...", me decía y yo ya me sonreía, haciéndome la convencida.
"Ssssii... Ariel.. ay ssssi.... no me des tan ... tan fuerteeeee...", le mentí. Yo lo estaba recontra disfrutando. Por supuesto el me entró a dar bien duro. Era hermoso como me la estaba abriendo con cada embatida.
Luego de un buen rato de disfrute lo sentí que se endurecía adentro mío y me empezó a acabar, mandándomela bien al fondo y a los gritos de placer. Me hizo acabar a mi también al mismo tiempo, los dos gritando y gimiendo el éxtasis que nos estábamos dando.
Ariel había arreglado por toda la noche, así que eso hicimos. Toda la noche. Yo siguiéndole el juego, ya de nena convencida que iba a estar en la tele, cada vez que empezábamos a coger de nuevo yo le fingía más y más amor, contándole cómo lo quería y todas las cosas que se me iban ocurriendo que la nena iba a hacer en la tele gracias a él. Fue una linda noche para los dos, en la que me llevé tres lindas cogidas del tipo en todos mis agujeritos.
Cuando terminamos se había hecho tan tarde que ya estaba saliendo el sol. Ya los dos estábamos cansados y mi horario acordado había terminado, por lo que terminamos con el acting. Nos dimos unos besos de buena onda y me dijo que había quedado satisfecho a más no poder, sonriendo y acariciándome. Diciéndome que era increíble. Yo también le dije la verdad, que la había pasado muy bien con él.
No tuvo por qué hacerlo, pero me dijo que era ya tan temprano y yo tenía un camino de vuelta tan largo que me invitó a quedarme a desayunar. Por supuesto acepté y nos quedamos disfrutando de un buen desayuno que me lo preparó él, charlando y la verdad pasándola de maravillas pese a lo cansados que estábamos. Los dos creo que habíamos pegado linda onda. Hicimos lo que hicimos, me pagó extremadamente bien por eso, él estaba encantado de cómo le llevé su fantasía y yo encantada de lo bien que me trató y me hizo pasar la noche. Ambos quedamos profesional y personalmente satisfechos.
Cuando ya terminamos le agradecí mucho por el desayuno y le dije que me iba a pedir un Uber de vuelta. Se rió y me dijo que no hacía falta, que él estaría encantado de decirle a su chofer que me lleve. Que no era ningún problema y que por favor aceptara así se quedaba tranquilo que yo llegaría bien. Yo le sonreí y le acepté con gusto, agradeciéndole con un beso cariñoso en la mejilla.
Ariel fue mi único cliente ese mes, pero vaya que valió la pena monetariamente. No sólo la había pasado de maravillas, sino que sabía que me iba a recomendar a otros clientes de lo tan satisfecho que había quedado. Inclusive me dijo que en otro momento, más adelante cuando sienta que lo necesitaba de nuevo, me iba a llamar otra vez, y que por favor le haga un lugar en mi agenda.
Era tal cual me había dicho una vez Laura. Que si una cumplía, era profesional y dejaba bien contentos a los clientes, siempre volvían. Creo que había sido Henry Ford que dijo que un negocio dedicado al servicio al cliente sólo tenía que preocuparse por las ganancias - iban a ser enormes. Al final de cuentas, todo en realidad era básicamente servicio. Esa lección yo la aprendí rápido y me sirvió por mucho, mucho más tiempo.
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