Os jogos do amor

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LOS JUEGOS DEL AMOR


Aylén era una chica más, común y corriente, de baja estatura, más que el promedio, de contextura delgada, usaba el cabello bien cortito, en un castaño oscuro natural, de rostro muy bonito, con demasiadas pecas, ocultaba sus ojos negros tras unas gafas de aumento muy modernas que le daban un toque distintivo. Psicóloga de profesión, con una mente muy liberal y abierta, decidida a vivir a pleno su lado femenino, rasgos que se habían acentuado al momento de viajar por Europa en su luna de miel, cuando conoció nuevas culturas y nuevos pensamientos.

Pablo, su marido, había pasado los treinta y le llevaba apenas un par a su mujer. Docente terciario, amaba su trabajo, de estatura promedio, se rapaba el cuero cabelludo ante una calvicie más que pronunciada, le gustaba usar barba prolijamente recortada, venía de un divorcio traumático cuando el destino lo cruzó con su nuevo amor en un estudio de abogacía. Pablo era un tipo divertido, charlatán, de hacer amigos con naturalidad, le gustaba salir a correr cada mañana al amanecer, por un gran parque lindero a la casa en el que vivían.

Se llevaban muy bien, como pareja, legalmente no estaban casados, no les hacía falta, vivían la sexualidad en una forma muy abierta, sin celos, sin reproches, tal vez, ellos se animaban a lo que muchas parejas fantasean hacer alguna vez. Como fuera, Pablo y Aylén parecían ser un para el otro, el complemento de la perfección.

Siempre habían charlado frente a frente sobre esas fantasías, y la única regla era que ambos tenían que estar de acuerdo, el placer, debería ser mutuo.

Y esos juegos habían comenzado ahí mismo, en ese viaje a Europa, en esos pocos días de paso por los países bajos, en Ámsterdam, donde las prostitutas se ofrecían tras un vidriado, una contigua a la otra, como cajas de muñecas para niñas. Pablo tuvo la idea, Aylén el deseo y por uno buenos pesos se hicieron con los servicios de una rubia voluptuosa de ojos azules que se exhibía casi desnuda.

La chica terminó siendo una más, cualquiera, una al azar cambiando su cuerpo por dinero, pero para él fue concretar una fantasía de estar con dos mujeres, y para ella, la posibilidad de explorar un lado homosexual que tenía adormecido y que jamás imaginó sería tan rico.

Después de esa experiencia vivieron muchas más, situaciones que no vienen al caso en esta historia, solo vamos a centrarnos en lo sucedido unos meses atrás.

La casa donde vivían tenía un terreno de fondo de grandes dimensiones, con césped y una pequeña piscina. Pablo y Aylén tenían en mente construir un quincho al final del lote, sobre la pared lindera con el vecino de turno, necesitaban un espacio para descontracturarse un poco y donde atender visitas en esos calurosos días de verano, para compartir un trago y hablar de la vida.

Se asesoraron, evaluaron posibilidades, presupuestos, materiales, hasta que al final se decidieron por una pequeña compañía constructora que les había recomendado un amigo en común.

El trabajo en sí llevaría unos treinta días, siempre y cuando las condiciones climáticas fueran favorables. Aylén acomodó como pudo a todos sus pacientes en los horarios del atardecer para poder estar presente durante la ejecución de los trabajos, además, buscaron las fechas donde las facultades suelen hacer los recesos de invierno, para que Pablo pudiera seguir de cerca el trabajo.

Si bien, el señor Aquiles, un tipo cincuentón, el capataz de la obra, parecía ser un hombre de confianza y muy responsable, la pareja acordó en que ellos, los que ponían el dinero, estarían en todos los detalles.

La obra empezó a principios de julio, Aquiles llegó temprano con su camioneta importada, traía consigo un arsenal de materiales de construcción y también acomodaos como diera lugar, cuatro muchachos de entre veinte y treinta años, quienes con sus manos darían forma a lo que el viejo encargado tenía en mente.

Así, poco apoco el quincho fue tomando forma y Pablo, el amistoso, día a día les daba charla a los albañiles y al encargado, y por algún motivo, tanto él como su esposa repararon en uno en particular, Kevin

Kevin era el más jovencito del grupo, de rostro aniñado y piel oscura, aparentaba unos veinte años, pero era difícil asegurar, se veía avejentado por el duro trabajo de albañil, con sus cabellos duros como pelos de carpincho y sus manos ajadas y rotas por el contacto permanente con materiales de construcción y las inclemencias del tiempo.

Callado, introvertido, sumiso, rara vez hablaba y solo lo hacía para responder con monosílabos las preguntas del resto. A él le tocaban todos los trabajos de peón básico que nadie quería hacer, entrar ladrillos, arena, cemento, acarrear escombros, el chico de los mandados, y por supuesto, la limpieza diaria. Para su mala fortuna, Kevin vivía bastante cerca de la casa, por lo que cada tarde, al caer el sol, cuando el señor Aquiles se retiraba junto a sus empleados, él debía quedarse un rato más a dejar todo limpio y ordenado para el día siguiente.

Por algún motivo despertó ternura y pena en la pareja, así que alguna tarde, en soledad le ofrecieron alguna gaseosa, o alguna cerveza que devoró con ganas, con la complicidad de que el patrón jamás debería enterarse. También le ofrecieron una propina, unos pesos, y notaron con gran pesar que Kevin era analfabeto, no sabía leer, ni escribir, y no tenía muy en claro la numeración ni el valor de los billetes, él apenas entendía por colores, que diez lilas eran un verde, y diez verdes eran lo mismo que un rojo.

Pero la joven pareja notó algo más en el joven muchachito, la forma descarada y obscena con la que Kevin solía posar los ojos en Aylén, con ese deseo sexual y animal contenido, con las hormonas de la juventud a flor de piel, porque su falta de estudios, de conocimientos, de educación, lo hacían actuar más por impulso animal que como persona pensante. En alguna que otra noche, ya en la cama, antes de apagar la luz, el tema había salido a flote, ‘me come con la mirada’ dijo ella, ‘y no importa que yo esté presente’ dijo el.

La situación dio alas a la imaginación, Pablo solía tener charlas en privado con Aquiles, el encargado, para evaluar avances de la edificación, solo aprovecho alguna de esas charlas para llevar la conversación hacia Kevin, su patrón lo describiría como un chico raro, era trabajador, calladito, pero nunca lo terminaba de conocer, no sabía de sus amistades, ni de chicas en su vida, hubiera jurado que era virgen. Pablo no tardaría en irle con el cuento a Aylén, y el morbo de un chico virgen se le hizo demasiado irresistible.

Trazaron un plan, diferente, Kevin no era como esa prostituta de Holanda, o como otras tantas situaciones en las que habían metido terceros en la cama, necesitaron abordarlo de otra manera.

El tiempo se agotaba, ya estaban en los últimos retoques de la edificación y decidieron tomar al joven por sorpresa. Esa tarde, como todas las tardes Kevin hacía la limpieza en soledad, Aylén ya estaba preparada, se había peinado bien, se había puesto largos pendientes que llegaban a su cuello resaltando son sus cabellos cortos, con un look húmedo, una remera entallada, muy sexi, con transparencias que dejaban notar un corpiño armado en color negro, haciendo juego con una sexi pollera demasiado corta, demasiado ajustada, y unos zaparos de finos tacos que le regalaban una altura extra que a ella le venía muy bien.

Así, con esa imagen demasiado llamativa se presentó ante el joven Kevin, solo le dijo que se apurara un poco, tenía que salir con su esposo y se estaba haciendo tarde, luego lo ignoró adrede y en forma fingida se puso a observar cómo estaba quedando la construcción. A sus espaldas, Kevin se había quedado impactado por la sensualidad de esa mujer, sin entender, sin poder reaccionar, con sus ojos clavados en ella, en una forma obscena y osada. A distancia de esa situación, un tercero, agazapado, disfrutaba en las sombras como su esposa seducía a ese pobre chico.

Os jogos do amorMinutos mais tarde, ela voltava para a casa principal balançando as nádegas, sabendo que seu traseiro era o centro das miradas de Kevin. Pablo então tomou a posta, era sua vez de agir, e foi ao encontro do jovem que ainda se mostrava perturbado, perguntou diretamente se ele gostava da mulher dele passando um dos braços pela espalda para abraçá-lo como amigo, o jovem que ainda não saía de sua perplejidade, com um tartamudeio involuntário respondeu sem meditar a resposta, sim, sim era seduzido por essa pequena mulher, Pablo carcajeou e sacou então de um dos seus bolsos vários bilhetes vermelhos e disse ao rapaz que poderia ficar com eles se apenas fosse parte de um jogo que eles tinham em mente.

Kevin só viu que os bilhetes vermelhos eram mais do que seu patrão lhe dava ao mês, e sentiu o sexo duro como pedra debaixo dos calções, não duvidou em assentir sem saber de que se tratava. Pablo, ainda o mantinha abraçado pelo ombro, e assim o conduziu para a casa e de lá direto para o quarto conjugal.

Aylén esperava recostada de lado, como uma modelo, garantindo-se de remarcar seus encantos femininos, como se acaso isso fosse necessário, esperava com ansiedade ao rapaz, para ela, ele tinha um monte de encantos difíceis de entender, era feio, era torpe, era analfabeto, provavelmente virgem e tudo se somava para que se mostrasse frontal, direto, sem rodeios. Bajo o calção de trabalho seu cock duro se marcava para o lado direito, foi isso que ela notou primeiro, e Pablo, com um empurrão calculado, fez avançar um par de passos, enquanto ele foi acomodar-se em uma cadeira previamente acomodada.

Kevin não sabia o que fazer, perdido entre o desejo daquela mulher que lhe nublava a mente e a mirada filosa do esposo sobre suas costas, ela se aproximou sem dizer palavra, apenas o olhando nos olhos, baixou a cremallera do seu calção e meteu a mão muito fundo, certamente era a primeira vez que estava com uma mulher, mas jamais imaginou que seria de essa maneira. Aylén despirou-se entre as roupas uma yummy cock e começou a masturbar-lo, mas não da forma como ele mesmo o fazia, não, ela o fazia muito lentamente, demais, apertando-o de uma maneira muito yummy, sentia os lábios daquela mulher muito perto do seu glândula e esperava em vão que ela se a chupasse, mas ela continuou no seu jogo, cansinamente, quase na altura das suas bolas, sentia morrer-se em desejos e ela com perversidade não deixava de o olhar nos olhos de uma forma muito provocativa

Pablo, afastado da cena, se masturbava lentamente, estavam jogando um dos tantos jogos que tinham imaginado muitas vezes, mas nunca haviam cumprido. Aylén sabia que se não parasse o jovem terminaria acabando, e foi isso que buscou, mais e mais, os jadeos de Kevin se tornaram incontroláveis e sua respiração estava entrecortada, sentiu-se vindo e a mão daquela mulher sabia perfeitamente perversa em seus genitais

Ela esperou o momento, e só nesse momento justo deixou quieta a sua mão e por primeira vez fixou a sua mirada nos olhos de Pablo, que observava extasiado à distância, um fino jato de lava fervente saltou meio metro para cima, com força, e foi parar sobre o rosto e sobre a camiseta entalada de Aylén, eco que despertou uma carcajada contida pela situação impensável, mas houve em segundo disparo, este rozou seu pendente direito, passando sobre seu ombro para ir ao colchão por trás, molhando também parte de sua espalda, o terceiro já com menos força foi sobre seus peitos

Pablo, desde seu lugar, pôde contar sete disparos em total, sete disparos acrobáticos que fizeram delícia ante os seus olhos e se quedou centrado no último, já quase sem forças sobre a saia e as pernas de sua amada mulher

O jogo havia terminado, Kevin tinha seu dinheiro, já havia servido e agora, Pablo teria seu momento para ter sexo sozinho com sua esposa

Mas Kevin pareceu não estar de acordo, o pobre jovem não entendia de razões, nem de jogos, nem de que se trataba todo isso, ele agia praticamente por instinto animal, era um homem e ali estava sua mulher, parecia ter o cheiro de vagina preso na sua nariz que o chamava para tomar o que queria pela força, sempre lhe havia gostado essa pequena mulher e agora não deixaria passar a oportunidade.

Ambos se viram surpreendidos quando Kevin tentou tomar controle da situação, ele era uma fera presa e eles a haviam libertado, ela tentou com alguns 'não' que não foram considerados, sentiu que sua limitada força feminina sucumbia diante de seus bíceps de albañil e pouco podia fazer, procurava com o olhar ajuda nos olhos do seu esposo, mas Pablo permanecia imóvel sentado no canto, sem intervenir, porque certamente se excitava com o que estava acontecendo, como esse jovem havia tomado a iniciativa e como estava para se agarrar à sua mulher, Aylén, vestida daquela maneira e toda cheia de cum, parecia uma puta que estava para receber seu merecido.

Aylén tentou procurar refúgio em seu esposo tratando de ir ao seu encontro, mas Kevin como um voraz velociraptor a interceptou no caminho, Pablo se mantinha ajeno a tudo, não pensava intervenir e desfrutava da cena. Entre forcejeos ela finalmente se resignou e se deu por vencida, como uma fácil presa que se rende ao seu destino inevitável, a meio caminho, encontrou-se em quatro patas, com as mãos apoiadas nas rodilhas do seu homem, atrás o jovem rapaz se preparava para a estocada final.

O casamento havia jogado muitos jogos, mas esse parecia ser único, original e nem remotamente lhes havia cruzado pela cabeça, ela estava resignada, Kevin a ceñía por sua cintura esguia e abusava da sua força para se assegurar de que seu membro rígido entrasse completamente na pussy daquela mulher, ela jadava no prazer, à curta distância tinha disponível o yummy cock do seu marido, mas não pensava fazer nada por ele pois ele não havia feito nada por ela, apenas a mirava nos olhos envolta em pecado. Pero o certo é que a Pablo não lhe interessava, ele se enchia de prazer ao ver como sua women se contorneava e enchia os ouvidos com os gemidos que Kevin lhe arrancava, que seu rosto estivesse a centímetros do seu cock havia sido apenas uma maravilhosa casualidade. Pablo seria o primeiro em chegar, fazia tempo vinha retraindo a ejaculação e só pôde fazer isso sobre o rosto de sua bela esposa, sabia que ela não gostava, mas ao diabo disse, se um estranho estava a estuprá-la, assumeu que ele também poderia dar-se um prazer. Aylén foi tomada por surpresa, não esperava que seu próprio esposo fizesse isso, e seus óculos de aumento salvaram-na de que o sêmen entrasse em seus olhos, mas não tinha tempo para pensar, sentiu as mãos de Kevin apertando com mais força, sentiu seus jadeos mais profundos, e sentiu em sua vagina esse prazer incomparável do sexo de um homem prestes a estourar, esses segundos previos onde ela apenas podia gritar. Apertou os músculos de seu esposo entre suas mãos e só gemeu como gata em celo recebendo o culmine quente de seu improvisado amante em seu interior Agora se Kevin se daria por satisfeito, havia perdido sua virgindade e lhe havia encantado o vivido, tomou suas roupas e partiu em silêncio andando para sua residência, com uma sonrisa nos lábios e alguns bilhetes vermelhos em seus bolsos. Mas as coisas apenas se complicariam adiante, e demais... Para o casamento, havia sido apenas um jogo mais, uma experiência na aberta sexualidade que levavam, era dar volta de página e começar novamente. Mas não para Kevin, parecia ele não havia sido um jogo, estava preso da sensualidade de Aylén e em sua cabeça primitiva imaginou que tinha direito sobre ela, como um homem, estava disposto a reclamar seu lugar e a lutar com Pablo por ela. A pareja pensou que, terminados os trabalhos de construção com o novo quincho, Kevin passaria a ser apenas um recuerdo, mas ele seguiu tratando de colar-se na pareja como dava lugar, o principio foi divertido, em seguida eles tomaram a sério e, finalmente, sentiram medo por um garoto cego que não entrava em razão, ele queria voltar a pegar na mulher, uma e outra vez Kevin conhecia a casa como a palma da sua mão, não teve problemas para se esgueirar pelo fundo com um grande facão às costas, Pablo era um obstáculo e estava decidido a terminar com o assunto. Eles não davam crédito ao que viam, a dupla apavorada retrocedeu ao ver o jovem empunhar decididamente a arma branca na mão direita, tentaram razoar amavelmente para passar a discussões acaloradas, até compreender que não havia ponto de retorno. Forcejearon, dois contra um, mas Aylén era uma pequena mulher, Pablo um professor torpe e Kevin era jovem e forte, além disso, não era a primeira vez que dirimia discussões daquela maneira, é que assim em seu pobre bairro assim se arreglavam as coisas. Os vizinhos foram testemunhas de um grito infernal seguido de um silêncio estridente, apenas os soluços desgarradores de Aylén ficaram flutuando no ar após o que havia acontecido, Kevin sentiu ganhar a partida quando o filo da sua arma atravessou lentamente a carne do seu oponente, Pablo tentou evitá-lo em vão e, num rápido afogo de sangue, sentiu como sua vida se apagava sem poder fazer nada a respeito. Kevin terminou atrás das grades, em uma curta condena que por boa conduta poderia ser mais breve ainda, como de costume, calado, no silêncio, introvertido, em sua mente primitiva jamais pôde compreender por que o haviam encerrado, se acaso apenas queria o que era seu, o que correspondia, jamais entendeu o linguagem complicado dos advogados de turno, nem as perguntas que lhe faziam, apenas assentia ou negava com a cabeça e firmava à sua maneira papéis que lhe diziam que tinha que firmar, se ele nem sequer sabia ler. A vontade de Pablo era que, quando chegasse o momento, cremassem seu corpo, e assim fizeram, de acordo entre sua esposa, seus pais e seus irmãos. A despedida foi longa e dolorosa, em especial para Aylén que entre verdades e mentiras só pode contar uma parte da história, Kevin era só um dos albaneses de turno que haviam trabalhado na casa e havia aproveitado a situação, fazia tempo que suspeitavam do menino pois lhes haviam faltado 'vários bilhetes vermelhos' e quando o trabalho de construção se havia terminado, havia optado por assaltar-lhes à mão armada. Vendeu essa fábula a quem quisesse comprá-la e em cada ocasião lhe agregou um novo detalhe, foi tão real que quase ela mesma se acreditava, mas por dentro, na sua alma, ela sentia o mesmo inferno, tudo havia sido consequência de jogar os jogos do love Se gostaste dessa história pode escrever-me com título OS JOGOS DO LOVE para dulces.placeres@live.com

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