Libélula

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LIBELULA

Cuando esa noche llegué de viaje eran cerca de las dos de la mañana, la casa era enorme y se respiraba demasiada soledad en la primavera incipiente, subí al cuarto, tratando de no hacer ruido, no quería despertarla, aunque seguramente ella se despertaría igual al sentir mi llegada, pero me sorprendí al encontrar la cama vacía, las sábanas estaban frías y perfectamente acomodadas por lo cual se hizo evidente que Maricel no se había acostado. Me preocupé, ella sabía mis horarios, el vuelo llegó sin retraso, y recordé las veces que la había llamado al celular sin tener respuesta, volví a llamarla, pero parecía no estar al otro lado, había perdido la cuenta cuantos mensajes le había dejado ya a su contestador.



Pensé en llamar a su hija, tal vez ella supiera, pero desistí, no tenía objeto despertarla y alertarla por algo que seguramente sería una sonsera, bajé las escaleras meditando, me serví un vaso de whisky escocés que había traído de uno de mis viajes por el viejo mundo y observé el entorno, encendí las luces y me sorprendieron un par de maletas al lado de la mesa principal, las tantee y por el peso me di cuenta que estaban llenas. Subí nuevamente al dormitorio, salteando los escalones en forma apurada, fui al placar y comprobé lo que pensaba, mi esposa había vaciado su lado y se evidenciaba el final.



Era cierto, el nuestro no era un matrimonio común, ella recién tenía cuarenta y cuatro y yo pisaba los sesenta, yo era un reconocido político y me la pasaba viajando por el mundo, siempre ocupado, siempre con compromisos, siempre dejándola en segundo lugar, y es que no podía ofrecerle más que tan solo una parte de mí. Maricel odiaba la idea de volar, además vivía pendiente de su hija adolescente y todo parecía complotarse para separarnos. Me maldije observando en silencio las maletas, había fracasado en anteriores matrimonios y había creído encontrar en esa hermosa mujer al verdadero amor de mi vida, pero todo estaba por terminar y por primera vez, una separación me suponía tanto dolor.



No supe que hacer, estaba cansado por el vuelo desde Pekín, con transbordos interminables, me dolía todo el cuerpo, pero sabía que no podría conciliar el sueño, me llevé a mi vieja amiga, la botella de whisky y me senté cerca del ventanal que daba al exterior, mirando la nada misma, pensando y repitiendo la historia una y otra vez, sin encontrarle sentido a nada.

Supongo que producto de la bebida y el cansancio me adormilé en algún momento y el ronroneo del motor de su coche me sobresaltó, miré la hora, eran las cuatro de la mañana, sentí sus finos tacos repiquetear cada vez con mayor insistencia, luego las llaves y al fin la puerta principal se abrió.



Maricel, mi fina y delicada esposa me sorprendió, vestida bastante indecente, como una puta barata, y un maquillaje en su rostro que acentuaba esa imagen. No le dije nada, porque nada entendía, ella solo tiró un 'estás despierto? tenemos que hablar...'

Y tampoco dije nada, claro que teníamos que hablar, o, mejor dicho, ella tenía mucho que hablar.

Echó llave a la puerta, se sacó los zapatos y los tiró a un lado, se masajeó los pies y meneó la cabeza de lado a lado haciendo crujir los huesos de su columna, vino a mi lado, me observó y dijo mirando la botella



Te lo tomaste todo? necesito un trago

Se sentó en la alfombra, a mis pies, sorbió del pico, y sentenció

Te habrás dado cuenta de que me voy, tengo todo arreglado, no te preocupes, no seré un problema en tu carrera política, como un día aparecí en tu vida hoy desapareceré, terminemos con esta farsa, sí? pero antes voy a contarte cosas de mí que no sabes...



Maricel nunca había querido hablar de su pasado, la había conocido en una cena de la embajada, ella oficiaba de traductora castellano italiano, me entró por los ojos, vestida elegantemente, una dama, con un trasero más que llamativo, enfundada en un trajecito de pollera y spencer en azul oscuro, que hacía resaltar el azulino profundo de sus ojos, de cabellos castaños, muy cortito, demasiado, de contextura normal, y unos pechos muy pequeños, casi imperceptibles. Había aprovechado algún intermedio para charlar con ella, además de italiano, sabía francés, inglés y algo de alemán, y solo se dieron las cosas para llegar a este presente, donde además de lo mencionado, solo sabía qué tenía una hija adolescente que vivía por su cuenta y que era una mujer de una sólida posición económica.

Maricel respiró profundo y comenzó a largar las palabras sacándome de mis recuerdos



Cuando tenía catorce años, yo estaba con unos de mis noviecitos, él era un par de años mayor y ya sabes, el sexo estaba siempre presente, el proponía y yo evadía, era virgen y temerosa, pero él insistía e insistía.

En esos días yo tenía metido entre ceja y ceja un vestidito muy bonito y costoso, y como iba muy mal en mis estudios, mis padres, en castigo se negaron a comprármelo, yo tenía algo de dinero ahorrado, pero no era suficiente, Enrique, mi novio, quien sabía lo que sucedía, me hizo una propuesta, el me daría el dinero faltante, pero yo debería hacerle sexo oral a cambio.

No me desagradó la idea, puesto que yo ya deseaba hacerlo hace tiempo y solo me aguantaba, pero en el fondo estaba teniendo sexo a cambio de dinero.



Fue en su casa, en su cuarto, un poco a las apuradas porque estaban sus padres y sus hermanos, pero me arrodillé a sus pies y solo se la chupé, era mi primera vez con la intimidad de un hombre en la boca, y a pesar de tratar de hacerlo lo mejor posible, Enrique me la metía muy profundo y me hacía mal. Cuando sentí sus jugos en mi boca me asusté, era espeso y un sabor desconocido para mí, tragué rápido, pero salía más y más hasta que solo no pude y escupí parte al piso, estaba ahogada y tosía mucho, mientras él se reía como un estúpido.

Al fin me había comprado el vestido, pero en adelante aprendería a chuparla muy rico.



Mi novio quería más, no le alcanzaba solo con mamadas, pero había algo en el que me generaba desconfianza. Un día vino con el cuento de que quería comprarse una motocicleta, y al igual que a mí con el vestido, pues no le alcanzaba el dinero, y bueno, si yo hacía con sus amigos lo que yo hacía con él, ellos pondrían lo que faltara para que pudiéramos comprar la moto.

No sé cómo me dejé convencer, pero una noche, en el taller de uno de los chicos, le mamé la verga a una veintena de muchachos, uno por uno, terminé con las rodillas ensangrentadas, la mandíbula acalambrada y un repugnante cóctel de semen en mi estómago.



Cuando todo había terminado, mi noviecito estaba recostado contra una columna, contando billete por billete con un brillo especial en sus ojos, yo me sentía fatal, no podía contener unos eructos nauseosos con sabor a semen, y ahí mismo empezarían los problemas, porque 'tendríamos' una moto, pero Enrique tenía otros planes, el vestido era mío, la motocicleta sería suya, no me pareció justo, discutimos, le dije que no era lo convenido, que yo había hecho todo el trabajo, pero él se puso violento y apretando mis rostro con una de sus manos solo me dijo que era una puta. Le di una bofetada y cerré mi historia con él, esa misma noche.

El volvió a intentarlo, a tratar de recomponer la situación, pero me fue evidente que solo quería sexo, mi virginidad, o prostituirme con sus amigotes de turno





Yo no entendía por qué Maricel me contaba todo eso en ese momento, solo necesité tomar la botella de whisky y pegar un nuevo trago, ya no quedaba casi nada, cambié de posición, la convidé con las últimas gotas y seguí poniendo el oído a sus palabras



Mi noviecito de esos días se quedó muy molesto conmigo, con el enojo propio de alguien que no había logrado hacer lo que quería hacer, y junto con sus amigotes se encargaron de destruir mi reputación, es increíble como en un abrir y cerrar de ojos se puede arruinar la imagen de una mujer, y todo corrió como reguero de pólvora, muchos hombres se enteraron de lo que había hecho y solo me buscaban para un sexo pago.

Yo no me quedé atrás, ni me deprimí, ni me molestó, me gustaba mucho mamar vergas, era muy buena en eso si yo podía elegir al chico que me gustaba, y además tomar dinero a cambio, que habría de malo? me hice la propia dueña de mis ingresos.



En un par de años era bastante famosa por así decirlo, solo en dos o tres noches chupando vergas hacía más dinero de lo que hacía mi madre trabajando todo el mes como secretaria en un estudio contable después de haber trabajado veinte años. Me sobraban pedidos, pero yo siempre elegía los chicos guapos.

Cuando cumplí diecisiete decidí subastar mi virginidad, por alguna estúpida razón un tesoro impagable para los hombres, y más aun sabiendo que era menor, un morbo que nunca entendí, pero era lo que más cotizaba.

Fue todo clandestino, obviamente, y necesitaba un nombre para ese perfil de mujer que estaba naciendo en mí.

Estaba sola en mi cuarto, encerrada en mis pensamientos, en un silencio llamativo, buscando algún nombre que me identificara. El ruido del aleteo incesante de una libélula atrapada en los cortinados del cuarto atrajo mi atención, fui al ventanal, la pobre estaba enredada, y solo la ayudé a volar en libertad, ya tenía el nombre por el cual sería conocida, libélula



Pero no todo sería perfecto, comprobaría que no siempre tendría sexo con chicos bonitos, de mi agrado, a veces el dinero iba por otro lado y los platillos de la balanza no siempre estarían equilibrados, belleza y placer en uno, dinero y asquead por otro.

La subasta la ganó un tipo sexagenario, un tipo importante, estanciero, que puso una cantidad increíble de billetes, un gordo de ciento veinte kilos, con esas panzas enormes, redondas y llamativas, altanero, un petiso de bajos modales y que me trató como una puta, no le importó que fuera mi primera vez, incluso por la fuerza me la dio también por detrás, él había puesto el dinero y según su forma de ver las cosas, debía hacer todo lo que él quisiera por un par de horas.

Fue repugnante, pero al día siguiente habría una cuenta bancaria.



Tampoco me fue bien en casa, que sea la puta de la familia no era del agrado de nadie, en especial para papá que se sintió humillado por lo que hacía y las discusiones eran moneda corriente. Solo los dejé, a todos, debía empezar a vivir mi propia vida.



Seguía sin entender, sin articular palabra, es que me estaba dando cuenta que me había enamorado de una extraña, los primeros destellos del amanecer empezaban a colarse por la ventana y esa luz tenue me dejó ver las líneas de sus hermosas facciones, ella siguió narrando su historia



Libélula se hizo famosa, mi imagen era diferente a lo que soy ahora, usaba el cabello muy batido, largo hasta los hombros, en un rubio platinado, vestía provocativa, tenía veinte años, además me hubieras visto, tenía unas tetas enormes! me había puesto implantes y eso vendía muy bien!



Ella tomó su celular haciendo una pausa, buscó un poco y me mostró por primera vez una foto de su juventud, muy provocativa, una perra, una imagen totalmente encontrada a lo que ella era, no pude sentir la provocación de esa foto con un cosquilleo entre mis piernas



Esta era yo, Libélula, gané mucho dinero, muchísimo, siempre teniendo que poner en la balanza el placer y el negocio. Empecé a estudiar idiomas, sabía que los extranjeros en especial los europeos, pagaban muy bien, en moneda fuerte y ellos morían por una latina caliente y pulposa. Hice de todo un poco, participé en fiestas, situaciones lésbicas, también me pagaron para estar con varios chicos a la vez, algunas situaciones de sometimiento, tanto como madame, como de esclava, si Juan, hice de todo.

Pero a los treinta años ya no pensaba como a los veinte, había pagado varios abortos y si bien en ese momento era la solución, no podía dejar de sentirme culpable, de sentir un gran vacío en mi interior, así que cuando quedé embarazada de Lucía, solo quise seguir adelante, que por una vez fuera diferente, jamás supe quién era su padre, tampoco me importó saberlo.



Con mi niña las cosas cambiaron, me encantaba el imperio que estaba armando con mi cuerpo, pero ella merecía otra cosa, mi tiempo, mis días de madre, verla crecer. Además, cometería el error que no podía cometer, me enamoré de un cliente.

Carlos Alberto no sería uno más, la primera vez que me contrató me asusté, tenía la verga enorme! y mira que había visto vergas! pero esto era descomunal, pensé que me iba a matar! pero yo misma me sorprendí cuando sus casi treinta centímetros estaban todos dentro de mi conchita. No quiero herir tu masculinidad, pero Carlos Alberto me mató como nadie, me arrancó los orgasmos más profundos que pudiera imaginar, y supe que habría un antes y después de ese hombre. Además, me metió en un mundo de sumisión muy placentero, por primera vez, lo hacía con el corazón y no con mi cerebro.

Y él me trató como nadie, me contrataba todas las semanas y me dejó saber que ninguna de todas las mujeres decentes con las que había estado, me llegaban a los tobillos.

Imaginamos una vida juntos, lejos de todo, solo él, solo yo, pero la historia ya es conocida, un tipo casado, con compromisos, un matrimonio infeliz y las eternas promesas de un divorcio que nunca llegaría.



Me cansé de esperar, me cansé de todo, di vuelta la página...



Y entonces abusaste de mí, un tonto crédulo que jamás preguntó por tu pasado - era lo primero que decía en tiempo, cortando su monólogo, sonó a reproche, pero me sentí un estúpido en ese momento, ella prosiguió



No, no fue así, no fue como lo ves...

Tenía que dejar de ser Libélula, tenía todo al alcance de mi mano para hacerlo, viajé casi mil kilómetros para asentarme acá, le dije adiós al rubio brillante, volví a mi castaño natural, me corté bien cortito y lo más importante, me despedí de esas molestas prótesis que me hacían doler la espalda.

Algunos de mis emprendimientos ya estaban floreciendo, el negocio de ropa interior, algunas inversiones inmobiliarias, mi corredor de bolsa y mis conocimientos de idiomas me llevaron a contactarme con gente de otras esferas, y así fue como nos conocimos, el resto de la historia ya lo sabes...



Maricel miró la hora en el reloj de pared, se levantó y me dijo que necesitaba una ducha, pronto pasarían a buscarla y estaba muy cansada, además, debía vestirse como una señora, no podía dar esa imagen. La vi subir las escaleras hacia el baño de planta alta, me quedé en soledad tratando de revivir todo lo que me había contado, sin dudas era un golpe demasiado fuerte de asimilar, yo, el político respetable, ganador, el que se las sabía todas, el que viajaba por el mundo, el que disertaba ante auditorios, el que aun soñaba con una presidencia nacional, estaba casado con una puta, y jamás pudo notarlo. Me di cuenta entonces, que, a pesar de todo, aun no sabía por qué se iba, porqué me abandonaba, así que subí por las escaleras hacia el cuarto, me senté al borde de la cama, solo a esperar.

Sentía el agua de la ducha caer al otro lado, los minutos pasaron y al final el grifo pareció cerrarse, minutos más tarde, Maricel vino a mi lado, apenas con una tanga minúscula, con sus pequeños pechos desnudos, secándose los cabellos con una toalla, la observé, vi la belleza de sus curvas y añoré lo que pronto perdería, pero también vi en ella una maldita puta y sentí desprecio. Le regalé una falsa sonrisa, y le dije que aun, no me contaba porqué me dejaba.

Se sentó a mi lado, respiró profundo, se encogió de hombros y prosiguió



Es cierto, te conté sobre mi pasado, pero nada sabes de mi presente...

No se sí recuerdas, un par de años atrás, hiciste una disertación en el salón que está por calle Corrientes, recuerdas?

Bueno, como siempre fui tu mano derecha y te ayudé con todas las recepciones y esos contactos políticos que tanto te preocupas en cuidar.

Había mucha gente, cuantos eran? no soy buena para los números.

Bien, cuando terminaste, estábamos haciendo los saludos protocolares, perdida entre una y otra persona, en saludos de cortesía y sonrisas compradoras.

En eso, alguien se acercó por detrás y se puso casi pegado a mi cuerpo, muy pegado, hasta incomodarme, entonces me dijo al oído, 'puedes cambiar tu apariencia, puedes venderte como una mujer de la alta sociedad, puedes ser quien quieras ser, pero para mí siempre serás mi preciosa Libélula'.

La inconfundible voz de Carlos Alberto me hizo estremecer, en un segundo reflotaba mi pasado y esa vida que había tratado de esconder en lo profundo de la nada misma estaba a flor de piel. No dije nada, no podía decir nada, solo seguir saludando con una sonrisa en el rostro.


LibélulaBut Carlos Alberto went further, one of his hands grasped my buttocks in an impudent and grotesque manner, mixing my present with my past at that instant. I used one of my old tricks when someone got too drunk, discreetly placing one of my fine shoes on their instep and letting the weight of my body fall onto one of their feet, poor man, leaving him out of commission and watching him limp away to one of the chairs in the place.

I didn't know any more about him, but that night, while you were snoring, I couldn't get a wink of sleep, because everything had gotten mixed up and in that past life as a VIP prostitute, I had more life than in this dull present as a lady of level, we hardly intimate, I lived very alone and you were leaving for Brussels in two days, once again...

When you left, all I was thinking about was Carlos Alberto, how badly I had treated him, and I decided to search for him on the internet to apologize, not taking long to find him and only starting to remember old times, he told me he was alone, had gotten divorced, and missed me, sending me some photos of mine, of the blonde big-breasted woman I used to be, photos that I already had forgotten and which surprised me that he still had them in his possession, not Juan, I couldn't help but feel the heat that I thought was extinguished inside me in this cold and frigid life I was living.

You weren't there, nor would you be, I made a human effort and took a solo flight to meet him, I needed to know what I felt for that man, for that past.

Carlos Alberto was waiting for me at the airport, he told me I looked great with that businesswoman look, I apologized for the foot-stomping incident, but he didn't let me finish speaking, telling me it was a logical response to his own bad behavior, not the way or place, but if a foot-stomp was the reason to reunite, then welcome.

We went to his house, he treated me like a lady, we had dinner and drinks, remembered old times, asked about Lucía, also wanting to know... how exciting my life was with you, and I inquired about his ex-wife. He proposed dancing and at those moments he whispered to my ear if I would like to be his slave, as in the old times.

I stroked my chin reflexively, I'm a person who meditates a lot before opening my mouth, and I tried to put myself in my wife's shoes to evaluate the situation, not wanting to judge her, no one was entitled to do so, I just kept listening.

I thought Carlos Alberto would take me to his bedroom, but instead he offered to go to the basement, where he had some secrets to share with me, my feminine curiosity got the better of me, and we went there, the room was small, it was humid and the temperature was high, there were several objects for punishment and that excited me, I didn't say anything but couldn't hide my excitement from those macabre games, he could read it in my eyes, he told me something like he knew about my tastes and started to rub my buttocks very strongly, just as he had done on other days in your chat, only now I breathed deeply, relaxed and felt the humid heat between my legs, he whispered something more in my ear, as if it were a secret, that he hoped Libélula was alive somewhere in my body.

He took me by force by my short hair until it hurt, but that pain I knew too well was exciting, and he passed his tongue very roughly licking one of my cheeks, then he told me he wanted the slut, the slut he had always loved and if I wanted him to take me I should work for it. He took me onto a bed and sat in front of me without hesitation, knowing that's what I wanted.

I started dancing with rhythm, listening to a sensual song in my head that didn't exist, closed my eyes and transported myself back to the past, I felt alive.

I unbuttoned the first button on the shirt I was wearing, the second, the third, let it slide off my shoulders onto the floor, then the bra, remembered he always called me There had been seen with enormous tits and it would be a surprise to know me as I truly was, then the skirt, I unscrewed the brooch that adjusted it at the waist and with much effort passed it over my hips, leaving only high-heeled shoes, lace stockings, garters, and a black thong. At this height, I was already soaked. I looked at him expecting his approval, he made a sign with his face for me to continue.

Then I took off the thong, his eyes were excited to see my juicy lampiña pussy again after so much time, he had a marked erection that was impossible to hide.

I sat on the bed and let myself fall back, closed my eyes again, caressed my breasts, belly, face, neck, imagining his kisses on my lips and feeling my flows running between my legs, I opened up completely for him, knew he was very close. Then I brought my right hand to my clitoris to squeeze it with rhythm, inserting my index, middle, and ring fingers deep into my vulva as I masturbated for him, excited that only he was watching me, and between screams and gasps I had my first orgasm.

Carlos Alberto hypnotized me with his pirate eyes, I begged him to take me like in the good old days, like only he could do it

My wife narrated the situations so vividly that I didn't know whether to be annoyed or excited; she took her phone just to look at the time, it was clear we didn't have much time left, so I encouraged her to continue. She put the phone back on the bed and went on.

He took me again by force, grabbed my hands and brought them to my back, handcuffed me, immobilized me, spanked me over and over with force, felt my glutes burning. He went to a nearby cabinet for other things, I looked at him from the side with great expectation and excitement; he came back to my side, carrying a black blindfold, a silver anal plug that shone in the room light, also a lash, a long stick, and let myself be taken. Carlos Alberto had undressed and vividly remembered how big and fearful his cock was, I felt gushing with desires. He searched the floor for the thong soaked and rolled up that I had thrown away minutes earlier, passed it in a sexy way over his nose, took a deep breath and let himself be carried away, then made a fist of it in his hand and put it in my mouth in a very coarse way to muffle the screams that would soon arrive. Then he deprived me of sight, I remained blind and that only made the game more exciting.

I let myself be carried away, drifting aimlessly without will, the cold metal of the plug began to caress my sphincter, the damn thing was doing it so slowly that it was impossible not to feel tickles with desire. Carlos Alberto has those things, he manages to get the best out of me, and my bum stretched enough for the intruder to enter.

He told me I was his slut, his slave, and I said yes, I was delivered to his desires and he could do with me what he wanted.

The rod of the plug cut through the air with a loud buzzing to impact on my buttocks, ripped out a cry of pain from me, but what the hell, for some reason I only needed another one, and another one, and another more, to make myself twist in sadistic pain that tore out tears from me, and I didn't care how marked my glutes were, since they were just marks of sick pleasure.

I only let him talk with great attention, relating in such a vivid and felt way that I could notice how much contained emotion Maricel had accumulated, and also began to understand that I would never be able to fill her expectations.

The moment arrived when I felt my juices gushing down my legs, I also felt the tongue of my lover filling up with them, after the pain, the pleasure of perceiving in my sex his hungry lips only to prepare for the final move.

When he put it in me, I arched back in a cry of pain, wide as none, and so long that each blow seemed to break deep into my being, and I can't.

I would explain things to you with words that as a man you'd never understand, because those things can't be explained, only felt, a pain so great and pleasurable, masochistic pain that only asks for more, and more, and not even the thong in my mouth could muffle the screams coming from my entrails.

As a prostitute I had learned to moan and fake orgasms for the idiots of the day, but Carlos Alberto was different, he killed me.

He filled me with pleasure, and I repeat, it's not my intention to humiliate your manhood, but in definitive terms, this is how I like sex.

When he got tired of breaking my uterus, he came over me, pulled out the dirty thong from my mouth, and then removed the blindfold. Now if I wanted to see, I was panting, trying to recover my breath, then he pressed his fingers between my thumb and index finger in a very obscene way, opened my mouth to breathe, and only put his cock in it, deeper and deeper, felt my throat opening like never before, and started playing with it, getting so deep that I had to hold back vomit and feel my tear ducts working at full speed, damn bastard, he was making me swallow his almost thirty centimeters without hesitation, barely taking it out for me to breathe, leaving me drooling like a hot slut...

The ringtone of his cell phone cut off the intimate atmosphere of his unexpected confession, a car awaited him at the door with destination to the airport. He looked at the time, it was already late and I was still almost naked on the bed, cursed in every language I knew how to speak, asked for five minutes, they would be my last five minutes with her.

Between beatings and runs, Maricel changed into the clothes she had left out for the occasion, at the same time she was doing her hair and makeup, and at the same time making sure all her documentation was in order, and in those emergencies, at the same time, she summarized the end of the story

And well, the escapes were made routinary and at some moment Carlos Alberto proposed to us giving ourselves an opportunity, and I know you're a good man, but today I prefer to relive that hot slut who lives in my heart instead of dying in this ice castle...

I accompanied her like a gentleman to the car and helped her load her suitcases into the trunk, she bid me farewell with a warm kiss on the cheek, and I only saw her leave.

As a businessman, high-ranking politician, I possess all contacts, all means, legal and illegal, to harm them, I can sink them in the mud, make them sweat from court to court, and if necessary, with the snapping of my fingers, I can even erase them from the map, without anyone being able to stop me.

But no, live and let live, Maricel should be happy wherever she wanted to be, I understood that at my side she was entangled, fluttering desperately, I only had to open the window and help her so the dragonfly could fly in freedom

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