A Venda

No dejes de pasar por mi mejor post

http://www.poringa.net/posts/imagenes/4084661/Mi-amada-esposa.html

No te vas a arrepentir


LA VENTA

Todo empezó cuando mi mujer tuvo la idea de renovar nuestro hogar, después de veinte años de matrimonio, trabajando codo a codo al fin habíamos logrado terminar de pagar el crédito hipotecario que nos ahogaba mes a mes, al fin podíamos decir que nuestra casa, era 'nuestra casa'

Y sin dudas no era la casa de nuestros sueños, pero era lo que en su momento pudimos pagar con el dinero que nos dio el banco, algunos ahorros que teníamos y un poco de ayuda de nuestros padres.
Pero ahora, sin tener que pagar mes a mes una jugosa suma a nuestro acreedor, María se sintió con la libertad de disponer esa suma para arreglar viejos problemas que teníamos.
En principio, la idea era hacer una remodelación básica, actualizando una construcción de cincuenta años a los tiempos presentes, necesitábamos refacciones, cambiar ventanas, un par de puertas que estaban en una situación de 'mirame pero no me toques', bajamos los techos y tuvimos que rehacer las instalaciones de agua, y energía, apenas zafamos de la parte de gas natural que la habíamos realizado un par de años atrás.

Y así nos lanzamos al vacío, convivimos por un año con la mugre de la arena y materiales de construcción, personal entrando y saliendo, rompiendo, martillando, fue caótico, pero poco a poco nuestras ideas fueron tomando forma, lo que teníamos en mente empezamos a verlo con nuestros ojos, cambiamos los viejos azulejos del baño por modernos cerámicos, los viejos plafones de iluminación por modernas luminarias spot, arreglamos el cuarto de los pequeños y aprovechamos un espacio perdido para transformarlo en una pequeña oficina independiente del hogar, aclaro que soy promotor de seguros generales y siempre atendía a mis clientes en el comedor principal de casa, y lógicamente eso molestaba un tanto a mi amada gordita, y no era cómodo para mi atender personas en medio del bullicio de los niños.
También limpiamos un galpón abandonado a su suerte que se emplazaba en el fondo del terreno, donde iban a parar todos los trastos viejos que no tenían futuro, mi idea era transformar ese sitio en un lugar ameno, un sitio para pasar las tardes, con parrilla, donde poder invitar amistades y darle cierto valor que en ese momento no tenía

Después de los últimos retoques vino el momento de pintar, y debo reconocer que mi bella gordita tiene un toque especial para estas cosas, eligió colores vivos que ciertamente le dio un impacto fresco a todo el ambiente, Lara, mi niña, eligió un tono lila apagado para su cuarto, y Matías el pequeño, no le importó el color, todo estaba bien mientras le dejáramos poner en la pared los posters de sus héroes de tv.
Cuando terminamos, nuestras arcas estaban vacías, pero era tiempo de mirar para adelante, se me ocurrió pensar en cambiar nuestro viejo coche que me estaba trayendo muchos dolores de cabeza, pero mi mujer tenía otra idea, para ella los autos eran sinónimo de tirar el dinero, prefería algún viaje que, por cierto, hacía tiempo no tomábamos vacaciones, o también veía con buenos ojos seguir cambiando algunas cosas de casa, es que tenía razón, ahora, con toda la edificación nueva, fresca y moderna, habían quedado viejos muebles que no cuajaban con cuadro.

Así nos sentamos a discutir, cuál de los tres caminos tomaríamos, descartamos el viaje, porque para hacer el viaje, necesitábamos un coche confiable, así que primero lo primero y pareció darme la razón, pero también pensamos en que no podíamos dejar todo a mitad camino y era una pena que los viejos muebles arruinaran todo lo bonito que habíamos construido juntos.
Y ahí fuimos nuevamente, una nueva mesa y un juego de sillas, un escritorio moderno para mi oficina, con un sillón reclinable, voló el viejo aparador que era de mis padres y llegó un moderno juego para poner un gran led y el equipo de audio, y la renovación llegó a nuestro dormitorio matrimonial, después de veinte años todo se veía viejo, algunos cajones se habían descolado, la cama rechinaba por todos lados y tenía incontables reparaciones caseras.

Tardamos otro año más en esa empresa y todo fue perfecto, salvo por un pequeño detalle, qué hacer con las cosas viejas? si bien para nosotros ya no tendrían uso, no podíamos solo regalarlas, sumarían unos buenos pesos en compra venta de usados, así que, para mi desgracia, todas las cosas terminaron 'provisoriamente' en mi amado quincho del fondo de casa, y vi como mi lugar preciado se transformaba nuevamente en un galpón improvisado de trastos en desuso.

Y me puse manos a la obra, saqué fotos, consensuamos precios lógicos para productos usados, y publiqué todo en la web, en un sitio de ventas de mi ciudad, también lo comenté entre amigos, conocidos y clientes quienes se quedaron con algunas cosas, pero el grueso estaba disponible.
Empecé a recibir consultas, llamadas, WhatsApp, mails, por aquí, por allá, vendí algunas cosas, y poco a poco fui limpiando mi lugar en el mundo.

Y entre tantas consultas, alguien preguntó si aún tenía disponible la cama matrimonial y el viejo juego de dormitorio, fueron unas líneas de WhatsApp como tantas que recibía, pero no sería una consulta más, es que me llamó mucho la atención de su foto de perfil, era una selfie muy audaz, en traje de baño, en la piscina de algún club de la ciudad, era algo entre sexi y provocativa.
Pasé varios minutos viendo en detalle esa foto, no era que se me hiciera atractiva, en verdad era una flaca puro huesos y mi debilidad siempre fueron las rellenitas y pulposas, pero era solo que tenía un no sé qué, se veía bastante personal y no era el tipo de fotos que una persona pone en su perfil de WhatsApp a menos que no se quiera pasar desapercibida.
Su leyenda además decía 'la vida es una sola y hay que vivirla' y eso hacía su perfil más intrigante todavía.

Me limité a contestarle, solamente le dije que sí, que aún estaba disponible, tratando de no mostrar nada más que una respuesta comercial, esperé unas horas, y al día siguiente, y al próximo, pero jamás aparecieron las tildes azules evidenciando su lectura, y pronto esa consulta cayó en el olvido.

Habían pasado diez días cuando ella volvió a la carga, me dijo que la disculpara, que no había estado en la ciudad y nuevamente preguntaba por el juego de dormitorio, si aún estaba disponible y si podía considerar alguna rebaja, puesto que andaba corta de dinero, le dije que viniera a verlo y si realmente le interesaba, podíamos discutir el precio, y después de algunos intercambios de mensajes quedamos en un día y en un horario.
Lo bueno, es que sabía que estaría solo en casa, mi mujer tenía sus obligaciones y los chicos las suyas, lo malo, me dijo que vendría con su novio, o con su papá, ya que ella no conocía muy bien la zona.
Para ser honesto, en ese momento eran detalles irrelevantes puesto que solo eran fantasías tontas que pasaban por mi cabeza, eran más preguntas ciegas por una desconocida que se me hacía intrigante, pero no había ningún motivo para asumir nada más que un mero interés comercial.

Esa tarde esperé sin muchas expectativas, muchas personas prometían visitas que nunca se concretaban, ya había aprendido la lección, pero, sin embargo, me miré varias veces al espejo, con un aire de tonto conquistador.
Cinco minutos después de la hora pactada, un nuevo WhatsApp de su parte me confirmaba que estaba un poco demorada, pero que llegaría en breve.
No supe si hacía demasiado calor o una tonta ilusión juvenil me hacía subir la presión, abrí las ventanas, di vueltas en redondo como un perro que se quiere alcanzar la cola y al fin sentí el sonido del timbre de la puerta de casa.

Fui al frente, sabía que era ella, Cintia era su nombre, le extendí la mano, pero ella me sorprendió con un beso en la mejilla, calculé entre veinticinco y treinta años, y si bien como dije, no era mi tipo, no podía dejar de ser llamativa.
Ella era muy flaca, demasiado, de piel clara con un tono apenas cobrizo logrado con los rayos del sol, una sonrisa llamativa y audaz se dibujaba en su rostro, una cabellera oscura y renegrida a media espalda estaba libre al viento. Tenía un top con encajes y transparencias, sin mangas, llegando apenas a su vientre, apenas se dibujaban por debajo unos imperceptibles pechos, era muy plana. Un tatoo sobre su lado derecho, en rosas rojas arrancaba en su cintura, parecía perderse hacia abajo, lucía un short en tela de jean, bastante holgado, degastado y rasgado, en azul con marcados pespuntes amarillos, por debajo de sus huesudas caderas, las que se marcaban en una forma muy sugerente. Y ese pantalón sostenido en la nada, tan abajo daba la idea de caerse en cualquier momento haciendo equilibrio en la nada misma y dejaba ese deseo oculto en mí de que sucediera, pero ella tenía todo bajo control.
Llamaron también mi atención unas zapatillas negras acordonadas, bastantes desprolijas y la cantidad de pulseras baratas en sus muñecas que la hacían sentir como una víbora cascabel.

La invité a pasar, y a su novio, o su papá, pero no, estaba sola, había venido sola.
Le dije que me acompañara, en el camino reparó en unas fotos de mi mujer y mis hijos que descansaban en retratos de pared, me dijo algo así como 'asumí que eras un hombre sin compromisos' y noté esa sensualidad peligrosa, jugando con palabras que no se debe jugar y solo le pedí que me acompañara para ver lo que había venido a ver.

Llegamos, me quedé a un lado, y mientras ella miraba los muebles, yo la miraba a ella. Cintia empezó a preguntar sobre la historia de esa cama, de mi matrimonio, y cosas que bordeaban el abismo, se tiró un par de veces sobre el colchón y en esos movimientos, su jean se bajó un par de centímetros más, como para dejarme ver por detrás una diminuta tanguita perdida en la raya de su flaco trasero, diablos, no sabía qué hacer, las gotas de transpiración rodaban por mi frente, se puso en cuatro patas sobre el colchón y solo saltó rítmicamente como si estuviera teniendo sexo y dijo


A VendaNão sei... faz muito barulho, e meu apartamento tem paredes finas, já sabes, os vizinhos...

Eu só respondi com uma sorrisa nervosa, é que era evidente que ela começava a jogar os jogos que eu tinha sozinho na minha imaginação, e ela não daria muitos rodeios, começou a perguntar quando voltaria minha esposa, meus filhos, como poderia fazer alguma rebaja pois ela não tinha dinheiro e senti as gotas de transpiração correr por minha frente.

Deixando a cama, veio onde eu estava parado, me olhou de perto em forma lasciva, tomou minha mão sem tirar os seus olhos dos meus e a conduziu entre seu ventre e seu holgado pantaloncito, deslizei sem problemas e cheguei sobre sua thong, me convidou a procurar mais profundamente para acariciar seus lábios suaves depilados e preencher meus dedos com seu néctar. Ela se esticou em pontas de pés e me beijou profundamente, com um beijo de enamoramento entre dois desconhecidos perfeitos.

Sem tapujos voltou sobre a cama, deixando no caminho o jeans e a thong do lado, suas cadeiras huesudas chamaram minha atenção, se recostou e abrindo suas pernas me indicou que fosse sobre ela, não esperaria uma segunda convidação, me arrodilhei aos pés da velha cama onde tantas vezes o fizera com minha esposa, Cintia tinha um sexo abultado com lábios marcados, e um jugo contundente entre transparente e branco havia banhado seu sexo.

Só fechei meus olhos e comecei a chupá-la, muito delicioso, sabia muito delicioso, seus lábios, seus huequitos, seus gemidos chegando aos meus ouvidos e uma ereção profunda que martelava entre minhas pernas. Subi as minhas mãos e levantei o top, apenas se marcavam seus pezones em alguns peitos quase imperceptíveis, não importava, gostava como era.

Subi mais então para lamê-los, para acariciá-los, sabiam como duas pedras preciosas perdidas no meio do deserto, ela se contorcia sob o peso de meu corpo, com suas pernas abertas entre as minhas, havia levado sua mão direita para masturbar-se enquanto eu alternava entre seus tetitas e sua boca, sua mão esquerda acariciava com força minha espinha e tudo se me fazia tão louco como erótico. Foi quando ela suplicou para que a cogesse. Atolondrado como adolescente principiante eu me enredava em mim mesmo para sacar o meu calção e roupa interior, o que lhe causou graça, mas ao fim voltei ao jogo e meti toda a minha pene até o fundo, arrancando um grito contido, deles tão sensuais que as mulheres nos dão aos homens. E apenas foram minutos perfeitos de prazer, ela estava tão molhada que minha pene resbalava com facilidade demais em seu interior, mesmo senti como minhas bolas e sua bexiga estavam empapados com seus líquidos. Mudamos de posição, eu me sentei na cama e ela se sentou com as suas pernas abertas à minha frente, rodeando-me com os seus braços, tomou a minha pene entre os seus dedos e apenas se sentou em cima para começar a se mover com cadência. Eu ajudava com um braço pela cintura, com a outra mão pelas suas nádegas, levei meus dedos ao seu excitante bumbum e estava tão molhada que eu enterrei dois juntos até o fundo, sem menor resistência e ela se mostrou muito à vontade com isso. Gemia como uma porca, e eu simulava dupla penetração, sentindo em meus dedos como entrava e saía minha pene de seu... sua bunda. Cintia foi mais, uma das suas mãos foi sobre a minha, a que a tinha atrás, e com um pouco de força agregou um dedo seu ao meu, e eu senti acariciar os dois meus em um jogo acompasado. Se ia dar por trás, mas eu já estava no limite das minhas resistências, o meu orgasmo era inevitável, presente e ela também notou. Como uma gata saltou de onde estava e me recostou para trás, disse que queria chupá-la, e foi seu turno de vir entre as minhas pernas. Ela me olhava com cara perversa, interpondo o meu glande entre os nossos olhos, fazia-o com a mão, escupia-me e me chupava toda, mudando permanentemente de táticas, parecia possuída, parecia que ia arrancá-la. O meu cume quente começou a saltar em grandes jatos, molhando tudo ao seu passo, meu peito, meu ventre, minha pubicidade, seu rosto, sua boca, suas mãos e todo terminou em uma eterna sonrisa contagiosa. Nós nos mudamos em silencio, como estranhos, eu estava desenfocado, preso em meus pensamentos, é que a diferença geracional era demasiado abismal entre ambos, na minha geração não existia o quase abuso de uma mulher para um homem como era o que havia sentido, não, eu era dos dias das conquistas eternas, nos quais apenas pagando te levavas uma mulher para a cama em abrir e fechar os olhos, mas Cintia... ela veio por mim e só se deu o prazer, por ela, porque em verdade nunca fui um tipo atraente nem vencedor com as mulheres. A semana seguinte, aluguei um flete e levei o jogo de dormir para sua residência onde havíamos feito o amor. Cintia vivia quase nas afins da cidade, em uma casa humilde, me atendeu seu parceiro, um magro desajeitado e narigão, com cara vaga. Damos uma mão para arrumar as coisas, ela era toda uma estranha, estava com os cabelos molhados como recém-lavados, com calças negras e uma blusa longa, estava descalça e só se dedicou a dar ordens, tratando-me como um total desconhecido, como se nada tivesse passado entre nós. Foi a última vez que a vi. Só me restam seus recordações, e a parte graciosa da história, fazer entender à minha gorduta que havia perdido o dinheiro da venda, comi todos os insultos, mas claro, não podia explicar-lhe como Cintia me os havia pago. Se você gostou desta história pode escrever-me com título 'A VENDA' para dulces.placeres@live.com