Cómo descubrí que mi hermana adora mi pija (Parte XV-b)

El capítulo está dividido en dos partes. Revisen la primera parte para saber cómo empezó todo.

http://www.poringa.net/posts/relatos/3756123/Como-descubri-que-mi-hermana-adora-mi-pija-Parte-XV-a.html

Ahora sí, los dejo con el final del capítulo. Espero que lo disfruten.

-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Sin darme tiempo a responder, Jessi puso una mano en mi pecho y me mandó hacia atrás, para quedar nuevamente apoyado contra el respaldo del pequeño sofá. Podía notar en sus ojos todo el torbellino de emociones que pasaban por ella, además de una calentura tan fuerte que el sofá podría prenderse fuego en cualquier instante.
Pasó una pierna por encima de mí y terminó sentada sobre mi erección galopante, que amenazaba con atravesar el pantalón.
Iba a preguntarle a qué se refería con eso de que yo era el regalo, pero una vez que apoyó sus labios en los míos me olvidé de todo. El mal momento que había pasado en el laburo, la noticia de que Clara estaba de novia, la charla con Diana y la sorpresa de que ella era hija de mi jefa, todo se fue por el caño.
Lo único que me importaba en ese momento era la suavidad de los labios de Jessi, su perfume que inundaba mis pulmones, y el sabor de su boca, que todavía conservaba una pizca del gusto de aquel trago que tanto le gustaba.
Mis manos por fin tuvieron libertad para pasearse por su espalda, escabullirse por debajo de su pelo hasta alcanzar su nuca para intensificar el beso. Introduje mi lengua en su boca y volvimos a enfrascarnos en una lucha a muerte, peleando por cada rincón, atravesando la frontera que separaba nuestras bocas una y otra vez, ganando y perdiendo terreno, pero disfrutando de cada instante.
Nos tomamos un segundo para recuperar el aire. Los dos estábamos agitados como si hubiéramos corrido los cien metros contra Usain Bolt. Fueron unos segundos en los que no dijimos nada, sólo nos miramos a los ojos y supimos que no hacían falta las palabras para expresar las ganas que nos teníamos en ese momento.
Tanto Jessi como yo vigilamos alrededor, y resultó que no había mucho para preocuparse. Otras parejas que se encontraban en la misma zona parecían igual de metidas en sus propios mundos, ajenos a lo que estaba pasando cerca de ellos.
Volvimos a besarnos y una de las manos de Jessi bajó hacia mi entrepierna. Para cuando me quise dar cuenta, ya había soltado el cinturón, había desabrochado la bragueta, y lo único que separaba el contacto de mi verga con su mano era la fina tela del bóxer, que hacía lo posible por contener mi verga, la cual luchaba con uñas y dientes por salir de ese encierro.
Una vez más nos despegamos para normalizar la respiración. Jessi se mordía el labio, como si tuviera algunas dudas de lo que estábamos a punto de hacer. Barajé los pro y los contra mentalmente: estábamos en un lugar público, había gente alrededor, mi hermana estaba con su novio a unos metros de distancia, lo mismo que todos los demás invitados que habían venido a celebrar su cumpleaños.
Se suponía que todo eso debería haberme frenado, convencerme de que habíamos ido demasiado lejos. Pero la realidad era que más lo pensaba y más morbo me provocaba.
Mi mano se ocupó de bajar el bóxer y permitir que mi verga por fin se alzara en todo su esplendor. Jessi por su parte se incorporó unos centímetros, se levantó apenas el vestido y se corrió la ropa interior hacia un costado para despejar su entrada.
Su mano luego tomó mi verga y la guió para iniciar una lenta penetración, llevó su mano a su boca, dejó caer una buena cantidad de saliva y la bajó una vez más para lubricarme.
Haciendo el menor ruido posible, Jessi guió mi miembro a su entrada y bajó su cuerpo, dejando que me adentrara cada vez más en ella. Apoyó su cabeza a un costado de la mía, pegando su boca a mi hombro para ahogar sus gemidos.
Luego de unos segundos, por fin sentí que Jessi volvía a sentarse sobre mis piernas. El único detalle que marcaba la diferencia era que en ese momento estaba con toda mi verga enterrada en su interior.
-¡Lo que extrañaba tu pija, pendejo! –Dijo, con su boca pegada a mi oído.
-La tuviste adentro hace unos días nada más.
-La quiero adentro todo el tiempo posible.
Jessi empezó a moverse muy lentamente, de manera casi imperceptible. Ni siquiera se despegaba de mi cuerpo, sólo movía su cintura un poco, pero ese poco era suficiente para obligarla a ahogar sus gemidos nuevamente contra mi hombro.
La pobre iluminación colaboraba para ocultar lo que estábamos haciendo, pero cualquiera que se detuviera a mirarnos con atención se daría cuenta con facilidad qué ocurría entre Jessi y yo. Estar tan cerca del exhibicionismo nos calentaba aún más, y la tentación de dejarme llevar por las ganas y empezar a darle con todo me nublaba la mente.
Si hubiera dependido de mí, habríamos cambiado de posición de inmediato, y Jessi estaría luchando con uñas y dientes para que no se escucharan sus gritos de placer. Aunque eso era peligroso.
Que conociéramos a los que manejaban el lugar no nos daba derecho a hacer lo que se nos diera la gana. Quizás a los de seguridad no les importara, pero era mejor no arriesgarse.
A Jessi, en cambio, no parecía importarle demasiado si atraía miradas, porque empezó a levantar su culo cada vez más arriba con cada movimiento, dejando que el recorrido hacía mi verga dentro de ella se fuera estirando.
Podía sentir su cuerpo golpeando contra mis muslos cada vez que bajaba con fuerza para dejar que mi verga se enterrara en ella, lo que provocaba que sus gemidos se empezaran a escuchar incluso por encima de la música.
Giré mi cabeza hacia el costado que tenía libre y noté que la pareja que se hallaba más cerca de nosotros miraba con atención lo que hacíamos. No se los notaba escandalizados ni mucho menos, sino que parecían tomarlo como un espectáculo que sólo las pocas personas que se encontraban ahí podrían disfrutar.
Jessi se inclinó hacia atrás, dejando mi verga dentro de ella tanto como lo permitía esa posición, y empezó a mover su cintura de una forma que parecía pedirme a gritos que eyaculara de inmediato. ¡Lo bien que se movía la muy hija de puta!
Volteé hacia el otro lado y vi que la otra pareja que se encontraba próxima a nosotros había notado que habíamos ido más allá de unos simples besos. Una luz los iluminó fugazmente, pero alcancé a ver cómo sonreían ante el show privado que les estábamos dando.
-¡Qué buena pija! –Dijo Jessi en voz alta, lo que atrajo aún más las miradas de los pocos que alcanzaron a escucharla.
Jugados por jugados, si nos iban a echar, al menos íbamos a darles un buen motivo. Puse mis manos en la cintura de Jessi y la acerqué de nuevo para que pusiera su cabeza cerca.
-Date vuelta. –Le ordené, y ella no puso ninguna objeción.
Jessi se levantó para cambiar de posición y mi verga abandonó su interior, saliendo una vez más al aire libre. Una luz proveniente de la pista volvió a iluminarlos y mi miembro brilló en todo su esplendor, cubierto por los fluidos de Jessi.
-¡A la mierda!
Una voz se escuchó desde mi derecha, y al voltear pude notar que un par de chicas tenían sus ojos, bien abiertos por la sorpresa, clavados en mi verga. Aquellas desconocidas se dieron cuenta de que las observaba y me dedicaron una sonrisa, felicitándome por lo que portaba entre mis piernas.
Envalentonado por eso, tomé a Jessi de la cintura y la guié para que mi verga volviera a esconderse en su interior. Aquellas chicas abrieron incluso más sus ojos cuando Jessi volvió a apoyarse en mis piernas, como si fueran incapaces de creer que pudiera aguantar todo eso dentro de ella.
Era mi turno de moverme. Me acomodé para darle un poco más de libertad a mi cintura y empecé a acelerar lentamente las penetraciones. Mis movimientos comenzaron a hacerse más cortos pero más rápidos, y podía sentir cómo su culo volvía a chocar con fuerza contra mis piernas una y otra vez.
La excitación era cada vez más grande para los dos, y estaba seguro que Jessi era muy consciente de que había gente mirándonos en ese preciso momento, no tenía dudas al respecto. Ella pasó a sostenerse con una mano, mientras con la otra intentaba ahogar sus gemidos, que cada vez se podían notar escuchar mejor a pesar de la música.
Jessi perdió la fuerza de sus brazos y se derrumbó sobre mi pecho mientras yo continuaba arremetiendo contra su interior con tanta fuerza como me lo permitía la posición. Puse una de mis manos en su boca para ayudarla a ahogar lo que ya se había convertido en gritos de placer.
De repente mi verga se salió de ella, lo que provocó un último y largo gemido. No alcancé a ver lo que pasó, pero me resultó bastante claro que Jessi había dejado escapar una buena cantidad de líquido. Lo único que esperaba era que nadie hubiera quedado justo en la línea de fuego.
Respiraba agitadamente, lo mismo que Jessi, que se había quedado con su cabeza apoyada encima de mi pecho. Podía sentir mi corazón golpeando como un pájaro desesperado por escapar de la jaula en la que había quedado atrapado.
Pensé que se quedaría dormida ahí sobre mi pecho, pero Jessi se levantó y se colocó de rodillas para finalizar con la tarea. Tomó mi verga con sus manos y me masturbó a tal velocidad que parecía que podría arrancarme la piel en cualquier momento.
El raspón que no había molestado durante toda la noche volvió para hacerme recordar que ahí estaba a pesar de todo. No le había comentado nada al respecto a Jessi sobre eso, por lo que no podía reprocharle la falta de tacto. De todos modos, la sensación de placer le ganaba por goleada a la de dolor, por lo que segundos más tarde ya me sentía al borde del clímax.
Jessi pareció notar lo mismo, ya que envolvió mi glande con su boca y recibió sin quejas mi descarga. Luego de un par de chorros, dejé escapar las últimas gotas con un gruñido. Fiel a su estilo, no desperdició ni una gota, sino que bebió todo de un trago.
Nos quedamos mirándonos a los ojos por un instante, pero unos aplausos que resonaron cerca nuestro nos devolvieron a la realidad. Tan absortos estábamos lo que hacíamos que ni nos dimos cuenta de que se habían juntado unas diez personas a vernos coger.
Tanto Jessi como yo de inmediato nos apresuramos para acomodarnos la ropa y salir de ese rincón tan pronto como nos fuera posible. En el camino una o dos personas nos dieron unas palmadas en los hombros, felicitándonos por nuestra actuación.

Terminamos en la otra punta del sector, donde un rato antes había estado hablando a solas con Diana. Los dos estábamos agitados, respirando profundamente para tranquilizarnos después de lo que acababa de ocurrir.
-Por favor… ¡No doy más! –Dijo Jessi, apoyándose en la baranda.
-¡Estás loca! –Respondí todavía sorprendido por lo que habíamos hecho. -¡Estamos locos los dos!
-¿Vos decís?
-¿Te diste cuenta que teníamos como diez personas viéndonos coger ahí atrás? –Pregunté, señalando el lugar del que acabábamos de salir.
-Fue muy loco eso, pero no podía parar. –Respondió, sonrojándose.
-Me re calentó escuchar a esas dos pibas. –Añadí.
-¿Las que se sorprendieron cuando te vieron la pija? –Una sonrisa asomó en sus labios al preguntar eso. A pesar de todo, Jessi no se había perdido detalle al parecer.
-Esas mismas. –Repliqué entre risas.
-¿Dónde se habían metido? –Preguntó la voz de Betty, que se había acercado a nosotros.
-Fuimos a buscar mi regalo de cumpleaños. –Respondió Jessi, sonriendo aún más.
-¡Serás ansiosa! –Exclamó su amiga, captando de inmediato lo que había querido decir Jessi con eso. -¿No podías esperar a que terminara todo?
-¿Dónde viste que la cumpleañera sople la vela después de que termina la fiesta? –Dijo Jessi, provocando las carcajadas de los tres.
-Mejor vamos, antes que Clara mate a alguien. –Pidió Betty, una vez que dejó de reír.
-¿Qué pasó? –Pregunté, volviendo a la realidad en la que mi hermana estaba de novia.
-Ni idea. –Respondió, encogiéndose de hombros. -Pero tiene una cara de culo tremenda.
Jessi y Betty intercambiaron una mirada, que yo interpreté como una mala señal.

Lo poco que quedaba de la noche se pasó con relativa calma. Me quedé sentado en una mesa charlando con Jessi y con Betty, mientras Clara continuó al lado de Tomás, tomando y teniendo cara de culo por el resto del tiempo.
Tenía ganas de hablar unas cosas con ella todavía, especialmente sobre las noticias que había recibido yo esa misma noche, pero cuando Clara estaba en ese estado era imposible tener una charla tranquila.
Ya estaba empezando a bostezar cuando de a poco los invitados se fueron retirando. Tomás le dijo algo a mi hermana al oído, pero ella negó fuertemente con la cabeza, lo que provocó una fugaz expresión de irritación en él.
Intentó darle un beso en los labios, pero Clara le corrió la cara, sólo permitiendo el contacto con su mejilla. No pude evitar festejar en mi cabeza cuando me di cuenta de que al menos aquella noche ese boludo no se iba a ir con mi hermana.
Cuando salimos del boliche el cielo ya estaba aclarando. Mi hermana y sus amigas se estaban tambaleando un poco al caminar, aunque dentro de todo podía decirse que se encontraban en un estado decente. Nos subimos al auto y arranqué el camino de regreso para dejar a las chicas en sus respectivas casas.

Nadie habló en el camino, e incluso tuvimos que despertar a Betty cuando llegamos a la primera parada del recorrido para que pudiera bajarse e ingresar a su hogar. Jessi y Clara también se bajaron, con la intención de asegurarse de que entrara sin problemas.
Mientras esperaba que volvieran, trataba de tomar una decisión. ¿A quién llevaba a continuación? Mi hermana prácticamente me había dado su aprobación de que tuviera algo con su amiga, pero hasta donde yo sabía, no había tenido su mejor noche. Si la dejaba en casa para irme con Jessi, incluso si no pasaba nada más que un viaje, no creía que se lo fuera a tomar bien.
Todavía estaba intentando decidirme cuando las chicas volvieron a subirse al auto. Haciendo como Pilatos, preferí lavarme las manos.
-¿A quién llevo ahora?
Se hizo un silencio que pareció durar un siglo. Desde el asiento del acompañante, Clara miró a su amiga, que se encontraba sentada atrás, como si debatieran mentalmente cuál era el siguiente paso.
-Llevame a mí primero. –Respondió finalmente Jessi.
Agradecido por no haber tenido que ser yo el que anunciara eso, puse primera y me dirigí a la segunda parada del viaje. Clara se veía un poco más relajada, como si se hubiera quitado un pequeño peso de encima.
Arribamos a la casa de Jessi y bajé del auto junto con mi hermana para despedirla. Una vez más se me llenó la cabeza de preguntas. ¿Cómo despedirme de Jessi delante de mi hermana? ¿Un abrazo? ¿Le como la boca y que se joda Clara por estar ahí? Definitivamente había sido la noche más complicada de mi vida, por lejos.
-Gracias por todo, Clarita. –Dijo Jessi, abrazando a mi hermana.
-Disculpá por lo de hoy, no pensé que fuera a aparecer. –Replicó, ligeramente arrepentida de lo que había pasado.
-Ya fue, pegale de mi parte la próxima vez lo veas.
-Lo voy a pensar.
Clara se despegó de su amiga y me llegó el turno de darle las buenas noches, aunque ya el cielo hubiera aclarado bastante. Jessi me abrazó y me plantó un rápido beso en los labios, para luego soltarme.
-Gracias a vos también, Pedrito.
-Descansá bien. –Fue todo lo que pude decir antes de que se metiera en su casa y nos dejara a mí y a mi hermana solos en la vereda.
-¿Vamos? –Pregunté, aunque no necesité respuesta, ya que Clara ya se había movido en dirección al auto.
Nos subimos y finalmente encaramos para la casa, última parada antes de que yo me dirigiera a mi departamento. Clara se acomodó y se quedó mirando hacia la ventanilla, con su espalda completamente girada hacia mi lado.
-¿Estás bien?
-No. –Respondió, todavía sin mirarme.
-¿Pasó algo?
-No.
Conocía demasiado a mi hermana como para no saber que ese “no” en realidad quería decir que había pasado de todo.
-¿Qué pasó con Tomás?
-Es un pelotudo, eso es lo que pasa.
-Estamos de acuerdo en eso, es un pelotudo.
-No le digas así. –Dijo, endureciendo un poco el tono.
-¿Me estás cargando? Vos recién dijiste que es un pelotudo.
-Yo sí le puedo decir así, vos no.
-¿Y por qué yo no?
-Porque no, no jodas.
-Bueno.
Seguí manejando por unos minutos en silencio. Mi hermana no había vuelto a pronunciar palabra y todavía seguía dándome la espalda. ¡Cómo odiaba esos momentos en que se ponía de un humor en que ni siquiera podía tener una charla normal con ella! Mi único consuelo era que al menos en esa ocasión yo no tenía la culpa de su mal humor.
-Che, ¿podemos hablar al menos? –Clara no respondió, pero al menos no me pidió que dejara de hablar. -Disculpá por lo que pasó en el boliche cuando llegué, ¿sí? Pero había tenido problemas en el laburo y lo último que necesitaba era recibir una sorpresa así. ¿Por qué carajo tenías que mantenerlo en secreto tanto tiempo? Está bien que te rompo las pelotas y a veces me pongo demasiado protector con vos, pero con todo lo que pasamos en los últimos días, al menos podrías haber tenido un poco más de confianza conmigo. Tampoco es que te voy a hacer una escena de celos si estás de novia. Soy tu hermano, no tu novio. Y ya sé que después de todo lo que pasó entre nosotros es muy raro todo, pero eso no cambia el hecho de que yo te quiero mucho y quiero lo mejor para vos, ¿sabés?
Casi sin darme cuenta ya estábamos por llegar a casa. Mi hermana no hizo ningún comentario sobre lo que le había dicho, lo que me estaba irritando bastante.
-Ya llegamos. –Anuncié, pero Clara no respondió. –Clara, ya llegamos. –Todavía ni una respuesta. -¿Podés decir algo? ¡Me está rompiendo bastante las pelotas tanto silencio!
El sonido de un suave ronquido llegó desde el asiento del acompañante. Se había quedado dormida.
Me daban ganas de reír a carcajadas. Todo lo que le dije había sido completamente al pedo. Todavía reprimiendo las ganas de reír, me acerqué a Clara y la sacudí por el hombro.
-Clara, despertate. –Dije amablemente.
-¿Eh? ¿Qué? –Preguntó, luchando por abrir los ojos.
-Ya estamos en casa, dale.
-Ufa… Ahí va.
Clara estiró los brazos y se incorporó, buscando sus cosas. Yo me bajé del auto y di la vuelta para darle una mano con eso. Finalmente ella logró bajarse y la acompañé hasta la puerta.
-¿Ya se te pasó el efecto del alcohol? –Bromeé, mientras caminábamos.
-Algo. Seguro mañana se me va a partir la cabeza.
-¿Y quién te mandó a tomar tanto?
-Charly y Diana, en el momento en que nos dieron la barra libre. –Respondió sonriendo.
-Qué fácil te convenció Diana de que no la odies. –Una sonrisa burlona decoraba mi cara al decir eso.
-Sigue siendo una yegua y la odio. –Su voz volvió a tener el filo cortante que usaba al hablar de gente que le caía mal. –Pero menos que antes. –Concedió, mientras abría la puerta de casa.
-Supongo que algo es algo. –Comenté, resignado a que mi hermana posiblemente sería incapaz de reconocer que Diana no era una mala chica.
-Buenas noches.
-Buenas noches, Clara. Descansá.
Mi hermana cerró la puerta y yo volví al auto. Ya era prácticamente de día, por lo que me apresuré a llegar a mi departamento.
El sol ya había salido para cuando dejé mi auto en el estacionamiento e ingresé al edificio. Me tiré en la cama y cerré los ojos. Ya llegaría el domingo y por fin me sacaría las ganas de decirle a Clara todo lo que se me había quedado atragantado esa noche.

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Espero que hayan disfrutado de esta parte del relato.

Ya llegué a los 1000 seguidores! Definitivamente no pensé que fuera a conseguir algo así tan pronto. Pero me alegro que esté logrando buenas reacciones en la comunidad.

Nos vemos en el próximo capítulo.