Deannach Sióg - 002 - Ritual entre sombras

Era realidad, no era un sueño. Tenía los enormes y tiernos pechos de mi chica rescatada apretando mi cara. En segundos quedamos casi sin ropa y besándonos rabiosamente, mis manos recorriendo sus tatuajes, mis labios chuponeando sus perfectos pezones y mi miembro duro como nunca sintiendo su calor y humedad entre las piernas. Ella me lengueteaba como un animal con sed lamiendo su comida jugosa, pasaba su lengua por todo mi cuerpo y me babeaba desde el cuello hasta llegar hasta mis huevos. Gimiendo tímidamente se sacó la tanga y empezó a chuparmela despacito pero sin parar y cada vez más rápido. Mi pija se sentía cada vez más cargada y latía toda babeada por esa hermosa mujer que la pedía desesperadamente. Cuando pensé que estaba por explotar se la puso entre las gomas, las apretó con sus manos y me hizo una turca tocando con la punta de su lengüita la cabeza de mi verga que sobresalía entre sus tetas. Una y otra vez repetía el movimiento de subirlas y bajarlas pajeándome con sus tetotas y yo no daba más. “Voy a explotar” le dije y ella me miró y sonrió sin decir nada. “No puedo más” repetí para advertirle y empezó a gemir más fuerte y cerró los ojos hasta que acabé con fuerza llenando de muchos chorros de leche sus tremendas tetas y salpicando su cara. Me miró mientras terminé y se relamió mientras suspiró de alivio y mojó toda la cama. Vi su cara y tenía manchas de sangre porque se me había corrido el vendaje. Le pedí disculpas por eso pero ni se inmutó: sacó un pañuelo negro se lo pasó por entre las piernas y con eso mismo se limpió el semen de los pechos y la sangre de la cara. Lo escurrió en un vaso que había en la mesita de luz y se lo tomó de un trago. Como si nada, me dijo que el baño estaba listo para que me duchase.

Me bañé, renové mi vendaje y desnudo volví al cuarto. Cuando entré me sorprendí al ver la habitación iluminada con velas y el extraño efecto que su luz tomaba al rebotar contra el espejo y distintos adornos brillantes alrededor. Ella estaba en la cama desnuda y abierta de piernas esperándome. “Cogeme por favor, necesito que lo hagas” me dijo y yo traté de buscar un preservativo entre mis cosas pero me frenó y me dijo que no con la cabeza. El fuego brillaba en sus ojos morbosos, sus labios y su pelo parecían más rojos que nunca. Me subí a su suave cuerpito y la penetré con ganas hasta el fondo. Gritó y me pidió que la cogiera casi rogándome mientras le metía una y otra vez mi verga en su depilada y empapada concha. Una y otra vez haciendo rebotar sus tetas la hice gemir y gritar de placer. Con los ojos llorosos y agarrándome del pelo me dijo al oído que la sacara y acabase en su piel y que sin parar la volviera a coger. No sé como esperaba ella que hiciera eso porque se me iba a bajar después de terminar pero no. Le di la leche en su pancita y las tetas y mi pija siguió enorme, latiendo y bien gorda. Me rogó con voz de bebota trola que se la metiera de nuevo y la cogí como con bronca hasta acabar muy dentro de ella a borbotones de semen. Su concha le latía y expulsaba un poco de mi leche. Ella se pasó entre las piernas ese pañuelo y también se limpió el resto del cuerpo donde le había acabado recién. Sin que yo llegara a decir algo me tiró a la cama y empezó de nuevo a chuparme la verga.

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Me calentó mucho poder ver en el espejo su enorme y redondo culo mientras me peteaba. Sus tatuajes a la luz de las velas le daban un ambiente especial a la que era mi mejor noche de sexo en años. Mirándome a la cara empezó a pajearme fuerte y pareció susurrar algo cerca de mi pija antes de hacerme acabar pidiéndolo con esa misma vocecita. Le llené la cara de mi semen que estaba espeso casi como un engrudo esta vez y no paraba de salir y salir. Otra vez siguió firme y ella con toda la cara lecheada se sentó arriba tragándosela hasta el fondo con sus labios inferiores. Se chorreaba toda y se babeaba con la lengua afuera como una perra mientras me cabalgó la pija sin parar un segundo. Sentí que de tanto rebotar y presionar la abrí un poco por dentro y logré llegar más profundo. En ese momento ella pegó un grito ensordecedor y miró al techo entrando como en un trance sin dejar de moverse arriba mío y susurrando otra vez una frase que no pude entender. Las llamas se sacudieron como si un viento las azotara y en el espejo pude ver como el tatuaje de serpiente que tenía en su brazo ahora estaba en su espalda y antes de que pudiera pensar en lo raro de eso y de todo lo que estaba pasando vi al dibujo moverse hasta sus tetas y enroscarse en su cuello.


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Los susurros pasaron a ser gritos y ella exclamó varias veces “téann do chumhacht i do bhainne” como si fuera un mantra hasta que en un momento volvió en sí y me dijo en un perfecto castellano argento “cogeme hijo de puta nalgueame y cogeme que quiero la lechita” y me cabalgó más rápido la chota cuando le di chirlos en ese hermoso orto que tenía la colorada hermosa. Cuando estaba a punto de largarle todo dentro de ella volvió a su estado de trance y volvió a repetir “téann do chumhacht i do bhainne”“téann do chumhacht i do bhainne”“téann do chumhacht i do bhainne”“téann do chumhacht i do bhainne” sin parar. Yo estaba por explotar pero no pude hasta que ella entre medio de su mantra sexual y sin frenar de moverse con mi verga adentro gritó “¡nathair!” y el tatuaje de su cuello volvió a moverse. Subió por su garganta y desapareció para dar lugar a una serpiente corpórea y real que me mordió la herida vendada y desapareció debajo de la cama para nunca más volver. Yo no me pude mover más y ella parecía haberse quedado quieta pero se sentía como su interior me succionaba el pene hasta que en cuestión de segundos acabé muy fuerte y la llené de leche. Tardé varios minutos en darle todo y le salió por los costados de tanto que fue. Agarró su pañuelo, se limpió la cara y se lo pasó por la concha y me lavó la punta de la pija también con eso. Los escurrió y lo puso en el vaso del que procedió a tomar. Me dio un beso y me dormí extasiado. Lo último que vi antes de cerrar mis ojos fueron los de la serpiente en los suyos.



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