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Gracias por los puntos y comentarios
UN VESTIDO INDECENTE
Bebo un sorbo más de mi taza de café, el iPhone descansa sobre la pequeña mesa del bar y tengo varios mensajes por ver, me apuro a cerrar temas en mi agenda, en mi notebook, y ya dejo el dinero de lo que consumí para ganar tiempo, la rutina se repite como cada día, miro la hora una vez más, aún falta, levanto la vista y observo al otro lado de la calle, los padres de los niños poco a poco se arremolinan frente al jardín de infantes alemán, las puertas aún están cerradas, y sé que entre todas esas diminutas criaturas, mi amada Bianca aparecerá con su sonrisa marcada y sus hoyuelos en esos cachetones que me enamoran
Tendré que llevarla a casa, con Aida, nuestra niñera, es que mi esposo es un hombre de negocios y vive con ocupaciones, y por mi parte, en esta tarde me tocará una reunión con el fiscal de distrito y luego varias tareas legales de mi ajetreada ocupación
Me miro a mí misma, enfundada en costosos trajecitos de mujer ejecutiva, con las uñas esculpidas y un coche importado esperándome en la acera, parece increíble, pertenecer a la alta sociedad jamás había estado en mis planes, pero las cosas solo se dieron. Respiro con cadencia y mi tórax se inflama por el ingreso del aire, y sin quererlo mis ojos se dirigen hacia abajo, entre mi camisa, por donde asoman tímidamente el nacimiento de mis pechos, ni tan grandes ni tan pequeños, me río, no puedo evitar volver al pasado y solo recordar...
Tenía apenas quince años, plena adolescencia, aun no era rubia, pero vivía con todas las hormonas alteradas, y si bien era una chica bonita y llamativa, vivía con un complejo terrible por el tamaño de mis pechos, era 'tan tabla' como los chicos varones de mi edad, un lindo rostro, un buen culo y unas ricas piernas se iban a la basura por no tener tetas acordes.
Les dije a mis padres que no quería una fiesta de quince años, ni un viaje a Disney, ese dinero lo quería para hacerme unos implantes, recuerdo que lo discutimos mucho porque yo aún era menor y ellos decían que mi cuerpo aún tenía mucho por desarrollar, pero siempre fui terca y cuando se me ponía algo entre ceja y ceja no había forma de hacerme recular.
Pero también era cierta la postura de mis padres, y si bien no pude inclinar la balanza a mi lado, al menos pudimos acordar, ellos guardarían el dinero en una cuenta bancaria hasta mis dieciocho, y ahí podría tomar la decisión
Claro, ellos pensaron que, ya siendo más madura, con el tiempo cambiaría mi parecer, pero en verdad tres años después seguía tan tabla y más acomplejada que de costumbre, miraba con envidia a las chicas de mi edad que tenían más tetas que yo, amigas, vecinas, mujeres corrientes y hasta incluso mi hermana menor ya tenía unas tetitas sugerentes, claro, todas tenían más que yo y odiaba mi cuerpo en esos días
Maira, mi mejor amiga estaba al corriente de todo, y fue ella quien me acompañó en confianza a varias clínicas para asesorarme sobre la cirugía, conocer médicos y evaluar presupuestos
En general me aconsejaban algo promedio, ni mucho ni poco, acorde a mi figura, pero yo estaba obstinada para tener las tetas más llamativas de la cuadra, del barrio, del mundo si era necesario, no me importaba disimular y que todos hablaran de mí, de la nada al todo, nadie tendría los pechos gloriosos que yo tenía en mente
Así nació la nueva Florencia, y tuve que acostumbrarme al cambio, a mi nueva figura y a convivir con dos cosas enormes del tamaño de mi cabeza, cómico, me olvidé de dormir boca abajo, me resultó difícil seguir jugando tenis porque esas cosas iban de un lado a otro y tuve que reaprender a mantener mi torso cubierto, ahora estaba en permanente peligro
Pero era feliz, y todo mejoró, los chicos volteaban al verme pasar y era centro de atención, y toda mi autoestima tocó cielo, tenía los machos más ricos y cuando cogía, todos se volvían locos con mis pechos saltarines
En cuatro años había perdido la cuenta de los hombres que habían pasado por mi cama y a los veintidós, Maira y yo planificamos una escapada a centro américa, su madre trabajaba como secretaria en una agencia de turismo y nos consiguió unas tarifas increíbles para pasar una semanita en Acapulco, que, si bien lo pagaríamos en cuotas con tarjeta de crédito, lo cierto es que los valores eran lógicos para nuestros bolsillos
No entraré en detalles de viajes, vuelos, hotel, paisajes, solo para no alargar en demasía la historia y para centrarme en lo jugoso de la misma, solo resaltar que para una argentina que nunca había salido de su país, Acapulco pareció el mismo paraíso
Maira y yo éramos jóvenes, inquietas y teníamos la inmortalidad de las veinteañeras, que decir, fiestas, borracheras, riendas sueltas para hacer en una semana todo lo que no se hace en una vida.
Miramos chicos con ojos que no deben mirarse, y si, los varones saben jugar sus cartas con chicas que solo quieren divertirse
En uno de los atardeceres se había programado una fiesta, cuando el sol cae, pero todavía calienta, cuando se debe lucir formal, pero pensar informal, cuando el límite entre el lujo del hotel con lo sexi de la arena de playa parece borrarse y obviamente era una posibilidad segura de 'atrapar presas' para que nos dieran placer
Ya nos habíamos duchado ambas, Maira había elegido un conjunto de pollera con partes transparentes y un top muy pequeño color crema, por mi parte, solo estaba en tanga, buceando entre toda mi ropa sin poder decidirme, un tanto cómico porque sentía la mirada de mi amiga clavada en mis tetas, ella siempre me había confesado su sana envidia por el tamaño y también su admiración por haberme animado a tanto.
Al fin encontré un vestido que me había comprado años atrás, uno amarillo flúor demasiado llamativo. Amaba ese vestido, aunque jamás me lo había estrenado, se pegaba al cuerpo de una manera única resaltando mis curvas, con un sensual tajo profundo por delante que subía peligrosamente hasta el límite de lo prohibido, unido con un cordel entrelazado. Pero eso era el detalle menos relevante, el problema venía en la parte superior donde el frente era todo abierto, por completo, enredándose en forma cruzada por mi cuello que servía de sostén a toda la parte frontal
Lo gracioso es que como dije, nunca me lo había estrenado, odiaba vérmelo puesto cuanto no tenía tetas, realmente me odiaba a mí misma, y luego de los implantes, bueno, se hacía demasiado pornográfico porque hasta mis pezones quedaban al borde se ser expuestos, y si me padre me hubiera visto al pobre le habría dado un ataque.
Me lo puse, di una vuelta, me miré al espejo y Maira me advirtió que tal vez fuera demasiado, a pesar de todo, y ciertamente lo dudé mucho, pero qué diablos, era ahora o nunca
Cuando bajamos ya todo estaba en ebullición, música, tragos, buena onda y, por cierto, mis tetas empezaron a atraer miradas del entorno
Entre trago y trago, pasó un chico, luego otro y otro más todo de charla solamente, nada más, hasta que Miguel Ángel apareció a mi lado, y flashee con él, bastante morrudo, corpulento por así decirlo, no era muy alto, al menos como a me hubiera gustado, cabellos y ojos oscuros con una barbilla rala de un par de días, digamos un corte de cabellos y barba muy actual, tenía un diminuto aro en una de sus orejas, con una camisa blanca ajustada a medio abrochar, un jean celeste un tanto descolorido y unas chancletas de playa que por cierto no eran compatibles con el resto y arruinaban toda la perfección que veían mis ojos
Pero no era solo lo físico, me había pegado fuerte su forma de ser, de hablar, su acento, cuando hablaba en forma acelerada no alcanzaba a comprender su castellano y empezaba a reírme, me contó un poco de su tierra y tomé un par de copas más para que sucediera lo que tenía que suceder
Me llevó a un sitio un tanto apartado, nos sentamos en un sillón y contemplamos el cielo que a esa altura mostraba ya la luna a un lado y un sinnúmero de estrellas poblándolo en un telón negro de fondo
Empezamos a besarnos y sus gruesos labios acapararon los míos, no tardó en llevar una de sus manos desde mi cintura a una de mis tetas para sobármela muy rico y bastaron un par de movimientos para que mi pezón puntiagudo quedara desnudo al medio del enorme escote, disimular sus dedos acariciándolo entre tanta gente me pareció por demás excitante y solo cerré mis ojos mientras lo besaba para olvidarme del entorno
Jugaba ese juego de seducción, en un sitio impropio, rodeada de desconocidos, una de mis tetas estaba por fuera del vestido y el se las ingeniaba pera cubrirme con su brazo y con su cuerpo, me sentí mojada como el propio mar que rompía en olas muy cerca de donde nosotros estábamos
Miguel Angel fue con su mano entre mis piernas y ahora me toqueteaba por debajo del vestido directamente sobre mi sexualidad y era notorio que ya no podía cubrir todo lo que sucedía, y no me incomodó verme en esa situación, donde mi intimidad era expuesta ante extraños
Sus dedos se deslizaron en lo profundo de mi conchita y empecé a contener gemidos, era demasiado
Le dije a Miquel Ángel si no prefería ir a su cuarto para estar más cómodos, porque yo compartía el mío con una amiga, también le dije que necesitaba pasar por uno de los baños a vaciar mi vejiga que parecía reventar en mi bajo vientre
Fuimos en camino, me dijo que me esperaba en la entrada y que por favor le regalara la tanga mojada que tenía puesta, como recuerdo, solo me sonreí
Así que oriné, y con cuidado me saqué la less blanca que cubría mi sexo, estaba empapada en jugos y me sentí la mas perra de la noche
Me lavé las manos y me aseguré que todo estuviera en su lugar, incluso a mis generosas tetas que habían sido acariciadas por varios minutos las tuve que acomodar frente al espejo para no verme tan zorra
Al salir con mi ropa interior encerrada en un puño y mi desnudez bajo el vestido, tendría menuda sorpresa, Miguel Ángel ahora lucía una camisa azul oscura, un jean blanco a las rodillas y zapatillas en el mismo tono, podría haber entendido que se cambiara de ropa por algún motivo, pero lo raro es que también se había afeitado el rostro, estaba lampiño y solo me quedé con cara de no entender
Miguel Ángel empezó a preguntarme que me pasaba, que estaba rara, y yo no podía, le pregunté por la ropa, por la barba y él me decía con cara de extrañado si acaso yo me sentía bien o si me había pasado de copas, me preguntó por la tanga, si le la iba a obsequiar o no, y solo me confundía
En un punto empezó a reírse a carcajadas y me hizo señas para que voltease, a mis espaldas estaba el verdadero Miguel Ángel y fue cuando me enteré de la presencia de Julio Cesar, su hermano gemelo
Había caído en la trampa y ciertamente me habían tomado por sorpresa
Y creo que la sorpresa se la llevaron ellos cuando les propuse de subir los tres al cuarto, había practicado algún que otro trío, pero siempre con otra chica, pero jamás con dos chicos, y Miguel Ángel me resultaba inevitablemente apuesto, y si había un hermano gemelo, mejor todavía
Antes que nada, buscamos infructuosamente a mi amiga quien seguramente ya estaría perdida en alguna cama, así que solo le avisé por mensaje que nos veríamos al día siguiente
Subimos por al ascensor aun manteniendo distancias, aunque yo me los hubiese tirado ahí mismo,
Ya en el cuarto, Julio Cesar sirvió unos tragos que a esa altura ya no me hacían falta y empezaron a jugar con palabras, sobre la forma que no había podido distinguir que en verdad eran dos personas diferentes, y palabra va palabra viene tenía uno sentado a mi derecha y otro a mi izquierda, y honestamente si no fuera por sus prendas y el tema de la barba solo eran dos gotas de agua
Julio Cesar propuso entonces el juego de las adivinanzas, trajo un pañuelo de seda muy perfumado y anudándolo por detrás de mi cabeza se aseguró de bloquearme la visión por completo
Uno me besó profundamente, y luego el otro, aún tenía memoria visual de los últimos instantes y pude diferenciarlos, además sentí del roce de los vellos de la barba de Miguel Ángel, pero segundos después estaba irremediablemente perdida, como una brújula que no encuentra el norte
Fiquei como se enchusparam as suas mãos com minhas tetas nuas e era muito rico, meus mamilos atentos e o desafio era adivinhar de quem eram essas mãos, pouco me importava, e só os pude distinguir quando Júlio César me lamia uma e Miguel Ângelo a outra, gemia como uma puta e eles com seu sotaque tão rico me deixavam saber
O estar privado da minha visão fez que eu me perdesse em pouco tempo, não tinha noção da localização, nem da situação, nem do que estavam fazendo
Sentí que entre os dois me tiravam o vestido com muito cuidado, ficando só sobre meus sapatos tacos altos, me senti nua diante deles, era emocionante pois não sabia o que esperar
Me levaram de joelhos, uma das mãos se enchusrou com minhas nádegas e senti então como me davam um oral rico, por meu culito, por meus lábios, por minha conchita completa, uma língua se enterrava em meu hueco e logo um par de dedos também, por um buraco e pelo outro, mas não tinha tempo demais para desfrutar esse jogo, pois o outro começava a me pegar na boca, muito fundo, notei o sabor da sua verga ao deslizar pela minha língua, a palpei cabeça, rica, e meus gemidos contidos se cruzavam com o jogo, pois eles continuavam no prazer de despistar-me para que eu não sabesse quem era quem
Depois o que estava atrás se levantou e me cravou toda até o fundo e começou a me pegar muito rico, me tomava pelas cadeiras e me pegava com vontade, ao ponto de perder a concentração na qual estava chupando e começar a gemir enquanto me acariciava o clitóris
Eles em seu sotaque tão sexual falavam de mim como a puta argentina, e eu gostava de sentir suas palavras
Meus lábios então sentiram um novo e profundo beijo antes de que mudassem, pude notar que quem me estava pegando vinha a se chupar, e o que estava na minha boca foi atrás, mas só essa vez me deu pelo cu
Me fazia muito rico, e ao tempo metia os dedos na concha para sentir no outro lado, entrando e saindo
De repente me Foram arrastreados em direção ao que entenderia mais tarde era a sala de dormir, eu seguia às cegas e só me deixava arrastar, mas subi sobre um colchão onde um homem me esperava para que o cavalgasse, apoiando minhas mãos sobre seu peito enquanto ele já me estava fazendo uma carícia rico e levé uma mão discretamente ao seu rosto para adivinar que era Miguel Ângelo quem estava embaixo, e obviamente seria Julio César quem viria atrás para dar-me um porrete no cu, não podia mais, amava nas minhas fantasias as penetrations duplas, sempre me havia intrigado, e agora tinha a primeira oportunidade para experimentá-la, diabos, sentir-se o preenchimento de um emparedado de machos era o prazer supremo, eles me tratavam de puta e eu gostava
Alguns pontos, Miguel Ângelo que não se cansava de me dar tapinhas nas tetas que bambolearam sobre seu peito, disse que tinha a concha tão grande que sua pija não alcançava para preencher, então o irmão dela tirou da minha bunda e a meteu junto à outra e senti que eles haviam me metido as duas pijas ao mesmo tempo na minha pobre conchita
Julio César, tomou um de meus braços e o levou para trás, conduzindo meus dedos ao meu cu, e enquanto eu tinha os dois machos à minha frente, meti um, dois, três e quatro dedos por detrás, forçando e forçando passou a palma completa atascando-se no caminho com o dedo gordo, mas era suficiente para enlouquecer aqueles venezuelanos e tocar o céu com as mãos, e comecei a agradecer no meu pensamento ao tamanho das minhas tetas e ao escote do meu vestido
Era tudo perfeito, duas pijas na concha, minha mão pelo cu, minhas enormes tetas atascadas entre ambos, meus gemidos e o meu clitóris fazendo curtos circuitos contra a pubis de Miguel Ângelo, meus gemidos cheios de orgasmos aqueciam, Julio César desde atrás me apertava suavemente a garganta e decidi que em algum ponto já era suficiente, não podia mais com tanto
Então tomei a iniciativa, me quitei a venda dos meus olhos e os fiz sair de onde estavam, fui ao chão e os levei um para cada lado, para que se masturbrassem sobre elas, eu gostava que os Homens terminaram sobre meus peitos e assim foi, começaram a acabar, esquerda, direita, mais um pouco até deixar essas montanhas com seus picos nevados
A leite pegajosa havia ficado sobre elas, em meu peito, em meu ventre, fiquei alguns minutos jogando com meus dedos sobre meus mamilos macios, eu me aquecia muito fazer isso, olhando-os para os olhos, levando essa leite de um lado a outro como se tratasse de uma pista de patinagem, e então estirar meus peitos até meus lábios para beijar meus próprios mamilos lubrificados com sêmen, achei que aos venezuelanos daria um ataque
A história havia terminado, eu me limpei um pouco com uma toalha, o suficiente para passar despercebida, pus-me o vestido e voltei ao meu quarto, onde Maira ainda não chegava e provavelmente ainda estava fazendo suas coisas
Me dei uma ducha com água tibia e justamente quando ia para a cama senti chegar minha amiga, nos quedamos conversando sobre nossos pecados até que o sono nos vencesse
Não muito mais de nosso viagem em Cancún, cruzei os gemelos um par de vezes no hotel e na praia, mas já estava, não havia mais por fazer, e em alguns dias o avião me levaria de volta para meu querido país
Foi uma das últimas e melhores experiências, com o correr do tempo meus peitos começaram a complicar minha existência, o sobrepeso que eu carregava começava a me incomodar na coluna e em um controle ginecológico de rotina me advertiram que havia algum tipo de problemas com um dos implantes.
Já era uma mulher madura e os dias de loucura haviam passado, eu havia cortado o cabelo e estava por assim dizer, muito mais decente, não me acostava mais com quem quer que se cruzasse em meu caminho e decidi mudar minha imagem, não seria a chata da infância nem tampouco a inflada dos anos loucos, algo intermediário, discreto, harmônico com minha figura, como todos me haviam sugerido alguma vez
E assim cruzaria nesses dias pelo que é hoje meu esposo, um homem de negócios com quem sou muito feliz
Já é hora, Bianca está saindo, terminei de arrumar as coisas na mesa Do bar, eu coloco o saco para o frio externo e me encaminho ainda pensando no que foi, belos recordações.
Apenas me resta uma foto guardada por lá, uma foto casual que Maira havia tirado de mim, usando aquele vestido horrível exibindo uns seios pornográficos, é parte de um passado que eu sinto falta um pouco, mas é só isso, passado
Se você gostou desta história, pode escrever para mim com o título UM VESTIDO INDECENTE em dulces.placeres@live.com
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UN VESTIDO INDECENTE
Bebo un sorbo más de mi taza de café, el iPhone descansa sobre la pequeña mesa del bar y tengo varios mensajes por ver, me apuro a cerrar temas en mi agenda, en mi notebook, y ya dejo el dinero de lo que consumí para ganar tiempo, la rutina se repite como cada día, miro la hora una vez más, aún falta, levanto la vista y observo al otro lado de la calle, los padres de los niños poco a poco se arremolinan frente al jardín de infantes alemán, las puertas aún están cerradas, y sé que entre todas esas diminutas criaturas, mi amada Bianca aparecerá con su sonrisa marcada y sus hoyuelos en esos cachetones que me enamoran
Tendré que llevarla a casa, con Aida, nuestra niñera, es que mi esposo es un hombre de negocios y vive con ocupaciones, y por mi parte, en esta tarde me tocará una reunión con el fiscal de distrito y luego varias tareas legales de mi ajetreada ocupación
Me miro a mí misma, enfundada en costosos trajecitos de mujer ejecutiva, con las uñas esculpidas y un coche importado esperándome en la acera, parece increíble, pertenecer a la alta sociedad jamás había estado en mis planes, pero las cosas solo se dieron. Respiro con cadencia y mi tórax se inflama por el ingreso del aire, y sin quererlo mis ojos se dirigen hacia abajo, entre mi camisa, por donde asoman tímidamente el nacimiento de mis pechos, ni tan grandes ni tan pequeños, me río, no puedo evitar volver al pasado y solo recordar...
Tenía apenas quince años, plena adolescencia, aun no era rubia, pero vivía con todas las hormonas alteradas, y si bien era una chica bonita y llamativa, vivía con un complejo terrible por el tamaño de mis pechos, era 'tan tabla' como los chicos varones de mi edad, un lindo rostro, un buen culo y unas ricas piernas se iban a la basura por no tener tetas acordes.
Les dije a mis padres que no quería una fiesta de quince años, ni un viaje a Disney, ese dinero lo quería para hacerme unos implantes, recuerdo que lo discutimos mucho porque yo aún era menor y ellos decían que mi cuerpo aún tenía mucho por desarrollar, pero siempre fui terca y cuando se me ponía algo entre ceja y ceja no había forma de hacerme recular.
Pero también era cierta la postura de mis padres, y si bien no pude inclinar la balanza a mi lado, al menos pudimos acordar, ellos guardarían el dinero en una cuenta bancaria hasta mis dieciocho, y ahí podría tomar la decisión
Claro, ellos pensaron que, ya siendo más madura, con el tiempo cambiaría mi parecer, pero en verdad tres años después seguía tan tabla y más acomplejada que de costumbre, miraba con envidia a las chicas de mi edad que tenían más tetas que yo, amigas, vecinas, mujeres corrientes y hasta incluso mi hermana menor ya tenía unas tetitas sugerentes, claro, todas tenían más que yo y odiaba mi cuerpo en esos días
Maira, mi mejor amiga estaba al corriente de todo, y fue ella quien me acompañó en confianza a varias clínicas para asesorarme sobre la cirugía, conocer médicos y evaluar presupuestos
En general me aconsejaban algo promedio, ni mucho ni poco, acorde a mi figura, pero yo estaba obstinada para tener las tetas más llamativas de la cuadra, del barrio, del mundo si era necesario, no me importaba disimular y que todos hablaran de mí, de la nada al todo, nadie tendría los pechos gloriosos que yo tenía en mente
Así nació la nueva Florencia, y tuve que acostumbrarme al cambio, a mi nueva figura y a convivir con dos cosas enormes del tamaño de mi cabeza, cómico, me olvidé de dormir boca abajo, me resultó difícil seguir jugando tenis porque esas cosas iban de un lado a otro y tuve que reaprender a mantener mi torso cubierto, ahora estaba en permanente peligro
Pero era feliz, y todo mejoró, los chicos volteaban al verme pasar y era centro de atención, y toda mi autoestima tocó cielo, tenía los machos más ricos y cuando cogía, todos se volvían locos con mis pechos saltarines
En cuatro años había perdido la cuenta de los hombres que habían pasado por mi cama y a los veintidós, Maira y yo planificamos una escapada a centro américa, su madre trabajaba como secretaria en una agencia de turismo y nos consiguió unas tarifas increíbles para pasar una semanita en Acapulco, que, si bien lo pagaríamos en cuotas con tarjeta de crédito, lo cierto es que los valores eran lógicos para nuestros bolsillos
No entraré en detalles de viajes, vuelos, hotel, paisajes, solo para no alargar en demasía la historia y para centrarme en lo jugoso de la misma, solo resaltar que para una argentina que nunca había salido de su país, Acapulco pareció el mismo paraíso
Maira y yo éramos jóvenes, inquietas y teníamos la inmortalidad de las veinteañeras, que decir, fiestas, borracheras, riendas sueltas para hacer en una semana todo lo que no se hace en una vida.
Miramos chicos con ojos que no deben mirarse, y si, los varones saben jugar sus cartas con chicas que solo quieren divertirse
En uno de los atardeceres se había programado una fiesta, cuando el sol cae, pero todavía calienta, cuando se debe lucir formal, pero pensar informal, cuando el límite entre el lujo del hotel con lo sexi de la arena de playa parece borrarse y obviamente era una posibilidad segura de 'atrapar presas' para que nos dieran placer
Ya nos habíamos duchado ambas, Maira había elegido un conjunto de pollera con partes transparentes y un top muy pequeño color crema, por mi parte, solo estaba en tanga, buceando entre toda mi ropa sin poder decidirme, un tanto cómico porque sentía la mirada de mi amiga clavada en mis tetas, ella siempre me había confesado su sana envidia por el tamaño y también su admiración por haberme animado a tanto.
Al fin encontré un vestido que me había comprado años atrás, uno amarillo flúor demasiado llamativo. Amaba ese vestido, aunque jamás me lo había estrenado, se pegaba al cuerpo de una manera única resaltando mis curvas, con un sensual tajo profundo por delante que subía peligrosamente hasta el límite de lo prohibido, unido con un cordel entrelazado. Pero eso era el detalle menos relevante, el problema venía en la parte superior donde el frente era todo abierto, por completo, enredándose en forma cruzada por mi cuello que servía de sostén a toda la parte frontal
Lo gracioso es que como dije, nunca me lo había estrenado, odiaba vérmelo puesto cuanto no tenía tetas, realmente me odiaba a mí misma, y luego de los implantes, bueno, se hacía demasiado pornográfico porque hasta mis pezones quedaban al borde se ser expuestos, y si me padre me hubiera visto al pobre le habría dado un ataque.
Me lo puse, di una vuelta, me miré al espejo y Maira me advirtió que tal vez fuera demasiado, a pesar de todo, y ciertamente lo dudé mucho, pero qué diablos, era ahora o nunca
Cuando bajamos ya todo estaba en ebullición, música, tragos, buena onda y, por cierto, mis tetas empezaron a atraer miradas del entorno
Entre trago y trago, pasó un chico, luego otro y otro más todo de charla solamente, nada más, hasta que Miguel Ángel apareció a mi lado, y flashee con él, bastante morrudo, corpulento por así decirlo, no era muy alto, al menos como a me hubiera gustado, cabellos y ojos oscuros con una barbilla rala de un par de días, digamos un corte de cabellos y barba muy actual, tenía un diminuto aro en una de sus orejas, con una camisa blanca ajustada a medio abrochar, un jean celeste un tanto descolorido y unas chancletas de playa que por cierto no eran compatibles con el resto y arruinaban toda la perfección que veían mis ojos
Pero no era solo lo físico, me había pegado fuerte su forma de ser, de hablar, su acento, cuando hablaba en forma acelerada no alcanzaba a comprender su castellano y empezaba a reírme, me contó un poco de su tierra y tomé un par de copas más para que sucediera lo que tenía que suceder
Me llevó a un sitio un tanto apartado, nos sentamos en un sillón y contemplamos el cielo que a esa altura mostraba ya la luna a un lado y un sinnúmero de estrellas poblándolo en un telón negro de fondo
Empezamos a besarnos y sus gruesos labios acapararon los míos, no tardó en llevar una de sus manos desde mi cintura a una de mis tetas para sobármela muy rico y bastaron un par de movimientos para que mi pezón puntiagudo quedara desnudo al medio del enorme escote, disimular sus dedos acariciándolo entre tanta gente me pareció por demás excitante y solo cerré mis ojos mientras lo besaba para olvidarme del entorno
Jugaba ese juego de seducción, en un sitio impropio, rodeada de desconocidos, una de mis tetas estaba por fuera del vestido y el se las ingeniaba pera cubrirme con su brazo y con su cuerpo, me sentí mojada como el propio mar que rompía en olas muy cerca de donde nosotros estábamos
Miguel Angel fue con su mano entre mis piernas y ahora me toqueteaba por debajo del vestido directamente sobre mi sexualidad y era notorio que ya no podía cubrir todo lo que sucedía, y no me incomodó verme en esa situación, donde mi intimidad era expuesta ante extraños
Sus dedos se deslizaron en lo profundo de mi conchita y empecé a contener gemidos, era demasiado
Le dije a Miquel Ángel si no prefería ir a su cuarto para estar más cómodos, porque yo compartía el mío con una amiga, también le dije que necesitaba pasar por uno de los baños a vaciar mi vejiga que parecía reventar en mi bajo vientre
Fuimos en camino, me dijo que me esperaba en la entrada y que por favor le regalara la tanga mojada que tenía puesta, como recuerdo, solo me sonreí
Así que oriné, y con cuidado me saqué la less blanca que cubría mi sexo, estaba empapada en jugos y me sentí la mas perra de la noche
Me lavé las manos y me aseguré que todo estuviera en su lugar, incluso a mis generosas tetas que habían sido acariciadas por varios minutos las tuve que acomodar frente al espejo para no verme tan zorra
Al salir con mi ropa interior encerrada en un puño y mi desnudez bajo el vestido, tendría menuda sorpresa, Miguel Ángel ahora lucía una camisa azul oscura, un jean blanco a las rodillas y zapatillas en el mismo tono, podría haber entendido que se cambiara de ropa por algún motivo, pero lo raro es que también se había afeitado el rostro, estaba lampiño y solo me quedé con cara de no entender
Miguel Ángel empezó a preguntarme que me pasaba, que estaba rara, y yo no podía, le pregunté por la ropa, por la barba y él me decía con cara de extrañado si acaso yo me sentía bien o si me había pasado de copas, me preguntó por la tanga, si le la iba a obsequiar o no, y solo me confundía
En un punto empezó a reírse a carcajadas y me hizo señas para que voltease, a mis espaldas estaba el verdadero Miguel Ángel y fue cuando me enteré de la presencia de Julio Cesar, su hermano gemelo
Había caído en la trampa y ciertamente me habían tomado por sorpresa
Y creo que la sorpresa se la llevaron ellos cuando les propuse de subir los tres al cuarto, había practicado algún que otro trío, pero siempre con otra chica, pero jamás con dos chicos, y Miguel Ángel me resultaba inevitablemente apuesto, y si había un hermano gemelo, mejor todavía
Antes que nada, buscamos infructuosamente a mi amiga quien seguramente ya estaría perdida en alguna cama, así que solo le avisé por mensaje que nos veríamos al día siguiente
Subimos por al ascensor aun manteniendo distancias, aunque yo me los hubiese tirado ahí mismo,
Ya en el cuarto, Julio Cesar sirvió unos tragos que a esa altura ya no me hacían falta y empezaron a jugar con palabras, sobre la forma que no había podido distinguir que en verdad eran dos personas diferentes, y palabra va palabra viene tenía uno sentado a mi derecha y otro a mi izquierda, y honestamente si no fuera por sus prendas y el tema de la barba solo eran dos gotas de agua
Julio Cesar propuso entonces el juego de las adivinanzas, trajo un pañuelo de seda muy perfumado y anudándolo por detrás de mi cabeza se aseguró de bloquearme la visión por completo
Uno me besó profundamente, y luego el otro, aún tenía memoria visual de los últimos instantes y pude diferenciarlos, además sentí del roce de los vellos de la barba de Miguel Ángel, pero segundos después estaba irremediablemente perdida, como una brújula que no encuentra el norte
Fiquei como se enchusparam as suas mãos com minhas tetas nuas e era muito rico, meus mamilos atentos e o desafio era adivinhar de quem eram essas mãos, pouco me importava, e só os pude distinguir quando Júlio César me lamia uma e Miguel Ângelo a outra, gemia como uma puta e eles com seu sotaque tão rico me deixavam saber
O estar privado da minha visão fez que eu me perdesse em pouco tempo, não tinha noção da localização, nem da situação, nem do que estavam fazendo
Sentí que entre os dois me tiravam o vestido com muito cuidado, ficando só sobre meus sapatos tacos altos, me senti nua diante deles, era emocionante pois não sabia o que esperar
Me levaram de joelhos, uma das mãos se enchusrou com minhas nádegas e senti então como me davam um oral rico, por meu culito, por meus lábios, por minha conchita completa, uma língua se enterrava em meu hueco e logo um par de dedos também, por um buraco e pelo outro, mas não tinha tempo demais para desfrutar esse jogo, pois o outro começava a me pegar na boca, muito fundo, notei o sabor da sua verga ao deslizar pela minha língua, a palpei cabeça, rica, e meus gemidos contidos se cruzavam com o jogo, pois eles continuavam no prazer de despistar-me para que eu não sabesse quem era quem
Depois o que estava atrás se levantou e me cravou toda até o fundo e começou a me pegar muito rico, me tomava pelas cadeiras e me pegava com vontade, ao ponto de perder a concentração na qual estava chupando e começar a gemir enquanto me acariciava o clitóris
Eles em seu sotaque tão sexual falavam de mim como a puta argentina, e eu gostava de sentir suas palavras
Meus lábios então sentiram um novo e profundo beijo antes de que mudassem, pude notar que quem me estava pegando vinha a se chupar, e o que estava na minha boca foi atrás, mas só essa vez me deu pelo cu
Me fazia muito rico, e ao tempo metia os dedos na concha para sentir no outro lado, entrando e saindo
De repente me Foram arrastreados em direção ao que entenderia mais tarde era a sala de dormir, eu seguia às cegas e só me deixava arrastar, mas subi sobre um colchão onde um homem me esperava para que o cavalgasse, apoiando minhas mãos sobre seu peito enquanto ele já me estava fazendo uma carícia rico e levé uma mão discretamente ao seu rosto para adivinar que era Miguel Ângelo quem estava embaixo, e obviamente seria Julio César quem viria atrás para dar-me um porrete no cu, não podia mais, amava nas minhas fantasias as penetrations duplas, sempre me havia intrigado, e agora tinha a primeira oportunidade para experimentá-la, diabos, sentir-se o preenchimento de um emparedado de machos era o prazer supremo, eles me tratavam de puta e eu gostava
Alguns pontos, Miguel Ângelo que não se cansava de me dar tapinhas nas tetas que bambolearam sobre seu peito, disse que tinha a concha tão grande que sua pija não alcançava para preencher, então o irmão dela tirou da minha bunda e a meteu junto à outra e senti que eles haviam me metido as duas pijas ao mesmo tempo na minha pobre conchita
Julio César, tomou um de meus braços e o levou para trás, conduzindo meus dedos ao meu cu, e enquanto eu tinha os dois machos à minha frente, meti um, dois, três e quatro dedos por detrás, forçando e forçando passou a palma completa atascando-se no caminho com o dedo gordo, mas era suficiente para enlouquecer aqueles venezuelanos e tocar o céu com as mãos, e comecei a agradecer no meu pensamento ao tamanho das minhas tetas e ao escote do meu vestido
Era tudo perfeito, duas pijas na concha, minha mão pelo cu, minhas enormes tetas atascadas entre ambos, meus gemidos e o meu clitóris fazendo curtos circuitos contra a pubis de Miguel Ângelo, meus gemidos cheios de orgasmos aqueciam, Julio César desde atrás me apertava suavemente a garganta e decidi que em algum ponto já era suficiente, não podia mais com tanto
Então tomei a iniciativa, me quitei a venda dos meus olhos e os fiz sair de onde estavam, fui ao chão e os levei um para cada lado, para que se masturbrassem sobre elas, eu gostava que os Homens terminaram sobre meus peitos e assim foi, começaram a acabar, esquerda, direita, mais um pouco até deixar essas montanhas com seus picos nevados
A leite pegajosa havia ficado sobre elas, em meu peito, em meu ventre, fiquei alguns minutos jogando com meus dedos sobre meus mamilos macios, eu me aquecia muito fazer isso, olhando-os para os olhos, levando essa leite de um lado a outro como se tratasse de uma pista de patinagem, e então estirar meus peitos até meus lábios para beijar meus próprios mamilos lubrificados com sêmen, achei que aos venezuelanos daria um ataque
A história havia terminado, eu me limpei um pouco com uma toalha, o suficiente para passar despercebida, pus-me o vestido e voltei ao meu quarto, onde Maira ainda não chegava e provavelmente ainda estava fazendo suas coisas
Me dei uma ducha com água tibia e justamente quando ia para a cama senti chegar minha amiga, nos quedamos conversando sobre nossos pecados até que o sono nos vencesse
Não muito mais de nosso viagem em Cancún, cruzei os gemelos um par de vezes no hotel e na praia, mas já estava, não havia mais por fazer, e em alguns dias o avião me levaria de volta para meu querido país
Foi uma das últimas e melhores experiências, com o correr do tempo meus peitos começaram a complicar minha existência, o sobrepeso que eu carregava começava a me incomodar na coluna e em um controle ginecológico de rotina me advertiram que havia algum tipo de problemas com um dos implantes.
Já era uma mulher madura e os dias de loucura haviam passado, eu havia cortado o cabelo e estava por assim dizer, muito mais decente, não me acostava mais com quem quer que se cruzasse em meu caminho e decidi mudar minha imagem, não seria a chata da infância nem tampouco a inflada dos anos loucos, algo intermediário, discreto, harmônico com minha figura, como todos me haviam sugerido alguma vez
E assim cruzaria nesses dias pelo que é hoje meu esposo, um homem de negócios com quem sou muito feliz
Já é hora, Bianca está saindo, terminei de arrumar as coisas na mesa Do bar, eu coloco o saco para o frio externo e me encaminho ainda pensando no que foi, belos recordações.
Apenas me resta uma foto guardada por lá, uma foto casual que Maira havia tirado de mim, usando aquele vestido horrível exibindo uns seios pornográficos, é parte de um passado que eu sinto falta um pouco, mas é só isso, passado
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0 comentários - Um vestido imoral