RELATO PERSONALIZADO PARA http://www.poringa.net/Fol53
Esa noche, Tom estaba distinto.
Callado.
Tenso.
Con la cabeza en otra parte.
En el sillón.
En el cuarto.
En lo que imaginaba que había pasado.
Mari lo notó.
Y no dijo nada.
Solo se metió en la cama desnuda, sin corpiño, sin bombacha…
y se acostó boca arriba, con las piernas apenas abiertas.
Tom la miró.
Se subió encima sin una palabra.
Le metió la pija despacio, pero firme.
Y ella gimió bajito, como si se estuviera preparando.
Como si supiera que esa noche no iban a hablar.
Iban a desahogarse.
Pero a mitad del polvo, cuando él la tenía bien abierta, con las manos en sus caderas, la voz entrecortada y los celos latiéndole en la garganta, Mari lo miró.
Directo.
Sin anestesia.
Y lo soltó.
—¿Querés saber la verdad?
Tom no frenó.
Solo la apretó más fuerte.
—Fue Hernán.
Él se endureció más.
—Entró cuando me quedé dormida.
Me tocó.
Me lamió.
Y cuando abrí los ojos… no lo frené.
Tom apretó la mandíbula.
—¿Te lo cogiste?
—No.
Me cogió él.
Y yo me dejé.
Toda.
Sin culpa.
Y me acabé como una puta.
Tom gimió.
Le metió la pija más profundo.
—¿Te acabó adentro?
—Sí.
Y no me limpié.
Volví a casa con la leche de él…
todavía caliente.
Tom no pudo más.
Se la cogió con furia.
Con celos.
Con amor.
Y con la perversión de saber que ella ya no era solo suya.
Y que lo había disfrutado.
—Decime algo más —le dijo, jadeando.
—Cuando me garchabas el sábado…
todavía tenía su olor.
Y vos…
me agradecías por portarme bien.
Tom acabó con un gemido profundo.
Adentro.
Temblando.
Y sabiendo que ya no había vuelta atrás.
Porque esa noche, su mujer se convirtió en su diosa…
y en su puta.
Todo en una.
Esa noche, Tom estaba distinto.
Callado.
Tenso.
Con la cabeza en otra parte.
En el sillón.
En el cuarto.
En lo que imaginaba que había pasado.
Mari lo notó.
Y no dijo nada.
Solo se metió en la cama desnuda, sin corpiño, sin bombacha…
y se acostó boca arriba, con las piernas apenas abiertas.
Tom la miró.
Se subió encima sin una palabra.
Le metió la pija despacio, pero firme.
Y ella gimió bajito, como si se estuviera preparando.
Como si supiera que esa noche no iban a hablar.
Iban a desahogarse.
Pero a mitad del polvo, cuando él la tenía bien abierta, con las manos en sus caderas, la voz entrecortada y los celos latiéndole en la garganta, Mari lo miró.
Directo.
Sin anestesia.
Y lo soltó.
—¿Querés saber la verdad?
Tom no frenó.
Solo la apretó más fuerte.
—Fue Hernán.
Él se endureció más.
—Entró cuando me quedé dormida.
Me tocó.
Me lamió.
Y cuando abrí los ojos… no lo frené.
Tom apretó la mandíbula.
—¿Te lo cogiste?
—No.
Me cogió él.
Y yo me dejé.
Toda.
Sin culpa.
Y me acabé como una puta.
Tom gimió.
Le metió la pija más profundo.
—¿Te acabó adentro?
—Sí.
Y no me limpié.
Volví a casa con la leche de él…
todavía caliente.
Tom no pudo más.
Se la cogió con furia.
Con celos.
Con amor.
Y con la perversión de saber que ella ya no era solo suya.
Y que lo había disfrutado.
—Decime algo más —le dijo, jadeando.
—Cuando me garchabas el sábado…
todavía tenía su olor.
Y vos…
me agradecías por portarme bien.
Tom acabó con un gemido profundo.
Adentro.
Temblando.
Y sabiendo que ya no había vuelta atrás.
Porque esa noche, su mujer se convirtió en su diosa…
y en su puta.
Todo en una.
1 comentários - Relato para otro cornudo seguidor (parte 4)