Después de aquella primera noche juntos y contra todo pronóstico pasarían un montón de años antes de volver a vernos. La vida de Gina y la mía tomaron diferentes carriles. El tiempo en que no nos vimos se convirtió en una eterna comparación, en cada mujer con la que estuve lo único que hice fue buscarla. Varios años duró está situación, empezar a pensar en ella de piernas abiertas en el asiento del falcón y terminar tocando mi cuerpo, fue moneda corriente, la llegada de las redes sociales cambio radicalmente la situación.
Facebook se empezaba a masificar y con ello las posibilidades de reencontrarnos aumentaron. Una foto suya en la sección de personas que quizás conozcas fue suficiente, para reavivar el fuego y hacerme temblar los cimientos. No sé cuántas veces revise su perfil, mirando sus fotos y buscando valor para escribirle. Ella seguía tan cogible como siempre. Al fin le escribí, un mensaje con más esperanza que otra cosa. El mensaje decía algo así: Hola Gina, más allá de los años pasados nunca deje de pensar en vos, espero que la vida te haya tratado bien. Capaz podríamos vernos en algún momento para conversar un poco.
Después de eso, días interminables del más absoluto silencio, el mensaje en el chat seguía con el visto y la respuesta no aparecía, hasta que semanas o quizás meses después una notificación apareció en mi muro, era un mensaje de Gina, solo decía, –el jueves en el parque que está frente a los cuernos de batlle a las 19–, ni una palabra más.
Prácticamente conté cada minuto que pasó hasta llegar al momento señalado y allí estuve. Desde el banco del parque en el que estaba sentado esperando la vi venir y perdí el aliento, venía vestida de uniforme, un pantalón de vestir negro bien finito, camisa blanca con dos botones desprendidos y saco largo que le tapaba la cola.
Lo primero fue darnos un largo y sentido abrazo, sentir sus tetas presionando mi pecho me erizo la piel. Te extrañe le dije mientras la besaba en la mejilla, sus manos me tomaron de la nuca y me miró detenidamente a los ojos, en lo profundo de su mirada sentí que lo que estaba por pasar iba a ser intenso. Sin pronunciar todavía palabra alguna me comió la boca, ni lerdo ni perezoso baje mis manos que aún seguían en su espalda para tocarle las nalgas y apretarla contra mí, mientras nuestras lenguas se exploraban apasionadamente, ajenos por completo a lo que pasaba en el parque, le metí una mano por adentro del pantalón, y para mí grata sorpresa no llevaba ropa interior.
Es este punto ya no nos besábamos pero seguíamos en la misma posición, yo la apretaba todo lo que podía contra mí para asegurarme que sintiera lo dura que estaba mi pija, mientras con una mano la apretaba la otra seguía adentro de su pantalón, le acariciaba las nalgas y suavemente deslizaba los dedos para llegar los más abajo que podía. Gina había empezado a gemir en mi oído y yo enloquecía, –acá a un par de cuadras hay un hotel– me dijo, bueno vamos, le contesté o te voy a terminar cogiendo acá nomás, una expresión atrevida apareció en su cara, con el tiempo entendería que coger en cualquier lado no era un problema para ella.
El trayecto hacia el hotel fue corto y lo hicimos sin hablar, yo manejaba la moto y ella me apoyaba lo más que podía, sentía su cuerpo caliente contra el mío. Ya en la habitación, me di vuelta a pasar el seguro a la puerta y al volver ella saltó y se me colgó del cuello mientras me envolvía con sus piernas, cómo pude la apoye contra la pared y nos besamos desesperadamente, el pantalón finito de su uniforme me permitía sentir su concha como si no estuviera vestida, con un esfuerzo más camine hasta el borde de la cama, me agache un poquito y la dejé caer mientras como podía me sacaba la ropa.
Gina por el contrario se desvistió super lento, primero se desprendió uno a uno los botones de su camisa blanca dejando al descubierto un corpiño también blanco y unas tetas voluminosas que hacían fuerza para salir, después siguió con el pantalón, lo desprendió y bajó un poquito, levantó la cola y me hizo una indicación para que la ayudara, Yo le saque los zapatos y tire de su pantalón, a medida que bajaba quedó al descubierto su concha depilada por completo y totalmente mojada. Creo que fue instintivo querer bajar mi cabeza pero me detuvo en seco, –quiero que me cojas primero– no me lo tuvo que repetir, así como estaba abrió un poco más las piernas me puse entre ellas y la penetre, mientras le chupaba las tetas, los pezones super duros no me permitían hacer otra cosa.
Después de estar así unos minutos me empujó hacia atrás para que saliera y se dió vuelta, por un instante nos quedamos así los dos de rodillas ella recostada contra mí y yo desde atrás tomándole las tetas, giró la cabeza y nos besamos. Cortó el beso para ponerse en cuatro, la mire un momento como fijando el recuerdo y la penetre despacio, comencé a embestirla suavemente, ella gemía intensamente invitandome a aumentar el ritmo, mientras seguíamos en ese delicioso vaivén se inclinó hacia adelante para sacarme de su interior, con su mano tomó mi pija empapada con sus líquidos y comenzó a pasarsela por el culo varias veces hizo lo mismo hasta que quedó bien lubricado, yo no me movía, la dejaba hacer, mientras en mi cabeza pensaba en cuántas veces había soñado con ese momento, desde el primer día que la había visto subir aquella escalera... Continúa
Facebook se empezaba a masificar y con ello las posibilidades de reencontrarnos aumentaron. Una foto suya en la sección de personas que quizás conozcas fue suficiente, para reavivar el fuego y hacerme temblar los cimientos. No sé cuántas veces revise su perfil, mirando sus fotos y buscando valor para escribirle. Ella seguía tan cogible como siempre. Al fin le escribí, un mensaje con más esperanza que otra cosa. El mensaje decía algo así: Hola Gina, más allá de los años pasados nunca deje de pensar en vos, espero que la vida te haya tratado bien. Capaz podríamos vernos en algún momento para conversar un poco.
Después de eso, días interminables del más absoluto silencio, el mensaje en el chat seguía con el visto y la respuesta no aparecía, hasta que semanas o quizás meses después una notificación apareció en mi muro, era un mensaje de Gina, solo decía, –el jueves en el parque que está frente a los cuernos de batlle a las 19–, ni una palabra más.
Prácticamente conté cada minuto que pasó hasta llegar al momento señalado y allí estuve. Desde el banco del parque en el que estaba sentado esperando la vi venir y perdí el aliento, venía vestida de uniforme, un pantalón de vestir negro bien finito, camisa blanca con dos botones desprendidos y saco largo que le tapaba la cola.
Lo primero fue darnos un largo y sentido abrazo, sentir sus tetas presionando mi pecho me erizo la piel. Te extrañe le dije mientras la besaba en la mejilla, sus manos me tomaron de la nuca y me miró detenidamente a los ojos, en lo profundo de su mirada sentí que lo que estaba por pasar iba a ser intenso. Sin pronunciar todavía palabra alguna me comió la boca, ni lerdo ni perezoso baje mis manos que aún seguían en su espalda para tocarle las nalgas y apretarla contra mí, mientras nuestras lenguas se exploraban apasionadamente, ajenos por completo a lo que pasaba en el parque, le metí una mano por adentro del pantalón, y para mí grata sorpresa no llevaba ropa interior.
Es este punto ya no nos besábamos pero seguíamos en la misma posición, yo la apretaba todo lo que podía contra mí para asegurarme que sintiera lo dura que estaba mi pija, mientras con una mano la apretaba la otra seguía adentro de su pantalón, le acariciaba las nalgas y suavemente deslizaba los dedos para llegar los más abajo que podía. Gina había empezado a gemir en mi oído y yo enloquecía, –acá a un par de cuadras hay un hotel– me dijo, bueno vamos, le contesté o te voy a terminar cogiendo acá nomás, una expresión atrevida apareció en su cara, con el tiempo entendería que coger en cualquier lado no era un problema para ella.
El trayecto hacia el hotel fue corto y lo hicimos sin hablar, yo manejaba la moto y ella me apoyaba lo más que podía, sentía su cuerpo caliente contra el mío. Ya en la habitación, me di vuelta a pasar el seguro a la puerta y al volver ella saltó y se me colgó del cuello mientras me envolvía con sus piernas, cómo pude la apoye contra la pared y nos besamos desesperadamente, el pantalón finito de su uniforme me permitía sentir su concha como si no estuviera vestida, con un esfuerzo más camine hasta el borde de la cama, me agache un poquito y la dejé caer mientras como podía me sacaba la ropa.
Gina por el contrario se desvistió super lento, primero se desprendió uno a uno los botones de su camisa blanca dejando al descubierto un corpiño también blanco y unas tetas voluminosas que hacían fuerza para salir, después siguió con el pantalón, lo desprendió y bajó un poquito, levantó la cola y me hizo una indicación para que la ayudara, Yo le saque los zapatos y tire de su pantalón, a medida que bajaba quedó al descubierto su concha depilada por completo y totalmente mojada. Creo que fue instintivo querer bajar mi cabeza pero me detuvo en seco, –quiero que me cojas primero– no me lo tuvo que repetir, así como estaba abrió un poco más las piernas me puse entre ellas y la penetre, mientras le chupaba las tetas, los pezones super duros no me permitían hacer otra cosa.
Después de estar así unos minutos me empujó hacia atrás para que saliera y se dió vuelta, por un instante nos quedamos así los dos de rodillas ella recostada contra mí y yo desde atrás tomándole las tetas, giró la cabeza y nos besamos. Cortó el beso para ponerse en cuatro, la mire un momento como fijando el recuerdo y la penetre despacio, comencé a embestirla suavemente, ella gemía intensamente invitandome a aumentar el ritmo, mientras seguíamos en ese delicioso vaivén se inclinó hacia adelante para sacarme de su interior, con su mano tomó mi pija empapada con sus líquidos y comenzó a pasarsela por el culo varias veces hizo lo mismo hasta que quedó bien lubricado, yo no me movía, la dejaba hacer, mientras en mi cabeza pensaba en cuántas veces había soñado con ese momento, desde el primer día que la había visto subir aquella escalera... Continúa
0 comentários - Gina (parte 2)