PEDRO
-Finalmente Teresa. Estaba para venir a buscarte.
-Lo siento tesoro pero padre Eugenio tenía algo importante que decirme.
-A propósito, donde esta? La misa tenía que haber comenzado media hora atrás.
-Oh, creo que se sintió mal. Dolor de estómago.
El chico escuchaba sus padres conversar pero él estaba más concentrado en buscar a Marcelo con la vista.
Poco después padre Eugenio salió a dar la misa pero era obvio que algo lo turbaba. No hablaba como lo hacía normalmente. Parecía distraído, sin energías, sin convicción y Pedro no fue el único que lo notó porque al terminar mucha gente fue ande él a pedirle si estaba bien. Justo cuando el chico estaba acercándose al viejo se dio cuenta que el bully estaba ahí, a su lado, con una mano sobre su espalda diciéndole algo a su oreja. Las piernas del chico temblaban del miedo mientras sus pies no se movían de donde estaba como una estatua. Parte de él quería escapar , salir corriendo y andar a refugiarse detrás de su mamá como cuando era un niño pero su cuerpo no le respondía, el miedo era demasiado. Por lo que lograba ver se dio cuenta que también padre Eugenio parecía turbado por la presencia de Marcelo que seguía apretándole la espalda esta vez con fuerza. Lo único que podía esperar era no ser notado, como si quedarse quieto lo volviera invisible pero no fue así porque apenas terminó de hacer ese pensamiento la persona en su delante se alejó dejándolo justo frente a los dos.
-Pedrito! Estábamos justo hablando de ti jaja.
Dice Marcelo con una sonrisa muy preocupante.
-Ho…hola
Es lo único que logró salir de la boca de Pedro.
-Ven aquí hijo, tengo que hablar contigo.
Dice al fin padre Eugenio con un tono tranquilizador.
-Padre Eugenio, que…que esta pasando?
-Esta tranquilo pequeño. Se lo que te turba pero estoy aquí para asegurarte que no es como piensas. Este joven a mi lado es Marcelo y si, se que sabes quien es pero te le presento por primera vez como tu hermano y nuevo miembro de esta iglesia.
-Que? Que esta diciendo?
-Este joven, vino ande mi y me confesó sus pecados. Ahora esta arrepentido, ahora quiere cambiar.
Esas ultimas palabras del cura fueron difíciles de pronunciar en cuanto eran mentiras.
-Tienes que perdonarlo Pedro, así como dicen las escrituras, tienes que perdonarlo y dar la otra mejilla, darle otra posibilidad a este chico.
-Pero padre…yo
-Tu madre también esta de acuerdo conmigo.
-Que cosa?
-Es así hijo. Hablé con tu madre primero y ella como yo entiende la situación. Ella sabe cuanto es importante el perdón y…hacer la voluntad de…
Padre Eugenio casi siente dolor físico en decir todo eso, su conciencia lo mataba desde adentro pero siguió poniendo a Pedro dentro la boca del lobo.
-…Te lo explicará mejor tu mamá. Yo…yo tengo que retirarme ahora. No me siento muy bien.
-Nos vemos padre. Escuchaste eso Pedrito? Tu y yo pasaremos más tiempo juntos jeje.
Pedro se sentía en una jaula junto a un lobo, una jaula donde padre Eugenio y aparentemente también su mamá lo habían puesto. Lo que más lo asustaba era saber que Marcelo estaba mintiendo, sabía que alguien malo como él no podía cambiar, no así de golpe. “Porque me llama Pedrito?”
MAS TARDE…
Pedro estaba sentado en la parte de atrás del auto junto a su hermano escuchando en silencio sus padres discutir adelante.
-Como mierda pudiste aceptar una cosa símil Teresa?
-Felipe! No hables así de frente a los niños!
“Nunca vi a mi papá tan enojado”
-No cambies argumento! Después de todo lo que le hizo, después de todo ese tiempo que tratamos de salvarlo de él, ahora me dices que serás tú quien se ocupará del bastardo.
-No hables así de él!
-Que? Porque lo defiendes? Acaso te olvidaste…
-CLARO QUE NO! No olvidé nada. Odié a ese muchacho exactamente como tu pero…
-Pero que?
-Pero esta arrepentido ahora. Lo confesó al padre Eugenio y yo confío en él como tú tendrías que confiar en mí.
-…
-Creo que desde que fui a hablarle esa última vez, logré cambiar algo. De echo, desde esa vez ese Marcelo ya no le pegó más a nuestro hijo. Es cierto o no Pedrito?
-…Ssi…es cierto. “No, él no me pegó más, lo hicieron sus amigos en su lugar”
-Oíste Felipe? Tengo razón. Además quienes somos nosotros para negar el perdón a quien lo pide? Especialmente si es un joven que se unió por su voluntad a nuestra iglesia. No tenemos derecho a rechazarlo. Es nuestro deber como…
-Lo se, lo se, pero…Porque tienes que ser tu a encargarte de él? Y sobretodo en nuestra casa.
-Ya te dije que es importante que ese joven remedie a sus errores y cual modo mejor de hacerlo si no ayudar en la casa del muchacho que maltrató. Además será más fácil para mi ser su guía espiritual de esa manera, en nuestro hogar. Eras tu el que se quejaba tanto de como estaba siempre fuera de la casa.
El razonamiento de Teresa era lógico, tenía sentido pero al mismo tiempo ponía a todos los demás en una incomoda posición, especialmente a su hijo.
-Yo…yo supongo que tienes razón. Pero queda el echo que ese chico atormentó a nuestro hijo por tanto tiempo y no pienso que él quiera tenerlo en casa.
-No está obligado a estar ahí. Puede salir si quiere o quedarse en su cuarto. Tendrá todo el tiempo que quiere para acostumbrarse a él.
-No me parece justo Teresa.
-Felipe por favor, sabes que no es bueno guardar odio en el corazón y si alguien puede redimir a ese muchacho esa soy yo.
-Tu?
-Bueno, nosotros, nuestra familia.
-Ok, ok pero…solo pienso en todas esas veces que Pedro llegaba a casa con golpes y yo…si solo lo hubiera pescado…le hubiera dado una de esas palizas.
-Mm, si claro.
Teresa sabia que su esposo no tenía posibilidad de ser una amenaza para su macho, de ni una manera.
EL DIA DESPUES…
Pedro contó todo a su buen amigo Juan y como siempre, él trataba de consolarlo.
-Hoy Marcelo no vino a escuela.
-Lo se. Mejor así, Menos lo veo mejor es.
-Lo siento mucho Pedro, en serio. Quisiera hacer algo para ayudarte pero…
-Que podrías hacer Juan? Nada. Esto no depende ni de ti ni de mi. Todo está en las manos de mis padres, o mejor…de mi madre.
-Si, tu mamá. Todavía me es difícil creer que aceptaría de “redimir” al bastardo de Marcelo.
-Lo se, a mi también me vienen dudas…
-Dudas?
-Nada, nada. No es importante. De todos modos, gracias Juan.
-Gracias? Pero si no hice nada.
-Gracias por ser un buen amigo.
-Oh…tu también eres un buen amigo.
Dijo el fiel Juan casi conmovido por las palabras de Pedro y este último lo notó. A interrumpir a los amigos fueron de nuevo la banda de Marcelo que los estaban esperando.
-Si, aquí están.
Dice uno de ellos para después colgar la llamada.
PADRE EUGENIO
-No entiendo padre Eugenio. Que significa que los dejó ir?
-Que se esperaba doña Marta? No soy la policía.
-Pero no los habrá dejado ir así nomas, sin decirles nada, a ese bruto y a esa ramera?
-No hable así doña Marta! Teresa es un respetable miembro de nuestra comunidad al contrario de usted.
-Que quiere decir?
-Hable con mi superior y le explique la situación con usted.
-Que situación?
-Que usted es una mala lengua, que bota veneno y mentiras sobre todos los buenos cristianos de la iglesia. Su presencia entre nosotros causa solo desórdenes y conflictos. El mes pasado casi destruye un buen matrimonio solo por sus sospechas.
-No, no, espere. Talvez me equivoque sobre ese tipo pero no estoy equivocado sobre esa Teresa. Usted lo sabe, le di las fotos.
-Las fotos son cenizas ahora.
-Que?
-Las quemé obviamente. No puedo dejar que una mentira destruya nuestra comunidad.
-No es una mentira! Son pruebas! Pruebas que tenía razón.
-Veo que no llegamos de ninguna parte. Entonces le comunico que usted ya no está bienvenido en nuestra iglesia por decisión mía y de mi superior.
-Me está botando de la iglesia?
-No lo diría así doña Marta. Simplemente le estoy dejando claro que a nuestra comunidad no le gusta tenerla entre nosotros…Pase unos buenos días.
Padre Eugenio cuelga la llamada sintiéndose el hombre más asqueroso y traidor de este mundo. La pobre doña Marta que quería revelar la verdad ahora estaba nuevamente sin iglesia. “No sería la primera vez” pensó el viejo tratando de consolarse. “Si las otras iglesias la alejaron seguramente tendrán sus razones…y yo la mía” mentía a sí mismo.
DOÑA MARTA
La vieja mujer sabía que ahora estaba sola. Había perdido aunque si pensaba todo lo contrario primero de esa llamada. Pensaba que había desenmascarado a una ramera mentirosa, a un lobo vestido de oveja pero la realidad era difícil de aceptar. En todos esos años que metió nariz en asuntos de otros al final nadie le hizo caso. Otra vez había perdido y había perdido contra Teresa, un tipo de mujer que la vieja detestaba con todo su cuerpo y alma.
Doña Marta comenzó a reflexionar sobre su vida y todas las veces que su voz no fue oída. “Nadie quiere la verdad. A nadie le gusta escucharla. Todos aman vivir en la ignorancia, en la mentira. No tienen el coraje de ver el mundo como es realmente…Pero no puede terminar así.” Dejar ganar a Teresa significaría admitir que todo esos años de soledad fueron inútiles…enemistarse a todos los que conocía todo para mostrarles la verdad fue la elección equivocada. Lo fue? Podía haberse echo a la ciega y vivir en compañía de los otros pecadores?
-Nunca! No puede ganar. No lo puedo permitir.
PEDRO
El chico no quería alarmar a su mamá así que abrió la puerta lo más silenciosamente que podía con el plan de pasar rápido por la cocina sin dejarse ver su cara.
-Hola ma…
-Hola mierdita.
Pedro no podía creer que ahora Marcelo estuviera en su cocina, sentado en su puesto, comiendo de su plato y tomando cerveza.
-Tu…que, que estas haciendo aquí?
-Pedro! Hijo mío, que te pasó?
-Mamá?
Teresa baja las escaleras con los cabellos mojados y bata de baño encima que se apegaba demasiado a su cuerpo mojado evidenciando las formas de su cuerpo especialmente de sus pezones.
-Pedrito. Que te pasó?
-Mamá, porque…que esta haciendo él aquí?
-No te recuerdas que decidimos que ayudaría a Marcelo en su camino de redención?
-Si, pero, pero…no dijiste que era hoy.
-Oh bueno, me dijo que esta mañana estaría libre así que lo invité aquí para comenzar. Pero ahora dime que te pasó a la cara.
Pedro estaba demasiado sorprendido de encontrar al bully en su casa para lograr mentir en modo creíble.
-Yo…me caí.
-Te caíste?
-Si, estaba regresando a casa y me caí.
-Te caíste en un puñete?
Interrumpe Marcelo mirándolo complacido.
-Es verdad Pedrito, solo te caíste?
Teresa lo mira a los ojos y le pide una última vez que pasó aunque si era claro lo que había pasado.
-…Me caí mamá.
Talvez inconscientemente Pedro quería que su madre entendiera que estaba mintiendo, como si quisiera que ella lo viniera a salvar, por eso mintió en manera tan obvia. Marcelo obviamente sabía que había pasado y por la mirada que le dio su madre, ella también se dio cuenta pero las palabras que salieron de su boca fueron…
-Oh, entonces tienes que prestar más atención hijo.
El chico sabía que su madre había entendido la verdad pero no sabía porque fingía que le creía.
-Llegaste tarde hijo, tienes que tener hambre, todavía hay comida ahora te…
-No, el pequeño dijo que ya comió.
Dice Marcelo mirando directo a los ojos al chico y acabando la comida en el plato.
-Oh, esta bien.
-Teresa, esta comida está deliciosa. Porque no le sirves otro plato más.
-Oh, si, claro.
El chico no dijo nada y aunque estese en su misma casa tenía miedo de Marcelo así que lo vio comer también el plato de comida destinada a él.
-Todo bien Pedrito?
-Si, mamá…yo iré a mi cuarto.
-Como quieras hijo.
Ese era el trato, o mejor eso era lo que su madre decidió para él. Si Marcelo estaba en casa entonces él se quedaría en su cuarto. Le parecía ridículo tener que encerrarse en su habitación pero esa era realidad. A Pedro no le gustaba que ese bastardo estese en su casa, no le gustaba que estuviera junto a su mamá sobretodo porque sabía que ese intentó de “redención” era pura mentira pero no entendía que cosa el bully esperaba de ganar con todo eso. “Talvez es solo otro modo para fastidiarme, talvez quiere robar de mi casa…” después de haber pensado eso, el chico se recordó de los comentarios sobre su madre, los videos y…”imposible! Esta loco. Sería demasiado loco aunque para él. Mi madre nunca probaría interés por un sujeto símil y si él intentase algo entonces ella lo mandaría a patadas fuera de la casa”.
Cuando llegó su padre, el bully ya se había ido y ellos se habían puesto a discutir. Pedro y su hermano se quedaron al piso de arriba pero como siempre solía hacer el chico, salió al pasillo para lograr escuchar lo que decían, o en este caso, gritaban.
Su padre estaba furioso por haber dejado que Pedro entrará en la casa. Su madre se defendió diciendo que era un argumento del cual ya habían discutido pero él siguió insistiendo que no habían concordado el cuando y que tenía que haberle avisado primero. Cada uno gritaba sus razones, era una de esas peleas que los hijos recordarían por el resto de sus vidas pero al final, como siempre, su madre ganaba siempre la discusión con su lengua de plata.
Pedro escuchó todo y al final ni él podía argumentar contra su madre en su cabeza pero le sorprendió como ella defendiese su causa con mucha pasión que le parecía que estuviera defendiendo a Marcelo de alguna manera.
TERESA
“Que estoy haciendo? Es una locura. Como llegué asta este punto? Mmm…Pero se siento…se siente tan ricoooo” Teresa no lograba pensar sin que el placer le invadiera su cuerpo y su mente “Pero a que me sirve pensar? No tengo que pensar, quiero solo gozar…gozar, gozar, gozar”. La mente de la mujer cada vez caía más en un agujero oscuro de lujuria y placer desde el cual no había vuelta atrás pero eso no le importaba. Lo que le importaba en ese momento era seguir cogiendo con el bully de su hijo sobre su cama.
Su cama, la misma cama donde su amado Pedrito dormía cada noche ahora estaba sucia de sudor, semen y el amargo olor de su traición.
-Ah, ah, ah, ah, ah, ah, que rico, ah, ah, que rico.
También ella se sorprendió con la facilidad con la cual se dejó convencer en hacer algo tan depravado; bastaron pocas palabras susurradas a su oreja, un beso con lengua y la sensación del miembro del bully apretado contra su estómago para caer completamente presa de los deseos u fantasías del chico.
Un placer inmenso recurrió el cuerpo de la madre de Pedro cuando vio la cobija de power rangers al lado de ella. Recuerdos de cuando la compraron años atrás, cuando su hijo era pequeño, invadieron su mente. En medio del placer que sentía logró a mala penas distinguir otras emociones: vergüenza por lo que estaba haciendo, aunque si era solo una pequeña parte, nostalgia de los años pasados cuando todavía su Pedrito era pequeño y todo parecía tan simple y sobretodo resentimiento por su mismo hijo.
Si antes de conocer a Marcelo pensaba que fuera tierno que Pedrito conservara todavía su cobija de cuando era niño ahora le parecía ridículo, infantil, asta inoportuno para su edad pero sobretodo patético. Pedro le había confesado que si bien sabía que una simple tela no lo protegía de los monstruos todavía lograba sentirse más a salvo cuando la apretaba en los días más difíciles. También para él esa cobija llamaban a su mente recuerdos de los años atrás cuando era niño, cuando todo era más simple primero que Marcelo comenzase a atormentarlo. Teresa había notado que en los últimos tiempos había comenzado a dormir con su cobija más seguido, seguramente a causa del miedo que le tenía al bully. “El monstruo no te comerá mientras sujetes esta cobija Pedrito” pensó a las palabras que le dijo a su hijo cuando le dio la cobija.
Teresa apretó fuerte la cobija con una mano y la mordió con sus dientes mientras Marcelo, encima de ella le enterraba su verga en su orto haciendo chillar la cama.
“No funciona, no funciona, el monstruo todavía está encima de mi, no para de comerme…cogerme” la mente de Teresa ya se había rendido y no lograba componer pensamientos con sentido o lógica. Fue como si se hubiera desmayado de tanto gozar pero estaba todavía consciente y gozando. Después de otros orgasmos más finalmente el bully la dejó descansar y ella logró ver la hora en el reloj del cuarto. Todavía tenía tiempo.
Menos de 30 minutos después Teresa estaba nuevamente gimiendo en la ducha. El agua caía sobre su piel blanca y sobre la piel oscura de él mientras este último la agarraba fuerte del cabello haciendo su cabeza para atrás como se hace a un caballo montándolo a pelo. Su cara miraba arriba mientras el agua del telefonillo poco a poco la ahogaba aumentando aún más placer.
Ya se estaba haciendo tarde para los dos amantes, tenían que acomodarse primero que llegue Pedro pero ellos seguían en la ducha. Después de otros dos orgasmos finalmente pararon de coger y el bully se vistió con su ropa.
-Tengo hambre
-Oh, bueno. Si quieres te cocina algo rápido.
La mujer como si fuera su esposa se apuró para cocinar para su macho y le sirvió la comida en la cocina. El bully pareció apreciar su comida viendo cómo la comía con gusto y voraz como un animal. Ella estaba todavía con su bata de baño que mojada se apegaba bien a su cuerpo y sus formas lo que encendió la libido del chico.
Marcelo justo ahí sentado se abrió el cierre del pantalón para sacar su miembro nuevamente erecto y con una mirada ordenó a su mujer que hacer. Teresa se puso entre sus piernas, de rodillas mientras él todavía estaba comiendo y le comenzó a mamar la verga. Lentamente y con atención complacía a su amo consiente de ser un objeto sexual. La técnica de Teresa había seguramente mejorado, lo decía claramente los gruñidos de placer del bully que asta había parado de comer por algunos segundos.
Él miró abajo hacia su puta y le bajó la bata de sus espaldas mostrando sus pechos tan grandes y deliciosos. Una vista espectacular.
-Mamá? Que…que estas haciendo?
Con la verga todavía en la boca Teresa se volteo hacia la puerta donde estaba su hijo Pedro con la mirada perdida y destruida por lo que la vio hacer.
Sintió el semen del bully explotar en su boca llenándola; las gotas de leche caían de sus labios mientras las lágrimas caían sobre las mejillas de su hijo.
Teresa se despertó de golpe de un sueño que era sólo en parte una pesadilla. Era noche, estaba al lado de su marido que roncaba, sus pezones duros contra su solera y su mano dentro de sus pantis mojadas. Se estaba complaciendo en el sueño recordando todo lo que había pasado ese día con Marcelo. El sueño era tan vivido que le pareció estar nuevamente experimentando lo que pasó asta en el más mínimo detalle…a diferencia del final. En la realidad su hijo todavía ignoraba de lo que su madre hizo con su bully. Él había llegado a casa una hora después de la mamada, después de que Marcelo la cogió nuevamente en la meza de la cocina y justo cuando había acabado de darse otra ducha para limpiar bien el semen de su cuerpo.
Teresa se levantó de la cama y sin hacer ruido fue al cuarto de su hijo. Pedrito dormía con la cobija a su lado sobre nuevas frazadas porque las otras estaban en la lavadora. Con paso de gato se acercó a él y lo escuchó respirar como cuando era bebé; ella siempre se preocupaba por él y se aseguraba todas las noches que estuviese bien.
-Lo siento hijo mío pero no logro parar…no quiero parar.
Continúa…
-Finalmente Teresa. Estaba para venir a buscarte.
-Lo siento tesoro pero padre Eugenio tenía algo importante que decirme.
-A propósito, donde esta? La misa tenía que haber comenzado media hora atrás.
-Oh, creo que se sintió mal. Dolor de estómago.
El chico escuchaba sus padres conversar pero él estaba más concentrado en buscar a Marcelo con la vista.
Poco después padre Eugenio salió a dar la misa pero era obvio que algo lo turbaba. No hablaba como lo hacía normalmente. Parecía distraído, sin energías, sin convicción y Pedro no fue el único que lo notó porque al terminar mucha gente fue ande él a pedirle si estaba bien. Justo cuando el chico estaba acercándose al viejo se dio cuenta que el bully estaba ahí, a su lado, con una mano sobre su espalda diciéndole algo a su oreja. Las piernas del chico temblaban del miedo mientras sus pies no se movían de donde estaba como una estatua. Parte de él quería escapar , salir corriendo y andar a refugiarse detrás de su mamá como cuando era un niño pero su cuerpo no le respondía, el miedo era demasiado. Por lo que lograba ver se dio cuenta que también padre Eugenio parecía turbado por la presencia de Marcelo que seguía apretándole la espalda esta vez con fuerza. Lo único que podía esperar era no ser notado, como si quedarse quieto lo volviera invisible pero no fue así porque apenas terminó de hacer ese pensamiento la persona en su delante se alejó dejándolo justo frente a los dos.
-Pedrito! Estábamos justo hablando de ti jaja.
Dice Marcelo con una sonrisa muy preocupante.
-Ho…hola
Es lo único que logró salir de la boca de Pedro.
-Ven aquí hijo, tengo que hablar contigo.
Dice al fin padre Eugenio con un tono tranquilizador.
-Padre Eugenio, que…que esta pasando?
-Esta tranquilo pequeño. Se lo que te turba pero estoy aquí para asegurarte que no es como piensas. Este joven a mi lado es Marcelo y si, se que sabes quien es pero te le presento por primera vez como tu hermano y nuevo miembro de esta iglesia.
-Que? Que esta diciendo?
-Este joven, vino ande mi y me confesó sus pecados. Ahora esta arrepentido, ahora quiere cambiar.
Esas ultimas palabras del cura fueron difíciles de pronunciar en cuanto eran mentiras.
-Tienes que perdonarlo Pedro, así como dicen las escrituras, tienes que perdonarlo y dar la otra mejilla, darle otra posibilidad a este chico.
-Pero padre…yo
-Tu madre también esta de acuerdo conmigo.
-Que cosa?
-Es así hijo. Hablé con tu madre primero y ella como yo entiende la situación. Ella sabe cuanto es importante el perdón y…hacer la voluntad de…
Padre Eugenio casi siente dolor físico en decir todo eso, su conciencia lo mataba desde adentro pero siguió poniendo a Pedro dentro la boca del lobo.
-…Te lo explicará mejor tu mamá. Yo…yo tengo que retirarme ahora. No me siento muy bien.
-Nos vemos padre. Escuchaste eso Pedrito? Tu y yo pasaremos más tiempo juntos jeje.
Pedro se sentía en una jaula junto a un lobo, una jaula donde padre Eugenio y aparentemente también su mamá lo habían puesto. Lo que más lo asustaba era saber que Marcelo estaba mintiendo, sabía que alguien malo como él no podía cambiar, no así de golpe. “Porque me llama Pedrito?”
MAS TARDE…
Pedro estaba sentado en la parte de atrás del auto junto a su hermano escuchando en silencio sus padres discutir adelante.
-Como mierda pudiste aceptar una cosa símil Teresa?
-Felipe! No hables así de frente a los niños!
“Nunca vi a mi papá tan enojado”
-No cambies argumento! Después de todo lo que le hizo, después de todo ese tiempo que tratamos de salvarlo de él, ahora me dices que serás tú quien se ocupará del bastardo.
-No hables así de él!
-Que? Porque lo defiendes? Acaso te olvidaste…
-CLARO QUE NO! No olvidé nada. Odié a ese muchacho exactamente como tu pero…
-Pero que?
-Pero esta arrepentido ahora. Lo confesó al padre Eugenio y yo confío en él como tú tendrías que confiar en mí.
-…
-Creo que desde que fui a hablarle esa última vez, logré cambiar algo. De echo, desde esa vez ese Marcelo ya no le pegó más a nuestro hijo. Es cierto o no Pedrito?
-…Ssi…es cierto. “No, él no me pegó más, lo hicieron sus amigos en su lugar”
-Oíste Felipe? Tengo razón. Además quienes somos nosotros para negar el perdón a quien lo pide? Especialmente si es un joven que se unió por su voluntad a nuestra iglesia. No tenemos derecho a rechazarlo. Es nuestro deber como…
-Lo se, lo se, pero…Porque tienes que ser tu a encargarte de él? Y sobretodo en nuestra casa.
-Ya te dije que es importante que ese joven remedie a sus errores y cual modo mejor de hacerlo si no ayudar en la casa del muchacho que maltrató. Además será más fácil para mi ser su guía espiritual de esa manera, en nuestro hogar. Eras tu el que se quejaba tanto de como estaba siempre fuera de la casa.
El razonamiento de Teresa era lógico, tenía sentido pero al mismo tiempo ponía a todos los demás en una incomoda posición, especialmente a su hijo.
-Yo…yo supongo que tienes razón. Pero queda el echo que ese chico atormentó a nuestro hijo por tanto tiempo y no pienso que él quiera tenerlo en casa.
-No está obligado a estar ahí. Puede salir si quiere o quedarse en su cuarto. Tendrá todo el tiempo que quiere para acostumbrarse a él.
-No me parece justo Teresa.
-Felipe por favor, sabes que no es bueno guardar odio en el corazón y si alguien puede redimir a ese muchacho esa soy yo.
-Tu?
-Bueno, nosotros, nuestra familia.
-Ok, ok pero…solo pienso en todas esas veces que Pedro llegaba a casa con golpes y yo…si solo lo hubiera pescado…le hubiera dado una de esas palizas.
-Mm, si claro.
Teresa sabia que su esposo no tenía posibilidad de ser una amenaza para su macho, de ni una manera.
EL DIA DESPUES…
Pedro contó todo a su buen amigo Juan y como siempre, él trataba de consolarlo.
-Hoy Marcelo no vino a escuela.
-Lo se. Mejor así, Menos lo veo mejor es.
-Lo siento mucho Pedro, en serio. Quisiera hacer algo para ayudarte pero…
-Que podrías hacer Juan? Nada. Esto no depende ni de ti ni de mi. Todo está en las manos de mis padres, o mejor…de mi madre.
-Si, tu mamá. Todavía me es difícil creer que aceptaría de “redimir” al bastardo de Marcelo.
-Lo se, a mi también me vienen dudas…
-Dudas?
-Nada, nada. No es importante. De todos modos, gracias Juan.
-Gracias? Pero si no hice nada.
-Gracias por ser un buen amigo.
-Oh…tu también eres un buen amigo.
Dijo el fiel Juan casi conmovido por las palabras de Pedro y este último lo notó. A interrumpir a los amigos fueron de nuevo la banda de Marcelo que los estaban esperando.
-Si, aquí están.
Dice uno de ellos para después colgar la llamada.
PADRE EUGENIO
-No entiendo padre Eugenio. Que significa que los dejó ir?
-Que se esperaba doña Marta? No soy la policía.
-Pero no los habrá dejado ir así nomas, sin decirles nada, a ese bruto y a esa ramera?
-No hable así doña Marta! Teresa es un respetable miembro de nuestra comunidad al contrario de usted.
-Que quiere decir?
-Hable con mi superior y le explique la situación con usted.
-Que situación?
-Que usted es una mala lengua, que bota veneno y mentiras sobre todos los buenos cristianos de la iglesia. Su presencia entre nosotros causa solo desórdenes y conflictos. El mes pasado casi destruye un buen matrimonio solo por sus sospechas.
-No, no, espere. Talvez me equivoque sobre ese tipo pero no estoy equivocado sobre esa Teresa. Usted lo sabe, le di las fotos.
-Las fotos son cenizas ahora.
-Que?
-Las quemé obviamente. No puedo dejar que una mentira destruya nuestra comunidad.
-No es una mentira! Son pruebas! Pruebas que tenía razón.
-Veo que no llegamos de ninguna parte. Entonces le comunico que usted ya no está bienvenido en nuestra iglesia por decisión mía y de mi superior.
-Me está botando de la iglesia?
-No lo diría así doña Marta. Simplemente le estoy dejando claro que a nuestra comunidad no le gusta tenerla entre nosotros…Pase unos buenos días.
Padre Eugenio cuelga la llamada sintiéndose el hombre más asqueroso y traidor de este mundo. La pobre doña Marta que quería revelar la verdad ahora estaba nuevamente sin iglesia. “No sería la primera vez” pensó el viejo tratando de consolarse. “Si las otras iglesias la alejaron seguramente tendrán sus razones…y yo la mía” mentía a sí mismo.
DOÑA MARTA
La vieja mujer sabía que ahora estaba sola. Había perdido aunque si pensaba todo lo contrario primero de esa llamada. Pensaba que había desenmascarado a una ramera mentirosa, a un lobo vestido de oveja pero la realidad era difícil de aceptar. En todos esos años que metió nariz en asuntos de otros al final nadie le hizo caso. Otra vez había perdido y había perdido contra Teresa, un tipo de mujer que la vieja detestaba con todo su cuerpo y alma.
Doña Marta comenzó a reflexionar sobre su vida y todas las veces que su voz no fue oída. “Nadie quiere la verdad. A nadie le gusta escucharla. Todos aman vivir en la ignorancia, en la mentira. No tienen el coraje de ver el mundo como es realmente…Pero no puede terminar así.” Dejar ganar a Teresa significaría admitir que todo esos años de soledad fueron inútiles…enemistarse a todos los que conocía todo para mostrarles la verdad fue la elección equivocada. Lo fue? Podía haberse echo a la ciega y vivir en compañía de los otros pecadores?
-Nunca! No puede ganar. No lo puedo permitir.
PEDRO
El chico no quería alarmar a su mamá así que abrió la puerta lo más silenciosamente que podía con el plan de pasar rápido por la cocina sin dejarse ver su cara.
-Hola ma…
-Hola mierdita.
Pedro no podía creer que ahora Marcelo estuviera en su cocina, sentado en su puesto, comiendo de su plato y tomando cerveza.
-Tu…que, que estas haciendo aquí?
-Pedro! Hijo mío, que te pasó?
-Mamá?
Teresa baja las escaleras con los cabellos mojados y bata de baño encima que se apegaba demasiado a su cuerpo mojado evidenciando las formas de su cuerpo especialmente de sus pezones.
-Pedrito. Que te pasó?
-Mamá, porque…que esta haciendo él aquí?
-No te recuerdas que decidimos que ayudaría a Marcelo en su camino de redención?
-Si, pero, pero…no dijiste que era hoy.
-Oh bueno, me dijo que esta mañana estaría libre así que lo invité aquí para comenzar. Pero ahora dime que te pasó a la cara.
Pedro estaba demasiado sorprendido de encontrar al bully en su casa para lograr mentir en modo creíble.
-Yo…me caí.
-Te caíste?
-Si, estaba regresando a casa y me caí.
-Te caíste en un puñete?
Interrumpe Marcelo mirándolo complacido.
-Es verdad Pedrito, solo te caíste?
Teresa lo mira a los ojos y le pide una última vez que pasó aunque si era claro lo que había pasado.
-…Me caí mamá.
Talvez inconscientemente Pedro quería que su madre entendiera que estaba mintiendo, como si quisiera que ella lo viniera a salvar, por eso mintió en manera tan obvia. Marcelo obviamente sabía que había pasado y por la mirada que le dio su madre, ella también se dio cuenta pero las palabras que salieron de su boca fueron…
-Oh, entonces tienes que prestar más atención hijo.
El chico sabía que su madre había entendido la verdad pero no sabía porque fingía que le creía.
-Llegaste tarde hijo, tienes que tener hambre, todavía hay comida ahora te…
-No, el pequeño dijo que ya comió.
Dice Marcelo mirando directo a los ojos al chico y acabando la comida en el plato.
-Oh, esta bien.
-Teresa, esta comida está deliciosa. Porque no le sirves otro plato más.
-Oh, si, claro.
El chico no dijo nada y aunque estese en su misma casa tenía miedo de Marcelo así que lo vio comer también el plato de comida destinada a él.
-Todo bien Pedrito?
-Si, mamá…yo iré a mi cuarto.
-Como quieras hijo.
Ese era el trato, o mejor eso era lo que su madre decidió para él. Si Marcelo estaba en casa entonces él se quedaría en su cuarto. Le parecía ridículo tener que encerrarse en su habitación pero esa era realidad. A Pedro no le gustaba que ese bastardo estese en su casa, no le gustaba que estuviera junto a su mamá sobretodo porque sabía que ese intentó de “redención” era pura mentira pero no entendía que cosa el bully esperaba de ganar con todo eso. “Talvez es solo otro modo para fastidiarme, talvez quiere robar de mi casa…” después de haber pensado eso, el chico se recordó de los comentarios sobre su madre, los videos y…”imposible! Esta loco. Sería demasiado loco aunque para él. Mi madre nunca probaría interés por un sujeto símil y si él intentase algo entonces ella lo mandaría a patadas fuera de la casa”.
Cuando llegó su padre, el bully ya se había ido y ellos se habían puesto a discutir. Pedro y su hermano se quedaron al piso de arriba pero como siempre solía hacer el chico, salió al pasillo para lograr escuchar lo que decían, o en este caso, gritaban.
Su padre estaba furioso por haber dejado que Pedro entrará en la casa. Su madre se defendió diciendo que era un argumento del cual ya habían discutido pero él siguió insistiendo que no habían concordado el cuando y que tenía que haberle avisado primero. Cada uno gritaba sus razones, era una de esas peleas que los hijos recordarían por el resto de sus vidas pero al final, como siempre, su madre ganaba siempre la discusión con su lengua de plata.
Pedro escuchó todo y al final ni él podía argumentar contra su madre en su cabeza pero le sorprendió como ella defendiese su causa con mucha pasión que le parecía que estuviera defendiendo a Marcelo de alguna manera.
TERESA
“Que estoy haciendo? Es una locura. Como llegué asta este punto? Mmm…Pero se siento…se siente tan ricoooo” Teresa no lograba pensar sin que el placer le invadiera su cuerpo y su mente “Pero a que me sirve pensar? No tengo que pensar, quiero solo gozar…gozar, gozar, gozar”. La mente de la mujer cada vez caía más en un agujero oscuro de lujuria y placer desde el cual no había vuelta atrás pero eso no le importaba. Lo que le importaba en ese momento era seguir cogiendo con el bully de su hijo sobre su cama.
Su cama, la misma cama donde su amado Pedrito dormía cada noche ahora estaba sucia de sudor, semen y el amargo olor de su traición.
-Ah, ah, ah, ah, ah, ah, que rico, ah, ah, que rico.
También ella se sorprendió con la facilidad con la cual se dejó convencer en hacer algo tan depravado; bastaron pocas palabras susurradas a su oreja, un beso con lengua y la sensación del miembro del bully apretado contra su estómago para caer completamente presa de los deseos u fantasías del chico.
Un placer inmenso recurrió el cuerpo de la madre de Pedro cuando vio la cobija de power rangers al lado de ella. Recuerdos de cuando la compraron años atrás, cuando su hijo era pequeño, invadieron su mente. En medio del placer que sentía logró a mala penas distinguir otras emociones: vergüenza por lo que estaba haciendo, aunque si era solo una pequeña parte, nostalgia de los años pasados cuando todavía su Pedrito era pequeño y todo parecía tan simple y sobretodo resentimiento por su mismo hijo.
Si antes de conocer a Marcelo pensaba que fuera tierno que Pedrito conservara todavía su cobija de cuando era niño ahora le parecía ridículo, infantil, asta inoportuno para su edad pero sobretodo patético. Pedro le había confesado que si bien sabía que una simple tela no lo protegía de los monstruos todavía lograba sentirse más a salvo cuando la apretaba en los días más difíciles. También para él esa cobija llamaban a su mente recuerdos de los años atrás cuando era niño, cuando todo era más simple primero que Marcelo comenzase a atormentarlo. Teresa había notado que en los últimos tiempos había comenzado a dormir con su cobija más seguido, seguramente a causa del miedo que le tenía al bully. “El monstruo no te comerá mientras sujetes esta cobija Pedrito” pensó a las palabras que le dijo a su hijo cuando le dio la cobija.
Teresa apretó fuerte la cobija con una mano y la mordió con sus dientes mientras Marcelo, encima de ella le enterraba su verga en su orto haciendo chillar la cama.
“No funciona, no funciona, el monstruo todavía está encima de mi, no para de comerme…cogerme” la mente de Teresa ya se había rendido y no lograba componer pensamientos con sentido o lógica. Fue como si se hubiera desmayado de tanto gozar pero estaba todavía consciente y gozando. Después de otros orgasmos más finalmente el bully la dejó descansar y ella logró ver la hora en el reloj del cuarto. Todavía tenía tiempo.
Menos de 30 minutos después Teresa estaba nuevamente gimiendo en la ducha. El agua caía sobre su piel blanca y sobre la piel oscura de él mientras este último la agarraba fuerte del cabello haciendo su cabeza para atrás como se hace a un caballo montándolo a pelo. Su cara miraba arriba mientras el agua del telefonillo poco a poco la ahogaba aumentando aún más placer.
Ya se estaba haciendo tarde para los dos amantes, tenían que acomodarse primero que llegue Pedro pero ellos seguían en la ducha. Después de otros dos orgasmos finalmente pararon de coger y el bully se vistió con su ropa.
-Tengo hambre
-Oh, bueno. Si quieres te cocina algo rápido.
La mujer como si fuera su esposa se apuró para cocinar para su macho y le sirvió la comida en la cocina. El bully pareció apreciar su comida viendo cómo la comía con gusto y voraz como un animal. Ella estaba todavía con su bata de baño que mojada se apegaba bien a su cuerpo y sus formas lo que encendió la libido del chico.
Marcelo justo ahí sentado se abrió el cierre del pantalón para sacar su miembro nuevamente erecto y con una mirada ordenó a su mujer que hacer. Teresa se puso entre sus piernas, de rodillas mientras él todavía estaba comiendo y le comenzó a mamar la verga. Lentamente y con atención complacía a su amo consiente de ser un objeto sexual. La técnica de Teresa había seguramente mejorado, lo decía claramente los gruñidos de placer del bully que asta había parado de comer por algunos segundos.
Él miró abajo hacia su puta y le bajó la bata de sus espaldas mostrando sus pechos tan grandes y deliciosos. Una vista espectacular.
-Mamá? Que…que estas haciendo?
Con la verga todavía en la boca Teresa se volteo hacia la puerta donde estaba su hijo Pedro con la mirada perdida y destruida por lo que la vio hacer.
Sintió el semen del bully explotar en su boca llenándola; las gotas de leche caían de sus labios mientras las lágrimas caían sobre las mejillas de su hijo.
Teresa se despertó de golpe de un sueño que era sólo en parte una pesadilla. Era noche, estaba al lado de su marido que roncaba, sus pezones duros contra su solera y su mano dentro de sus pantis mojadas. Se estaba complaciendo en el sueño recordando todo lo que había pasado ese día con Marcelo. El sueño era tan vivido que le pareció estar nuevamente experimentando lo que pasó asta en el más mínimo detalle…a diferencia del final. En la realidad su hijo todavía ignoraba de lo que su madre hizo con su bully. Él había llegado a casa una hora después de la mamada, después de que Marcelo la cogió nuevamente en la meza de la cocina y justo cuando había acabado de darse otra ducha para limpiar bien el semen de su cuerpo.
Teresa se levantó de la cama y sin hacer ruido fue al cuarto de su hijo. Pedrito dormía con la cobija a su lado sobre nuevas frazadas porque las otras estaban en la lavadora. Con paso de gato se acercó a él y lo escuchó respirar como cuando era bebé; ella siempre se preocupaba por él y se aseguraba todas las noches que estuviese bien.
-Lo siento hijo mío pero no logro parar…no quiero parar.
Continúa…
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