¡Una mamita calentita!

¡Una mamita calentita!
Aderita es mi madre, pelooscuro y largo, está algo rellenita y tiene grandes pechos y gran trasero. Algotímida y retraída, madre amorosa ahí estoy yo para ayudarla a cumplir susfantasías y ponerlas en práctica…
 
Era una calurosatarde de sábado cuando mi amigo y yo estábamos viendo una peli en el salón conmi madre. Ella llevaba una bata de casa gastada, de modo que sus musloscarnosos asomaban por debajo de la misma y su escote, generoso, dejaba entreversus grandes pechos.
Para colmo de malesla peli era un poco picante y salió una escena de los protagonistas metiéndosemano y besándose de forma muy caliente.
Entonces vi desoslayo cómo mi madre se abanicaba y abría sus piernas a causa del calor. Estoyseguro de que este gesto tampoco pasó desapercibido para mi amigo.
Yo diría que casipodía ver sus bragas en la penumbra del salón.
Así que decidílevantarme para ir al baño como habíamos pactado tras la señal acordada en laque ella haría justamente eso.
En cambio al doblarla esquina del pasillo me giré y comencé a espiarlos.
—¡Uf qué calor, noCarlos! —dijo mi madre abanicándose con ahínco todo su cuerpo incluyendo susmuslos.
—¡Oh si, Aderita!—dijo él impactado por la visión de las carnes maternas.
—Oye, no he tenidoocasión de disculparme por entrar al cuarto sin llamar el otro día —le confesóella para subir la temperatura.
—¡Oh, no importaaquello fue un accidente! —dijo él poniéndose nervioso.
—Si, un lamentableaccidente. ¿Sabes? No pude evitar fijarme en que tienes una buena herramienta—le confesó para su espanto.
—¡Cómo! —dijo él nopudiendo creer lo que escuchaba.
—¡Que tienes unabuena polla tonto! —dijo mi madre para dejándose de indirectas—. Mira te gustanmis tetas, ¡no llevo sujetador!
Mi amigo tuvo quefliparlo cuando ella abrió su bata y ofreció sus tetas en la penumbra delsalón.
—¿Quierestocármelas? —añadió y echándose hacia adelante y sacándolas hacia fuera.
Mi amigo, temeroso,extendió sus manos y tocó sus grandes pechos.
—¿Te gustan?—añadió mi madre suspirando.
Mi amigo no dijonada y entonces ella cogió su cabeza y la pegó literalmente a sus tetashaciendo qué este desapareciera entre sus grandes melones.
—¡Oh Carlos, para,que puede venir Beltrán en cualquier momento! —dijo ella retirándose de él ycerrando los botones de su bata.
Entonces volví y mesenté junto a mi amigo de nuevo…
Lo cierto es que mehabía puesto muy caliente ver a mi madre insinuarse a mi amigo y tenía el rabosuper tieso, aunque en aquella penumbra no se apreciara.
Mi madre seguía alo suyo abanicándose y con algunos botones de su bata desabrochados, mostrandoun generoso escote e incitando a mi amigo, haciendo que subiera la temperaturade todo el salón.
Entonces fue miamigo el que sintió ganas de ir al baño y se levantó. Tras él fue ella.
—¡Jo mamá! ¡Quéexcitante antes os he visto! —dije nada más salir Carlos.
—¡Nos has expiado!—dijo ella sorprendida.
—¡Si, ha sido muyexcitante mamá! Tienes que ir tras él, ¡ve al baño! —le propuse.
—¿Tú crees? —dijoella dudando de hacer algo tan lanzado.
—¡Si, vamos antesde que vuelva! —le ordené.
Así que se levantóy se fue tras él, yo por supuesto la seguí.
—¡Oh Carlos, nopuedo más estoy tan caliente! —dijo mi madre abriéndose la bata y mostrando sushermosos pechos y sus braguitas a mi amigo.
—¡Oh Aderita! ¿YBeltrán? —exclamó Carlos para su asombro.
—Le he dicho queiba a echarme la siesta —dijo ella mintiendo—. Vamos no tenemos mucho tiempo,¡vamos métemela!
Entonces ella bajólos pantalones a mi amigo y levantado una pierna la apoyó sobre el bidé,echando las bragas a un lado mostró su sexo peludo a mi amigo, quien rabo enmano se acercó a ella y se lo clavó.
Ambos, abrazados,improvisaron un coito aéreo, en el que mi amigo se la follaba de pie mientrasse aferraba a su culo y ésta le ofrecía sus grandes tetas para chupar.
—No te vayas acorrer dentro, ¿eh? —le susurró de forma que pude oírlo.
Esto me transportóa la escena final, donde Carlos gruñó y sacando su polla justo tiempo terminócon su mano soltando corros de leche mientras mi madre le acariciaba la nuca yse separaba para ver mejor el caliente y zafio espectáculo.
—¡Oh Carlos québien, esto me lo tienes que repetir más tranquilamente!
Prudentemente mevolví justo a tiempo, cuando Carlos regresó al salón me pilló sentándome en elsofá y vi que la peli ya acabada.
—¡Oh tío me marchoya! —dijo Carlos precipitadamente.
—¡Oh, no te quedasun rato más! —dije yo intentando prolongar aquella situación morbosa.
—No gracias, meapetece echarme un rato.
Y de esta se marchódejándome sentado en el oscuro salón, tras la follada improvisada del cuarto debaño debió sentir vergüenza de quedarse y optó por huir. Al poco salió mi madrede su cuarto.
—¡Jo mamá, no puedocreerlo! ¡Te lo has follado en el baño!
—¡Oh Beltrán, no melo recuerdes que me muero de la vergüenza!
—Venga mamá, hasido muy excitante y caliente, no me digas que no te ha gustado —dije yotremendamente empalmado sentado a su lado en el sofá.
—Bueno sí, teconfieso que nunca había hecho algo así y me he excitado muchísimo.
—¿Pero no te hascorrido, no?
—Eso no importa, elratito que lo hemos hecho me ha hecho gozar mucho. ¿Y a ti? ¿Te ha gustadomirar cómo tu amigo me follaba? —me preguntó para mi asombro.
—¡Me ha encantadomamá! Me he excitado mucho, ¿es un poco raro, no?
—No tiene porquéBeltrán, yo creo que es normal. Después de todo es una escena de sexo endirecto y eso siempre es caliente. Además te confieso que también me heexcitado sabiendo que nos expiabas, ¿sabes?
—Si, hemoscompartido algo muy íntimo mamá, ¡gracias por dejarme espiarte!
—No hay de quéhijo, tú me has ofrecido también la oportunidad de tener una aventura muyexcitante con tu amigo.
—¿Te puedo confesaralgo mamá? —pregunté en la penumbra.
—Si Beltrán,¡claro!
—¡Me he masturbadoviéndoos!
—¿En serio hijo?—preguntó ella sin poder creerlo
—¡En serio!Mientras te veía con la pierna levantada y él ahí abrazado a ti moviendo elculo desnudo me he excitado un montón, así que me la he sacado y he comenzado amasturbarme en el pasillo —le explico en la penumbra del salón.
—¿Y te has corrido?—insistió con más curiosidad.
—No, ha sido muyrápido pero estaba ya a punto cuando Carlos se ha corrido.
—¡Oh, el pobre!Apenas la ha metido y ha comenzado a moverse dentro de mí, justo cuandoempezaba a gustarme no ha podido más y se me ha corrido, me ha dado hasta unpoco de pena Beltrán —me confesó mi madre.
—Me lo imaginomamá, me lo imagino —le confesé, sintiendo que yo también era virgen y que laprimera vez no aguantaría mucho metiéndosela a la afortunada.
—¡Uf Beltrán! Tevoy a confesar yo algo también, ¡qué raro suena esto! Yo tampoco me he corridoy estoy muy excitada, entre el restregón con tu amigo —me confesórecíprocamente.
—Jo mamá, ¿y porqué no nos masturbamos juntos? —me atreví a sugerirle.
—¡Oh Beltrán es quedelante de ti no sé si me atrevería! —se lamentó ella—. Creo que me voy a ir ami cuarto y terminaré allí.
—Está bien, loentiendo, para mí también suena raro. Con tu permiso también me masturbaré aquíen el sofá.
—¡Vale cariño, quete lo pases bien!
—¡Igualmente mamá!Quizás la próxima vez podamos compartir otro momento de intimidad como este,¿no crees?
—Si cariño, lapróxima vez tal vez lo hagamos juntos —me promete mi madre antes de desapareceren la penumbra.
Allí sentado en lapenumbra del salón me concentro en los calientes recuerdos de ella follando conCarlos, recuerdo su sexo peludo, la polla de él y cómo la ha follado, susgemidos y jadeos, y lo rápido que ha acabado todo… Para mí tampoco tarda muchoen acabar y mi fuente se descorcha cuán botella de champán, soltando chorrosblancos a borbotones, ¡qué buena paja!


Esta es parte de la historia de mi querida madre, mi amigo yyo, pero no es el eje principal de La Madre de mi Mejor Amigo, sino que, como su propio título indica, el eje principales su madre y no la mía. ¡Que lío! ¿Verdad? Y es que esta intrincada historianuestra sólo puede tener un final, un final que no te puedes perder…


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Beltrán

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