María la esposa fiel y el hombre maduro del teen

Había estado esperando en la estación de tren durante lo que parecía una eternidad. El sol comenzaba a ponerse, y la oscuridad empezaba a envolver el paisaje. Decidí tomar el último tren de regreso a casa, esperando poder descansar después de un largo día de trabajo.

Mientras subía al tren y buscaba un asiento vacío, noté a un hombre maduro que me observaba fijamente. Su mirada era intensa y me hacía sentir incómoda, pero traté de ignorarlo y me senté en un lugar cerca de la puerta de salida.

El tren comenzó a moverse y me quedé absorta mirando por la ventana, tratando de no prestar atención al hombre que seguía mirándome. De repente, sentí una presión en mi cola y me di cuenta de que el hombre había apoyado su enorme polla en ella. Me quedé petrificada, sin saber qué hacer en ese momento.

El hombre se acercó a mi oído y susurró: "¿Te gusta lo que sientes, verdad? " Su voz era grave y seductora, y me sentí abrumada por la situación. No sabía cómo reaccionar, pero la sensación de excitación se apoderaba de mi cuerpo poco a poco.

El hombre continuó acercándose más a mí, acorralándome contra la ventana. Me miró fijamente a los ojos y me dijo: "Ven conmigo, te llevaré a un lugar donde nadie nos moleste". No pude resistirme a su atracción y decidí seguirlo.

Bajamos juntos en una estación desierta y caminamos hacia un puente oscuro que se extendía sobre un río. El hombre me empujó suavemente contra la pared y comenzó a besarme apasionadamente. Sus manos recorrían mi cuerpo y me hacían sentir deseada y ansiosa por más.

Sin decir una palabra, el hombre sacó su polla y me indicó que la chupara. Al principio me resistí, pero su insistencia y el deseo que sentía en ese momento me empujaron a complacerlo. Comencé a chupar su enorme polla con ansias, sintiendo cómo se endurecía cada vez más en mi boca.

Después de unos minutos de placer intenso, el hombre alcanzó el clímax y me dio su semen en la boca. El sabor salado y caliente me sorprendió, pero no pude evitar sentir una extraña excitación por la situación en la que me encontraba.

Después de ese encuentro fugaz pero intenso, el hombre se despidió de mí con una sonrisa satisfecha y se alejó en la oscuridad de la noche. Yo me quedé allí, sintiendo una mezcla de emociones encontradas, pero sabiendo que había experimentado algo único y excitante que nunca olvidaría. Fue un momento de pasión desenfrenada y peligrosa que me hizo darme cuenta de lo poderosas que pueden ser las atracciones en situaciones inesperadas.
saludé a mi esposo que estaba en la cocina con un beso profundo con el sabor del semen del desconocido en mi boca
Esa noche mientras mi esposo dormía volví a recordar ese enorme miembro punzando mi trasero haciendo que mi tanga se incruste en mi cola dejándola muy mojada.
El deseo de tocarla y la seducción que me ofrecía el desconocido me llevó a ser infiel a juan 
Recordar su enorme tamaño con venas que la circundaban me provocó mojar mi tanga otra vez 
Tengo el deseo de volver a encontrarlo para sentirlo nuevamente 
Era una fría noche de invierno en la ciudad, y yo estaba camino a casa después de un largo día de trabajo. Me encontraba en el tren, observando a través de la ventana las luces de la ciudad parpadeando en la oscuridad. De repente, sentí una presencia a mi lado. Volteé y me encontré con los penetrantes ojos de un hombre maduro de aspecto imponente, con una mirada llena de deseo.

"¿Te gustaría venir conmigo al puente oscuro de María otra vez? " me susurró en un tono seductor.

Mis mejillas se encendieron al instante, pero algo en la mirada de aquel hombre despertó una curiosidad en mí que no podía ignorar. A medida que el tren se detenía en la estación, decidí seguir a aquel misterioso hombre hacia el puente oscuro que tanto había despertado mi curiosidad.

Caminamos en silencio por las calles vacías, hasta llegar finalmente a un puente en medio de la oscuridad. El hombre me tomó de la mano y me llevó a un rincón apartado, donde el silencio era interrumpido solo por el sonido del viento.

Sin mediar palabra, el hombre me atrajo hacia él con fuerza, sus labios cerca de los míos, sus manos explorando mi cuerpo con deseo. Sentí una mezcla de emoción y miedo recorrer mi cuerpo, pero algo en mí me impulsaba a dejarme llevar por aquella pasión desconocida.

Fue entonces cuando sentí su enorme miembro presionando contra mi cuerpo, desencadenando una ola de placer y excitación que nunca antes había experimentado. Sus manos expertas exploraban cada centímetro de mi piel, sus labios recorriendo mi cuerpo con una intensidad abrumadora.

Y así, sin pensarlo dos veces, me entregué a aquel hombre maduro de verga enorme en el puente oscuro de otra vez. Sus embestidas eran salvajes y apasionadas, llenas de un deseo incontrolable que nos consumía a ambos en un torbellino de sensaciones intensas.

Finalmente, en medio de gemidos y susurros, alcanzamos juntos un éxtasis indescriptible, que nos dejó sin aliento y nos unió en una conexión única y fugaz en aquel puente oscuro. A medida que la noche caía sobre la ciudad, nos separamos en silencio, con la certeza de que aquel momento de pasión quedaría grabado en nuestra memoria para siempre.

Y así, con el corazón latiendo con fuerza y la mente llena de emociones encontradas, regresé a casa esa noche, sabiendo que aquella experiencia con el hombre maduro de verga enorme en el tren me invita a María otra vez al puente oscuro había dejado una marca imborrable en mi vida. Una experiencia que me enseñó que a veces es necesario dejarse llevar por el deseo y explorar los límites de la pasión, incluso en los lugares más inesperados.
En un tranquilo barrio de Buenos Aires, la vida de María tomaba un giro inesperado cuando el hombre maduro del tren decidió visitarla en su casa. María, la esposa fiel de juan , había conocido al hombre maduro en uno de sus viajes diarios en el tren. Él la había subyugado con su inmenso bulto marcado en el pantalón y que ya había probado bajo ese puente donde guardaba las imágenes de ella siendo penetrada analmente y sufriendo el grosor de esa enorme herramienta que el portaba.
Recordaba el sabor de su leche que había bebido y saboreado esa misma leche que trajo a su casa en sus labios,mientras veía a su esposo disfrutando de la televisión 
Una tarde soleada, mientras María estaba en su casa terminando los quehaceres domésticos , escuchó un ligero golpe en la puerta. Al abrir, se encontró con el hombre maduro del tren parado frente a ella, con una mirada que parecía penetrar en su alma. Sin decir una palabra, él entró en la casa y cerró la puerta detrás de él.

María no sabía qué hacer. Estaba sorprendida y un poco asustada, pero al mismo tiempo, sentía una extraña atracción hacia ese hombre misterioso. Él se acercó lentamente a ella y sin mediar palabra, la tomó entre sus brazos y la besó con una pasión desenfrenada. María se dejó llevar por la intensidad del momento, sintiendo cómo su cuerpo respondía al contacto de él.

El hombre maduro la llevó a la habitación y la recostó en la cama con delicadeza. Sus manos hábiles recorrían cada centímetro de su piel, despertando sensaciones que María jamás había experimentado antes. Él le susurraba palabras al oído que la enloquecían de deseo, haciéndola sentir viva y ardiente.

Sin mediar palabra, el hombre maduro se despojó de su ropa y dejó al descubierto su enorme miembro, que estaba duro como una roca. María nunca lo habia visto tan grande duro venoso y sentía una mezcla de miedo y excitación. Él la miró fijamente a los ojos y supo que ella estaba lista para lo que vendría a continuación.

Con movimientos expertos, el hombre maduro penetró a María con su enorme miembro, rompiendo su cola con una intensidad abrumadora. María gritó de dolor y placer, sintiendo cómo su cuerpo se estremecía con cada embestida. El hombre la tomó con fuerza, haciéndola suya en cuerpo y alma
ella soportó el dolor y el placer que esa verga le provocaba cuando ella llegó al orgasmo el retiro su verga y la coloca suavemente en sus labios y ella comienza con una mamada monumental llevando al hombre a vaciar sus testículos de la leche acumulada de días
María recibe gustosa el néctar precioso de el y lo traga con tranquilidad después de eso se despide sin pronunciar palabras 
Sin saber si ese encuentro será el último o el comienzo de una relación íntima continúa 

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