Me levante y estabas mirándome fijamente. El calor de la noche anterior había sido intenso. Pero eso no evito que duerma pegado a vos, abrazándote por detrás. Casi nada separó nuestros cuerpos toda la noche.
Hace mucho no venias a mi cama en la mitad de la noche, pero entraste cuando todavía estaba despierto. Me preguntaste si me molestaba y no dude en responder que nunca me molestas.
Ya era tarde y me costaba mantener los ojos abiertos mientras me contabas como te fue con tus exámenes. Había tenido un día duro yo tambien, pero siempre supiste que tengo un lugar especial para ti conmigo.
No se cuando me quede dormido, pero cuando me levante todavía estaba empalmado por tenerte junto a mi toda la noche. Quitaste la vista de mi entrepierna y mientras me mirabas a los ojos agarraste mi bulto.
Yo te deje, tu seguiste, cada vez apretando más fuerte y frotando con más ganas. Me respiración se aceleró al ritmo que me proponias. Algunos bramidos salían de mi boca y te podía escuchar murmurar algo. Mi miembro escapó de mi ropa interior.
Apenas abrias la boca y tu lengua interrumpía tus palabras cuando te la pasabas por los labios. Algo de saliva comenzaba a salir por tu boca como si un hambre voraz te atacara.
Mio, mucho, dámela, duro, papi. Palabras que salían de tu boca y que llegan sutilmente a mis odios mientras una electricidad recorría mi cuerpo. Tu mirada perdida de pronto se lleno de avaricia, yo cada vez más erecto te miraba hipnotizado.
Con tu otra mano me rodeaste por completo el miembro y acercaste tu boca. Acabe como nunca cantidades de semen acumulado por verte pasar en paños menores por toda la casa. Tu boca rebalsó y cuando te apartaste algo de mi cayo sobre tu hermosa carita.
No hizo falta decir nada, siempre supiste que era tuyo. Me dejaste agotado y fuiste a prepararte. Antes de salir del cuarto diste media vuelta y preguntaste "hoy me pasas a buscar?"
Hace mucho no venias a mi cama en la mitad de la noche, pero entraste cuando todavía estaba despierto. Me preguntaste si me molestaba y no dude en responder que nunca me molestas.
Ya era tarde y me costaba mantener los ojos abiertos mientras me contabas como te fue con tus exámenes. Había tenido un día duro yo tambien, pero siempre supiste que tengo un lugar especial para ti conmigo.
No se cuando me quede dormido, pero cuando me levante todavía estaba empalmado por tenerte junto a mi toda la noche. Quitaste la vista de mi entrepierna y mientras me mirabas a los ojos agarraste mi bulto.
Yo te deje, tu seguiste, cada vez apretando más fuerte y frotando con más ganas. Me respiración se aceleró al ritmo que me proponias. Algunos bramidos salían de mi boca y te podía escuchar murmurar algo. Mi miembro escapó de mi ropa interior.
Apenas abrias la boca y tu lengua interrumpía tus palabras cuando te la pasabas por los labios. Algo de saliva comenzaba a salir por tu boca como si un hambre voraz te atacara.
Mio, mucho, dámela, duro, papi. Palabras que salían de tu boca y que llegan sutilmente a mis odios mientras una electricidad recorría mi cuerpo. Tu mirada perdida de pronto se lleno de avaricia, yo cada vez más erecto te miraba hipnotizado.
Con tu otra mano me rodeaste por completo el miembro y acercaste tu boca. Acabe como nunca cantidades de semen acumulado por verte pasar en paños menores por toda la casa. Tu boca rebalsó y cuando te apartaste algo de mi cayo sobre tu hermosa carita.
No hizo falta decir nada, siempre supiste que era tuyo. Me dejaste agotado y fuiste a prepararte. Antes de salir del cuarto diste media vuelta y preguntaste "hoy me pasas a buscar?"
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