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http://www.poringa.net/posts/relatos/5550629/Trio-con-Leo-II-pasando-a-la-accion.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/5761655/Trio-con-Leo-III-a-punto-de-volversela-a-poner.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/5770542/Trio-con-Leo-IV-asoman-los-cuernos.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/5788749/Trio-con-Leo-V.html
La cosa fue así. Con Romi nos copamos con la idea de que Leo la cogiera sin forro, así que le propusimos hacernos todos los análisis correspondientes y así dejar el preservativo de lado. Leo aceptó de buena gana, él también se moría de ganas de garcharse a Romi a pelo, así que nos hicimos todos los estudios y llegó el día de ir a buscar los resultados.
Quedamos con Leo para ir juntos al laboratorio y después salir para casa donde Romi nos iba a estar esperando para poder estrenar ahí mismo la pija de Leo en carne viva. Estábamos manejando para casa (los resultados, como era de esperar, dieron todos bien) cuando me suena el celular que era Romi avisando que se le había complicado en el trabajo que iba a llegar un rato más tarde. Cuando llegamos a casa, eran ya las seis de la tarde, Leo tenía libre hasta las nueve, llamó Romi para anunciar que no iba a poder venir. Ella es instrumentadora quirúrgica y se iba a tener que quedar asistiendo por varias horas.
La noticia fue devastadora tanto para mi como para Leo. Entre pitos y flautas, habíamos estado esperando como una semana para que se de este momento,y ahora había que esperar hasta quién sabe cuando para poder volver a coincidir.
- No sabés la calentura que tengo - me dijo Leo-. Hace cinco días que no cojo ni me hago la paja. Quería estar bien cargado para hoy.
Escuchar esa confesión ya hizo que mi pitito se ponga en alerta.
-No sé que decirte… me imagino como debés estar. Ahora cuando mucho lo más que podemos hacernos es una paja - le dije yo en broma.
-Y… algo voy a tener que hacer, para como hoy se queda a dormir en casa la sobrina de Virgina (su novia) y en casa no creo que la ponga. Sino me voy a terminar pajeando en el baño.
-Y, si querés, yo tengo unas fotos de Romi medio hot, alguna tanga usada, si querés nos pajeamos acá, como cuando éramos pendejos.
Yo le había contado a Leo que con mis amigos del barrio cuando éramos chicos hacíamos pajas grupales, y sabía que él hacía lo mismo con sus compañeros de la secundaría, así que me tiré el lance a ver qué pasaba.
-Y… por ahí le pego una mirada a esas fotitos… ¿Cómo es eso de las tangas usadas?
-A mi me gusta olerlas cuando me pajeo - le digo -. Por ahí es medio pervertido, yo que sé.
-Jajaja, no me gusta la idea.
-Vení a la compu que te muestro.
Lo llevé a Leo hasta la compu en la oficina, y le abrí una carpeta con fotos hot de Romi, y me fui a buscar tangas al canasto de la ropa sucia. Cuando volví Leo ya marcaba una erección dentro del pantalón y se sobaba el paquete por fuera.
-Encontré estas dos tangas- le dije.
Una era una tanga de algodón blanca, bastante sencilla y hasta un poco gastada, pero con una linda marca casi amarilla la altura de la concha y con un olor mezcla pis y cajeta que a mi me enloquecía. La otra era una tanga roja de encajes con un par de manchas blancas en el lugar de la entrepierna. También olía a paraíso. En el monitor de la compu había una foto del culo de Romi acostado en la playa, el hilo de la bikini bien metido en entre los cachetes.
Leo agarró la tanga de algodón y la olió un poco en la entrepierna y dijo:
-No te imaginas como le hubiera llenado la concha de leche.
-Aunque no lo creas, me pajeo imaginando eso - le confesé, cosa que el posiblemente luego de nuestros encuentros ya sabía bastante bien -. ¿Querés que pelemos?
Leo se paró, se desabrochó el pantalón, y bajó boxer y lompa todo junto. Su pija, aún no cien por cierto dura, colgaba morcillona hacía abajo, pero ya considerablemente grande, aunque aún no rígida del todo. Suele pasar con las porongas grandes que tardan más en ponerse del todo duras. Yo por mi parte hice lo mismo y pelé mi pitito de 13cm completamente erecto y pegado a mi abdomen. Es extraño que dos cosas quizás similares, pero tan distintas, como mi pene y el de Leo, fueran consideradas la misma cosa. El pene de Leo era una entidad en sí misma, con venas, peso, masa, presencia, y hasta gravedad propia. El mío era apenas una protuberancia que se desprendía apenas unos centimetros de mi cuerpo.
Yo busqué una silla y me senté al lado suyo. El ya se estaba pajeando mientras miraba la pantalla. Corría lentamente el prepucio, dejando entrever un glande húmedo y rosado. Tomaba su pija con la mano, y lo que sobraba era casi del tamaño de mi pene completo. Una gotas de precum iban asomando de la uretra. Yo por mi parte me tocaba usando el pulgar y dos dedos, el índice y el medio únicamente. Leo tenía aún en la mano la tanga de algodón de mi novia, y lo que hizo a continuación fue envolverse con ella la pija, y usarla para pajearse. Yo lo miraba hipnotizado, cuando sin darme lo siguiente salió de mi boca.
-¿Viste que cuando te pajeas así - yo también había hecho eso muchas veces- se siente menos la mano y parece que te pajea otro?
-No tanto, aunque no me molestaría que me pajee otro - retrucó él.
Aún con un poco de timidez, fui acercando mi mano, él entendió rápido la jugada y sacó la suya. Agarré su verga usando la bombacha de mi novia y lo empecé a pajear suavemente. Ya había cruzado el rubicón, no había vuelta atrás. Ahora Leo había cruzado sus manos tras de la nuca, y me dejaba hacer sin apuro. A veces iba cambiando de imagen mientras yo lo pajeaba con una mano y con la otra le acariciaba los huevos rubios llenos de leche. Su pija ya era de piedra, y para hacer durar un poco más la cosa le dije que dejara hacer que se ponga bien cómodo, así que solté su pija y le saqué los zapatos que traía puestos. Luego le saqué del todo el pantalón e hice lo mismo con el mio. No tenía sentido estando solo tener que pajearnos como si fuéramos pingüinos con los pantalones en los tobillos. Luego me arrodille entre sus piernas, agarré su pija directo, ya sin la tanga de por medio, y le clavé un pete que jamás olvidará en su vida.
Me metí toda su pija en la boca, le lamí bien el glande, y luego fui bajando hasta sentir como esa masa dura de carne iba presionando de a poco en mi garganta hasta dejarme sin aire. La saqué de mi boca y la bese entera mientras lo pajeaba, le comí un poco los huevos, y volví a presionar su glande contra mi garganta hasta sentir que penetraba aún más profundo. Leo ya me agarraba del pelo y ya dirigía él mismo la chupada. Vi que miraba con morbo como le comía la pija, le gustaba verme humillado comiendo su gran y envidiado pene. A veces cruzaba sus piernas por sobre mis hombros y me apretaba la cara contra sus bolas limpias que olían a macho.
Hasta que un momento se paró y empezó a pajearse sobre mi boca. Sabía lo que venía. Los cinco días de abstinencia contenidos en sus huevos iban a alimentar mi putez. Yo la quería adentro, no en la cara, así que ni bien soltó su verga me la metí en la boca y terminé con mis labios, cubriéndome los dientes, de sacarle la leche a fuerza sacar y meter su pene en mi boca. Los chorros de semen estaban tan calientes que casi quemaban. Yo me prendí a su pija como si la nutrición de mis próximos años de vida dependiera de poder tragarme toda su leche. Lo seguí chupando hasta no dejar el más mínimo rastro de acabada en su pija. Era un semen dulce, muy espeso, casi una golosina. Leo ya había dejado de gemir.
En vez de volver a sentarse Leo fue directo a la cama y se desplomó ahí exhausto después de haber acabado como un toro. Tenía aún la remera puesta, pero de la cintura para abajo seguía en bolas igual que yo. Habían pasado apenas media hora. Yo había acabado casi sin tocarme mientras se me tragaba su leche y mi pitito ya estaba flácido. El de él quizás también, pero el tamaño seguía siendo enorme, y chorreaba sobre su pierna como uno de esos relojes blandos de Dalí. Yo me acosté a su lado.
-Te pasaste con ese pete - me dijo. En Argentina le decimos pete al fellatio, para quién no sepa.
-No quería que te fueras con ganas, jajaja.
-Yo ya me imaginaba que te gustaba la pija.
-No sé si todas -mentí un poco- pero la tuya no es algo que se vea todos los días.
-¿Desde cuándo te gusta?
-Empecé con pajas cruzadas con mis amigos del barrio. Después fuimos apostando más y más alto.
-¿Te hicieron el culo alguna vez? - inquirió Leo.
-Sí, unas cuantas, pero tampoco tantos.
-Siempre tuviste un lindo culo. Mejor que el de las minas.
-Me parece que vos me la querés poner - dije bromeando
Leo se rió, yo también me reí, pero después me fui y volví con la tanga roja de romi puesta. Mi pitito comprimido entre la tela con encajes, el hilo rojo metido prontamente entre mis nalgas. Me saqué la remera y me puse la parte de arriba de un pijama de Romi que era a ella le quedaba holgado y a mi medio ajustado. Me volví a acostar en la cama y le dije
-Me vestí mejor, por si te dan ganas de seguirla, pero sino todo bien. A veces me gusta ponerme en este rol medio de nena. ¿Te jode?
-Al contrario, me gusta más así que estar con un hombre en la cama.
Le sonreí y lo miré casi con ojos enamorados. Me dijo que la tanga me quedaba muy bien y me pidió que le dé la vuelta para poderme ver bien el culo. Yo hice más que eso. Fui gateando hasta el borde de la cama, me bajé, y siempre de espalda, le fui haciendo poses para que vieses bien mis piernas y mi cola entangada. Siempre supe que esa parte de mi cuerpo, al contrario de mi pene, era la más privilegiada. Cuando terminé el mini show, vi que su pija ya estaba, en vez de cayendo sobre su pierna, más despierta y reposando sobre su abdomen. El glande sobrepasaba al ombligo ya.
Me volví a tirar a su lado, y le pregunté qué le pareció el show. Se puso sobre mí, me hizo poner boca abajo, y sentí primero sus manos acariciar mi cola, abrir mis cachetes, y luego su lengua jugando sobre mi ano.
Comenten y puntos y seguimos….
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La cosa fue así. Con Romi nos copamos con la idea de que Leo la cogiera sin forro, así que le propusimos hacernos todos los análisis correspondientes y así dejar el preservativo de lado. Leo aceptó de buena gana, él también se moría de ganas de garcharse a Romi a pelo, así que nos hicimos todos los estudios y llegó el día de ir a buscar los resultados.
Quedamos con Leo para ir juntos al laboratorio y después salir para casa donde Romi nos iba a estar esperando para poder estrenar ahí mismo la pija de Leo en carne viva. Estábamos manejando para casa (los resultados, como era de esperar, dieron todos bien) cuando me suena el celular que era Romi avisando que se le había complicado en el trabajo que iba a llegar un rato más tarde. Cuando llegamos a casa, eran ya las seis de la tarde, Leo tenía libre hasta las nueve, llamó Romi para anunciar que no iba a poder venir. Ella es instrumentadora quirúrgica y se iba a tener que quedar asistiendo por varias horas.
La noticia fue devastadora tanto para mi como para Leo. Entre pitos y flautas, habíamos estado esperando como una semana para que se de este momento,y ahora había que esperar hasta quién sabe cuando para poder volver a coincidir.
- No sabés la calentura que tengo - me dijo Leo-. Hace cinco días que no cojo ni me hago la paja. Quería estar bien cargado para hoy.
Escuchar esa confesión ya hizo que mi pitito se ponga en alerta.
-No sé que decirte… me imagino como debés estar. Ahora cuando mucho lo más que podemos hacernos es una paja - le dije yo en broma.
-Y… algo voy a tener que hacer, para como hoy se queda a dormir en casa la sobrina de Virgina (su novia) y en casa no creo que la ponga. Sino me voy a terminar pajeando en el baño.
-Y, si querés, yo tengo unas fotos de Romi medio hot, alguna tanga usada, si querés nos pajeamos acá, como cuando éramos pendejos.
Yo le había contado a Leo que con mis amigos del barrio cuando éramos chicos hacíamos pajas grupales, y sabía que él hacía lo mismo con sus compañeros de la secundaría, así que me tiré el lance a ver qué pasaba.
-Y… por ahí le pego una mirada a esas fotitos… ¿Cómo es eso de las tangas usadas?
-A mi me gusta olerlas cuando me pajeo - le digo -. Por ahí es medio pervertido, yo que sé.
-Jajaja, no me gusta la idea.
-Vení a la compu que te muestro.
Lo llevé a Leo hasta la compu en la oficina, y le abrí una carpeta con fotos hot de Romi, y me fui a buscar tangas al canasto de la ropa sucia. Cuando volví Leo ya marcaba una erección dentro del pantalón y se sobaba el paquete por fuera.
-Encontré estas dos tangas- le dije.
Una era una tanga de algodón blanca, bastante sencilla y hasta un poco gastada, pero con una linda marca casi amarilla la altura de la concha y con un olor mezcla pis y cajeta que a mi me enloquecía. La otra era una tanga roja de encajes con un par de manchas blancas en el lugar de la entrepierna. También olía a paraíso. En el monitor de la compu había una foto del culo de Romi acostado en la playa, el hilo de la bikini bien metido en entre los cachetes.
Leo agarró la tanga de algodón y la olió un poco en la entrepierna y dijo:
-No te imaginas como le hubiera llenado la concha de leche.
-Aunque no lo creas, me pajeo imaginando eso - le confesé, cosa que el posiblemente luego de nuestros encuentros ya sabía bastante bien -. ¿Querés que pelemos?
Leo se paró, se desabrochó el pantalón, y bajó boxer y lompa todo junto. Su pija, aún no cien por cierto dura, colgaba morcillona hacía abajo, pero ya considerablemente grande, aunque aún no rígida del todo. Suele pasar con las porongas grandes que tardan más en ponerse del todo duras. Yo por mi parte hice lo mismo y pelé mi pitito de 13cm completamente erecto y pegado a mi abdomen. Es extraño que dos cosas quizás similares, pero tan distintas, como mi pene y el de Leo, fueran consideradas la misma cosa. El pene de Leo era una entidad en sí misma, con venas, peso, masa, presencia, y hasta gravedad propia. El mío era apenas una protuberancia que se desprendía apenas unos centimetros de mi cuerpo.
Yo busqué una silla y me senté al lado suyo. El ya se estaba pajeando mientras miraba la pantalla. Corría lentamente el prepucio, dejando entrever un glande húmedo y rosado. Tomaba su pija con la mano, y lo que sobraba era casi del tamaño de mi pene completo. Una gotas de precum iban asomando de la uretra. Yo por mi parte me tocaba usando el pulgar y dos dedos, el índice y el medio únicamente. Leo tenía aún en la mano la tanga de algodón de mi novia, y lo que hizo a continuación fue envolverse con ella la pija, y usarla para pajearse. Yo lo miraba hipnotizado, cuando sin darme lo siguiente salió de mi boca.
-¿Viste que cuando te pajeas así - yo también había hecho eso muchas veces- se siente menos la mano y parece que te pajea otro?
-No tanto, aunque no me molestaría que me pajee otro - retrucó él.
Aún con un poco de timidez, fui acercando mi mano, él entendió rápido la jugada y sacó la suya. Agarré su verga usando la bombacha de mi novia y lo empecé a pajear suavemente. Ya había cruzado el rubicón, no había vuelta atrás. Ahora Leo había cruzado sus manos tras de la nuca, y me dejaba hacer sin apuro. A veces iba cambiando de imagen mientras yo lo pajeaba con una mano y con la otra le acariciaba los huevos rubios llenos de leche. Su pija ya era de piedra, y para hacer durar un poco más la cosa le dije que dejara hacer que se ponga bien cómodo, así que solté su pija y le saqué los zapatos que traía puestos. Luego le saqué del todo el pantalón e hice lo mismo con el mio. No tenía sentido estando solo tener que pajearnos como si fuéramos pingüinos con los pantalones en los tobillos. Luego me arrodille entre sus piernas, agarré su pija directo, ya sin la tanga de por medio, y le clavé un pete que jamás olvidará en su vida.
Me metí toda su pija en la boca, le lamí bien el glande, y luego fui bajando hasta sentir como esa masa dura de carne iba presionando de a poco en mi garganta hasta dejarme sin aire. La saqué de mi boca y la bese entera mientras lo pajeaba, le comí un poco los huevos, y volví a presionar su glande contra mi garganta hasta sentir que penetraba aún más profundo. Leo ya me agarraba del pelo y ya dirigía él mismo la chupada. Vi que miraba con morbo como le comía la pija, le gustaba verme humillado comiendo su gran y envidiado pene. A veces cruzaba sus piernas por sobre mis hombros y me apretaba la cara contra sus bolas limpias que olían a macho.
Hasta que un momento se paró y empezó a pajearse sobre mi boca. Sabía lo que venía. Los cinco días de abstinencia contenidos en sus huevos iban a alimentar mi putez. Yo la quería adentro, no en la cara, así que ni bien soltó su verga me la metí en la boca y terminé con mis labios, cubriéndome los dientes, de sacarle la leche a fuerza sacar y meter su pene en mi boca. Los chorros de semen estaban tan calientes que casi quemaban. Yo me prendí a su pija como si la nutrición de mis próximos años de vida dependiera de poder tragarme toda su leche. Lo seguí chupando hasta no dejar el más mínimo rastro de acabada en su pija. Era un semen dulce, muy espeso, casi una golosina. Leo ya había dejado de gemir.
En vez de volver a sentarse Leo fue directo a la cama y se desplomó ahí exhausto después de haber acabado como un toro. Tenía aún la remera puesta, pero de la cintura para abajo seguía en bolas igual que yo. Habían pasado apenas media hora. Yo había acabado casi sin tocarme mientras se me tragaba su leche y mi pitito ya estaba flácido. El de él quizás también, pero el tamaño seguía siendo enorme, y chorreaba sobre su pierna como uno de esos relojes blandos de Dalí. Yo me acosté a su lado.
-Te pasaste con ese pete - me dijo. En Argentina le decimos pete al fellatio, para quién no sepa.
-No quería que te fueras con ganas, jajaja.
-Yo ya me imaginaba que te gustaba la pija.
-No sé si todas -mentí un poco- pero la tuya no es algo que se vea todos los días.
-¿Desde cuándo te gusta?
-Empecé con pajas cruzadas con mis amigos del barrio. Después fuimos apostando más y más alto.
-¿Te hicieron el culo alguna vez? - inquirió Leo.
-Sí, unas cuantas, pero tampoco tantos.
-Siempre tuviste un lindo culo. Mejor que el de las minas.
-Me parece que vos me la querés poner - dije bromeando
Leo se rió, yo también me reí, pero después me fui y volví con la tanga roja de romi puesta. Mi pitito comprimido entre la tela con encajes, el hilo rojo metido prontamente entre mis nalgas. Me saqué la remera y me puse la parte de arriba de un pijama de Romi que era a ella le quedaba holgado y a mi medio ajustado. Me volví a acostar en la cama y le dije
-Me vestí mejor, por si te dan ganas de seguirla, pero sino todo bien. A veces me gusta ponerme en este rol medio de nena. ¿Te jode?
-Al contrario, me gusta más así que estar con un hombre en la cama.
Le sonreí y lo miré casi con ojos enamorados. Me dijo que la tanga me quedaba muy bien y me pidió que le dé la vuelta para poderme ver bien el culo. Yo hice más que eso. Fui gateando hasta el borde de la cama, me bajé, y siempre de espalda, le fui haciendo poses para que vieses bien mis piernas y mi cola entangada. Siempre supe que esa parte de mi cuerpo, al contrario de mi pene, era la más privilegiada. Cuando terminé el mini show, vi que su pija ya estaba, en vez de cayendo sobre su pierna, más despierta y reposando sobre su abdomen. El glande sobrepasaba al ombligo ya.
Me volví a tirar a su lado, y le pregunté qué le pareció el show. Se puso sobre mí, me hizo poner boca abajo, y sentí primero sus manos acariciar mi cola, abrir mis cachetes, y luego su lengua jugando sobre mi ano.
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2 comentários - Trío con Leo 6 (Le doy una mano, y algo más)