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EL CAMINO EQUIVOCADO
Hijo único de una familia potentada, mamá era parte del directorio de una importante empresa familiar, una mujer férrea de fuerte carácter con un ego tan grande que no cabía en su cuerpo.
Seguramente el amor de su vida fuera su status, su poder, su ambición, y en su entorno no había tiempo para amores, ella se iba muy temprano y volvía muy tarde, rodeada de reuniones, de llamadas, de stress, de locura y haber concebido un hijo había sido solo parte de la vida, de un encuentro casual, de un descuido, como un proyecto laboral mas
Ella era mujer, siempre vestía perfecta, en trajecitos con polleras a las rodillas, con perfecto peinado, con perfecto maquillaje, con perfecta imagen, no puedo recordar un día en que estuviera relajada, de entre casa, tirada solo sin hacer nada. Pensaba y actuaba como hombre, fría, calculadora, distante y por lejos, jamás sería esa madre que le regala el corazón a un hijo
Crecí en ese entorno, privilegiado por todo lo material y económico, pero mendigo del amor, y cuando mis amigos veían en mi 'el chico a envidiar' yo solo los envidiaba a ellos al ver las familias que les habían tocado en suerte, humildes en billetes, pero ricas en sentimientos.
Y si, vivía preso en una enorme y fría mansión de concreto, y era un tanto gracioso admitir que Mauricio, el chofer de la familia era lo más parecido a un padre que tenía, con quien pasaba tiempo hablando y que me permitía a escondidas ayudarlo a lavar alguno de los coches de la familia, o María, y también Noelia, las mucamas que vivían cama adentro y eran para mí, esas madres postizas que ocupaban el lugar que mi verdadera madre debía ocupar.
Y fui creciendo, y formando mi propia personalidad, mis propios gustos, mi propia sexualidad
Hoy lo recuerdo con un tanto de gracia, lejos en el tiempo, era apenas un quinceañero inexperto, Daniela era la sobrina de María, que estaba ya demasiado grande y enferma, Daniela había tomado el lugar de mi vieja nana, ella me llevaba varios años, calculo ocho, diez tal vez, y aunque yo no me diera cuenta en ese momento, ella jugaba sus cartas, su partida era clara, quería enredarme, atarme a ella, sacarse la grande de lotería, con el hijo y único heredero de toda la fortuna de mamá.
Ella me provocaba una y otra vez, indirecta o directamente, me dejaba notar sus llamativas tetas, o su generoso trasero, situaciones casuales que no eran casuales, hasta sorprenderla desnuda después de tomar una ducha.
Admito que era realmente bonita y llamativa, un bomboncito de chocolate con licor para cualquier chico de mi edad, en fin
Una noche, antes de que fuera al cuarto, cuando pudo escapar del ojo vigilante de mamá, se me acercó y me acorraló contra la pared, tenía un escote muy insinuante donde se marcaban sus tetas, y una mirada peligrosamente agresiva, tomó mi mano y la apoyó en una de ellas, en la otra, en un puño me dejó un de sus tangas de puta que usaba y me dijo
Pendejo, cuando se duerma la vieja - por mi madre - vení a mi cuarto, la puerta estará abierta, te prometo que no te vas a arrepentir...
Pobre Daniela, que ingenua era, al día siguiente, al limpiar y asear mi cuarto, encontraría su tanga llena de semen que había dejado adrede para ella, como explicarle a esa hermosura que a mí las mujeres no me movían un pelo y para lo único que me había servido su ropa interior había sido para usarla yo mismo y sentirme una putita hermosa con la seda rozando mis nalgas.
Tiempo después, mis gustos empezaban a hacerse notorios, Daniela, cansada de fracasar se había rendido, y había buscado nuevos rumbos, su propuesta final de casarnos para mantener un matrimonio de fantasía para hacerse de un seguro monetario y por mi parte, mostrar al mundo mi masculinidad, para darle peso a la empresa de mi madre, realmente no sería de mi interés.
Yo era lo que era, quería brillar por brillo propio y no ser el parásito de la familia, estudiaba para chef, un poco inspirado de los días de infancia, cuando María me dejaba meter manos en su cocina, y poco a poco me iba despegando de la sombra de mi madre.
Ya había tenido mi debut sexual con un chico que me gustaba, y ya había pagado a otro que era demasiado hetero, pero demasiado pobre.
Una noche, estando en mi cuarto, me había puesto unas medias de red que me había comprado, muy sexis, una tanga con plumas, me sentí muy chic, y mientras miraba en el enorme televisor de mi cuarto una película condicionada gay, me masturbaba el pene al tiempo que me metía por detrás un enorme consolador que vibraba sin parar y me sacaba un placer inusitado.
Esa fue la foto que se grabó en las pupilas de mi madre cuando abrió de imprevisto la puerta del cuarto, porque ella era así, ella era la dueña del mundo, ella no pedía permiso, ella era solo ella, solo cerró la puerta y me dejó a solas, sin decir palabra
Al día siguiente tendríamos una charla, era raro puesto que ella ya no estaba cuando yo me levantaba, pero ese día dejó todo de lado para hablar conmigo
Honestamente, su monólogo fue una mierda, no le importaba lo que yo hiciera de mi vida, que sea puto o no, solo me dejó saber que mi vida privada no debía interferir con la suya, son su reputación, ni con la imagen de la empresa
Comprendí que era hora de un adiós, desconocía a esa mujer a la que el título de 'madre' le quedaba demasiado grande, el único agradecimiento que podría reconocerle era que me había regalado lo que para ella eran migajas, pero para mí, una fortuna, para incursionar con lo que sería el primero de muchos comedores de mi cadena de comidas.
Y si, me hice conocido en lo mío, bueno para hacer negocios, pulcro, y por qué no, brillante. Mi ego crecía, mi autoestima, era de esos de ir al gimnasio y verme cada día al espejo
Todo lo bien que me iba como profesional, no se repetía en lo afectivo, los treinta años me recibirían en soledad, odié admitirlo, pero tenía los genes maternos pegados a fuego, no encontraba nadie para mí, porque sencillamente nadie estaría a mi altura, y en cada relación que intentaba meterme solo me volvía tóxico, por lo que seguía con amores pasajeros
En la cama podía llegar a ser insoportable, elegía muy bien mis amantes, y si alguno llegará a esbozar una intención de chuparme la pija, o pretender que lo penetrara, solamente pondría un hielo tan grande como para terminar el encuentro, y no porque me molestaran sus gustos, sino, porque ese era mi rol en el juego.
El tiempo iba pasando, me estaba poniendo viejo, vivía solo en mi castillo y me había dado todos los gustos que un hombre con dinero se podía dar, había viajado por el mundo, una vez y otra vez, y había tenido en mi cama a cuanto hombre quise tener, ya fuera por propia decisión o pagando, no me molestaba, había probado la virilidad de latinos, americanos, europeos y africanos, había jugado en tríos, cuarteros, sexo en algún lugar público, en la playa, en las montañas, en un cine, en un coche, hasta en vuelo, en un jet privado
Un treinta y uno de diciembre haría las paces con mi madre después de mucho tiempo, cambio de año, una nueva oportunidad, fuimos a cenar al sitio más lujoso de la ciudad, un restaurante en el piso más alto del más alto edificio, todo vidriado, donde podía verse todo el entorno y donde seguro brillarían los acostumbrados fuegos de artificio.
Pero mamá y yo estábamos solos, no teníamos a nadie más, ella, en su afán de poder, había traicionado a su hermano y a su hermana, sus socios naturales en herencia, y se había quedado con todo el imperio y ahora pagaba el precio.
A pesar de todo, del tiempo, mi madre seguía intimidándome, era una mujer entrada en años, pero siempre lucía impecable y usaba ese lenguaje agrio, ese que ponía distancia
Y una vez más comprobé lo que tanto me molestaba, que ver a mi madre, era verme en un espejo, y que, si tan mal me llevaba con ella, era porque era como ella, porque mi ego era tan grande como el suyo, y porque nuestra relación nunca sería de otra manera.
Brindamos con el cambio de año iluminados por las luces radiantes y multicolores que explotaban a doquier, y tal vez solo en ese momento, cuando besé la mejilla de mi madre, ella bajó la guardia y con un suspiro reflexivo me dijo algo como que estaba viviendo mal mi vida, el dinero, el poder, la traición, el ego, nada, nada de eso servía si al final del camino te encuentras solo, seguramente, era una confesión de su vida misma, y era lo que me tocaría en adelante
Tomé esas palabras muy en serio, tal vez, las únicas palabras de mi madre que tomaría en serio
E então eu lancei uma campanha para me enamorar, procurar aquele homem que me fizesse feliz e pudesse dividir minha vida, mas novamente eu erraria as manhas, não sabia como fazer isso, acostumbrado a comprar tudo com dinheiro, pensei que esse seria o caminho, como ir a uma loja de brinquedos e apenas escolher o brinquedo da prateleira que fosse de meu agrado.
Para aquela noite eu havia fechado uma das minhas casas de comida, apenas para uma reunião privada, era o melhor de todos, e havia selecionado com muito cuidado um punhado de todos os homens que haviam passado por minha cama, alguns por proximidade, outros por sua impressão, também pelo tamanho dos seus cocks, ou por carilindos, ou simplesmente porque me haviam dado gosto.
Seria uma ceia espetacular, festiva, onde eu, o anfitrião, escolheria o privilegiado que teria uma oportunidade, e se, já sei, soa pedante, uma loucura, mas na minha cabeça de aqueles dias, minha credulidade de ser um Deus na terra não tinha limites.
Fiz preparar um festim digno de um circo romano, obviamente, meu lugar estaria à cabeceira da mesa, em um cadeiro maior que os do resto, pois eu seria a princesa nessa noite, onde tontamente asumi que meu dinheiro, minha fama, meu ego seriam suficientes para ter o controle, pretender que o amor se compra, que se tem alguém dobrado aos teus pés apenas por obediência divina, e aquela noite eu teria uma lição que lembraria pelo resto da minha vida.
Havíamos passado horas frente ao espelho, sempre fazia isso, mas essa vez o amor por mim mesmo não teria limites, apenas observando meus músculos acesos, meu rosto de menino bonito, minha pele tersa e depilada com esmero desde o pescoço até os pés, eu me untuei com um óleo suave e perfumado para manter humectados meus poros, ajustei os cabelos um a um porque era certa minha marcada calvície prematura, uma situação que me acomplejaba e estava em caminhos de remediar com implantes
Me vesti informalmente, é claro, sem esquecer um slip muito ajustado e muito pequeno, que me impedia uma ereção porque certamente estaria fervendo entre tantos males dominantes.
Meu motorista particular receberia o primeiro reclame da noite, dois minutos tarde, e para uma pessoa rigorosa como eu, dois minutos eram demasiado tempo, assim era eu, não permitia imperfeições. E o trânsito carregado daquela noite faria sua parte, cinco minutos mais, e se bem essa vez não era culpa dele, não me importava descarregar um segundo reclame sobre ele, gostava de humilhar as pessoas que estavam sob meu comando, manipulá-las como marionetes
Ao chegar, contei rapidamente, ainda faltavam candidatos, mas não me importava, eu não estava para esperar alguém, era a diva da noite, então apenas fechei a porta e fiquei com as chaves, eles se perderiam
Nos sentamos, eu primeiro, é claro, e eles ao lado, os homens por mim selecionados que, segundo o acordo, alguns começaram a receber o sobre com bilhetes, o dinheiro que pagaria essa noite de seleção, porque em minha cabeça, como eu havia ideado, compraría o melhor candidato, como se compram animais em um leilão.
Meus empregados, os que seriam testemunhas surdas, cegas e mudas do que sucederia essa noite, à minha ordem começaram a servir a comida, enquanto eu lhes ia detalhando passo a passo o que desejava deles, o que deviam fazer para me convencer e que, finalmente, eu ficaria com o amor e fidelidade do melhor postor.
Minha verborragia iria aumentar com o correr dos minutos, é que mais falava, mais seguro de mim mesmo me sentia, ser centro do universo, e meu plano superior se fazia tão evidente como impactante.
Jamais pude ver que apenas estava causando desdém em direção a mim por todos esses males, eles me escutavam quase sem replicar nada, jamais pude ver que estava cavando minha própria tumba
Depois de comer o sobremesa, recém passada a meia-noite, como muitos tive desejo de ir urinar, de passagem, poder ver algum yummy cock, e esse seria o início do meu fim
Estava apenas fazendo o que havia ido fazer ao banheiro, para minha '. direita, Claudio, eu creio lembrar que esse era seu nome, quem urinava ao meu lado me olhava nos olhos, enquanto eu olhava com apetite sua cock, e apenas me distraía do ambiente, e jamais pude notar que meus amantes pagos, em complicidade haviam invadido o lugar, e quando o notei já era tarde
Me fizeram centro de uma roda, me empurraram de um lado para outro e rebati de mãos em mãos, alguns tiraram seus celulares e começaram a filmar o que estava acontecendo nesse momento
Me despiram, pouco a pouco retiraram minhas roupas, forçaram-me a ficar em quatro sobre as cerâmicas frias, me chicotearam, me disseram
A ver, puto, como se abre todo o cu? Abra as nádegas, puta?
Fiz, obedecente, enquanto eles apenas filmavam, nunca havia metido tantas coisas pelo cu, mesmo meu próprio punho, pois naturalmente meu ânus se teria aberto vários centímetros, e essa situação os encendeu como animais, como selvagens, um dos garotos se animou a mais, tirou sua camisa, então desceu seu calção e sua roupa interior, até pareceu ridículo ao tropeçar-se, pois ao deixar suas chuteiras puestas suas roupas se travaram em suas pantorrilhas, mas esse fato não impediu que se acomodasse às minhas costas, me chicoteasse e apenas escupindo meu ânus e me agarrava pela cintura me enterrava profundamente, por isso exalei com força e me retirei para frente, protestando com minha voz afeminada
Ayyyy! animal! você é um bruto!
Mas eles apenas pareciam se divertir, voltou a segurar-me com forças, voltou a meter-lhe até o fundo, começou a pegar-me, a quebrar meu cu e fui me acostumbrando ao seu grosso, notei que todos filmavam e supliquei
Oh! não! não! por favor! meu Deus!
Mas notei que cada vez que havia a boca e minha homossexualidade aflorava, apenas conseguia aquecer mais
Com mais força, com mais fúria, e mais queria escapar de suas garras, mais me possuía, só me fui deixando cair, e fiquei estendido de bruas sobre o piso, enquanto ele se acomodava-se atrás e como se suas pernas fossem tenazes aprisionava as minhas, fazendo-me impossível evadir, e saltava sobre minhas nádegas rompendo bem o meu cu
Outro veio à frente, nu, com alguma corda que havia retirado de um dos cortinados do salão principal, a anudou ao meu pescoço, quase tirando-me da respiração
Te gosta de puta? Te gosta da cocks certamente?
Não não, por favor, não, por favor - apenas respondia em inglês que não parava de soar-lhes provocativo
O prazer da penetración anal rude à que era submetido misturava-se com o dor da corda que sem piedade se cebrava mais e mais ao meu pescoço, então enquanto a sustinha num punho, acomodou-se para meter-me o cock na boca, para calar meus gritos, para levá-la até minha garganta
Todo o entorno havia se tornado muito estilo violação, e eu era a puta de turno, o que estava atrás de mim não tardou em virar, senti como seu sêmen quente invadiu meus intestinos, e antes que pudesse respirar, o que me dava pela boca tomou seu lugar e me meteu pelo cu
Era uma orgia, uma triste orgia onde eu pagaria com meu corpo toda minha atitude egocêntrica
Depois que o segundo também me preencheu a Booty de cum, me tomou novamente pela corda que ajustava meu pescoço, e apenas me levou a andar em quatro patas, nu, como se fosse uma mascota sumisa, em uma roda eterna onde parava em cada male que havia convidado e a cada male devia fazer-lhe um bom oral
Alguém veio atrás para voltar a cravar-me com fúria, como uma besta me sodomizou até repetir o libreto, enchendo-me de cum, apesar das minhas queixas, das minhas protestas
Me fizeram pôr de pé, senti como a mistura de sêmen escorria do meu Booty, senti todo o esfíncter aberto, as minhas pernas tremiam, então um veio à frente, me levantou com a ajuda dos outros, com minhas pernas abertas ao seu lado, tomando-me do seu pescoço, baixou e me meteu toda, outro atrás fez o mesmo, dois dentro no mesmo tempo, gritava, era Painful, it was exquisite, like wild dogs, nothing mattered to us, I just wanted to fill up with cum, one after another, one on top of the other
When natural light from the new day began to replace the artificial lights on the ceiling, I realized the passage of time, they had caught me all night without stopping, my bum was already anesthetized by so much cock, the intestines were filled with semen, that whitish mixture had dripped down my legs, I had juices in my mouth, throat, face, chest, back, only they made me do what they wanted.
I stayed alone, naked, thrown on the floor of that large bathroom, it was the remains of a man who had received his due, I pulled out the rope from around my neck, I was purple, I looked at myself in the mirror and saw the reflection of my pedantry, of my ego trampled
I continued my life ahead, perhaps understanding that I wasn't the master of the universe, with my feet on the ground, and I got closer to my mother, finally, I was part of her, I was like her, and we were destined to enjoy our power in solitude.
Like a reflection in the mirror, the coldness that I had hated so much from my own mother now emerged in me, it was part of what she was and I surrendered to my destiny, to collecting more tickets than I could spend, I would never be able to love someone, no one would ever be at my height
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Hijo único de una familia potentada, mamá era parte del directorio de una importante empresa familiar, una mujer férrea de fuerte carácter con un ego tan grande que no cabía en su cuerpo.
Seguramente el amor de su vida fuera su status, su poder, su ambición, y en su entorno no había tiempo para amores, ella se iba muy temprano y volvía muy tarde, rodeada de reuniones, de llamadas, de stress, de locura y haber concebido un hijo había sido solo parte de la vida, de un encuentro casual, de un descuido, como un proyecto laboral mas
Ella era mujer, siempre vestía perfecta, en trajecitos con polleras a las rodillas, con perfecto peinado, con perfecto maquillaje, con perfecta imagen, no puedo recordar un día en que estuviera relajada, de entre casa, tirada solo sin hacer nada. Pensaba y actuaba como hombre, fría, calculadora, distante y por lejos, jamás sería esa madre que le regala el corazón a un hijo
Crecí en ese entorno, privilegiado por todo lo material y económico, pero mendigo del amor, y cuando mis amigos veían en mi 'el chico a envidiar' yo solo los envidiaba a ellos al ver las familias que les habían tocado en suerte, humildes en billetes, pero ricas en sentimientos.
Y si, vivía preso en una enorme y fría mansión de concreto, y era un tanto gracioso admitir que Mauricio, el chofer de la familia era lo más parecido a un padre que tenía, con quien pasaba tiempo hablando y que me permitía a escondidas ayudarlo a lavar alguno de los coches de la familia, o María, y también Noelia, las mucamas que vivían cama adentro y eran para mí, esas madres postizas que ocupaban el lugar que mi verdadera madre debía ocupar.
Y fui creciendo, y formando mi propia personalidad, mis propios gustos, mi propia sexualidad
Hoy lo recuerdo con un tanto de gracia, lejos en el tiempo, era apenas un quinceañero inexperto, Daniela era la sobrina de María, que estaba ya demasiado grande y enferma, Daniela había tomado el lugar de mi vieja nana, ella me llevaba varios años, calculo ocho, diez tal vez, y aunque yo no me diera cuenta en ese momento, ella jugaba sus cartas, su partida era clara, quería enredarme, atarme a ella, sacarse la grande de lotería, con el hijo y único heredero de toda la fortuna de mamá.
Ella me provocaba una y otra vez, indirecta o directamente, me dejaba notar sus llamativas tetas, o su generoso trasero, situaciones casuales que no eran casuales, hasta sorprenderla desnuda después de tomar una ducha.
Admito que era realmente bonita y llamativa, un bomboncito de chocolate con licor para cualquier chico de mi edad, en fin
Una noche, antes de que fuera al cuarto, cuando pudo escapar del ojo vigilante de mamá, se me acercó y me acorraló contra la pared, tenía un escote muy insinuante donde se marcaban sus tetas, y una mirada peligrosamente agresiva, tomó mi mano y la apoyó en una de ellas, en la otra, en un puño me dejó un de sus tangas de puta que usaba y me dijo
Pendejo, cuando se duerma la vieja - por mi madre - vení a mi cuarto, la puerta estará abierta, te prometo que no te vas a arrepentir...
Pobre Daniela, que ingenua era, al día siguiente, al limpiar y asear mi cuarto, encontraría su tanga llena de semen que había dejado adrede para ella, como explicarle a esa hermosura que a mí las mujeres no me movían un pelo y para lo único que me había servido su ropa interior había sido para usarla yo mismo y sentirme una putita hermosa con la seda rozando mis nalgas.
Tiempo después, mis gustos empezaban a hacerse notorios, Daniela, cansada de fracasar se había rendido, y había buscado nuevos rumbos, su propuesta final de casarnos para mantener un matrimonio de fantasía para hacerse de un seguro monetario y por mi parte, mostrar al mundo mi masculinidad, para darle peso a la empresa de mi madre, realmente no sería de mi interés.
Yo era lo que era, quería brillar por brillo propio y no ser el parásito de la familia, estudiaba para chef, un poco inspirado de los días de infancia, cuando María me dejaba meter manos en su cocina, y poco a poco me iba despegando de la sombra de mi madre.
Ya había tenido mi debut sexual con un chico que me gustaba, y ya había pagado a otro que era demasiado hetero, pero demasiado pobre.
Una noche, estando en mi cuarto, me había puesto unas medias de red que me había comprado, muy sexis, una tanga con plumas, me sentí muy chic, y mientras miraba en el enorme televisor de mi cuarto una película condicionada gay, me masturbaba el pene al tiempo que me metía por detrás un enorme consolador que vibraba sin parar y me sacaba un placer inusitado.
Esa fue la foto que se grabó en las pupilas de mi madre cuando abrió de imprevisto la puerta del cuarto, porque ella era así, ella era la dueña del mundo, ella no pedía permiso, ella era solo ella, solo cerró la puerta y me dejó a solas, sin decir palabra
Al día siguiente tendríamos una charla, era raro puesto que ella ya no estaba cuando yo me levantaba, pero ese día dejó todo de lado para hablar conmigo
Honestamente, su monólogo fue una mierda, no le importaba lo que yo hiciera de mi vida, que sea puto o no, solo me dejó saber que mi vida privada no debía interferir con la suya, son su reputación, ni con la imagen de la empresa
Comprendí que era hora de un adiós, desconocía a esa mujer a la que el título de 'madre' le quedaba demasiado grande, el único agradecimiento que podría reconocerle era que me había regalado lo que para ella eran migajas, pero para mí, una fortuna, para incursionar con lo que sería el primero de muchos comedores de mi cadena de comidas.
Y si, me hice conocido en lo mío, bueno para hacer negocios, pulcro, y por qué no, brillante. Mi ego crecía, mi autoestima, era de esos de ir al gimnasio y verme cada día al espejo
Todo lo bien que me iba como profesional, no se repetía en lo afectivo, los treinta años me recibirían en soledad, odié admitirlo, pero tenía los genes maternos pegados a fuego, no encontraba nadie para mí, porque sencillamente nadie estaría a mi altura, y en cada relación que intentaba meterme solo me volvía tóxico, por lo que seguía con amores pasajeros
En la cama podía llegar a ser insoportable, elegía muy bien mis amantes, y si alguno llegará a esbozar una intención de chuparme la pija, o pretender que lo penetrara, solamente pondría un hielo tan grande como para terminar el encuentro, y no porque me molestaran sus gustos, sino, porque ese era mi rol en el juego.
El tiempo iba pasando, me estaba poniendo viejo, vivía solo en mi castillo y me había dado todos los gustos que un hombre con dinero se podía dar, había viajado por el mundo, una vez y otra vez, y había tenido en mi cama a cuanto hombre quise tener, ya fuera por propia decisión o pagando, no me molestaba, había probado la virilidad de latinos, americanos, europeos y africanos, había jugado en tríos, cuarteros, sexo en algún lugar público, en la playa, en las montañas, en un cine, en un coche, hasta en vuelo, en un jet privado
Un treinta y uno de diciembre haría las paces con mi madre después de mucho tiempo, cambio de año, una nueva oportunidad, fuimos a cenar al sitio más lujoso de la ciudad, un restaurante en el piso más alto del más alto edificio, todo vidriado, donde podía verse todo el entorno y donde seguro brillarían los acostumbrados fuegos de artificio.
Pero mamá y yo estábamos solos, no teníamos a nadie más, ella, en su afán de poder, había traicionado a su hermano y a su hermana, sus socios naturales en herencia, y se había quedado con todo el imperio y ahora pagaba el precio.
A pesar de todo, del tiempo, mi madre seguía intimidándome, era una mujer entrada en años, pero siempre lucía impecable y usaba ese lenguaje agrio, ese que ponía distancia
Y una vez más comprobé lo que tanto me molestaba, que ver a mi madre, era verme en un espejo, y que, si tan mal me llevaba con ella, era porque era como ella, porque mi ego era tan grande como el suyo, y porque nuestra relación nunca sería de otra manera.
Brindamos con el cambio de año iluminados por las luces radiantes y multicolores que explotaban a doquier, y tal vez solo en ese momento, cuando besé la mejilla de mi madre, ella bajó la guardia y con un suspiro reflexivo me dijo algo como que estaba viviendo mal mi vida, el dinero, el poder, la traición, el ego, nada, nada de eso servía si al final del camino te encuentras solo, seguramente, era una confesión de su vida misma, y era lo que me tocaría en adelante
Tomé esas palabras muy en serio, tal vez, las únicas palabras de mi madre que tomaría en serio
E então eu lancei uma campanha para me enamorar, procurar aquele homem que me fizesse feliz e pudesse dividir minha vida, mas novamente eu erraria as manhas, não sabia como fazer isso, acostumbrado a comprar tudo com dinheiro, pensei que esse seria o caminho, como ir a uma loja de brinquedos e apenas escolher o brinquedo da prateleira que fosse de meu agrado.
Para aquela noite eu havia fechado uma das minhas casas de comida, apenas para uma reunião privada, era o melhor de todos, e havia selecionado com muito cuidado um punhado de todos os homens que haviam passado por minha cama, alguns por proximidade, outros por sua impressão, também pelo tamanho dos seus cocks, ou por carilindos, ou simplesmente porque me haviam dado gosto.
Seria uma ceia espetacular, festiva, onde eu, o anfitrião, escolheria o privilegiado que teria uma oportunidade, e se, já sei, soa pedante, uma loucura, mas na minha cabeça de aqueles dias, minha credulidade de ser um Deus na terra não tinha limites.
Fiz preparar um festim digno de um circo romano, obviamente, meu lugar estaria à cabeceira da mesa, em um cadeiro maior que os do resto, pois eu seria a princesa nessa noite, onde tontamente asumi que meu dinheiro, minha fama, meu ego seriam suficientes para ter o controle, pretender que o amor se compra, que se tem alguém dobrado aos teus pés apenas por obediência divina, e aquela noite eu teria uma lição que lembraria pelo resto da minha vida.
Havíamos passado horas frente ao espelho, sempre fazia isso, mas essa vez o amor por mim mesmo não teria limites, apenas observando meus músculos acesos, meu rosto de menino bonito, minha pele tersa e depilada com esmero desde o pescoço até os pés, eu me untuei com um óleo suave e perfumado para manter humectados meus poros, ajustei os cabelos um a um porque era certa minha marcada calvície prematura, uma situação que me acomplejaba e estava em caminhos de remediar com implantes
Me vesti informalmente, é claro, sem esquecer um slip muito ajustado e muito pequeno, que me impedia uma ereção porque certamente estaria fervendo entre tantos males dominantes.
Meu motorista particular receberia o primeiro reclame da noite, dois minutos tarde, e para uma pessoa rigorosa como eu, dois minutos eram demasiado tempo, assim era eu, não permitia imperfeições. E o trânsito carregado daquela noite faria sua parte, cinco minutos mais, e se bem essa vez não era culpa dele, não me importava descarregar um segundo reclame sobre ele, gostava de humilhar as pessoas que estavam sob meu comando, manipulá-las como marionetes
Ao chegar, contei rapidamente, ainda faltavam candidatos, mas não me importava, eu não estava para esperar alguém, era a diva da noite, então apenas fechei a porta e fiquei com as chaves, eles se perderiam
Nos sentamos, eu primeiro, é claro, e eles ao lado, os homens por mim selecionados que, segundo o acordo, alguns começaram a receber o sobre com bilhetes, o dinheiro que pagaria essa noite de seleção, porque em minha cabeça, como eu havia ideado, compraría o melhor candidato, como se compram animais em um leilão.
Meus empregados, os que seriam testemunhas surdas, cegas e mudas do que sucederia essa noite, à minha ordem começaram a servir a comida, enquanto eu lhes ia detalhando passo a passo o que desejava deles, o que deviam fazer para me convencer e que, finalmente, eu ficaria com o amor e fidelidade do melhor postor.
Minha verborragia iria aumentar com o correr dos minutos, é que mais falava, mais seguro de mim mesmo me sentia, ser centro do universo, e meu plano superior se fazia tão evidente como impactante.
Jamais pude ver que apenas estava causando desdém em direção a mim por todos esses males, eles me escutavam quase sem replicar nada, jamais pude ver que estava cavando minha própria tumba
Depois de comer o sobremesa, recém passada a meia-noite, como muitos tive desejo de ir urinar, de passagem, poder ver algum yummy cock, e esse seria o início do meu fim
Estava apenas fazendo o que havia ido fazer ao banheiro, para minha '. direita, Claudio, eu creio lembrar que esse era seu nome, quem urinava ao meu lado me olhava nos olhos, enquanto eu olhava com apetite sua cock, e apenas me distraía do ambiente, e jamais pude notar que meus amantes pagos, em complicidade haviam invadido o lugar, e quando o notei já era tarde
Me fizeram centro de uma roda, me empurraram de um lado para outro e rebati de mãos em mãos, alguns tiraram seus celulares e começaram a filmar o que estava acontecendo nesse momento
Me despiram, pouco a pouco retiraram minhas roupas, forçaram-me a ficar em quatro sobre as cerâmicas frias, me chicotearam, me disseram
A ver, puto, como se abre todo o cu? Abra as nádegas, puta?
Fiz, obedecente, enquanto eles apenas filmavam, nunca havia metido tantas coisas pelo cu, mesmo meu próprio punho, pois naturalmente meu ânus se teria aberto vários centímetros, e essa situação os encendeu como animais, como selvagens, um dos garotos se animou a mais, tirou sua camisa, então desceu seu calção e sua roupa interior, até pareceu ridículo ao tropeçar-se, pois ao deixar suas chuteiras puestas suas roupas se travaram em suas pantorrilhas, mas esse fato não impediu que se acomodasse às minhas costas, me chicoteasse e apenas escupindo meu ânus e me agarrava pela cintura me enterrava profundamente, por isso exalei com força e me retirei para frente, protestando com minha voz afeminada
Ayyyy! animal! você é um bruto!
Mas eles apenas pareciam se divertir, voltou a segurar-me com forças, voltou a meter-lhe até o fundo, começou a pegar-me, a quebrar meu cu e fui me acostumbrando ao seu grosso, notei que todos filmavam e supliquei
Oh! não! não! por favor! meu Deus!
Mas notei que cada vez que havia a boca e minha homossexualidade aflorava, apenas conseguia aquecer mais
Com mais força, com mais fúria, e mais queria escapar de suas garras, mais me possuía, só me fui deixando cair, e fiquei estendido de bruas sobre o piso, enquanto ele se acomodava-se atrás e como se suas pernas fossem tenazes aprisionava as minhas, fazendo-me impossível evadir, e saltava sobre minhas nádegas rompendo bem o meu cu
Outro veio à frente, nu, com alguma corda que havia retirado de um dos cortinados do salão principal, a anudou ao meu pescoço, quase tirando-me da respiração
Te gosta de puta? Te gosta da cocks certamente?
Não não, por favor, não, por favor - apenas respondia em inglês que não parava de soar-lhes provocativo
O prazer da penetración anal rude à que era submetido misturava-se com o dor da corda que sem piedade se cebrava mais e mais ao meu pescoço, então enquanto a sustinha num punho, acomodou-se para meter-me o cock na boca, para calar meus gritos, para levá-la até minha garganta
Todo o entorno havia se tornado muito estilo violação, e eu era a puta de turno, o que estava atrás de mim não tardou em virar, senti como seu sêmen quente invadiu meus intestinos, e antes que pudesse respirar, o que me dava pela boca tomou seu lugar e me meteu pelo cu
Era uma orgia, uma triste orgia onde eu pagaria com meu corpo toda minha atitude egocêntrica
Depois que o segundo também me preencheu a Booty de cum, me tomou novamente pela corda que ajustava meu pescoço, e apenas me levou a andar em quatro patas, nu, como se fosse uma mascota sumisa, em uma roda eterna onde parava em cada male que havia convidado e a cada male devia fazer-lhe um bom oral
Alguém veio atrás para voltar a cravar-me com fúria, como uma besta me sodomizou até repetir o libreto, enchendo-me de cum, apesar das minhas queixas, das minhas protestas
Me fizeram pôr de pé, senti como a mistura de sêmen escorria do meu Booty, senti todo o esfíncter aberto, as minhas pernas tremiam, então um veio à frente, me levantou com a ajuda dos outros, com minhas pernas abertas ao seu lado, tomando-me do seu pescoço, baixou e me meteu toda, outro atrás fez o mesmo, dois dentro no mesmo tempo, gritava, era Painful, it was exquisite, like wild dogs, nothing mattered to us, I just wanted to fill up with cum, one after another, one on top of the other
When natural light from the new day began to replace the artificial lights on the ceiling, I realized the passage of time, they had caught me all night without stopping, my bum was already anesthetized by so much cock, the intestines were filled with semen, that whitish mixture had dripped down my legs, I had juices in my mouth, throat, face, chest, back, only they made me do what they wanted.
I stayed alone, naked, thrown on the floor of that large bathroom, it was the remains of a man who had received his due, I pulled out the rope from around my neck, I was purple, I looked at myself in the mirror and saw the reflection of my pedantry, of my ego trampled
I continued my life ahead, perhaps understanding that I wasn't the master of the universe, with my feet on the ground, and I got closer to my mother, finally, I was part of her, I was like her, and we were destined to enjoy our power in solitude.
Like a reflection in the mirror, the coldness that I had hated so much from my own mother now emerged in me, it was part of what she was and I surrendered to my destiny, to collecting more tickets than I could spend, I would never be able to love someone, no one would ever be at my height
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