[RELATO]Violada, pero satisfecha.

El alcohol había inundado mi organismo, complicándome una tarea tan fácil como quitarme los pantalones. Quizá, si no estuviera ebrio ya habría terminado de desvestirme y estaría acostado, pero desvestirme en ese estado estaba siendo toda una odisea. Cuando finalmente estaba a punto de quitarme los pantalones, perdí el equilibrio cayendo al suelo. Manotee con mis manos al aire intentando agarrarme a algo hasta que logré, pero de poco sirvió, terminé cayendo al suelo boca abajo, unos instantes después un fuerte sonido interrumpió el silencio de la noche, el mueble del que me había intentado agarrar había cedido y se había caído sobre mi, atrapándome por la espalda. No hubo dolor, no sé si por el alcohol o simplemente porque no había sido tan aparatoso como había sonado. Intenté levantarme pero el peso que había sobre mi espalda me lo impidió.
 
—Puta madre —maldije
 
No más de cinco segundos después escuché pasos por el pasillo e instantes después alguien toco mi puerta.
 
—¡Pasa! —Grité.
 
La puerta se abrió detrás de mi, no podía ver quién era pero solo vivía una persona en ese departamento conmigo, estaba claro que era Rodrigo, mi roomate.
 
—¿Qué paso Andrés? —Me preguntó Rodrigo mientras encendía la luz.
—Me caí —dije intentando sonar sobrio —creo.
 
Hubo silencio, Rodrigo no respondió
 
—¿Me oíste? —pregunté  —Necesito que me ayudes a quitarme esta cosa de encima.
 
Más silencio.
 
—Puta madre Rodrigo —maldije intentado levantarme una vez más sin éxito —¿Me vas a ayudar?
—¿Qué haces? —me preguntó finalmente
—Nada, solo iba llegando de una fiesta, me tropecé y me caí, pero esta cosa cayó encima de mi.
 
No podía verlo detrás de mi, solo podía escucharlo.
 
—¿A dónde fuiste? —preguntó de nuevo
—Ah cogerme a tu hermana —dije molesto —¿Me vas a ayudar sí o no?
 
Escuché pasos de nuevo, pero esta vez se alejaban, Rodrigo se había ido “¿Me dejó?” pensé mientras intentaba levantarme de nuevo, era imposible, quizá sobrio lo habría logrado, pero el alcohol de alguna manera mermaba mis fuerzas. Otro intento... nada. Uno más... nada. Era imposible. Un dolor comenzó a aparecer en mi espalda, no supe si era por el golpe o por el peso encima.
 
—¡Rodrigo! —grité —Ven a ayudarme por favor, discúlpame por decir lo de tu hermana.
 
Silencio.
 
 El frio en mis piernas comenzó a molestarme, me había logrado quitar los malditos pantalones ¿Pero a qué costo? Intenté arrastrarme para salir pero fue imposible. El peso encima de mi era considerable, podía ver algunas cosas que habían estado en el mueble, pero ahora estaban tiradas frente a mi. Mi perfume favorito, mi reloj, desodorantes, cajas de corbatas y una tela de seda de color rojo. “No puede ser” pensé al ver la tela mientras mi corazón latía rápidamente.
Desesperado intenté levantarme de nuevo con más fuerza, pero solo conseguí que el dolor en mi espalda aumentara. Intenté de nuevo arrastrarme y aunque logré moverme unos 5cm no tuve más éxito.
 
De repente escuché un par de pasos de nuevo por el pasillo regresando a mi cuarto.
—¿Rodrigo?— pregunté sin poder mirar atrás.
—Sí, espérame un segundo y te ayudo —me dijo
 
Silencio de nuevo, interrumpido por el sonido de la cámara de un celular
 
—¿Qué mierdas haces? —pregunté molesto.
 
No hubo respuesta, solo escuché como Rodrigo se subía a mi cama para cruzar la habitación y ponerse frente a mi. Por fin pude verlo, llevaba bóxer, iba casi desnudo.
 
—Ayúdame por favor, me está doliendo la espalda —le dije mirándolo.
 
El me ignoró, su vista estaba clavada en su celular con una sonrisa de oreja a oreja.
 
—¿Qué te pasa? De verdad necesito ayuda
 
Se agachó, dejándome ver por un momento su bulto en la entrepierna, luego volteó su teléfono y me mostró la pantalla que mostraba un culito, no grande, pero sí lucía firme y bien formado, entre las nalgas se perdía una fila tela de una tanga rosa. Tardé un par de segundos en asimilar la foto... Era mi culo, me había quedado atrapado con el culito al aire y encima llevaba tanga. Estaba tan borracho que no me había percatado de la situación en la que estaba. Sentí un intenso calor en el rostro,  agaché la mirada al suelo que tenía a escasos centímetros intentando ocultar mi rostro de vergüenza. A veces, cuando mi lado femenino se apoderaba de mi, me encantaba llevar tangas debajo de mi ropa, algo que me excitaba mucho.
 
—No te conocía esos gustos Andrés —Me dijo mientras levantaba algo del suelo —Tu amiguito también se cayó —tenía ahora en su mano mi dildo que había estado envuelto en la tela de de seda roja. Volví a bajar la mirada
 
—Ya te burlaste lo suficiente —susurré avergonzado —Ayúdame a levantarme.
—Honestamente me siento decepcionado pero emocionado a la vez —me dijo ignorando mi petición —Decepcionado porque no eres lo que aparentas, eres un falso... o falsa, no sé. Llevamos dos años viviendo juntos y siempre te las dabas de semental con las mujeres. “Yo cojo siempre que quiero” “Las mujeres no me aguantan el ritmo” y no sé que otras cosas decías.
—Ayúdame —le pedí molesto —Después me dices lo que quieras.
—Si querías verga solo debías pedirla pendejo, por eso me siento emocionado, ahora tengo una rica putita —Volvió a enseñarme la foto en su celular —Mira que ese culito que tienes —sonrió —no le pide nada al de una mujer.
—¿De qué mierdas hablas? —intenté, por puro instinto levantarme una vez más, pero fracasé —Estás equivocado, es solo una confusión —mentí.  
—Pues que linda confusión.
 
Rodrigo dejó su celular sobre mi cama, luego regresó conmigo, se sentó frente a mi rostro con las piernas abiertas y comenzó a acariciarse la entre pierna. Su bulto comenzó a ganar tamaño inmediatamente.
 
—¿Quieres ver una verga de verdad? —dijo mientras hacía a un lado parte del boxer sacando su verga por el espacio para la pierna derecha —Mira nada más como me puso tu culito —tomó su verga con ambas manos, que medía unos increíbles 22cm y ni siquiera así podía cubrirla toda, su cabeza aún quedaba al descubierto.
 
No pude hablar, sentía que perdía fuerzas y además me había quedado sorprendido por el pedazo de carne que tenía enfrente.
Rodrigo se acercó más a mi, hasta que la cabeza de su verga rozó mi nariz, su intenso olor inundó mi olfato, era fuerte, pero rico, delicioso, lascivo y excitante.
 
—Abre la boca putita —ordenó.
 
No dije nada ni obedecí su orden simplemente me quedé en silencio.
 
—Abre la puta boca o le enseño a  todo mundo ese culito de puta que tienes.
 
Sin decír nada ni poner objeciones esta vez, abrí la boca, él tomó su verga con la mano y la dirigió dentro. Si el olor me había parecido excitante, el sabor era inmejorable. Podía sentir un poco de restos de orina, quizá algo de semen seco y un poco de sudor. Era la verga de un hombre con sabor a hombre.
 
—Lástima que tus manos también se quedaron atrapadas, seguro me habrías hecho una buena chaqueta putita.
 
Comenzó a empujar su verga dentro de mi, entrando poco a poco más. Yo no podía moverme, así que él comenzó a hacerlo, follando mi boca con cierta amabilidad. No la metía fuerte, ni muy profundo, lo hacía despacio, suspirando y gimiendo de vez en cuando. Aunque quisiera yo no podía sacar su verga, no podía moverme.
 
—Uffff que boquita tan indecente tienes putita —dijo sin parar de follarme la boca —Esto es por todo lo que me debes, llevas tres meses sin pagar tu parte de la renta y yo he tenido que pagar tu parte y aún así te comportas como un idiota conmigo sintiéndote superior ¿Quién diría que me pagarías así eh?
 
Gemí con su verga dentro intentando que me dejara hablar, pero siguió follando mi boca. Mi mandíbula comenzaba a cansarse, pero su sabor, su textura y el rico líquido pre seminal que comenzaba a soltar me tenía hipnotizado.
 
—No te preocupes, sé cómo tratar a las putitas que desean verga como tu —me dijo mientras sacaba su verga de mi boca —¿Quieres decir algo?
—Me las vas a pagar hijo de puta —dije intentado sonar lo más amenazador posible, quería mantener una fachada que por dentro de mi se había derrumbado a penas oler ese pedazo de carne.
—Pero si lo estás gozando putita, no me mientas —Tomó su verga y comenzó a masturbarse frente a mi —Honestamente algo sospechaba, por las noches escuchaba ligeros gemidos pero nunca pensé que fueran tuyos —tomó de nuevo mi dildo que había dejado a un lado —Esto debe de darte horas de placer ¿Verdad putita?
—Eso no es mío —mentí intentando sonar con seguridad —Bueno, sí es mío pero no lo uso para mi, es para la puta de tu hermana cuando la visito
Rodrigo comenzó a reírse a carcajadas.
—Eres un pendejo, pero tienes razón, solo así podrías satisfacer a una mujer, con un dildo —Lo volvió a dejar en el piso —Porque estoy seguro que tu verga no mide más de 10cm.
Volvió a acercar su verga a mi boca, intenté resistirme, aunque por dentro quería seguir saboreando ese pedazo de carne, pero tenía una fachada que mantener.
—Abre la boca puta o te quedas aquí el resto de la noche y ese mueble terminará por asfixiarte.
Abrí la boca para recibir su verga “No me dejaría aquí atrapado ¿Verdad?”
—Sería muy fácil decir que te encontré aquí por la mañana, muerto, frío. Venías borracho, nadie sospecharía nada.
No lo haría, solo intenta espantarme”
 
Su verga continuó follando mi boca, el dolor en mi espalda había disminuido por alguna razón. Me sentía extraño, por un lado estaba excitado, más que nunca en mi vida, mi pequeña verga estaba escurriendo, probablemente ya había dejado una mancha sobre la alfombra. Por otro lado, me sentía molesto, encabronado. Este hijo de puta estaba abusando de mi, estaba usando mi boca como su vagina de uso personal y eso me molestaba... y me excitaba.
 
—Bueno, creo que es hora de pasar al plato fuerte —saco su verga de mi boca, mi mandibula se sintió aliviada —Casi me corro con esa boquita tan rica que tienes.
 
Rodrigo se levantó, volvió a cruzar el cuarto por encima de mi cama, perderlo de vista causó en mi una fuerte sensación de terror... y de nuevo, excitación. Mi mandíbula estaba cansada, pero aún así hice el esfuerzo de hablar.
 
—¿Qué vas a hacer hijo de puta? —pregunté, aunque sabía perfectamente lo que seguía.
—Usaré este rico culito —sentí su mano acariciando mi nalga derecha —Mira nada más —apretó mi nalga con su mano —No es tan grande, pero esta redondito y bien paradito.
 
Llevó su mano a mi otra nalga, y comenzó a acariciarla y apretarla también. Su otra mano seguramente la tenía ocupada masturbándose. Sentí una extraña sensación en mi ano al sentir sus caricias, una sensación de un rico calor, como si mi ano estuviera esperando ansioso.
 
—Vamos a ver qué tal está ese hoyito
Rodrigo tomó la tela de mi tanga y la hizo a un lado, luego sentí sus manos en mis pompas y las separó, dejando a su vista mi ano totalmente indefenso.
—Uffff putita, que lindo hoyo tienes
 
Una de sus manos soltó mi nalga y sentí unas suaves caricias alrededor de mi ano que inconscientemente se retraía y contraía como suplicando acción.
 
—Este hoyito está entrenado ¿Verdad?
Me quedé en silencio, luego sentí una fuerte nalgada que me hizo gemir.
—¡Te hice una pregunta puta!
—No sé de qué hablas —respondí adolorido
Otra nalgada, esta vez más fuerte y en la otra nalga.
—¡JÓDETE! —Grité a causa del dolor, luego escuché su risa burlona.
 
Sus manos se alejaron de mi culo, no sentí nada por unos segundos hasta que de nuevo sus manos volvieron a abrir mis nalgas y sentí su respiración haciendo cosquillas en mi ano “No por favor” pensé.
Sentí la punta de su lengua rodeando mi ano, reprimí con todas mis fuerzas un gemido e intenté ignorar el placer pero era casi imposible. Su lengua se iba acercando cada vez más hasta mi ano y finalmente sentí su lengua intentando hurgar dentro. Mis gemidos salieron de mi boca sin ningún tipo de restricción.
 
—Sí putita, gózalo, sé que te gusta —dijo con su boca aún entre mis nalgas, sentí su aliento en mi ano húmedo por su saliva.
 
Rodrigo continuó jugando con su lengua en mi ano, el placer era inmenso. Había logrado retener mis gemidos de nuevo, pero me estaba volviendo loco. De repente, su lengua entró más profundo y comenzó a moverla en círculos, mis ojos se pusieron en blanco instintivamente y más gemidos que no pude controlar salieron de mi boca, sentí un delicioso placer, inmerso. Un calor en mi ano que nunca había sentido y que se extendió rápidamente a mi entrepierna hasta sentir para mi propia sorpresa como mi pequeño pene soltaba chorros de semen en un orgasmo que no tenía sentido.
 
—Tu ano casi me absorbe la lengua putita —dijo sacando su lengua de mi —¿Te corriste verdad?
No respondí.
Una fuerte nalgada me sacó del transe por el orgasmo.
—¿Te corriste puta? -
—Sí —Susurré sin fuerzas, escuché su risa de victoria.
—Pero yo no termino aún, solo estaba preparando el terreno.
 
Sabía perfectamente lo que venía ahora y ciertamente, mi lado sincero, mi lado femenino lo estaba deseando, mi ano estaba caliente, deseando ser llenado por completo. Mi pequeña verga contra el suelo, rodeada del semen que había eyaculado sin a penas tocarme o tener una erección. Me sentía usada y humillada, pero feliz y excitada.
Rodrigo separó mis nalgas una vez más y sentí la cabeza de su verga presionando mi ano, no tardó mucho en ingresar. No hubo dolor, el maldito había preparado bien mi ano con la ayuda de su lengua. En cuanto su cabeza entró, mi ano se ajustó a su tamaño como deseando darle un buen trato al pedazo de carne que estaba apunto de entrar.
 
—Sácalo —dije sin fuerzas, ni convicción, intentando mantener mi ridícula negación, luego solo escuché su risa burlona.
 
Su verga se fue metiendo más y más dentro de mi. Afortunadamente Rodrigo no podía ver mi rostro, de otra manera me habría visto rendida, la cabeza recostada de lado sobre el suelo y mis ojos perdidos disfrutando del placer que me causaba su verga abriéndose paso dentro de mi.
Luego, sentí sus huevos tocando mi ingle, su verga había llegado al fondo, no podía creer que la había aguantado toda.
 
—Si, confirmamos que este culo está bien entrenado putita.
 
Su verga se quedó dentro de mi sin moverse lo que le dio tiempo a mi cuerpo y mente para acostumbrarse al pedazo de carne que rellenaba mi cavidad anal. Me sentí entera y plena.
Finalmente comenzó a sacar su verga lentamente, mi cuerpo se cerraba llenado el espacio que él iba dejando. Cuando llegó a la cabeza volvió a meterla lentamente. Podía escuchar a Rodrigo bufar como un animal disfrutando del placer.
 
—Voy a disfrutar de este culito como no tienes idea putita
 
Yo no podía hablar, estaba sumida en el placer por completo. Cada vez que su verga salia y entraba sentía un placer indescriptible, el roce de su verga con mi cavidad anal me enloquecía.
Comenzó a hacerlo más rápido, el roce aumentó de intensidad al igual que mi placer. Estaba perdida, no sabía lo que sentía, quizá odio... y placer, pero sí sabía lo que quería; que ese pedazo de carne no saliera de mi hasta dejarme el culo lleno de semen.
 
No aguanté más, mis gemidos comenzaron a sonar en todo el cuarto, sentí liberación y paz que finalmente me ayudaron a disfrutar más del placer.
 
—Si hijo de puta, follame el culito —dije, sorprendiéndome a mi misma —Y llénamelo de tu asqueroso semen
—¿Eso quieres putita? —preguntó sin dejar de envestirme.
—Sí, quiero ser tu putita.
 
Rodrigo aumentó más la intensidad de sus envestidas. Para mí, cada roce era extraordinario, placentero y ridículamente humillante, lo cual me excitaba cada vez más.
 
El calor volvió a extenderse repentinamente hasta mi entrepierna y sabía lo que significaba.
 
—Me corro hijo de puta, follame más fuerte —imploré
 
Solo escuchaba los huevos de Rodrigo chocando con mi ingle, mi ano siendo bombeado y los bufidos de Rodrigo que me excitaban más. Hizo lo que le pedí, sus arremetidas no solo eran más rápidas, ahora eran más profundas, como si intentara meterme también sus huevos. Sentía toda mi cavidad anal llena y la cabeza de su verga comenzó a alcanzar un punto dentro de mi que provocó pequeñas pero increíblemente intensas descargas de placer
—Si papito, no pares por favor, sigue así —dije entre gemidos
—Por fin... — Roberto me dio dos fuertes arremetidas —Aceptaste... —otras dos arremetidas —ser mi putita.
Sí —dije perdida en el placer —pero no pares, estoy a punto.
 
Tras unas 10 embestidas más, por fin sentí un inmenso placer que esta vez inundó todo mi cuerpo, mis piernas temblaron, mis ojos en blanco mientras intentaba alcanzar aire con la boca semi abierta. Mi mente se nubló durante todo el orgasmo. Mi pequeño pene comenzó a soltar chorros y chorros de semen que se acumulaba debajo de mi, podía sentir incluso mi vientre mojado lleno de mi semen. Y luego, poco antes de que el orgasmo terminara, sentí una intensa fuente de calor líquida alojándose dentro de mi. Rodrigo se había corrido entre sus embestidas y bufidos de animal descontrolado.
 
El orgasmo pasó poco a poco. Rodrigo se mantuvo dentro de mi pero sentí como su verga iba perdiendo terreno. No tenía fuerzas para nada, estaba destrozada, mi mente estaba cediendo poco a poco. Cuando Rodrigo salió finalmente de mi, mi ano hizo el típico “plop” y luego sentí su semen escurrir por mi entrepierna hasta el suelo .
 
—Me has dejado seco putita —Dijo recuperando aún el aliento.
 
Escuché cómo se levantó e inmediatamente sentí el peso encima mío desvanecerse, pero no tenía fuerzas para moverme. Rodrigo dejó con esfuerzo el mueble de nuevo en su lugar, luego sentí como separaba mis nalgas con una sola mano y escuché de nuevo el sonido de su celular tomando fotos a mi ano abierto y lleno de su espeso semen, pero ya no tenía fuerzas para objetar. Luego sentí una cobija cubriendo mi cuerpo y decidí rendirme y descansar.
 
—Descansa putita
 
El sueño no tardó en abordarme y lentamente fui cerrando los ojos hasta que mi mente se apagó por completo. 

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