Hermanos de la tranquilidad a la lujuria capitulo 5

Pedro, con el corazón latiendo fuertemente, le gritó a Camí:

"Te espero en tu habitación."

Camí, con una mezcla de nerviosismo y expectativa, respondió:

"Ya voy."

Después de un tiempo, Camí entró en la habitación vistiendo la misma ropa interior que había usado en el lago. Pedro, ya preparado, se dispuso a depilar a su propia hermana, algo que nunca se había imaginado hacer. Camí, muy nerviosa, se sentó en la cama.

"Recuéstate," le dijo Pedro con voz suave pero firme.

Camí obedeció, recostándose en la cama con el corazón acelerado. Pedro se acercó y le dijo:

"Camí, te voy a quitar la tanga."

"Bueno, hermanito," respondió ella, tapándose la cara con vergüenza.

Con mucho cuidado, Pedro le quitó la tanguita, dejando al descubierto su vagina cubierta de vellos. Camí, avergonzada, se tapó la cara mientras Pedro la tranquilizaba:

"Camí, ahora esto. No tener pelos en la vagina es la moda."

Ella asintió, tratando de relajarse. Pedro, con las manos temblorosas, tomó unas tijeras y comenzó a cortar los vellos para dejarlos más cortos y así poder afeitarla mejor. Camí, abrumada por las sensaciones, se quedó quieta, tratando de controlar su respiración.

Pedro, cada vez más excitado, sentía su pene totalmente erecto. Después de cortar los vellos, puso un poco de espuma y comenzó a pasar la cuchilla de afeitar. Camí sentía mucho calor y gimió suavemente, tratando de que su hermano no lo notara. Poco a poco, la cuchilla revelaba una vagina impecable, con una rajita pequeña que dejaba asomar ligeramente su clítoris. La vagina de Camí, ahora completamente depilada, brillaba de lo húmeda que estaba.

"Camí, abre más las piernas, que ya falta poco," le dijo Pedro, con la voz entrecortada por la excitación.

Ella obedeció, y Pedro pudo ver cómo su vagina virgen se abría ligeramente, dejando ver sus labios vaginales y la entrada de su vulva. Pedro, sin poder evitarlo, pensó en lo delicioso que se veía todo. Con mucho cuidado, evitando meter los dedos, continuó afeitando hasta llegar a su ano, que también depiló con esmero, poniendo espuma y tocándolo suavemente por los alrededores.

Finalmente, después de terminar de afeitar a su hermana, Pedro sintió una urgente necesidad de irse para poder masturbarse y bajar toda esa tensión y calor que sentía.

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