Era una tarde calurosa de viernes en Buenos Aires, el reloj marcaba las 19 pasadas cuando Mika Lafuente, sentada en su habitación con el aire acondicionado al mango, revisaba las notificaciones de su Instagram. La selfie que había subido hacía unas horas, mostrando su nueva bikini frente al espejo, había explotado en likes y comentarios. Sabía que su culo era el centro de atención, y le encantaba.
Los mensajes iban desde piropos básicos hasta propuestas subidas de tono que la hacían reír. Entre ellos, uno en particular llamó su atención: un seguidor había escrito algo directo, casi desafiante. En lugar de bloquearlo o ignorarlo, Mika decidió jugar un poco. Le gustaba la idea de ser el objeto de deseo, de saber que sus fotos encendían a medio mundo. Con una sonrisa traviesa, decidió escribirle y llevar la cosa a otro nivel, una charla picante que la divertiría tanto como a él.








Mika dejó el celular a un lado, riendo para sí misma mientras volvía a la cama. La adrenalina de la charla la había divertido más de lo que esperaba. Sabía que su poder estaba en esa conexión con sus seguidores, en cómo su cuerpo, especialmente su cola, podía desatar tantas fantasías.
Miró la ventana abierta, el sol cayendo lentamente, y pensó que la próxima serían algo más que una foto, algo que mantuviera a todos al borde de sus asientos. Por ahora, se sentía satisfecha, lista para seguir jugando con su imagen y disfrutando cada segundo de ser el centro de atención.

Los mensajes iban desde piropos básicos hasta propuestas subidas de tono que la hacían reír. Entre ellos, uno en particular llamó su atención: un seguidor había escrito algo directo, casi desafiante. En lugar de bloquearlo o ignorarlo, Mika decidió jugar un poco. Le gustaba la idea de ser el objeto de deseo, de saber que sus fotos encendían a medio mundo. Con una sonrisa traviesa, decidió escribirle y llevar la cosa a otro nivel, una charla picante que la divertiría tanto como a él.








Mika dejó el celular a un lado, riendo para sí misma mientras volvía a la cama. La adrenalina de la charla la había divertido más de lo que esperaba. Sabía que su poder estaba en esa conexión con sus seguidores, en cómo su cuerpo, especialmente su cola, podía desatar tantas fantasías.
Miró la ventana abierta, el sol cayendo lentamente, y pensó que la próxima serían algo más que una foto, algo que mantuviera a todos al borde de sus asientos. Por ahora, se sentía satisfecha, lista para seguir jugando con su imagen y disfrutando cada segundo de ser el centro de atención.

2 comentários - Sexting: Mika Lafuente calienta a un follower en IG 📱💦