Capítulo 5: La vuelta que me quemó

Capítulo 5: La vuelta que me quemó


Esa tarde en la casa de Nico lo hice feliz, de alguna manera. Al menos descargó toda esa leche que lo tendría como loco, y yo, aunque era una pendeja de 17, ya entendía algunas cosas, jaja. Le había dado algo para calmarlo, había ganado tiempo, aunque sabía que no iba a ser mucho. Cuando salí de su casa, todavía sentía el calor de sus manos en mi piel y el eco de sus gemidos en la cabeza. Caminé hasta la mía con la remera pegada al cuerpo por el sudor y esas manchas húmedas que habían quedado de él, esas huellas que no me molesté en limpiar. Me miraba la mano mientras iba por la calle, recordándola llena de su leche, espesa y caliente, y eso me prendió fuego otra vez. Ya estaba mojada de hacerle la paja, pero pensar en eso en el camino sumó más humedad entre las piernas, una calentura que me subía desde abajo y no me dejaba pensar en otra cosa.
Entré a casa como si nada, saludé a mis viejos con un “hola” rápido mientras miraban tele en el living, y me fui derecho a mi cuarto. Tranqué la puerta con un golpe seco, tiré la mochila al piso y me dejé caer en la cama boca arriba, todavía con la remera manchada y el short cortito que traía puesto. La cabeza me daba vueltas, no podía sacarme a Nico de la mente: cómo se le había puesto la pija tan dura en mi mano, cómo se le escapaban esos ruidos mientras lo hacía acabar. Me pasé la mano por la panza, subiendo despacio hasta las tetas, y me las apreté por encima de la remera, imaginando que eran sus manos. Estaba tan caliente que sentía la concha latiéndome, pidiéndome a gritos que hiciera algo.
Me saqué la remera de un tirón y la tiré al piso, quedándome con el corpiño y el short. Me desabroché el botón, bajé el cierre y metí una mano por dentro, directo a la bombacha. Estaba empapada, los dedos se me deslizaron fácil por la humedad que ya tenía, y me toqué la concha despacio, abriéndome los labios con dos dedos para sentir todo. Me imaginé a Nico encima mío, sus manos apretándome como en el sillón, su boca en mi cuello, y empecé a frotarme el clítoris con la yema del dedo, primero suave, haciendo círculos chiquitos. Se me escapó un gemido bajito, y me mordí el labio para no hacer ruido, aunque con la puerta cerrada y la tele de mis viejos no iban a escuchar nada.
Subí el ritmo, apretándome más fuerte, y con la otra mano me bajé el corpiño un poco, sacándome una teta para pellizcarme el pezón. Estaba duro, sensible, y cada apretón me mandaba un calambre directo a la concha. Me imaginé su pija otra vez, cómo se le hinchaba en mi mano, cómo se corría por mí, y seguí frotándome el clítoris, ahora con dos dedos, presionando más y yendo más rápido. No me animaba a meterme nada adentro, no todavía, pero lo de afuera ya me tenía temblando. La cama crujió un poco bajo mi peso, pero no me importó, estaba perdida en esa calentura que me comía viva.
Me retorcí un poco, levantando las caderas, y me bajé el short y la bombacha hasta las rodillas con la mano libre, dejándome las piernas abiertas. Me frotaba el clítoris con ganas, haciendo círculos más grandes y apretando justo donde se sentía más intenso, y el calor me subía por todo el cuerpo. Me acordé de su voz, “Emma, me vas a matar”, y eso me empujó al borde. Apreté los dientes, cerré los ojos y me froté más fuerte, dándole con todo al clítoris mientras me pellizcaba el pezón con la otra mano. El sacudón me pegó de golpe, un orgasmo que me hizo arquear la espalda y soltar un gemido ahogado contra la almohada. Sentí cómo me mojaba los dedos, caliente y pegajoso, y seguí tocándome despacito, sacándome las últimas olas mientras mi respiración se calmaba.
Me quedé tirada en la cama, con las piernas todavía abiertas y el corazón a mil, mirando el techo. La mano me temblaba un poco, húmeda de mí misma, y la remera seguía tirada en el piso con esas manchas de Nico. Sonreí sola, pensando que esa tarde había calmado a Nico, pero ahora era yo la que había terminado descargando todo. Era una pendeja, sí, pero ya sabía que esto con él me estaba llevando a lugares que no podía controlar.

3 comentários - Capítulo 5: La vuelta que me quemó

Queee Ricoooooo Emma !! me imagino lo mojada que volvió esa tanga y las ganas que tenias de entrar a ese nuevo mundo del que ahora es un vicio !!! sabias que no había vuelta atras !!