Imágenes: @Mujerymadre . Gracias amiga
El espejo le devuelve su imagen de puta a una mami caliente
La puerta se cerró con un golpe seco y ahí me di cuenta de que, luego de mucho tiempo, estaba sola en mi casa. Mi hija con las amigas, mi hijo con el padre de pesca, yo tenía sábado y domingo para mi sola y lo quería aprovechar.
Era de tarde, miré mi pileta y decidí hacer la actividad que más me relaja: tirar mi cuerpo al sol. Fui al cuarto y busqué “esa bikini”, laque nunca uso por que es muy pequeña, me la puse, me miré al espejo y fui a tomar sol.

De pasada por la cocina me preparé un aperitivo Aperol conjugo de naranja y champagne, bien frio. Con la copa en la mano caminé hacia mi reposera y me tiré boca abajo. Sentí rápidamente los rayos del sol en mi cuerpo, tomé un sorbo y me puse boca arriba, mi piel se calentaba y yo me desinhibía. Miré hacia todos lados no había vecinos chismosos: me quité la parte superior del bikini. Esa sensación de libertad y de sentir el sol en mi stetas es hermosa. Pasaron unos minutos, miré otra vez y decidí quitarme la parte inferior. Quedé desnuda.

La sensación de estar desnuda al sol es indescriptible: sentir el calor en todo el cuerpo, sentir que los rayos llegan hasta esos lugares que nunca llegan. Boca arriba abrir las piernas y sentir el sol en la concha, me di vuelta puse el culo en pompa; que placer, sentí mucho placer. Quise tomar un sorbo más, sin darme cuenta ya me había acabado el vaso, fui por más. Estaba oscureciendo.
Así: desnuda, libre, excitada, entre a mi casa. Al pasar por un espejo me vi. “Guauuuu… que hermosa estoy” pensé; me puse de frente, de atrás, me incliné, miré mis ubres, mis piernas, mi culo….y me gusté. “Para una mujer que está en las cuatro décadas, estoy muy bien” me dije, agarré el teléfono y me comencé a tomar fotos. Mi excitación subía. Me sentía una “mami puta”.

El sol se había escondido, la media luz inundaba mi casa. Me preparé otro trago, fumé un cigarrillo y así excitada como estaba fui a mi dormitorio, me duché y mientras me estaba secando, otro espejo me invitó a mirarme, la ducha no había bajado mi temperatura, es más, me veía más radiante que antes. Decidí ponerme linda para mí, me maquillé, abrí el cajón de mi ropa interior y busqué la más sexi, me probé una, me probé otra, todas me gustaban. Me quedé con el conjunto negro.
Allí estaba, sola en mi casa frente al espejo, con una copa en la mano probándome conjuntos sexis. Me encantaba, lo disfrutaba, me excitaba, me gustaba, lentamente me desinhibía y entraba en un estado de calentura. Este espejo ya no me alcanzaba, quería verme completa, decidí ir en busca de otro, pero antes revolví en mi cajón y en un impulso tomé mis juguetes.

Bebí todo el vaso de un sorbo, fui a la heladera, miré que había y me decidí por el champagne. Lo puse en un balde con hielo, lo descorché y me serví una copa. Ponerme la ropa sexi fue como una inyección de calentura, me ardía el cuerpo, tenía las tetas duras, los pezones parados, la concha húmeda y todo mi ser se sentía excitada.
Me puse frente al espejo y me dispuse a jugar. La imagen era hermosa: yo frente al espejo, con ropa sexi, tirada en el piso, con un balde con una botella de champagne y una copa, de un lado; y mis juguetes sexuales del otro. Me gustaba, me calentaba, me sentía una puta hermosa, una yegua que quería ser penetrada por todos lados.
Me serví otra copa, bebí y me comencé a acariciar el cuerpo, muy lentamente. Chupé mis dedos, los pasé por mi cuello -despendí el brasier y mis tetas quedaron libres-, bajé mis manos a mis ubres y me aprete fuerte mis pezones, jugué con ellos; ya estaba muy mojada. Bajé mi mano por mi vientre, comencé a masajear mi clítoris y tuve el primer orgasmo. Levanté mis piernas y me quité la bombacha, quedando solo con las medias negras y mis zapatos de taco fino, me puse en cuatro, apoyé la cabeza en el piso, tomé un juguete y comencé a pajearme, con la otra mano introduje lentamente el pug anal, en mi cola en un juego de entrar y salir.

Me miré en el espejo y me calentó esa imagen porno de puta hermosa, desinhibida, me encantaba esa imagen de reventada que veía. Con fuerza me metía mi consolador en la concha y el pug en el culo, sentía cada envestida, mis tetas rozaban la áspera alfombra y me excitaban más…. venía el orgasmo, mi cuerpo se encorvó más, saqué los juguetes y acabé a chorros abriendo las piernas. Me relajé y caí sobre la alfombra empapada.
Recuperé el aliento, tomé otra copa para mojar la boca, mientras jadeaba. Seguía caliente. Vi mi imagen en el espejo, sentí calor y me tiré champagne sobre el cuerpo, el líquido frio caía sobre mi piel y sentía escalofríos. Tomé un consolador y lo empecé a mamar, con el otro recorrí mi cuerpo hasta mi concha que ardía, me lo empecé a metér lentamente. Uno en la concha, el otro en la boca todo babeado. Me puse en cuclillas sobre la alfombra, abrí las piernas y decidí pajearme como loca desesperada por llenar sus agujeros.

La imagen que devolvía el espejo me calentaba aún más. Puse el consolador que tenía en la boca todo babeado en el piso, acerqué el orificio de mi culo y fui bajando lentamente, la sensación de ser penetrada por atrás me emputeció. Luego tomé el otro y me comencé a rozarla concha, jugaba con mi clítoris y mis labios vaginales, mientras subía y bajaba y sentía que me rompía el culo. Mi concha pedía a gritos ser penetrada, me metí el dildo de una hasta el fondo y grité al sentir mis dos orificios llenos. Así seguí en un vaivén, en un estado de clímax eterno, el tiempo no pasaba y yo gozaba como una hembra en celo que se estaba autosatisfaciendo. No necesitaba de nadie.

Mi cuerpo ardía, mis entrañas se estiraban, se llenaban hasta el fondo, comencé a temblar, sentía que el orgasmo más intenso de mi vida estaba por llegar. No podía retrasar más el momento, me paré y comencé a acabara chorros conta el espejo, era una catarata de placer eterno, sentía que todo mi ser y mi alma salían por mi concha, tenía espasmos, mi cadera se movía hacia adelante. Cuando salió la última gota de mi orgasmo yo me derrumbé en el piso. Es lo último que me acuerdo, desfallecida de tanto placer quede dormida.

Cuando desperté un par de horas después, el espejo reflejaba una excitante escena. Yo tirada en el piso desnuda, con mis juguetes sexuales a mi lado, mi ropa sexi tirada alrededor, una botella de champagne, todo sobre una alfombra toda mojada. Sentía el palpitar de mi corazón en el culo y la concha, me miré, me reí y pensé: “mami debe quedarse mas tiempo sola, te lo merecés”.
El espejo le devuelve su imagen de puta a una mami caliente
La puerta se cerró con un golpe seco y ahí me di cuenta de que, luego de mucho tiempo, estaba sola en mi casa. Mi hija con las amigas, mi hijo con el padre de pesca, yo tenía sábado y domingo para mi sola y lo quería aprovechar.
Era de tarde, miré mi pileta y decidí hacer la actividad que más me relaja: tirar mi cuerpo al sol. Fui al cuarto y busqué “esa bikini”, laque nunca uso por que es muy pequeña, me la puse, me miré al espejo y fui a tomar sol.

De pasada por la cocina me preparé un aperitivo Aperol conjugo de naranja y champagne, bien frio. Con la copa en la mano caminé hacia mi reposera y me tiré boca abajo. Sentí rápidamente los rayos del sol en mi cuerpo, tomé un sorbo y me puse boca arriba, mi piel se calentaba y yo me desinhibía. Miré hacia todos lados no había vecinos chismosos: me quité la parte superior del bikini. Esa sensación de libertad y de sentir el sol en mi stetas es hermosa. Pasaron unos minutos, miré otra vez y decidí quitarme la parte inferior. Quedé desnuda.

La sensación de estar desnuda al sol es indescriptible: sentir el calor en todo el cuerpo, sentir que los rayos llegan hasta esos lugares que nunca llegan. Boca arriba abrir las piernas y sentir el sol en la concha, me di vuelta puse el culo en pompa; que placer, sentí mucho placer. Quise tomar un sorbo más, sin darme cuenta ya me había acabado el vaso, fui por más. Estaba oscureciendo.
Así: desnuda, libre, excitada, entre a mi casa. Al pasar por un espejo me vi. “Guauuuu… que hermosa estoy” pensé; me puse de frente, de atrás, me incliné, miré mis ubres, mis piernas, mi culo….y me gusté. “Para una mujer que está en las cuatro décadas, estoy muy bien” me dije, agarré el teléfono y me comencé a tomar fotos. Mi excitación subía. Me sentía una “mami puta”.

El sol se había escondido, la media luz inundaba mi casa. Me preparé otro trago, fumé un cigarrillo y así excitada como estaba fui a mi dormitorio, me duché y mientras me estaba secando, otro espejo me invitó a mirarme, la ducha no había bajado mi temperatura, es más, me veía más radiante que antes. Decidí ponerme linda para mí, me maquillé, abrí el cajón de mi ropa interior y busqué la más sexi, me probé una, me probé otra, todas me gustaban. Me quedé con el conjunto negro.
Allí estaba, sola en mi casa frente al espejo, con una copa en la mano probándome conjuntos sexis. Me encantaba, lo disfrutaba, me excitaba, me gustaba, lentamente me desinhibía y entraba en un estado de calentura. Este espejo ya no me alcanzaba, quería verme completa, decidí ir en busca de otro, pero antes revolví en mi cajón y en un impulso tomé mis juguetes.

Bebí todo el vaso de un sorbo, fui a la heladera, miré que había y me decidí por el champagne. Lo puse en un balde con hielo, lo descorché y me serví una copa. Ponerme la ropa sexi fue como una inyección de calentura, me ardía el cuerpo, tenía las tetas duras, los pezones parados, la concha húmeda y todo mi ser se sentía excitada.
Me puse frente al espejo y me dispuse a jugar. La imagen era hermosa: yo frente al espejo, con ropa sexi, tirada en el piso, con un balde con una botella de champagne y una copa, de un lado; y mis juguetes sexuales del otro. Me gustaba, me calentaba, me sentía una puta hermosa, una yegua que quería ser penetrada por todos lados.
Me serví otra copa, bebí y me comencé a acariciar el cuerpo, muy lentamente. Chupé mis dedos, los pasé por mi cuello -despendí el brasier y mis tetas quedaron libres-, bajé mis manos a mis ubres y me aprete fuerte mis pezones, jugué con ellos; ya estaba muy mojada. Bajé mi mano por mi vientre, comencé a masajear mi clítoris y tuve el primer orgasmo. Levanté mis piernas y me quité la bombacha, quedando solo con las medias negras y mis zapatos de taco fino, me puse en cuatro, apoyé la cabeza en el piso, tomé un juguete y comencé a pajearme, con la otra mano introduje lentamente el pug anal, en mi cola en un juego de entrar y salir.

Me miré en el espejo y me calentó esa imagen porno de puta hermosa, desinhibida, me encantaba esa imagen de reventada que veía. Con fuerza me metía mi consolador en la concha y el pug en el culo, sentía cada envestida, mis tetas rozaban la áspera alfombra y me excitaban más…. venía el orgasmo, mi cuerpo se encorvó más, saqué los juguetes y acabé a chorros abriendo las piernas. Me relajé y caí sobre la alfombra empapada.
Recuperé el aliento, tomé otra copa para mojar la boca, mientras jadeaba. Seguía caliente. Vi mi imagen en el espejo, sentí calor y me tiré champagne sobre el cuerpo, el líquido frio caía sobre mi piel y sentía escalofríos. Tomé un consolador y lo empecé a mamar, con el otro recorrí mi cuerpo hasta mi concha que ardía, me lo empecé a metér lentamente. Uno en la concha, el otro en la boca todo babeado. Me puse en cuclillas sobre la alfombra, abrí las piernas y decidí pajearme como loca desesperada por llenar sus agujeros.

La imagen que devolvía el espejo me calentaba aún más. Puse el consolador que tenía en la boca todo babeado en el piso, acerqué el orificio de mi culo y fui bajando lentamente, la sensación de ser penetrada por atrás me emputeció. Luego tomé el otro y me comencé a rozarla concha, jugaba con mi clítoris y mis labios vaginales, mientras subía y bajaba y sentía que me rompía el culo. Mi concha pedía a gritos ser penetrada, me metí el dildo de una hasta el fondo y grité al sentir mis dos orificios llenos. Así seguí en un vaivén, en un estado de clímax eterno, el tiempo no pasaba y yo gozaba como una hembra en celo que se estaba autosatisfaciendo. No necesitaba de nadie.

Mi cuerpo ardía, mis entrañas se estiraban, se llenaban hasta el fondo, comencé a temblar, sentía que el orgasmo más intenso de mi vida estaba por llegar. No podía retrasar más el momento, me paré y comencé a acabara chorros conta el espejo, era una catarata de placer eterno, sentía que todo mi ser y mi alma salían por mi concha, tenía espasmos, mi cadera se movía hacia adelante. Cuando salió la última gota de mi orgasmo yo me derrumbé en el piso. Es lo último que me acuerdo, desfallecida de tanto placer quede dormida.

Cuando desperté un par de horas después, el espejo reflejaba una excitante escena. Yo tirada en el piso desnuda, con mis juguetes sexuales a mi lado, mi ropa sexi tirada alrededor, una botella de champagne, todo sobre una alfombra toda mojada. Sentía el palpitar de mi corazón en el culo y la concha, me miré, me reí y pensé: “mami debe quedarse mas tiempo sola, te lo merecés”.

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