Lu seguía en cuatro, el cuerpo agitado, las nalgas rojas, el culo todavía latiendo del polvo que Fede le acababa de dar.
Parecía otra mujer.
Una versión más puta.
Más libre.
Más suya…
y menos tuya.
Fede jadeaba.
Transpirado.
La pija dura, brillosa, empapada.
Miró a Nico.
Sin vergüenza.
—Estoy por acabar.
Lu se giró de inmediato.
Se arrodilló frente a Fede, con la boca entreabierta y los ojos húmedos.
—Dámela.
Dame toda esa leche.
Quiero que él vea cómo me lo trago.
Cómo me lo das vos…
porque él no puede.
Fede empezó a pajearse despacio.
Y vos, Nico…
quieto, temblando, mirabas cómo tu mejor amigo le daba lo mejor que tenía…
a tu novia.
Lu lo miraba desde abajo.
Se tocaba el clítoris.
Se mordía el labio.
Y de fondo, vos con la pija en la mano…
sin animarte a más.
Porque el centro ya no eras vos.
Eras espectador.
Sirviente.
Cornudo.
Y feliz.
Fede acabó con un gruñido bajo.
Un chorro caliente en la lengua de Lu.
Otro en la cara.
Y el resto… directo en la boca.
Lu lo saboreó.
Lo tragó.
Y te miró.
Con esa sonrisa dulce, perversa, inolvidable.
—Feliz San Valentín, amor.
Hoy…
me diste el mejor regalo.
Uno que quiero repetir.
Todas las veces que pueda.
Nico bajó la cabeza.
La pija dura, el orgullo hecho polvo…
pero el alma llena de fuego.
Y así,
Lu se convirtió en la novia de los dos.
Y vos…
en el cornudo más caliente del mundo.
Parecía otra mujer.
Una versión más puta.
Más libre.
Más suya…
y menos tuya.
Fede jadeaba.
Transpirado.
La pija dura, brillosa, empapada.
Miró a Nico.
Sin vergüenza.
—Estoy por acabar.
Lu se giró de inmediato.
Se arrodilló frente a Fede, con la boca entreabierta y los ojos húmedos.
—Dámela.
Dame toda esa leche.
Quiero que él vea cómo me lo trago.
Cómo me lo das vos…
porque él no puede.
Fede empezó a pajearse despacio.
Y vos, Nico…
quieto, temblando, mirabas cómo tu mejor amigo le daba lo mejor que tenía…
a tu novia.
Lu lo miraba desde abajo.
Se tocaba el clítoris.
Se mordía el labio.
Y de fondo, vos con la pija en la mano…
sin animarte a más.
Porque el centro ya no eras vos.
Eras espectador.
Sirviente.
Cornudo.
Y feliz.
Fede acabó con un gruñido bajo.
Un chorro caliente en la lengua de Lu.
Otro en la cara.
Y el resto… directo en la boca.
Lu lo saboreó.
Lo tragó.
Y te miró.
Con esa sonrisa dulce, perversa, inolvidable.
—Feliz San Valentín, amor.
Hoy…
me diste el mejor regalo.
Uno que quiero repetir.
Todas las veces que pueda.
Nico bajó la cabeza.
La pija dura, el orgullo hecho polvo…
pero el alma llena de fuego.
Y así,
Lu se convirtió en la novia de los dos.
Y vos…
en el cornudo más caliente del mundo.
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