Fui cornudo con mi mejor amigo (parte 2)

Fede se sacó la campera y se quedó en remera, relajado.
Pero con esa energía de macho que ya sabía que venía a coger… no a charlar.
Lu se puso frente a él, de pie, a centímetros.
Lo miró a los ojos, le agarró la mano, y la llevó directo a su culo.
Sin rodeos.
Como si ya fuera suyo.

—¿Esto es lo que me mirabas cuando Nico se iba al baño, no?
—Siempre —contestó Fede, apretando fuerte—.
Y ahora te lo voy a romper.
Nico se quedó parado en la punta de la cama.
Sin decir una palabra.
La pija dura.
El corazón en la garganta.
Lu se sacó la musculosa.
Nada abajo.
Tetas firmes, pezones duros.
Fede se los chupó con desesperación.
Como si lo hubiera soñado años.

Ella jadeaba.
Gritaba.
Se le notaba en la piel.
Eso no lo fingía.
Estaba caliente en serio.
Y Nico lo sabía.

Después le bajó el short.
Y la tanga.
Y Lu se acostó en la cama boca arriba.
Abierta de piernas.
Empapada.
—Mirá cómo me pone tu amigo, amor —le dijo a Nico—.
¿Querías morbo?
Mirá bien cómo se me abre por él.
Fede se bajó el pantalón.
La tenía grande.
Más gruesa.
Más venosa.
Y sin dudas.

Lu se la agarró con una mano.
—No me hagas esperar más, Fede.
Rompeme.
Que él mire.
Que aprenda.

Y se la metió.
Fuerte.
Hasta el fondo.
De una.
El primer grito de Lu fue distinto.
Agudo.
Roto.
Como si se abriera de verdad.
—¡Sí, sí! ¡Así! ¡Eso necesitaba!
Fede la empezó a coger como si fuera suya.
Las piernas de Lu colgaban.
El colchón se sacudía.
Y Nico…
quieto.
Temblando.
Mirando cómo su novia disfrutaba más que nunca…
y no era con él.

—¿Está mirando? —preguntó Fede, sin parar de darle.
Lu lo miró de reojo.
—Sí.
Y está a punto de acabar solo.
Porque esto… lo supera.
Y lo superaba.
Pero no quería que termine.
Porque esa era la mejor parte.

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