RELATO PERSONALIZADO PARA http://www.poringa.net/Fol53
Era viernes a la noche, y la juntada en lo de Martín parecía una más.
Compis de la YPF, birra fría, música, risas, asado.
Todos distendidos.
Todos relajados.
Pero a Tom algo le picaba desde el inicio.
Mari, su novia, había ido con él.
Morocha, shortcito apretado, risa fácil, culo que hipnotizaba.
Y ese brillo en los ojos… el que solo aparecía cuando se sentía mirada.
Y la estaban mirando.
Hernán, sobre todo.
Silencioso, de esos que se hacen los buenos… pero que no se pierden detalle.
Tom lo notó.
Las miradas, los segundos de más.
Y lo peor: Mari no lo evitaba.
No lo hacía a propósito.
Pero no lo cortaba.
Se sentía linda.
Deseada.
Y ese leve calor entre las piernas, mezclado con el alcohol, la aflojaba.
Las charlas fluían, la música subía, y las cervezas iban una tras otra.
Tom estaba con los pibes, charlando, pero no podía dejar de mirar a Mari.
Ella ya tenía la risa suelta, el cuerpo flojito, el vaso en la mano.
Se sentó en un sillón.
Cruzó las piernas.
Apoyó la cabeza atrás.
—Estoy fusilada —dijo—. Me voy a tirar un ratito.
Martín le dijo que en el cuarto del fondo había una cama libre.
Tom pensó en ir con ella.
Pero justo lo llamaron para ayudar con la parrilla.
Y la dejó ir.
Ese fue el error.
O la excusa.
Mari entró sola.
Se tiró boca abajo.
El culo apretado por el shortcito.
La remera levantada.
La respiración lenta.
Y el sueño… cada vez más profundo.
Afuera, Hernán la seguía con la vista.
Tom hablaba.
No miraba.
Pero él sí.
Y en algún momento, se perdió de la ronda.
Y la puerta del cuarto se cerró con llave.
Desde adentro.
FOTO REAL DE LA NOVIA DEL SEGUIDOR:
Era viernes a la noche, y la juntada en lo de Martín parecía una más.
Compis de la YPF, birra fría, música, risas, asado.
Todos distendidos.
Todos relajados.
Pero a Tom algo le picaba desde el inicio.
Mari, su novia, había ido con él.
Morocha, shortcito apretado, risa fácil, culo que hipnotizaba.
Y ese brillo en los ojos… el que solo aparecía cuando se sentía mirada.
Y la estaban mirando.
Hernán, sobre todo.
Silencioso, de esos que se hacen los buenos… pero que no se pierden detalle.
Tom lo notó.
Las miradas, los segundos de más.
Y lo peor: Mari no lo evitaba.
No lo hacía a propósito.
Pero no lo cortaba.
Se sentía linda.
Deseada.
Y ese leve calor entre las piernas, mezclado con el alcohol, la aflojaba.
Las charlas fluían, la música subía, y las cervezas iban una tras otra.
Tom estaba con los pibes, charlando, pero no podía dejar de mirar a Mari.
Ella ya tenía la risa suelta, el cuerpo flojito, el vaso en la mano.
Se sentó en un sillón.
Cruzó las piernas.
Apoyó la cabeza atrás.
—Estoy fusilada —dijo—. Me voy a tirar un ratito.
Martín le dijo que en el cuarto del fondo había una cama libre.
Tom pensó en ir con ella.
Pero justo lo llamaron para ayudar con la parrilla.
Y la dejó ir.
Ese fue el error.
O la excusa.
Mari entró sola.
Se tiró boca abajo.
El culo apretado por el shortcito.
La remera levantada.
La respiración lenta.
Y el sueño… cada vez más profundo.
Afuera, Hernán la seguía con la vista.
Tom hablaba.
No miraba.
Pero él sí.
Y en algún momento, se perdió de la ronda.
Y la puerta del cuarto se cerró con llave.
Desde adentro.
FOTO REAL DE LA NOVIA DEL SEGUIDOR:

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