Raquel me invitó a salir con ella un sábado por la noche, decidí aceptar. No le conté ningún cuento a mi marido, sencillamente le dije que salía con unas amigas a tomar algo. No puso reparos.
La tarde del sábado me preparé para salir. Elegí un conjunto de tanga y sujetador negro muy bonito y que resaltaba mis pechos y un vestido corto para lucir mis piernas. Me pinté los ojos, puse algo de color en mis mejillas y pinté mis labio
Llegamos al local, un pub muy bonito, no muy grande, con una pequeña zona para bailar cerca de la barra, luces atenuadas y música suave y a un volumen razonable. Me gustó el sitio y los clientes eran gente guapa, elegante, se notaba que tenían dinero y cierta clase.
Nos sentamos en una mesita algo apartada y Raquel no perdió el tiempo y enseguida estaba inspeccionando a los chicos. Raquel está soltera
Por mi parte, me entretenía viéndola bailar y observando cómo los hombres la rodeaban, lanzando sus ataques como gaviotas pescando en el puerto. Raquel no les hacía mucho caso, en apariencia, pero en realidad estaba eligiendo entre todas las posibilidades a su alcance.
Después de un rato, me levanté para ir al baño. Entré en el servicio y solo había una mujer, acicalándose frente al espejo. Era una mujer cercana a los cuarenta, pero muy elegante. Llevaba el cabello rubio muy corto, peinado hacia atrás con gomina, lo que hacía que brillara y pareciera mojado al tiempo que le daba un aire algo masculino. Pero eso era lo único masculino en ella, pues desprendía feminidad por todo su cuerpo, esbelto, bien proporcionado, cuidado con horas de gimnasia
Me dirigí a un reservado mientras la mujer me seguía con la mirada a través del espejo. entró casi al mismo tiempo que yo. Con una mano me empujó suavemente hasta la pared del fondo mientras que cerraba la puerta con la otra
- ¿Qué está haciendo? protesté.
Entonces me puso un dedo en los labios, ordenando que me callara. Me sujetó las dos manos con las suyas y buscó mis labios. Giré la cabeza instintivamente, dejando mi cuello expuesto a sus besos. Empezó a besarlo despacio mientras yo protestaba intentando liberarme.
Pero ella, ignorando mis quejas, seguía besándome. De pronto, sacó la lengua y comenzó a lamerme el cuello. Me agité sorprendida y se me escapó un tenue gemido de placer que no hizo sino animarla a seguir por ese camino. Me apretó más las muñecas y metió su lengua en mi oreja. Eso sí que me excitó de veras, mis piernas temblaron un segundo y mi respiración se volvió más entrecortada.
- Te gusta, ¿verdad?, me dijo mientras volvía a mojarme la oreja con su lengua húmeda.
- No, ahhh, síii, no. ¡Pare! Ahhhh, ¡dios!
Fue en ese instante que la mujer decidió que ya estaba lista para el asalto final y empezó a buscar mi boca con insistencia. Comenzó entonces un juego cargado de tensión en el que yo giraba mi cabeza al lado opuesto cuando notaba acercarse su boca. Entonces, ella volvía atrás de nuevo, persiguiendo mis labios. Las dos sabíamos que, si me rendía, si me entregaba a sus besos, ella habría derribado todas las barreras y estaría a su merced. Así que seguía luchando por evitar que me besara, pero con cada segundo que pasaba el calor iba aumentando dentro de mí. Desde que me había lamido la oreja, había comenzado a excitarme y mi calentura no había dejado de aumentar. Por eso, mis movimientos con la cabeza empezaban a ser más lentos y más torpes y la desconocida ya había logrado rozar mis labios con los suyos un par de veces. Mis fuerzas me abandonaban y entonces, giré la cabeza al revés, no escapando de mi cazadora, sino yendo hacia ella. No sé si fue intencionado o sencillamente me traicionó mi deseo. En cuanto me tuvo frente a su boca, me plantó un beso profundo y húmedo que acabó con mi resistencia.
continuara
La tarde del sábado me preparé para salir. Elegí un conjunto de tanga y sujetador negro muy bonito y que resaltaba mis pechos y un vestido corto para lucir mis piernas. Me pinté los ojos, puse algo de color en mis mejillas y pinté mis labio
Llegamos al local, un pub muy bonito, no muy grande, con una pequeña zona para bailar cerca de la barra, luces atenuadas y música suave y a un volumen razonable. Me gustó el sitio y los clientes eran gente guapa, elegante, se notaba que tenían dinero y cierta clase.
Nos sentamos en una mesita algo apartada y Raquel no perdió el tiempo y enseguida estaba inspeccionando a los chicos. Raquel está soltera
Por mi parte, me entretenía viéndola bailar y observando cómo los hombres la rodeaban, lanzando sus ataques como gaviotas pescando en el puerto. Raquel no les hacía mucho caso, en apariencia, pero en realidad estaba eligiendo entre todas las posibilidades a su alcance.
Después de un rato, me levanté para ir al baño. Entré en el servicio y solo había una mujer, acicalándose frente al espejo. Era una mujer cercana a los cuarenta, pero muy elegante. Llevaba el cabello rubio muy corto, peinado hacia atrás con gomina, lo que hacía que brillara y pareciera mojado al tiempo que le daba un aire algo masculino. Pero eso era lo único masculino en ella, pues desprendía feminidad por todo su cuerpo, esbelto, bien proporcionado, cuidado con horas de gimnasia
Me dirigí a un reservado mientras la mujer me seguía con la mirada a través del espejo. entró casi al mismo tiempo que yo. Con una mano me empujó suavemente hasta la pared del fondo mientras que cerraba la puerta con la otra
- ¿Qué está haciendo? protesté.
Entonces me puso un dedo en los labios, ordenando que me callara. Me sujetó las dos manos con las suyas y buscó mis labios. Giré la cabeza instintivamente, dejando mi cuello expuesto a sus besos. Empezó a besarlo despacio mientras yo protestaba intentando liberarme.
Pero ella, ignorando mis quejas, seguía besándome. De pronto, sacó la lengua y comenzó a lamerme el cuello. Me agité sorprendida y se me escapó un tenue gemido de placer que no hizo sino animarla a seguir por ese camino. Me apretó más las muñecas y metió su lengua en mi oreja. Eso sí que me excitó de veras, mis piernas temblaron un segundo y mi respiración se volvió más entrecortada.
- Te gusta, ¿verdad?, me dijo mientras volvía a mojarme la oreja con su lengua húmeda.
- No, ahhh, síii, no. ¡Pare! Ahhhh, ¡dios!
Fue en ese instante que la mujer decidió que ya estaba lista para el asalto final y empezó a buscar mi boca con insistencia. Comenzó entonces un juego cargado de tensión en el que yo giraba mi cabeza al lado opuesto cuando notaba acercarse su boca. Entonces, ella volvía atrás de nuevo, persiguiendo mis labios. Las dos sabíamos que, si me rendía, si me entregaba a sus besos, ella habría derribado todas las barreras y estaría a su merced. Así que seguía luchando por evitar que me besara, pero con cada segundo que pasaba el calor iba aumentando dentro de mí. Desde que me había lamido la oreja, había comenzado a excitarme y mi calentura no había dejado de aumentar. Por eso, mis movimientos con la cabeza empezaban a ser más lentos y más torpes y la desconocida ya había logrado rozar mis labios con los suyos un par de veces. Mis fuerzas me abandonaban y entonces, giré la cabeza al revés, no escapando de mi cazadora, sino yendo hacia ella. No sé si fue intencionado o sencillamente me traicionó mi deseo. En cuanto me tuvo frente a su boca, me plantó un beso profundo y húmedo que acabó con mi resistencia.
continuara
3 comentários - al principio me opuse , pero me gusto