Hola, me llamo Silvia y soy la menor de 4 hermanos, 3 varones y yo. No sé si por criarme con 3 hombres, espiándoles cuando se masturbaban, viendo las revistas porno que escondían o los videos en formato VHS que guardaban en discretas cajas, con películas x en su interior, descubrí mi sexualidad muy temprano. Me masturbaba casi a diario, y en el instituto se la cascaba y mamaba a compañeros de clase por pequeñas recompensas económicas. La verdad que sin ser la más guapa de la clase, ni mucho menos, no estaba mal. Casi 1,75 de altura, 52 kilos, una figura bastante definida y un buen par de tetas talla 95, que más de un problema me han traído tanto en la pubertad, como después. Me gane una merecida fama de putón y tía fácil, pero me encantaba poner a tope a los tíos y sentirme deseada. También me gané muchas enemigas entre las chicas, que casi ninguna me dirigía la palabra, porque siempre andaba con varios tíos revoloteando a mi alrededor.
En la universidad la cosa fue a mayores. Los tíos ya no se conformaban con mamadas o pajas, querían más, pero yo tenía el control, y decidiría quien iba a desvirgarme, y cuanto le costaría. Y lo hizo Juanjo, el más popular de clase, y por nada menos que 10.000 de las antiguas pesetas. Eran las navidades de 1995, y lo hicimos en el asiento de atrás del coche de mi hermano mayor, del que yo guardaba una copia de la llave. Fue un auténtico desastre, Juanjo se corrió al poco de metérmela, y yo apenas sentí nada, ni siquiera dolor, pero el hilo de sangre que salía de mi entrepierna, dejó claro que había dejado de ser virgen. Me propuse en ese momento, que quería tener un orgasmo follando, como los que me proporcionaban mis pajas, quería sentir a un tío de verdad dándome duro y sintiendo como era que se corrieran dentro de mí, y hacerlo yo también con una buena polla dentro, y estaba claro que, con un imberbe de 17 años, mi edad por aquellos tiempos, no lo iba a conseguir. Los amigos de Javi, mi hermano mayor,21 años, o incluso él, ya eran otra cosa. No me hice pajas ni nada pensado en Javi, o espiándole mientras se la cascaba viendo una peli porno, o con el lío de turno, haciéndolo en su cuarto cuando mis padres no estaban; calzaba un buen aparato, y lo imaginaba follándome duro a 4 patas, y tenía unos orgasmos increíbles.
Y como la ocasión la pintan calva, y siempre he tenido bastante suerte, aquella tarde al llegar a casa, estaba mi hermano esperándome.
― Hola, no hay nadie, tenemos que hablar ―me dijo.
― Si, claro ¿qué quieres?
― Me han dicho que andas por ahí, chupándola por dinero, que eres bastante guarra ¿es cierto eso?
No me esperaba esa pregunta, me ruboricé bastante y me puse un poco nerviosa, nunca pensé en que mis actos llegaran a oídos de mi familia, pero qué coño, había pajeado y mamado la polla a medio instituto ¿qué esperaba?
― Si, es cierto ―solté― Me gusta el sexo, y gusto a los tíos ¿por qué no sacar provecho?
― ¿Ya has follado? ―Me preguntó.
― Si, pero una sola vez y fue un desastre.
― ¿Quieres saber lo que es un buen polvo?
― ¿Quéee? ¿Qué me estas insinuando?
― Lo que llevas deseando tiempo, que te folle yo. ¿Acaso crees que no te visto pajeándote mientras me espiabas?
Quedé un poco sin saber que decir, no me lo esperaba, pero balbuceé― Si.
― ¿Si, qué?
― Sí, quiero follar contigo.
― De acuerdo. Sube a mi habitación, y vete desnudándote.
Como una especie de autómata, obedecí a mi hermano mayor. En su habitación, comencé a desnudarme. Me llamó la atención lo mojada que estaba, la situación me había puesto a 100.
Embelesada en mis calientes pensamientos, la voz de mi hermano me sobresaltó.
― ¿Nuca te has depilado el pubis? Pasa al baño ―me dijo.
Lo cierto es que me solía recortar el vello púbico, pero nunca me había depilado la entrepierna. Mi hermano tomó una recortadora eléctrica de barba, y con sumo cuidado fue descubriendo toda mi piel. Después, con una cuchilla terminó el trabajo. Mi sexo lucía desnudo y exultante. Aplicó una generosa capa de crema hidratante.
― A partir de ahora, llévalo siempre así ―me dijo, a lo que asentí con la cabeza.
Me tomó del brazo y me condujo a su cama, me tumbó y se empezó a desnudar, mirándome. Pude contemplar el musculoso cuerpo de Javi, deleitándome sin miedo a ser descubierta, y por fin, la gloriosa polla que tanto deseé. Se acercó a mi, me recostó sobre la cama, separó mis piernas, y me besó suavemente los labios vaginales, mientras su lengua se abría paso entre ellos. Comenzó a lamer mi clítoris, y en menos de un minuto me estaba corriendo como una loca. Se puso a un lado y acerco su polla a mi boca
― A ver qué sabes hacer ―me dijo
Esa era mi especialidad. Años de pajas y mamadas iban a dejar mi pabellón bien alto. Tomé su polla por la base, lamí todo el tronco hasta llegar al glande y la introduje en la boca mientras acariciaba sus pelotas. Era con diferencia la más grande que había tenido en mis manos. Comencé a deslizar mis labios arriba y abajo, succionando con fuerza cuando llegaba al glande. Vi que mi hermano cerraba los ojos y tomaba mi cabeza entre las manos, y poco a poco fue haciendo que su polla entrara más adentro de mi boca en cada movimiento, provocándome más de una arcada, pero no cejé en mi trabajo de demostrarle lo bien que la chupaba.
Se retiró y se entretuvo un rato manoseando mis tetas y pellizcando mis pezones, que estaban duros y exultantes, los tomaba entre los labios y los mordisqueaba, provocándome pequeñas descargas eléctricas de placer que recorrían mi cuerpo. Por fin sentí aquel ansiado trozo de carne entre mis piernas. Poco a poco, pero firmemente, fue empujándolo dentro de mí, con algo de esfuerzo por lo apretado de mi casi virgen interior, pero lubricado al máximo por lo excitada que estaba. La sentí completamente dentro, y dejó unos momentos que mi vagina se acostumbrara al tamaño de su polla. Comenzó a sacarla muy despacio, y volvió a meterla, una y otra vez, despacio primero, pero animado por mis jadeos y movimientos, cada vez más rápido. Notaba que su respiración era más agitada, y notaba aquella polla hincharse en mi interior. Comencé a perder el control de mi cuerpo y me dejé ir en el mejor orgasmo de mi vida, me corrí como una posesa mientras gritaba y jadeaba muerta de placer. Mi hermano comenzó a jadear también y cuando estaba a punto de correrse, la sacó muy rápido, soltando un buen chorro de semen sobre mi depilado pubis y mi vientre. De un rápido movimiento, se situó sobre mi pecho, tomó mi cabeza y me la metió en la boca. Bombeó en ella como antes lo hizo en mi coño, y dos nuevas descargas de semen, fueron directas a mi garganta. Me soltó la cabeza y me afané en chupar y lamer su tronco, que lejos de bajarse, parecía más erecto que nunca. Después de unos minutos me mandó darme la vuelta. Me tumbé boca abajo en la cama. Tomó algo de la mesilla y comenzó a acariciarme el culo.
― ¿Te ha gustado? ―Me preguntó
― Me ha encantado ¿no se notó? ¿Y a ti? ―Respondí.
― Sí, eres una caja de sorpresas, y la chupas mucho mejor de lo que había oído.
Seguía acariciándome el culo, y sentí una presión en el ano. Algo frío y viscoso se deslizó entre mis nalgas. Los dedos de Javi esparcían aquello habilidosamente y uno de sus dedos empezaba a abrirse paso dentro de mí. Instintivamente mi esfínter se intentó cerrar.
― Relájate, te va a gustar, ya verás.
Mientras decía esto, seguía su maniobra. Sentí el dedo dentro mío. Deslizó su otra mano bajo mi vientre y tiro hacia arriba, entendí lo que quería y me puse a 4 patas, con mi cara y pecho sobre la cama, dejando bien expuesto mi culo y mi coño. Mientras otro dedo entraba por detrás, con la otra mano me acariciaba el clítoris, lo que hizo que me terminara de relajar. Estuvimos un rato así, y otro orgasmo se estaba generando en lo más profundo de mi interior. Noté a mi hermano situarse detrás de mí, y su imponente glande, separando mis nalgas, intentando abrirse paso hacia mi interior. La lubricación se notaba, pero el tamaño de su polla era considerablemente mayor que el de sus dos dedos, aun así, mi esfínter cedió y la cabeza entró, arrancado de mi garganta un ligero grito de dolor, que rápidamente fue sustituido por un gemido de placer al volver a acariciar una mano de Javi mi clítoris, y tomar la otra un pezón entre los dedos. Mientras me masturbaba con la mano, su polla inició su camino hacia mis entrañas. Sentía que me iba a partir en dos. Una vez más, dejó que mi cuerpo se adaptara al carnoso invasor, y cuando lo consideró, comenzó a moverse. Los envites eran cada vez más soportables y poco a poco el dolor del principio se fue convirtiendo en placer, ayudado por la habilidosa mano que frotaba mi clítoris. Me fui acompasando con él mientras notaba que volvía a correrme. Cuando mis jadeos ya eran verdaderos gritos de placer y lujuria, oí a Javi jadear y gruñir también mientras su caliente leche inundaba mi culo, a la vez que yo estallaba en un nuevo orgasmo, mayor si cabe que el anterior, Javi se dejó caer sobre mi espalda mientras se salía de mi interior. Noté su semen deslizarse fuera de mi, piernas abajo. Me giré un poco y tomé su polla en la boca para saborear los restos de su corrida, y dejársela bien limpia. Exhausta, me tumbé a su lado.
― Esto no debería haber pasado, lo sabes ¿no? ―Me dijo. Solo pude asentir con la cabeza― Aún así, las historias que me han contado sobre ti, saber que te masturbas mirándome, el tiempo que llevo deseándote, no he podido evitarlo.
―No te preocupes, le dije. No pasa nada, ha estado muy bien, no se me ocurría nadie mejor para hacerme mujer. Y además por partida doble.
― ¿Sabes lo que pagarían tíos de verdad, no niñatos, por follar contigo?
― ¡Eeeh, para! ―dije fingiendo sentirme escandalizada― ¿Qué insinúas?
― No insinúo ―afirmo― Cobras por chuparla, eres una puta, la diferencia está en que tipo de puta quieres ser, una más o toda una Escort de lujo. He llegado a pagar a 25.000 pesetas la hora por tías que no te llegan a la planta del pie. Piénsalo. Yo puedo perfeccionarte y conseguirte clientes, que pueden hacerte ganar mucho dinero.
― Eres un cerdo ―dije fingiendo enfado, y recogiendo mi ropa me fui a mi habitación.
Después de una buena ducha y otra paja, recordando el polvazo que acababa de echar, y las palabras de mi hermano, me puse mi camisón más corto, un tanga, y volví a su cuarto. Piqué a la puerta y entré.
Estaba desnudo, sentado en el borde de la cama, mojado aún de haberse duchado, y con su gran polla, erecta en la mano. Me acerque a él, me arrodille mirándole a los ojos, y le dije― Cuéntame más sobre lo de ser puta de lujo ―y me metí su polla en la boca para comenzar a mamársela de nuevo.
En la universidad la cosa fue a mayores. Los tíos ya no se conformaban con mamadas o pajas, querían más, pero yo tenía el control, y decidiría quien iba a desvirgarme, y cuanto le costaría. Y lo hizo Juanjo, el más popular de clase, y por nada menos que 10.000 de las antiguas pesetas. Eran las navidades de 1995, y lo hicimos en el asiento de atrás del coche de mi hermano mayor, del que yo guardaba una copia de la llave. Fue un auténtico desastre, Juanjo se corrió al poco de metérmela, y yo apenas sentí nada, ni siquiera dolor, pero el hilo de sangre que salía de mi entrepierna, dejó claro que había dejado de ser virgen. Me propuse en ese momento, que quería tener un orgasmo follando, como los que me proporcionaban mis pajas, quería sentir a un tío de verdad dándome duro y sintiendo como era que se corrieran dentro de mí, y hacerlo yo también con una buena polla dentro, y estaba claro que, con un imberbe de 17 años, mi edad por aquellos tiempos, no lo iba a conseguir. Los amigos de Javi, mi hermano mayor,21 años, o incluso él, ya eran otra cosa. No me hice pajas ni nada pensado en Javi, o espiándole mientras se la cascaba viendo una peli porno, o con el lío de turno, haciéndolo en su cuarto cuando mis padres no estaban; calzaba un buen aparato, y lo imaginaba follándome duro a 4 patas, y tenía unos orgasmos increíbles.
Y como la ocasión la pintan calva, y siempre he tenido bastante suerte, aquella tarde al llegar a casa, estaba mi hermano esperándome.
― Hola, no hay nadie, tenemos que hablar ―me dijo.
― Si, claro ¿qué quieres?
― Me han dicho que andas por ahí, chupándola por dinero, que eres bastante guarra ¿es cierto eso?
No me esperaba esa pregunta, me ruboricé bastante y me puse un poco nerviosa, nunca pensé en que mis actos llegaran a oídos de mi familia, pero qué coño, había pajeado y mamado la polla a medio instituto ¿qué esperaba?
― Si, es cierto ―solté― Me gusta el sexo, y gusto a los tíos ¿por qué no sacar provecho?
― ¿Ya has follado? ―Me preguntó.
― Si, pero una sola vez y fue un desastre.
― ¿Quieres saber lo que es un buen polvo?
― ¿Quéee? ¿Qué me estas insinuando?
― Lo que llevas deseando tiempo, que te folle yo. ¿Acaso crees que no te visto pajeándote mientras me espiabas?
Quedé un poco sin saber que decir, no me lo esperaba, pero balbuceé― Si.
― ¿Si, qué?
― Sí, quiero follar contigo.
― De acuerdo. Sube a mi habitación, y vete desnudándote.
Como una especie de autómata, obedecí a mi hermano mayor. En su habitación, comencé a desnudarme. Me llamó la atención lo mojada que estaba, la situación me había puesto a 100.
Embelesada en mis calientes pensamientos, la voz de mi hermano me sobresaltó.
― ¿Nuca te has depilado el pubis? Pasa al baño ―me dijo.
Lo cierto es que me solía recortar el vello púbico, pero nunca me había depilado la entrepierna. Mi hermano tomó una recortadora eléctrica de barba, y con sumo cuidado fue descubriendo toda mi piel. Después, con una cuchilla terminó el trabajo. Mi sexo lucía desnudo y exultante. Aplicó una generosa capa de crema hidratante.
― A partir de ahora, llévalo siempre así ―me dijo, a lo que asentí con la cabeza.
Me tomó del brazo y me condujo a su cama, me tumbó y se empezó a desnudar, mirándome. Pude contemplar el musculoso cuerpo de Javi, deleitándome sin miedo a ser descubierta, y por fin, la gloriosa polla que tanto deseé. Se acercó a mi, me recostó sobre la cama, separó mis piernas, y me besó suavemente los labios vaginales, mientras su lengua se abría paso entre ellos. Comenzó a lamer mi clítoris, y en menos de un minuto me estaba corriendo como una loca. Se puso a un lado y acerco su polla a mi boca
― A ver qué sabes hacer ―me dijo
Esa era mi especialidad. Años de pajas y mamadas iban a dejar mi pabellón bien alto. Tomé su polla por la base, lamí todo el tronco hasta llegar al glande y la introduje en la boca mientras acariciaba sus pelotas. Era con diferencia la más grande que había tenido en mis manos. Comencé a deslizar mis labios arriba y abajo, succionando con fuerza cuando llegaba al glande. Vi que mi hermano cerraba los ojos y tomaba mi cabeza entre las manos, y poco a poco fue haciendo que su polla entrara más adentro de mi boca en cada movimiento, provocándome más de una arcada, pero no cejé en mi trabajo de demostrarle lo bien que la chupaba.
Se retiró y se entretuvo un rato manoseando mis tetas y pellizcando mis pezones, que estaban duros y exultantes, los tomaba entre los labios y los mordisqueaba, provocándome pequeñas descargas eléctricas de placer que recorrían mi cuerpo. Por fin sentí aquel ansiado trozo de carne entre mis piernas. Poco a poco, pero firmemente, fue empujándolo dentro de mí, con algo de esfuerzo por lo apretado de mi casi virgen interior, pero lubricado al máximo por lo excitada que estaba. La sentí completamente dentro, y dejó unos momentos que mi vagina se acostumbrara al tamaño de su polla. Comenzó a sacarla muy despacio, y volvió a meterla, una y otra vez, despacio primero, pero animado por mis jadeos y movimientos, cada vez más rápido. Notaba que su respiración era más agitada, y notaba aquella polla hincharse en mi interior. Comencé a perder el control de mi cuerpo y me dejé ir en el mejor orgasmo de mi vida, me corrí como una posesa mientras gritaba y jadeaba muerta de placer. Mi hermano comenzó a jadear también y cuando estaba a punto de correrse, la sacó muy rápido, soltando un buen chorro de semen sobre mi depilado pubis y mi vientre. De un rápido movimiento, se situó sobre mi pecho, tomó mi cabeza y me la metió en la boca. Bombeó en ella como antes lo hizo en mi coño, y dos nuevas descargas de semen, fueron directas a mi garganta. Me soltó la cabeza y me afané en chupar y lamer su tronco, que lejos de bajarse, parecía más erecto que nunca. Después de unos minutos me mandó darme la vuelta. Me tumbé boca abajo en la cama. Tomó algo de la mesilla y comenzó a acariciarme el culo.
― ¿Te ha gustado? ―Me preguntó
― Me ha encantado ¿no se notó? ¿Y a ti? ―Respondí.
― Sí, eres una caja de sorpresas, y la chupas mucho mejor de lo que había oído.
Seguía acariciándome el culo, y sentí una presión en el ano. Algo frío y viscoso se deslizó entre mis nalgas. Los dedos de Javi esparcían aquello habilidosamente y uno de sus dedos empezaba a abrirse paso dentro de mí. Instintivamente mi esfínter se intentó cerrar.
― Relájate, te va a gustar, ya verás.
Mientras decía esto, seguía su maniobra. Sentí el dedo dentro mío. Deslizó su otra mano bajo mi vientre y tiro hacia arriba, entendí lo que quería y me puse a 4 patas, con mi cara y pecho sobre la cama, dejando bien expuesto mi culo y mi coño. Mientras otro dedo entraba por detrás, con la otra mano me acariciaba el clítoris, lo que hizo que me terminara de relajar. Estuvimos un rato así, y otro orgasmo se estaba generando en lo más profundo de mi interior. Noté a mi hermano situarse detrás de mí, y su imponente glande, separando mis nalgas, intentando abrirse paso hacia mi interior. La lubricación se notaba, pero el tamaño de su polla era considerablemente mayor que el de sus dos dedos, aun así, mi esfínter cedió y la cabeza entró, arrancado de mi garganta un ligero grito de dolor, que rápidamente fue sustituido por un gemido de placer al volver a acariciar una mano de Javi mi clítoris, y tomar la otra un pezón entre los dedos. Mientras me masturbaba con la mano, su polla inició su camino hacia mis entrañas. Sentía que me iba a partir en dos. Una vez más, dejó que mi cuerpo se adaptara al carnoso invasor, y cuando lo consideró, comenzó a moverse. Los envites eran cada vez más soportables y poco a poco el dolor del principio se fue convirtiendo en placer, ayudado por la habilidosa mano que frotaba mi clítoris. Me fui acompasando con él mientras notaba que volvía a correrme. Cuando mis jadeos ya eran verdaderos gritos de placer y lujuria, oí a Javi jadear y gruñir también mientras su caliente leche inundaba mi culo, a la vez que yo estallaba en un nuevo orgasmo, mayor si cabe que el anterior, Javi se dejó caer sobre mi espalda mientras se salía de mi interior. Noté su semen deslizarse fuera de mi, piernas abajo. Me giré un poco y tomé su polla en la boca para saborear los restos de su corrida, y dejársela bien limpia. Exhausta, me tumbé a su lado.
― Esto no debería haber pasado, lo sabes ¿no? ―Me dijo. Solo pude asentir con la cabeza― Aún así, las historias que me han contado sobre ti, saber que te masturbas mirándome, el tiempo que llevo deseándote, no he podido evitarlo.
―No te preocupes, le dije. No pasa nada, ha estado muy bien, no se me ocurría nadie mejor para hacerme mujer. Y además por partida doble.
― ¿Sabes lo que pagarían tíos de verdad, no niñatos, por follar contigo?
― ¡Eeeh, para! ―dije fingiendo sentirme escandalizada― ¿Qué insinúas?
― No insinúo ―afirmo― Cobras por chuparla, eres una puta, la diferencia está en que tipo de puta quieres ser, una más o toda una Escort de lujo. He llegado a pagar a 25.000 pesetas la hora por tías que no te llegan a la planta del pie. Piénsalo. Yo puedo perfeccionarte y conseguirte clientes, que pueden hacerte ganar mucho dinero.
― Eres un cerdo ―dije fingiendo enfado, y recogiendo mi ropa me fui a mi habitación.
Después de una buena ducha y otra paja, recordando el polvazo que acababa de echar, y las palabras de mi hermano, me puse mi camisón más corto, un tanga, y volví a su cuarto. Piqué a la puerta y entré.
Estaba desnudo, sentado en el borde de la cama, mojado aún de haberse duchado, y con su gran polla, erecta en la mano. Me acerque a él, me arrodille mirándole a los ojos, y le dije― Cuéntame más sobre lo de ser puta de lujo ―y me metí su polla en la boca para comenzar a mamársela de nuevo.
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