Mi nombre es Blanca Esthela, arquitecta de profesión. A mis 34 años de edad sigo soltera y sin novio por decisión personal; no creo en el amor. Sobre mi vida sexual hay poco que contar, lo más destacado sería que durante la adolescencia tuve una relación con mi mejor amiga, una travesura experimental tan solo.
Tal experiencia no pasó a más. Perdí la virginidad a los 20 años porque me parecía vergonzoso que a esa edad siguiera siéndolo. Después, sólo algún sexo ocasional, nada que destacar.
A Julio Enrique lo conocí mientras vacacionaba en solitario en el Caribe. Coincidimos en la playa y pronto sentimos que había química.
Luego de conocernos y disfrutar el día en el mar me invitó a salir esa noche. Fuimos a bailar a un sitio muy exclusivo; la pasamos muy agusto, comencé a pensar que era el hombre ideal. Abogado de profesión, divorciado, de 41 años de edad y sin hijos. Todo se veía perfecto.
En sus brazos, labio a labio me sentí en las nubes. Me hizo sentir lo que nadie más había conseguido; No quería que eso terminara, por ello no pude negarme cuando me invitó a pasar la noche con él en su hotel. Acepté sin dudarlo un instante. Y así comenzó una gran noche de pasión.
Ya en su habitación del hotel, desnudos, comenzó una noche de locura sexual, de pasión sin freno, de sexo duro, de gemidos y gritos de placer, de orgasmos interminables, entregada enteramente a él.
Al amanecer estábamos exhaustos.
No lo volví a ver, preferí quedarme con el recuerdo de esa noche de pasión desmedida.
Tal experiencia no pasó a más. Perdí la virginidad a los 20 años porque me parecía vergonzoso que a esa edad siguiera siéndolo. Después, sólo algún sexo ocasional, nada que destacar.
A Julio Enrique lo conocí mientras vacacionaba en solitario en el Caribe. Coincidimos en la playa y pronto sentimos que había química.
Luego de conocernos y disfrutar el día en el mar me invitó a salir esa noche. Fuimos a bailar a un sitio muy exclusivo; la pasamos muy agusto, comencé a pensar que era el hombre ideal. Abogado de profesión, divorciado, de 41 años de edad y sin hijos. Todo se veía perfecto.
En sus brazos, labio a labio me sentí en las nubes. Me hizo sentir lo que nadie más había conseguido; No quería que eso terminara, por ello no pude negarme cuando me invitó a pasar la noche con él en su hotel. Acepté sin dudarlo un instante. Y así comenzó una gran noche de pasión.
Ya en su habitación del hotel, desnudos, comenzó una noche de locura sexual, de pasión sin freno, de sexo duro, de gemidos y gritos de placer, de orgasmos interminables, entregada enteramente a él.
Al amanecer estábamos exhaustos.
No lo volví a ver, preferí quedarme con el recuerdo de esa noche de pasión desmedida.
1 comentários - Una noche de pasión (relato ilustrado)