Tras pasarme parte de la noche del viernes viendo vídeos de sexo anal, decidí que al día siguiente, lo practicaría.
No era una práctica a la que estaba acostumbrada. Aun así, deseaba experimentarlo de manera premeditada.
Me presento:
Me llamo Ana y soy una mujer soltera de 32 años. Rubia, 1,65 delgada y con una cara aniñada.
Así pues, esa mañana, después de ir al baño decidí hacerme una lavativa. Es increíble lo placentero que puede llegar a ser. Aparte de lo ligera y limpia que me sentí después, le encontré un punto erótico al asunto. Tras eso, me acaricié mi ano durante un buen rato y estuve dándome una ducha caliente. Hice pausas para lubricarme y penetrar mi agujero, primero con los dedos, luego con uno de mis vibradores, el más pequeño.
Al salir de la ducha, decidí acercarme a una tienda de productos eróticos que hay cerca de casa. La dependienta es una mujer, de unos 40 años y llena de tatoos. Cuando le comenté que buscaba un plug anal, fue muy atenta conmigo. Me preguntó por mi experiencia. Tras comentarle que no era una experta precisamente, me recomendó uno con una especie de zafiro en la parte externa. Era plateado y según ella, era el más agradable y fácil de extraer.
- Vas a dar un paso que no todas las mujeres dan. Si eres capaz de liberarte de prejuicios, vas a disfrutar de tu cuerpo por completo. Yo hace tiempo que di el paso, y ahora disfruto tanto del sexo anal como del vaginal.
- No soy virgen por ahí precisamente, aunque siempre que lo hice fue para contentar a algún novio insistente. Nunca me atrajo excesivamente, la verdad.
- Por eso lo que te dije antes, ahora eres tú quien lo desea, y quien marcará el ritmo. ¿Tienes aspirante?
- Pues no, tengo alguna posible cita de tinder por confirmar y algún follamigo por ahí.
- Te recomiendo lo segundo.
Tras pagarle, me dirigí a casa. Ya durante el corto trayecto me hube decidido: quedaría con Luis.
Luis es mayor que yo, de 40 años creo. Es un hombre atractivo, con un buen trabajo y no ha estado nunca casado. No tenemos una conversación muy fluida normalmente. Pero tras conocernos una noche en una fiesta de mi amiga Sara, acabamos follando en su casa. Estuvo bien, aunque solo eso.
Decidí no esperar a que me contestara un WhatsApp y marqué su número.
- Luis ¿cómo estás? ¿Te pillo en mal momento?
- Hola Ana, pues no, dime.
- ¿Te apetece quedar ahora? Te invito a comer a mi casa.
- Genial, pásame la ubicación y allí estaré a la hora que me digas.
Parecía entusiasmado, y más que lo hubiera estado de saber mis planes (o eso creo). Estuve a punto de decírselo por teléfono, quizás me hubiera cortado menos, pero preferí esperar para ver su cara de sorpresa. Llegué a casa, y rápidamente me lubriqué el ano y me introduje el plug delante del espejo.
Me excitó tremendamente la cara que puse al hacerlo. Sonreí y me vestí, una falda corta negra y una camisa beige. También mis mejores zapatos.
Puse música a un volumen muy bajo y esperé.
La espera se me hizo eterna, aunque en escasos 30 minutos oí el timbre y tras saludarle por el interfono, abrí.
Mientras subía dudaba sobre que hacer, pero una vez le vi abrir la puerta y entrar, cerré y me abalancé sobre él. Le di tal beso en los labios que le dejé perplejo.
- Hola Ana, veo que tenías ganas de verme.
- Si Luis, tengo ganas de ti.
Mientras le besaba desabrochaba su cinturón y dejaba caer su pantalón. Noté su erección debajo del boxer. Entonces me giré y restregué mi trasero sobre su sexo. Me giré y vi su expresión de sorpresa al notar algo duro entre mis nalgas. Acercó su mano a mi culo y palpó entre estas para comprobar que efectivamente tenía algo, el plug.
Se arrodilló, me hizo girar de nuevo y bajó mi tanga violentamente. Tras quedarse quieto contemplando mi trasero le dije.
- Puedes sacármelo.
Lo hizo y hundió su cara en mi culo, lamiendo de manera compulsiva mi año, limpio y dilatado.
No me lo podía creer, el nivel de excitación era altísimo. Mientras él me hacía un beso negro yo acariciaba mi clítoris totalmente despierto. Así estuvo un buen rato. Hasta que se incorporó y sin mediar palabra, me introdujo parte de su sexo. Ambos gemíamos. Yo sentía dentro de mi culo lo que debía ser su glande, caliente y suave. He de decir que estaba algo preocupada, la medida de su sexo, sobre todo la anchura, era muy superior a la de mis anteriores "amantes anales".
- No me esperaba esto, la verdad, pero me has puesto muy burro Ana.
- Yo también estoy muy caliente. Quiero sentirte bien adentro, vamos a la cama.
Sin sacarla, me condujo al dormitorio.
Sobre la mesita de noche había dejado condones y el lubricante. Cogí ambas cosas y rápidamente le enfundé uno y puse gel en mi entrada. Me coloqué en cuatro sobre la cama y él, sin dudarlo, me la metió toda.
Yo solté un grito, aunque mi esfínter había estado dilatado por el plug, no estaba totalmente preparada para sentir su sexo hasta el fondo.
- Jodeeeer Luis, que animal que eres, me vas a partir en dos.
- Es lo que querías ¿no?
- Si Luis, es lo que quiero, que me revientes. Dame duro.
La sensación era contradictoria, lo quería, pero me incomodaba y me dolía un poco.
- Para, déjame a mí un rato.
Le hice tumbarse boca arriba y tras colocarme sobre él, agarre su falo, duro y caliente, y lo dirigí de nuevo a mi agujero. Lentamente, me dejé caer hacia atrás y controlando el ritmo, volví a sentirme ensartada.
Ahora era yo la que controlaba el ritmo, y el dolor inicial fue desapareciendo.Así estuve unos minutos, moviéndome sobre él, suavemente, mientras nos mirábamos excitados.
- Me encantas Ana, eres caliente y decidida.
- Tenía ganas de volver a sentirte pero de otra manera. Quiero experimentar contigo, me haces sentir muy segura.
Comencé a aumentar el ritmo y ambos gemíamos. Le besé de forma frenética, mordiéndole el labio superior.
- Aaaaahhhh, estás desatada.
- Jajajajaja.
De un movimiento decidido me retiré de encima de él y volví a ponerme en cuatro.
- Fóllame carbón, estoy preparada.
Se colocó detrás de mí y me la volvió a introducir de un golpe.
Ahora sí, mi culo ya estaba acostumbrado. Aun así la violencia de sus embestidas me hacían sentirme contrariada, excitada y dolorida a la vez. Incómoda por sentir algo duro en mi recto. Mi mente iba a cien. ¿Qué sentiría al día siguiente siendo al baño? ¿Volvería mi ano a su estado natural durante esa tarde?
Entonces algo en mí hizo un click y mi excitación me llevó donde nunca antes había estado. Mi vagina estaba chorreando y mis pensamientos eran sucios a la vez que liberadores.
Perdí la noción del tiempo. Me sentía poderosa por haber elegido yo el momento, pero a la vez, al verme en cuatro siendo sodomizada,me ponía en una posición de sumisión que me estaba gustando. Cuando aquel torbellino de sensaciones estaba en lo más alto me dijo:
- Joder Ana, creo que me voy a correr.
- Siiiii, dame fuerte, yo también estoy a punto.
Frotaba mi clítoris con determinación. Y nos corrimos los dos, gritando, convulsionando, sudando.
Me dejé caer sobre mi cama, llorando.
- ¿ Estás bien Ana? ¿Te he hecho daño?
Yo no podía hablar. Instantes después pude hacerlo:
- Sí, estoy bien. Ha sido demasiado intenso, la verdad.
Nos quedamos tumbados, en silencio.
Más tarde le preparé una paella (mi especialidad) como le había prometido. Pude comprobar que nuestra relación, había pasado a otra fase. Me sentí muy a gusto con él.
2 comentários - Una experiencia anal