http://www.poringa.net/posts/relatos/5773903/VESTIGIO-Evolutivo---Episodio-002.html
Algo molestaba mis párpados cerrados y al abrir los ojos entendí que eran gotas de agua. Mi cuerpo se sentía pesado y torpe como si hubieran pasado años sin usarlo y de repente tuviera que aprender a caminar de nuevo. De a poco me puse en pie y cuando mi visión se acostumbró a la luz del sol pude ver que el suelo donde pisaba no era ya un desierto en su totalidad. Las rocas ahora eran escombros que proporcionaban sombra y en sus cercanías había crecido pasto y flores, revoloteaban pájaros e insectos. Y en el medio del paisaje un cráter enorme lleno de esqueletos parecidos a los de los humanos había recibido una importante cantidad de agua de lluvia. Parecía que había caído un meteorito o algo así. Por instinto me dirigí hacia el hoyo gigante y usé el agua para lavarme e hidratarme, sin pensar en la muerte que lo rodeaba, tratándome de concentrar en la vida que tenía delante de mí. Lo mismo había hecho otra criatura que se posó tímidamente a mi lado: una hembra de pechos prominentes y mirada ingenua caminó de forma simiesca hasta llegar lo más cerca posible del agua para tomar, justo por la zona en la que yo me había parado. Parecía una mujer pero era más grandota, sus pechos eran enormes, estaba tapada sólo con lo que nosotros llamaríamos una bikini muy básica. No podía dejar de mirarla: sus largos y rojizos cabellos ocultaban un poco unas orejas similares a las de un venado y por encima de su cabeza se asomaban cuernos. Sí, cuernos como los de un pequeño buey o lo que imaginamos como un demonio. Su piel era marrón y estaba cubierta por algo de pelaje muy fino casi imperceptible a primera vista. Las pequeñas uñas de sus manos y pies parecían afiladas. De repente escuché un ruido y ella me miró a mí y me dijo SÍGUEME antes de echarse a correr como una gacela alejándose.
Me desperté tarde ese día como exhausto andá a saber porqué y fui al trabajo casi en piloto automático sin notar a nadie entre la gente ni observar ninguna situación extraña. Fue un día tranquilo en el local, sólo algunas fotocopias sueltas y nada más. Me tomé un café para despertarme pero fue peor ya que me provocó una pesadez que no me dejó hasta que volví a casa. La rutina por fin me estaba tomando como víctima hasta que ¡PUM! Se escuchó el estallido de un auto chocar justo frente a la vereda que podía verse tras nuestro vidriado. El capot de aquel Peugeot estaba abollado y rayado pero en toda la cuadra no había ningún otro vehículo. La señora que manejaba dijo que se le había cruzado un animal por el frente, corriendo a los saltos, algo como un ciervo o un venado. La extraña situación de un cérvido de tamaño relativamente pequeño recorriendo el centro comercial de una localidad del segundo cordón del conurbano bonaerense hubiera sido tomado como una locura sino fuera porque las huellas en la chapa del 208 efectivamente parecían justamente de un animal así. O al menos de un ungulado pero una vaca no podría haber saltado así.
El estruendo del golpe y la intriga correspondiente al caso me despertaron definitivamente y no pude evitar notar entre el racimo de curiosos que rodeó el lugar del accidente a una señorita toda vestida de blanco y cabellos rubios bien lisos que estaba en la vereda de enfrente. Por un segundo mi mirada y sus redondos ojos celestes se cruzaron. Ella miró para abajo inmediatamente y yo en un intento de seguir su movimiento por instinto vi el dije dorado que tenía colgando en su cuello. El pequeño medallón justo reflejó la luz del sol de tal manera que me cegó con un destelló blanco breve pero con la fuerza de un relámpago. Me agarró un dolor de cabeza que no pude curar hasta llegar a casa y acostarme sin siquiera comer algo. Me desperté otra vez viendo videos de ciencia en youtube, en este caso de información sobre animales.
"El ciervo es un ungulado típicamente poligínico, donde los machos basan su éxito reproductivo en aparearse con cuantas hembras les sea posible. Durante el celo los machos muestran una mancha ventral negra producida por la impregnación de sustancias que podrían funcionar como señales químicas. se estima que un macho de ciervo puede aparearse con entre 1 y 10 hembras en una temporada de celo, aunque este número puede ser mayor o menor dependiendo del acceso a las hembras y de su capacidad para defenderlas de otros machos. Teniendo en cuenta esta proporción necesaria y que las hembras son las que se encargan exclusivamente del cuidado de las crías recién nacidas, una caída de la población de machos sería de enorme peligro para un grupo determinado de estos animales dejándolos seguramente al borde de una extinción"
Algo molestaba mis párpados cerrados y al abrir los ojos entendí que eran gotas de agua. Mi cuerpo se sentía pesado y torpe como si hubieran pasado años sin usarlo y de repente tuviera que aprender a caminar de nuevo. De a poco me puse en pie y cuando mi visión se acostumbró a la luz del sol pude ver que el suelo donde pisaba no era ya un desierto en su totalidad. Las rocas ahora eran escombros que proporcionaban sombra y en sus cercanías había crecido pasto y flores, revoloteaban pájaros e insectos. Y en el medio del paisaje un cráter enorme lleno de esqueletos parecidos a los de los humanos había recibido una importante cantidad de agua de lluvia. Parecía que había caído un meteorito o algo así. Por instinto me dirigí hacia el hoyo gigante y usé el agua para lavarme e hidratarme, sin pensar en la muerte que lo rodeaba, tratándome de concentrar en la vida que tenía delante de mí. Lo mismo había hecho otra criatura que se posó tímidamente a mi lado: una hembra de pechos prominentes y mirada ingenua caminó de forma simiesca hasta llegar lo más cerca posible del agua para tomar, justo por la zona en la que yo me había parado. Parecía una mujer pero era más grandota, sus pechos eran enormes, estaba tapada sólo con lo que nosotros llamaríamos una bikini muy básica. No podía dejar de mirarla: sus largos y rojizos cabellos ocultaban un poco unas orejas similares a las de un venado y por encima de su cabeza se asomaban cuernos. Sí, cuernos como los de un pequeño buey o lo que imaginamos como un demonio. Su piel era marrón y estaba cubierta por algo de pelaje muy fino casi imperceptible a primera vista. Las pequeñas uñas de sus manos y pies parecían afiladas. De repente escuché un ruido y ella me miró a mí y me dijo SÍGUEME antes de echarse a correr como una gacela alejándose.
Me desperté tarde ese día como exhausto andá a saber porqué y fui al trabajo casi en piloto automático sin notar a nadie entre la gente ni observar ninguna situación extraña. Fue un día tranquilo en el local, sólo algunas fotocopias sueltas y nada más. Me tomé un café para despertarme pero fue peor ya que me provocó una pesadez que no me dejó hasta que volví a casa. La rutina por fin me estaba tomando como víctima hasta que ¡PUM! Se escuchó el estallido de un auto chocar justo frente a la vereda que podía verse tras nuestro vidriado. El capot de aquel Peugeot estaba abollado y rayado pero en toda la cuadra no había ningún otro vehículo. La señora que manejaba dijo que se le había cruzado un animal por el frente, corriendo a los saltos, algo como un ciervo o un venado. La extraña situación de un cérvido de tamaño relativamente pequeño recorriendo el centro comercial de una localidad del segundo cordón del conurbano bonaerense hubiera sido tomado como una locura sino fuera porque las huellas en la chapa del 208 efectivamente parecían justamente de un animal así. O al menos de un ungulado pero una vaca no podría haber saltado así.
El estruendo del golpe y la intriga correspondiente al caso me despertaron definitivamente y no pude evitar notar entre el racimo de curiosos que rodeó el lugar del accidente a una señorita toda vestida de blanco y cabellos rubios bien lisos que estaba en la vereda de enfrente. Por un segundo mi mirada y sus redondos ojos celestes se cruzaron. Ella miró para abajo inmediatamente y yo en un intento de seguir su movimiento por instinto vi el dije dorado que tenía colgando en su cuello. El pequeño medallón justo reflejó la luz del sol de tal manera que me cegó con un destelló blanco breve pero con la fuerza de un relámpago. Me agarró un dolor de cabeza que no pude curar hasta llegar a casa y acostarme sin siquiera comer algo. Me desperté otra vez viendo videos de ciencia en youtube, en este caso de información sobre animales.
"El ciervo es un ungulado típicamente poligínico, donde los machos basan su éxito reproductivo en aparearse con cuantas hembras les sea posible. Durante el celo los machos muestran una mancha ventral negra producida por la impregnación de sustancias que podrían funcionar como señales químicas. se estima que un macho de ciervo puede aparearse con entre 1 y 10 hembras en una temporada de celo, aunque este número puede ser mayor o menor dependiendo del acceso a las hembras y de su capacidad para defenderlas de otros machos. Teniendo en cuenta esta proporción necesaria y que las hembras son las que se encargan exclusivamente del cuidado de las crías recién nacidas, una caída de la población de machos sería de enorme peligro para un grupo determinado de estos animales dejándolos seguramente al borde de una extinción"
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