El bar estaba lleno de risas y música, pero en la esquina, junto a la ventana, el ruido parecía desvanecerse. Alexis lo observó desde el otro lado de la sala, como si el tiempo se hubiera detenido. Su mirada se cruzó con la de Marcos, y algo en su interior se encendió. No era un simple encuentro, algo más profundo y desconocido comenzaba a despertar.
Se acercó, cada paso parecía más pesado, cargado de una tensión que ninguno de los dos quería admitir. Al llegar a su lado, la conversación fue fluida, pero las palabras eran lo de menos. Había una chispa en el aire, algo que se podía sentir entre ellos. Los roces accidentalmente ligeros de sus manos, la forma en que se miraban de reojo, como si el mundo que los rodeaba dejara de existir en ese instante.
En algún momento, el espacio entre ellos se redujo, y la conexión se volvió innegable. Él se inclinó ligeramente, sin prisa, como si cada segundo fuera un suspiro, y su respiración se entrelazó con la del otro. No fue necesario hablar; los gestos hablaban por sí mismos. El roce de sus labios, breve pero eléctrico, los dejó a ambos sin aliento, como si ese pequeño gesto fuera más intenso que cualquier palabra.
Se separaron lentamente, pero algo había cambiado. La noche ya no era la misma, y ninguno de los dos necesitaba saber qué pasaría después; bastaba con saber que algo nuevo había nacido entre ellos, un deseo compartido y una conexión que no necesitaba explicación.
Está historia se la dedico a mí mejor amigo, Alexis, que me fascinó con su historia😎👌
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