Emputecida por los amigos de mi hijo (Parte 6, final)

✓Noah estaba sentado en el borde de mi cama. Vestía solamente un bóxer y una remera sin mangas. Sus músculos estaban deliciosamente marcados por la luz de la lámpara, que alumbraba su perfil izquierdo. Hundió nuevamente la mano dentro del camisón, entre mis muslos. El dedo se resbaló con mucha facilidad en mi sexo, y entró por completo.
Emputecida por los amigos de mi hijo (Parte 6, final)


—¡Basta! —dije.
Lo dije fuerte, si bien no grité. Pero ya me habían desafiado a que gritara. ¿Por qué estaban tan seguros de que no lo haría?
✓Luca pellizcó mi pezón. Había metido la mano dentro del camisón, y ahora tiraba del pezón, haciendo que todo mi seno se estirara. Cerré los muslos, y traté de apartar la mano de Luca, pero ambas cosas fueron inútiles. Luca no me soltaría por nada del mundo, por mucha fuerza que hiciera. Y el dedo de Noah seguía hundido en mi sexo, y si bien ya no podía sacarlo y meterlo como seguramente tenía pensado hacerlo, sí podía hacer movimientos circulares, como de hecho lo estaba haciendo. Además, con la otra mano empezó a acariciarme las piernas, cosa que siempre me encendía. Los dedos se movían suavemente en mi piel, haciéndome sentir un placer imposible de disimular.
slut


La tanga animal print ya estaba a la altura de mis rodillas. Solo tenía dos manos para defenderme, y ellos eran muy fuertes, sobre todo Noah. Podían dominarme sin demasiado esfuerzo. Pero su control sobre mí no era solo física, sino también psicológica. Debería sentirme avergonzada, dejándome vencer por dos chicos que no tenían ni la mitad de mi edad. Pero, como ya había admitido varias veces para conmigo misma, había una parte de mí que disfrutaba de ese asedio al que me sometían.
—Chicos, en serio, basta —dije. Por lo visto parecían creerse con todo el derecho del mundo a poseerme—. Dejen de hacer eso. Mi marido se va a despertar —agregué. Luca se inclinó y me besó. Su lengua se meneó salvajemente dentro de mi boca—. Ya está. Ya se sacaron las ganas. Váyanse. —Ahora mis palabras sonaron suplicantes. Sin darme cuenta dejé de hacer fuerzas en mis muslos, así que Noah aprovechó para continuar penetrándome con su dedo. De hecho ahora tenía dos dedos adentro. No pude evitar largar un gemido—. Ya está, ya paren. Paren ahora, por favor.
✓Los adolescentes hicieron oídos sordos a mis palabras. Luca metió el dedo pulgar en mi boca. Sentí su sabor salado en mi lengua. Y Noah siguió penetrándome y haciéndome gemir. No podía creer que fueran capaces de hacerlo con mi marido a mi lado. De repente sentí pavor. Con mucho esfuerzo me saqué el dedo de Luca de la boca y giré a mirar a Miguel. Seguía completamente dormido.
Big bust

Pero no podíamos coger ahí. Era una locura. La cama se empezaría a mover, todos gemiríamos mucho. Tarde o temprano terminaríamos despertando a mi esposo. Además… yo no quería hacerlo. ¿Verdad?
—Chupá —dijo Luca.
Me había vuelto a poner el dedo en la boca. Empecé a chupárselo, mientras él seguía deleitándose con mis senos. Podría gritar. Hacer un escándalo. Así no solo se despertaría Miguel, sino que Bauti me oiría. Aunque estuviera confabulado con ellos, se vería obligado a venir a mi rescate. De lo contrario quedaría expuesto.
Y sin embargo no terminaba de decidirme a hacerlo. Y mientras tanto seguía chupándole el dedo a Luca, mirándolo a la cara, la cual tenía un gesto de absoluta perversión. Y Noah ahora besaba mis piernas mientras sus dedos se movían a toda velocidad, perforándome sin piedad, obligándome a largar gemidos mientras todo mi cuerpo se estremecía, haciendo que el colchón se moviera también.
La lengua de Noah se frotó en mi muslo. Y Luca se bajó el cierre de la bermuda que tenía puesta. Su verga se asomó enseguida. El glande estaba impregnado de presemen, y tenía un brillo maravilloso. Corrió la piel hacia atrás, dejando la cabeza completamente desnuda.
—No. Acá no. Acá no podemos —dije, con un creciente temor que se mezclaba con una lujuria ya casi incontrolable—. ¡Se va a despertar!
Esta vez grité. Pero Miguel ni se inmutó. Igual no era raro. Haría falta más que eso para lograr que se despertara. Y aún así no lo había hecho para eso. Había gritado para que ellos por fin se fueran, alarmados por la posibilidad de ser descubiertos. No obstante los chicos estaban embriagados de lujuria. Comprendí que de alguna manera era lógico que no se amedrentaran con ese grito. Si a mí misma me costaba rechazarlos, a ellos, unos adolescentes con las vergas completamente erectas, con la mujer que deseaban en sus garras, sería demasiado inocente de mi parte creer que se iban a ir con eso. Debía tomar una decisión cuanto antes. Sacármelos de encima a los gritos, y si era necesario, a los golpes.
Y sin embargo mi cuerpo parecía totalmente bajo su control.
—No se va a despertar —aseguró Luca, con una seguridad incomprensible.
Su verga estaba tiesa. Se arrimó más. Tuve que apartarme para que el glande no hiciera contacto con mis labios. ¿De verdad pensaba que le iba a hacer una mamada ahí? Miré a Noah, quien era más racional. Estaba mirando de reojo a su amigo, con el ceño fruncido.
—Noah, por favor, váyanse. Les prometo que ahora sí lo vamos a hacer. Pero no acá. No ahora.
—Y después nos vas a engañar de nuevo —retrucó Luca, con rencor.
Noah simplemente me observó con los ojos fríos. Imaginé que pensaba lo mismo que su secuaz. Temía que jamás volviera a tener una oportunidad para poseerme. Frotó su labio inferior con su lengua, en un gesto instintivo que no me presagiaba nada bueno.
—Si se mueve, o balbucea algo, nos vamos —dijo entonces Noah—. Hasta ahora no hizo nada. Si no nos movemos, ni gritamos, no se va a despertar.
Entonces terminó de bajarme la tanga. La guardó en la mesita de luz. Agradecí su lucidez. Si Miguel se despertaba y veía la tanga tirada sobre el piso, sería raro, incluso si ellos se habían esfumado.
De repente sentí la verga de Luca metiéndose en mi boca. Me había distraído viendo a Noah, y el lindo petiso había aprovechado para penetrarme. Sentí el abundante presemen en mi lengua y lo tragué.
—Tranquila, yo vigilo al cornudo —dijo Noah, advirtiendo mi inquietud, pues le estaba dando la espalda a mi esposo, “el cornudo”.
Levanté la vista, y me encontré con los ojillos brillantes de Luca. El pequeño estaba enloquecido de placer. Sonreía con la victoria dibujada en sus labios. Acarició mi cabeza, y dijo algo sobre lo puta que era.
Entonces por fin me rendí.
Me dije que los pendejos estaban tan calientes que los podía hacer acabar en unos minutos, incluso en menos tiempo del que ya había pasado. ¿Así que ese chiquilín maldito quería una mamada? Le iba a dar una mamada tan buena que se correría antes de que se pudiera dar cuenta de que se la estaba haciendo.
✓Así que me erguí levemente. Envolví el pene de Luca con la mano. Y empecé a succionarlo como si se me fuera la vida en ello. No me anduve con delicadezas. No me molesté en lamer el tronco, en hacerle sentir un placer cada vez más intenso. No. Fui directamente de cero a cien. Me aferré al glande como si mi vida dependiera de ello. Lo chupé, tal como había estado haciendo con su dedo, mientras sentía los besos húmedos de Noah en mis muslos. ¿No había dicho que iba a estar vigilando a Miguel? Lo miré, con cierto esfuerzo, sin dejar de comerle la pija a su amigo. Noah tenía sus labios muy cerca de mi sexo, pero sus ojos estaban encima de mi muslo, como un cocodrilo, mirando a mi pobre marido.
friends


—No dejes de chuparla, putita hermosa —gemía Luca.
✓Hizo un movimiento pélvico con el que hundió más su verga, obligándome a detenerme. Unos instantes después, vi su rostro desfigurado. Luca intentaba controlar su eyaculación. Así que empecé a masturbarlo, y ya no pudo más. Se corrió dentro de mi boca. Saboreé el semen. Me pareció más dulce de lo que había imaginado. Denso y rico. A mis cuarenta años acababa de descubrir que el sabor del semen no es exactamente igual en todos los hombres. Recordaba el de Miguel más ácido, incluso cuando era joven.
milf


—Mostrame —dijo Luca. No entendí a qué se refería—. Abrí la boca.
Me había olvidado de que los chicos como ellos seguramente habían aprendido de sexo a puras películas porno. Abrí la boca y saqué la lengua, para que viera que ya no había quedado ni una sola de sus semillas en ella.
Luca me acarició la mejilla con una ternura que me sorprendió. Su verga gorda había quedado completamente fláccida. Un hilo de semen caía lentamente desde su prepucio, que ahora cubría el glande. O tal vez era mi propia baba la que se desprendía del miembro viril de ese mocoso.
—Ahora vigílalo vos —le dijo Noah a Luca—. Si ves que se despierta, tocame el hombro.
✓Y entonces terminó de hundir su rostro dentro del camisón, que ya estaba tan levantado que mi entrepierna depilada estaba a la vista. Y ahí fue cuando fui yo la que no pudo más. Noah me comió la concha con la misma vehemencia con la que yo le había hecho la mamada a Luca. Saboreó mi vulva un rato, mezclando su saliva con mis flujos, y unos instantes después cerró sus labios en el clítoris.
mother


—¡Ay! —exclamé, incapaz de contener el increíble placer que sentía. Miré a Miguel. No daba ninguna señal de vida, más allá de su respiración. De hecho, estaba más dormido que nunca. Casi parecía desmayado—. ¡Ay, ay!
✓Luca empezó a masajearme las tetas, las cuales estaban increíblemente hinchadas. Luego se inclinó y se aferró a uno de los pezones, en sincronía con el otro que se había ensañado con el punto más sensible de mi cuerpo.
final


Empecé a hacer movimientos ondulantes con la espalda, seguidos de un movimiento pélvico con el que hacía que mi sexo se restregara en la cara de Noah. Él se había arrodillado a un lado de la cama, por lo que mi cuerpo estaba en diagonal. Mis piernas flexionadas, y las manos del chico acariciando mis muslos. Aunque esas caricias, si bien debían ser muy placenteras, generaban un estímulo que quedaba totalmente anulado por el estímulo de mi sexo, que era una locura.
—¿Vas a acabar? —me preguntó Luca.
✓Asentí con la cabeza. El chico agarró una pequeña almohada que usaba para decorar la cama, pero cuando me iba a dormir la hacía a un lado. Me la acercó a la boca. Separé los labios y hundí los dientes en ella.
Impotent


Unos instantes después alcancé el clímax. Hice un movimiento ondulante mucho más pronunciado que los anteriores. Mi cuerpo se inmovilizó cuando empujé a Noah con mi sexo. El trasero quedó unos centímetros en el aire. Los músculos completamente tensados. Y acabé. Mordí la almohada, pero eso no evitó que de mi garganta saliera un potente sonido gutural.
Durante el instante que duró ese sonido, los peores pensamientos acudieron a mi mente. Miguel despertándose, encontrándose con la terrible escena: yo semidesnuda, con las piernas abiertas. Un chico entre mis muslos, el otro parado al costado de la cabecera de la cama, haciéndome morder una almohada mientras magreaba mis tetas sin piedad.
Y entonces sucedió. Apenas lo escuché. Miguel dijo algo, y se removió en su lugar. Hasta ahora casi parecía un muerto. Incluso más inmóvil que de costumbre. Pero ahora se había movido. Horrorizada, me di vuelta a mirarlo. Él había girado, y ahora estaba en la posición opuesta. Su rostro apuntando hacia mi lado de la cama.
Contuve la respiración. Nunca me había sentido tan cerca de una calamidad como en ese momento. Y sin embargo desde un principio supe que era una posibilidad que sucediera eso.
—Sigue dormido —dijo Luca.
Deseé matarlo en ese instante. Pero inmediatamente después sentí que el alma regresaba a mi cuerpo. Era cierto. Miguel seguía dormido. Luca quitó sus manos de mis tetas y dio unos pasos atrás. Noah se salió de la cama.
—¡Ya váyanse! —dije.
Luca abrió la puerta, la cual había quedado entornada, y salió de la habitación. Pero Noah seguía adentro. No necesité pensar mucho para entender por qué el otro se había esfumado y él se negaba a irse. Luca se había saciado. Noah no. Pero me había asustado mucho cuando Miguel balbuceó. Y ahora que yo también había acabado, la mente empezaba a funcionarme con mayor lucidez.
Entonces el chico me agarró de la mano y tironeó de ella.
—No, pará —dije.
Pero en ese punto mi autoridad había sido completamente socavada. Noah tiraba del brazo con tanta fuerza que me hizo bajar de la cama. Miré hacia atrás, mientras era arrastrada por la determinación del adolescente. Mi marido seguía dormido, completamente ajeno a la humillación que acababa de pasar. Las sábanas quedaron desordenadas de mi lado de la cama, pero no era algo tan anormal. Salimos del dormitorio, y Noah cerró la puerta a mis espaldas.
—Perfecto —dijo Luca, que se había quedado afuera—. Vamos a jugar un poco más con la señora Casas.
“Jugar conmigo”, pensé. Así me veían, claro. Era un juguete con el que se divertían. A ese punto había llegado mi degradación. Dos niños quitándome la ropa, y haciendo con mi cuerpo lo que quisieran. Y yo se los permitía. Al menos ese día se los estaba permitiendo.
✓Luca se puso detrás de mí y empezó a acariciar mi trasero con obscenidad. Había pensado en satisfacer a Noah para que por fin se conformara y me dejara en paz. Pero ahora me daba cuenta de que apenas terminara con él, iba a tener al otro chico con una nueva erección, y luego tendría que lidiar con Noah de nuevo.
Emputecida por los amigos de mi hijo (Parte 6, final)


—No, no puedo —dije, percatándome al instante de que ya había pronunciado esas palabras esa misma noche, contradiciéndolas con mis propias acciones unos minutos después—. Tengo que volver a la cama y dormir. No puedo estar toda la noche con ustedes. Bauti se puede despertar y…
—Bauti también está bien dormido —dijo Luca, con una seguridad y una perversión en sus ojos que me hicieron estremecer.
Noah me guio hacia las escaleras. Había creído que su urgencia lo iba hacer meterme en el baño, que estaba más cerca. Pero ahí podíamos ser descubiertos, y por lo visto él se percató de eso. Bajamos. Noah me llevaba de la mano, y Luca seguía hurgando en mi trasero, y hasta se daba el lujo de hundir su dedo entre las nalgas, aunque no lo metía en el ano.
✓Llegamos a la sala de estar, alumbrados por la linterna de los celulares de los chicos. Apenas me senté en el sofá, Noah corrió abajo su ropa interior, y la verga quedó libre, saltando como un resorte. Luca se sentó a mi lado. Apoyó su mano en mi nuca y empujó hacia adelante, para que me encontrara con el miembro viril de su amigo. Abrí la boca, e hice lo que tenía que hacer. Chupar. Ese era mi deber. Por algún motivo esa madrugada lo era.
slut


En ese punto el chantaje había quedado olvidado. También las manipulaciones de mi hijo. Simplemente era una mujer hipersexualizada, sometida por dos delincuentes que solo pensaban en poseerme. Una mujer casi tan deseosa de que eso se concretara como ellos mismos.
✓Chupé la verga larga de ese chico alto, mientras acariciaba con suavidad sus testículos. Estaba mucho más tranquila que en el dormitorio, pero eso no significaba que no existieran riesgos. Y no obstante ahí estaba, practicándole una felación al amigo de mi hijo, mientras el otro metía la mano en mis piernas y en mis senos.
Big bust


✓Creo que ya ni siquiera me encontraba consciente de lo que estaba haciendo. Simplemente actuaba de manera impulsiva. Pero si bien mi mente volvía a estar ida, mi cuerpo percibía y disfrutaba de cada cosa que sentía. Mis dedos sobre el tronco algo pegajoso. Mi otra mano acariciando sus testículos tiernamente. La verga metiéndoseme cada vez más adentro, hasta el punto de que ya era difícil hacerle la mamada. Y sin embargo no me molestaba. Me dejaba coger por la boca, mientras también sentía los dedos de Luca hundiéndose en mi sexo.
friends


—¿Querés mi leche? —preguntó Noah. Yo asentí con la cabeza. Entonces retiró la verga de mi boca—. Entonces decilo —insistió.
—Dame tu leche, pendejo —le dije—. Dámela toda.
Luca murmuró algo referente a lo puta que era, otra vez. Le gustaba recordármelo cada vez que podía. Yo no me sentía una puta. Las putas tenían más dignidad que yo. Así que no me ofendía que me dijera eso una y otra vez.
✓De pronto Noah me golpeó el rostro con su verga.
milf


✓ Era dura, pero la carnosidad atenuaba el impacto. Luego me la metió de nuevo en la boca, en un movimiento rápido, como si me estuviera clavado un puñal. El semen brotó con fuerza. Abundante, cálido, viscoso. Su sabor era más parecido al de mi marido que al de Luca. Pero igual me deleité con él, tal vez por el simple hecho de que todos esos espermatozoides pertenecían a ese sensual y arrogante jovencito.
mother


—Ya tengo que volver. Por favor, déjenme en paz —le supliqué, aunque sabía que no me iban a conceder semejante solicitud.
Luca ya estaba al palo, y cuando terminara con él, Noah querría su segundo round, para estar en igualdad de condiciones con su amigo. ¿Pero qué pasaría después? Esos mocosos podrían estar poseyéndome hasta el amanecer, turnándose, recargando energías mientras el otro gozaba conmigo. ¿Cuántas veces podría hacerlos eyacular? La respuesta a esa pregunta me resultó peligrosamente tentadora. Pero no, no podía hacer eso.
El lindo chico me llevó la mano a su verga, obligándome a palparla. Entonces se me ocurrió una idea.
—Solo una vez más —dije—. Los dos a la vez. Una vez más y cada uno vuelve a su cuarto. Y mañana más vale que hagan de cuenta que no pasó nada.
Los chicos se miraron, satisfechos. Pero de pronto parecían dudar. ¿Acaso no habían ideado cómo me penetrarían los dos a la vez?
✓—Levantate —le dije a Luca—. Que uno se ponga encima de mí —indiqué, mientras me acostaba a lo largo del sofá y separaba las piernas—. El otro se gana otra mamada. Hoy voy a terminar con las mandíbulas cansadas.
final


Ellos rieron, cómplices. Y yo ya no solo me entregaba a ellos, sino que tomaba un rol más activo.
✓Noah se puso encima de mí, sin consultarlo con su compañero, aunque igual al otro no parecía molestarle en absoluto. Empujó, y yo gemí. Tenía una hermosa pija que entraba con increíble facilidad en mi sexo. Luca arrimó su verga a mi boca. Estaba muy olorosa, y tenía restos de la primera eyaculación, y sin embargo me deleité con ella. Y Luca no dejó que me olvidara de lo puta que estaba siendo.
Impotent


—Qué señora tan puta. Cogiéndose a los amigos de su hijo mientras él y su padre están dormidos. Es una verdadera puta, señora Casas —decía.
✓Noah tenía el torso erguido. Habían puesto los celulares sobre la mesa ratona de tal manera que nos iluminaban un poco. El chico empujaba una y otra vez, con esa energía propia de su edad.
Emputecida por los amigos de mi hijo (Parte 6, final)


Yo controlaba mis gemidos todo lo que podía. ¿Qué estaba haciendo? En ese lugar teníamos un margen de tiempo para escondernos si alguien bajaba. Además, el ruido de los escalones de madera de la escalera nos avisaría, sobre todo si el que bajaba era Miguel, cosa tan improbable que estaba muy cerca de ser imposible. Pero eso no quitaba que era inapropiado cogerme a los amiguitos de mi hijo en la sala de estar.
Y no obstante ahí estaba, con el miembro viril de Luca en la boca, cuyo glande, por momentos, acariciaba mi garganta. Y Noah montándome, haciendo que todo mi cuerpo se estremeciera, con mis piernas ahora levantadas, los talones en sus hombros, y mis tetas sacudiéndose ante su penetraciones salvajes.
—No vayas a acabar adentro. Me trago toda tu lechita. Pero no me vayas a acabar ahí —le dije al chico.
✓—Esta perra vale oro —acotó Luca, que no se privaba nunca de propinarme palabras denigrantes. Luego me volvió a meter la pija en la boca, en un movimiento brusco, como recordándome que yo estaba para eso, para complacerlo y nada más.
slut

✓El bajito y carilindo chico fue el primero en acabar. Cuando soltó todo el semen, me empezó a golpear la cara con su pija fláccida.

Big bust


—Mirá todo lo que nos hiciste esperar, y al final te entregaste, puta —decía, mientras seguía golpeándome.
✓Mientras me castigaba, el último resto de semen salía de su miembro, y se impregnaba en mi cara, en pequeños hilos semitransparentes.
friends


✓Noah estuvo un rato más embistiéndome. Luego se separó de mí y acercó su verga a mi cara. Pero no la metió dentro de la boca. Se masturbó a unos centímetros de ella. Yo separé los labios y saqué la lengua, para recibir sus flujos con total sumisión. Pero eso no era lo que él quería. Eyaculó, pero muy poco cayó dentro. Me manchó la mejilla, la frente, la nariz y el mentón. Y el semen de Noah era muy denso.
milf


—Hermoso —opinó Luca, viendo mi cara bañada de blanco—. Es una obra de arte. Esos ojos, esa piel suavecita, esa boquita dulce, y toda enchastrada con semen. Es usted una verdadera MILF, señora casas.
—Y ahora ya sabe lo que tiene que hacer —dijo Noah. Pero yo no estaba segura de a qué se refería—. ¿Se lo tengo que explicar? Vamos, límpiese.
Ahí sí lo entendí. Otra escena porno. Eso querían. Ambos apuntaron los haces de luz hacia mí, para verme con claridad. Fui limpiándome con mi propia mano el semen que tenía en toda la cara. Luego llevé mis dedos sucios a mi boca, y los succioné. Repetí lo mismo cinco o seis veces, hasta que mi rostro quedó libre de semen, aunque igual lo sentía pegoteado, obviamente.
—Ahora sí. Ya déjenme en paz —susurré—. Ya no me amenacen. Si quieren destruir mi vida y la de Bauti, háganlo. Pero si les queda un resto de humanidad, ya no me obliguen a hacer esto. Ya se quitaron las ganas. Ya tienen este perverso recuerdo para disfrutarlo cuantas veces quieran. Por favor, déjenme en paz.
Los chicos se miraron, desconcertados. Entonces me puse a llorar. Lo sé. No tenía derecho a hacerlo. Pero lo hice. Me largué a llorar como una niña después de haber permitido que esos chicos me convirtieran en su juguete sexual, denigrándome hasta límites que jamás imaginé.
Cuando paré de llorar ya no estaban. Volví a mi cuarto y me di una ducha. Busqué otra ropa interior y me la puse. Mi tanga había desaparecido. De seguro alguno de ellos se la había llevado de trofeo sin que me diera cuenta. Hice bastante ruido, y dejé la luz encendida un buen rato, pero Miguel apenas se removió en su lugar un par de veces. Me pregunté qué haría si se enteraba de que me acababa de acostar con Luca y Noah a su lado, mientras dormía. Ni siquiera alguien tan imperturbable como él podría evitar verse afectado por algo tan violento como eso.
Pensé en Bauti. ¿Eso querías? ¿Qué tus amigos me poseyeran casi por la fuerza? ¿Qué tu papá sufriera la más brutal de las humillaciones? Pero me dije que Miguel no sabía nada, ni nunca lo sabría. Ojos que no ven, corazón que no siente. Miguel… ¿Por qué no estuvo para defenderme?
De repente sentí ira hacia él. Una ira que nunca había sentido. Se lo merecía. Sí. Se merecía todo lo que le estaba haciendo y mucho más. Solo su inocencia lo hacía merecedor de todo eso. No obstante, la ira desaparecía por momentos, para dar paso a la culpa.
Estaba tan cansada, que a pesar de que mi cabeza era un caos, concilié el sueño enseguida. Pero luego me desperté. No sé cuánto tiempo habría pasado. Quizás una hora. Aún no amanecía.
Alguien había entrado al cuarto, de nuevo. Y ese alguien ya estaba encima de mí. Si no hubiera tenido la experiencia de hacía un rato, estaría aterrorizada. Pero ahora estaba acostumbrada a las situaciones impensadas. Ya me habían bajado la bombacha.
—¿Quién es? —pregunté.
Entonces sentí la verga hundiéndose en mí. Extendí la mano para encender la lámpara, pero me detuve. Si iba a pasar, la oscuridad ayudaría. Por la contextura física y por el olor deduje que era Luca. No se había contenido. Habría estado fanfarroneando con su amigo de todas las cosas que me habían hecho, y se habían vuelto a excitar. Y ahora simplemente entraba a mi cuarto, y me poseía.
El chico me hundía su verga, y jadeaba en mis oídos. Una mano estaba apretando mi seno. Lo liberó del camisón, y enseguida empezó a chuparlo. El miembro se sentía más grueso de lo que lo recordaba. Sabía que era grande considerando lo pequeño que era el muchacho, pero ahora se sentía más grueso de lo que recordaba. Pero al fin y al cabo era la primera vez que me la metía por esa hendidura. Además, ¿quién más iba a ser?
Simplemente cerré los ojos y me dejé violar. Porque esta vez sí era una violación en toda regla. Mientras lo otro había quedado en un perverso limbo entre el ultraje y la dominación, esta visita nocturna era una lisa y llana violación. No obstante, mi cuerpo volvió a traicionarme. Solté gemidos sin poder controlarlos. Y Miguel seguía dormido. Debía estar ya en su séptimo sueño.
✓Sentía el cuerpo suave y cálido del chico mientras me montaba. Y luego acabó. Se retorció encima de mí y eyaculó adentro. Ya ni tenía energías para recriminárselo.
mother


Esperé a que Noah viniera por su turno. Pero hasta que me quedé dormida no hizo acto de presencia. Y cuando me desperté, comprobé que no había tenido intención de hacerlo: Recordé que era más listo que su amigo, y comprendí el por qué.
Eran las nueve de la mañana. Pero no quería salir de la habitación. No quería verlos de nuevo. De seguro no iban a poder tener sus manos quietas. Sacudí a Miguel para que por fin abriera los ojos. Era raro. Siempre dormía profundamente, sí. Pero no dormía hasta tan tarde. Lo sacudí de nuevo, pero no hubo resultados. Tuve que hacerlo varias veces, usando toda la fuerza de mi cuerpo, hasta que por fin se despertó.
—¡Qué carajos! —dijo, sentándose en la cama, frotándose los ojos—. Me siento cansadísimo. Como si necesitara dormir más. Dejame mi amor, dejame un rato más.
Entonces cerró los ojos, y al instante quedó dormido de nuevo.
Ahí lo entendí todo. La seguridad de los chicos, sobre todo de Luca, de que Miguel no iba a despertar se debía a un motivo bien concreto. No bastaría que Bauti les hubiera contado de lo profundo que dormía para que incluso se atrevieran a cogerme en esa misma cama. ¡Le habían dado un somnífero!
Recordé que Luca había mencionado que mi hijo también estaba bien dormido. ¿Le habían dado algo también a él? Me vestí rápidamente, y fui a su dormitorio. Entré sin golpear. Ninguno de ellos estaba ahí.
Bajé a la cocina. Escuché las voces de los tres, que conversaban alegremente. Nadie diría que esos inocentes chicos habían sometido sexualmente a una mujer de cuarenta años.
—Mamá, ¿estás bien? Estás temblando —dijo Bauti.
A pesar de que ya debía haberlo sabido, no por eso pude dejar de sentir una gran decepción. Noah y Luca no habían ido a mi cuarto por cuenta propia. Bauti los había autorizado. Él no solo era el ideólogo detrás de todo eso, sino que también era el verdadero líder. Recordé que a la noche había hecho café y té para todos. Por ende, él mismo le había dado el somnífero a su padre. Y él claramente no estaba bajo los efectos de esa pastilla. Ahora cerraba todo.
—Sí, estoy bien —dije, tratando de controlarme.
Los tres estaban desayunando. ¿Qué podía decirles?
—¿Le contamos? —dijo Luca de pronto.
—¿Qué cosa? —pregunté, recelosa.
—¿Te acordás del viaje de estudios que es en dos semanas? —dijo Bauti—. Bueno, tienen que ir tres adultos aparte de los profesores. O sea, padres de los alumnos. Y bueno, uno de los que iba a ir al final tuvo que cancelar…
—Y queremos que vaya usted —completó Noah.
—No sé. No creo que pueda. Dejen que lo piense —dije.
Los dejé desayunando, planeando sus maldades. Viaje de estudio, claro. Seguramente intuían que iba a prohibir que volvieran a casa, y estaban buscando una nueva excusa para que me encuentre en un lugar donde pudieran doblegarme. Estaba claro que no debía aceptarlo. De hecho, me dije que tendría que haber sido más contundente con mi respuesta. Volví al comedor.
✓Justo ahí recibí un mensaje. Era una foto. En ella salía Noah, con la cara hundida entre mis muslos, y yo, haciéndole una felación a Luca. En el fondo, Miguel, durmiendo, ajeno a todo.
final


No podía ser tan estúpida. Ni siquiera me había dado cuenta de que me habían sacado esas fotos.
—Entonces, ¿viaja con nosotros? —preguntó Noah, con la mirada penetrante.
—Sí —dije—. Claro. Me va a encantar viajar con ustedes.
✓Esbocé la mejor sonrisa que pude. Me pregunté, ofuscada, por cuánto tiempo seguiría este calvario
Impotent


(Hasta aquí está historia, si quieren seguir leyendo les recomiendo que vayan a TodoRelato y busquen Emputecida por los amigos de mi hijo, autor Gabriel B, gran autor, el relato tiene más partes, 18 en total gran historia) Gracias.

0 comentários - Emputecida por los amigos de mi hijo (Parte 6, final)