María la fiel esposa y el encargado de su edificio

Llegó la noche a Buenos Aires, la ciudad que nunca duerme. En un edificio antiguo de la zona de Palermo, el encargado, Diego, y su joven ayudante, Mateo, se encontraban trabajando en la sala de calderas. Ambos hombres eran conocidos por su apariencia imponente y por tener grandes bultos debajo de los clásicos pantalones pampero de trabajo color azul
Estos trabajadores despertaban la curiosidad y admiración de toda la población femenina del edificio;en especial de maría la fiel esposa de juan,un hombre trabajador y amable.
María no podía dejar de observar con discreción a diego el encargado su paso firme debido a su contextura física.Pero obviamente lo que más le llamaba la atención ese pedazo de carne que se escondía bajo sus pantalones azules gastados y se bamboleaba cada vez que lo veía pasar caminando.
Cierta vez María se acercaba al sector donde están los sectores de ascensores y se encontró con diego arriba de una escalera cambiando una luminaria del sector.Maria saludo amablemente a diego y el ayudante que sostiene la escalera.
Pero en un momento ella giró la vista hacia arriba y se encontró con algo verdaderamente increíble el bulto de Diego descansaba en un descanso de la escalera mostrándose enorme y pesado
Las palabras del encargado la sacó del trance que le ocasionó la vista de ese miembro descomunal. Señora se encuentra bien le pregunto Diego ella no respondió,Señora parece que vio un monstruo deslizó el encargado con una leve sonrisa y una mirada cómplice con su ayudante.Maria se disculpó y subió rauda al ascensor para llegar a su departamento y saludar a su esposo juan.

Esa noche, María,la fiel esposa,se acercó a la sala de calderas buscando a Diego para reportar una falla en el sistema de calefacción de su departamento. Al entrar, se encontró con la sorpresa de ver a Diego y Mateo sin sus camisas de trabajo reparando una caldera.Por el intenso calor estaban así; ambos se disculparon con María; ella se quedó callada y su vista solo quedó clavada en la entrepierna de ambos que se las notaba excesivamente abultadas.
Diego, con una sonrisa pícara en el rostro, le dijo a María que estaban probando la eficiencia de las calderas de una manera muy particular. Sin pensarlo dos veces, invitó a María a probar los grandes miembros que debajo de sus pantalones él y Mateo tenían para ofrecerle.

María, sorprendida pero intrigada, accedió a la propuesta. Comenzó chupando ansiosamente el miembro de Diego, mientras Mateo se acercaba por detrás para ofrecerle el suyo. María, excitada por la situación inesperada, no pudo resistirse y se entregó al placer de satisfacer a ambos hombres.ella se turnaba en cambiar de verga para sentir el sabor salado de ambas
María con dificultad metía la enorme verga de Diego que le provocaba arcadas y una interminable cantidad de saliva que volaba a en el grueso tronco de diego. su ayudante tenía la verga grande también pero no con las dimensiones de la otra ambas vergas superaban con creces el miembro viril de juan el esposo de María.
Después de hacer que María tragara su semen, Diego y Mateo decidieron llevar la experiencia un paso más allá. La colocaron en una posición sumisa fueron bajando su falda larga que cubría su piernas por completo dejándola solo con su bombacha de color rosa pálido tipo vedetina dejando su trasero expuesto a esas enormes vergas duras y venosas amenzantes.
ambos comenzaron a penetrarla por su orificio posterior, alternando sus embestidas para darle el máximo placer posible.primero el ayudante para dilatar el ano de un débil color marrón para prepararla para la enorme verga de diego cuando logró dilatarla aparicio diego y le hundió más de la mitad de la verga en su culo dilatado provocando un dolor indescriptible a maría que pensó que se iba a desvanecer diego empezó con un bombeo infernal sacando lágrimas de los ojos de María.
María, abrumada por las sensaciones de placer que recorrían su cuerpo, se dejó llevar por el éxtasis de la experiencia. Los gemidos de los tres resonaban en la sala de calderas, mezclándose con el vapor que emanaba de las máquinas.
Al finalizar, exhaustos pero satisfechos, diego y mateo arrodillaron a maría y cada uno vació sus testículos llenos de semen caliente en la garganta de la esposa fiel.
los tres se miraron con complicidad. Habían vivido una experiencia única y desenfrenada que no olvidarían fácilmente. María, en particular, había descubierto un lado de su sexualidad que desconocía, y se sintió liberada y empoderada por haberse entregado al placer sin tabúes ni prejuicios.

Diego y Mateo, por su parte, sintieron una conexión especial con María, una complicidad que iba más allá de lo físico. Habían compartido un momento íntimo y compartido, en el que los límites se desdibujaron y las emociones fluían libremente.

Así, en la oscuridad de la sala de calderas, tres personas se encontraron y se perdieron en un torbellino de pasión y deseo. El edificio de Palermo guardaba secretos que solo los involucrados conocían, pero que los marcó de por vida, transformándolos para siempre. Y, en ese momento, en medio de la noche porteña, todo parecía posible.
María volvió a su departamento a esperar a su amado esposo con el trasero dolorido y el dulce sabor del néctar que los encargados vaciaron en su boca

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