Pude ver claramente esa estrella fugaz surcando el cielo oscuro.
Estiré mi mano izquierda y acaricié el suave lomo de Nicanor.
Empezó a ronronear y terminó estirándose todo lo posible. A él no le molestaba que Lucas se hubiera quedado dormido entre mis muslos.
Acaricié la nuca de mi amante, que estaba totalmente desmayado.
Era algo lógico, después de la noche que me había hecho pasar…
O, mejor dicho, la intensa noche que yo le había hecho pasar a él.
Cuatro veces había conseguido ponerlo en carrera; mientras él me había robado cinco orgasmos demasiado audibles…
Nicanor se desperezó y se sentó en la cama. Me observó, mientras trataba de parecer despierto. Finalmente se acercó para recibir más mimos.
Lucas también se despabiló, pero, en vez de acercarse a mi mano, se deslizó desde mi ombligo hasta mi entrepierna. Parecía un poco zombie.
Pero, enseguida, su lengua prodigiosa me indicó que estaba bien despierto.
Nicanor presintió que el combate se reanudaría en cualquier momento y se tiró al suelo. Desde allí maulló, como diciendo: “te espero en la cocina”…
Pero yo ya no lo podía ni ver ni oír… Otra vez Lucas me estaba llevando al límite de mi locura, sin importarle qué opinaban mis demonios matinales…
Estiré mi mano izquierda y acaricié el suave lomo de Nicanor.
Empezó a ronronear y terminó estirándose todo lo posible. A él no le molestaba que Lucas se hubiera quedado dormido entre mis muslos.
Acaricié la nuca de mi amante, que estaba totalmente desmayado.
Era algo lógico, después de la noche que me había hecho pasar…
O, mejor dicho, la intensa noche que yo le había hecho pasar a él.
Cuatro veces había conseguido ponerlo en carrera; mientras él me había robado cinco orgasmos demasiado audibles…
Nicanor se desperezó y se sentó en la cama. Me observó, mientras trataba de parecer despierto. Finalmente se acercó para recibir más mimos.
Lucas también se despabiló, pero, en vez de acercarse a mi mano, se deslizó desde mi ombligo hasta mi entrepierna. Parecía un poco zombie.
Pero, enseguida, su lengua prodigiosa me indicó que estaba bien despierto.
Nicanor presintió que el combate se reanudaría en cualquier momento y se tiró al suelo. Desde allí maulló, como diciendo: “te espero en la cocina”…
Pero yo ya no lo podía ni ver ni oír… Otra vez Lucas me estaba llevando al límite de mi locura, sin importarle qué opinaban mis demonios matinales…
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