Pagar el alquiler

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PAGAR EL ALQUILER


Mi historia había comenzado mucho tiempo atrás, cuando apenas tenía catorce años, era una estudiante de secundarias, timorata y acomplejada por usar lentes de aumento
En esos días conocería a Mauricio, en un boliche, el chico que ponía música, un desvergonzado caradura del que me enamoré perdidamente, esos amores a primera vista, y tal vez no fuera su aspecto físico lo que más me atrajera, no, solo me encandiló con su forma de ser, se veía tan decidido, tan avasallante, tan hombre, parecía entender cómo funcionaba el mundo y a pesar de su juventud siempre dejaba una impronta de superioridad en sus palabras y en sus actos

Pero claro, la historia de amor con Mauricio, distaría de ser perfecta, él tenía ya diecinueve y la brecha de edad fue demasiado para mi familia, en especial para mi padre.
Si bien en un principio mantuvimos nuestra relación en secreto, con escapadas clandestinas, cuando lo nuestro salió a la luz todo voló por los aires
Unica hija, la mimada, la preciosa, la princesa, como se suponía que con apenas catorce años estuviera saliendo con un muchacho que ya pisaba los veinte
Para mi papá fue demasiado, aunque sabía que el tema de la edad era la excusa perfecta, en verdad Mauricio siempre le pareció poca cosa, un vago, un atorrante con el cual no tendría ningún futuro
Y él pudo mantenernos a raya mientras yo era menor, con amenazas de denuncias y esas cosas, pero en unos años adelante, él ya no podría ponerme condiciones

Para desgracia de la situación, mi padre y mi novio de enfrascaron en una disputa mutua y eterna, esos años en que se habían llevado como perro y gato bastaron para un odio sin límites y ciertamente me vi casi obligada a elegir de que bando deseaba estar
fue un tanto duro separarme de mis padres en esos términos, solo ir a visitarlos de tanto en tanto porque las puertas de su casa estarían siempre abiertas para mí de la misma forma en que estarían cerradas para él
Había pasado ya los veintidós cuando fuimos por un tiempo a vivir a casa de sus padres, pero sería por poco tiempo, él tampoco se llevaba bien con sus progenitores y en este caso su mismo padre me preguntaba que le había visto de interesante a ese vago

Y justamente, lo que me enamoraba de él era su afronta, no le temía a nada, ni a mi padre ni al suyo, aunque le valiera quedarse en la calle, y sabía que estaba mal, porque prefería estar tirado en la cama a buscar un trabajo formal.
Mauricio decía que él había nacido libre, que nunca claudicaría, que nunca sería explotado por ningún jefe y tenía algunos pensamientos políticos socialistas de los que me fue convenciendo poco a poco.
La frutilla que completaría el postre, en mi familia siempre habían sido capitalistas y sin saber cómo, cada vez que iba de visita a mi propia casa terminaba discutiendo por política

Nos fuimos a vivir a una casita de alquiler, casi en las afueras de la ciudad, era lo poquito que podíamos afrontar, casi sin garantías, y un poco empecé a comprender que la foto de mi pareja, era más cercana a lo que decían mis padres y mis suegros
Mauricio con la excusa de sus ideales se la pasaba de vago, se habían terminado los días de poner música en boliches y solo se la pasaba de changa en changa, claro, eligiendo aquellas que no implicaban demasiado esfuerzo y que le alcanzara para lo justo y necesario, los cigarros, alguna botella de vino y la nafta para usa rotosa y mugrienta motocicleta que nunca supe ni quise saber de dónde la había sacado

Yo había dejado mis estudios por sus influencias, ahora me arrepentía, solo iba a la facultad a hacer politiquería barata, me metí en grupos juveniles de izquierda un poco se me pegó el estilo hippie y me alejé de los lavador diarios, así que sin estudios no tenía mucho por hacer, y solo empecé a limpiar casas por horas, no era mucho, pero ayudaba
Con mis ingresos pagos por hora, alcanzaba para el alquiler, algunos impuestos y no mucho más, yo le entregaba la diaria a Mauricio y él se encargaba de todo, vivíamos muy ajustados, casi al día, y muchas veces el plato de comida me lo ganaba en algunas de las casas en las que trabajaba
Mi pareja solía llevarme en su motito destartalada y pasarme a buscar a la salida, generalmente cuando me tocaba trabajar lejos de casa y en eso si no podía quejarme, siempre era puntual, jamás fallaba, y muchas veces se quedaba algún tiempo parloteando con algunos de mis casuales patrones

Ese era un poco el resumen de mi vida al momento de pisar la casa de los Velázquez, una familia de clase media acomodada en una zona de gente con dinero
Había llegado a ellos por contactos de contactos y recomendaciones de recomendaciones, al principio eran solo cuatro horas por la mañana, pero poco a poco se fue extendiendo mi ocupación llegando incluso a ser la cocinera de la casa

El señor Héctor era el jefe de familia, un hombre alto y delgado, de cabellos oscuros, generalmente usaba barba tipo candado, era de poco hablar, y parecía siempre estar distante, al mismo tiempo que parecía tener un ojo vigilante sobre mi comportamiento, se dedicaba a los negocios de importación, o algo por el estilo, por lo que no tenía horarios, su vida laboral era un auténtico misterio

Sandra, su esposa, trabajaba de cajera en un Banco, cada mañana salía vestida impecable y llegaba pasado el mediodía, sabía su horario a la perfección y en lo que no podía fallar era en tenerle preparado el almuerzo justo a tiempo
Una mujer que se preocupaba demasiado en su aspecto, y cada tarde salía con calzas ajustadas rumbo al gimnasio, lugar que parecía ser su segundo hogar, no nos llevábamos bien, es cierto, me veía como a una 'sucia zurdita'

María, a la que llamaban Marita, la única hija, había cumplido los quince, había varias fotos por la casa de una fiesta reciente
Me recordaba mucho a mí, físicamente, altura, contextura física, tono de piel y de cabellos, incluso los lentes de aumento de marcos negros
También era malcriada, como yo lo era, única hija, la nena de papá, la debilidad de papá
Ella estaba en los estudios secundarios de un prestigioso colegio privado, generalmente hacía doble turno y muchas veces ni siquiera regresaba por el almuerzo

En poco tiempo, me hice como parte de la casa, siempre fui responsable, callada, y jamás metía las narices donde no me llamaban, sabía que era mi fuente de ingreso y trataba de que no quedaran cabos sueltos
Sandra decía que era muy buena cocinera, a pesar de lo que pensara de mi, Marita estaba contenta porque siempre tenía su ropa disponible y el señor Héctor, parecía para bien con toda la situación, y generalmente solía ser generoso con la paga
Tal vez, lo único incómodo fuera que no pudiera romper esa barrera de respeto de llamarlo 'señor Héctor' y tratarlo de 'usted', siempre él parecía molestarse por eso, me ponía una mano en el hombro y me decía que lo tuteara, que apenas pisaba los cincuenta años y que solo lo hacía sentir un viejo
Y a veces trataba de hacerlo, de llamarlo simplemente Héctor, y tutearlo, pero inconscientemente, sin darme cuenta, una y otra vez volvía a poner las barreras de la distancia

En algún tiempo las cosas cambiarían un poco en esa familia, ganaba más dinero que en cualquier sitio que hubiera trabajado, me trataban muy bien, la señora, y Marita, que por una cercanía de edad era con quien mejor me llevaba, incluso a veces me tomaba como esa hermana mayor que no tenía
Ahi tenía un contrapunto con mi pareja, el insistía para que hablara con Marita sobre nuestras ideas socialistas, pero yo no podía mezclar las cosas, ellos, como mi familia eran capitalistas y sabía donde podía pisar en falso

Pero el señor Héctor... él seguía siendo parco, frío y distante cuando estábamos en el entorno de su familia, pero cuando no estaba ni su mujer, ni su hija se mostraba diferente, cercano, dulce, hasta provocativo y a veces lograba incomodarme
Además, lo más llamativo era que solía verlo charlando con Mauricio, cuando él me traía o me pasaba a buscar, se quedaban unos minutos al borde de la acera y parecían viejos amigos, a pesar de la diferencia de edad y a pesar de las clases sociales, y de pensamientos, yo no sé de qué diablos charlaban, pero mi pareja cada tanto sacaba el tema 'de lo buen tipo que era mi jefe'

Las cosas se irían complicando en mi vida, un estadio inflacionario fuera de control hacía la vida cada vez más difícil, era como que el gobierno nos ponía una soga al cuello y tiraba todos los meses un poquito más, todo subía menos los sueldos, y nos estábamos asfixiando. Mi vida de pareja rodaba al fondo de un precipicio, puesto que Mauricio ni se inmutaba por nuestro presente, él seguía viviendo en la luna, debíamos ya seis meses de alquiler y el dueño del modesto departamento era un tipo bueno, pero nada estúpido, y ya estaba harto de nosotros, en especial de mi pareja, un vago, y era evidente que estábamos a nada de ser desalojados
Tampoco podía ir a pedirle a mis padres, había una relación de odio eterno con Mauricio y él no me hubiera permitido suplicarles, solo para que vieran como al final mi padre tenía razón, y a decir verdad, a mis padres tampoco les sobraba nada

Discutíamos mucho, ya mi dinero no alcanzaba, y entre esas discusiones alguna ver Mauricio me dijo algo como


Pagar el alquiler


Y si le pides a tu jefe? ese Héctor tiene plata, te podría dar un mes de renta como para zafar un tiempo, que te parece?

Don Héctor? - respondí - y por qué piensas que debería regalarme un mes de nuestro alquiler? el que tiene que ver en nuestra vida

No, no, no me refiero a que te regale nada, obviamente tendrías que ser obediente con él, me explico?

Pero Mauricio! - repliqué enojada - estás sugiriendo que me prostituya con ese hombre? no me gusta, me perturba y su mirada me pone nerviosa, cuando estamos solos se pone tedioso...

Roxana, Roxana, acaso sos tonta? yo ya hice todo el trabajo, ya preparé el terreno, hablamos mucho de vos, sabías? le gusta tu cuerpo, tu juventud, tiene fantasías, y le dije que la chupabas muy...

No lo dejé terminar, le dije que era una basura, una mierda, y todas las cosas que hacía tiempo tenía atragantadas, él solo se sonreía mientras rasgaba las cuerdas de la guitarra tirado sobre la cama

Al día siguiente, se daría como casi cada mañana, Sandra había partido hacia el banco, Marita al colegio, y yo pasaba la aspiradora en el comedor principal de la casa, mientras Don Héctor, con su café con leche a medio tomar, leía una planilla de sus negocios, como solía hacer
Yo estaba encerrada en mis pensamientos, recordando todas las palabras del día anterior con Mauricio y también mi paupérrima situación económica, estaba un tanto encorvada sin intentar ser provocativa, cuando de repente sorprendí a mi jefe con su mirada clavade en mi culo, observando por encima de la planilla de mano, fue cuando sin pensarlo dije

Don Héctor, habría alguna posibilidad de que me adelante un poco de dinero? tengo muchas deudas por saldar y no se a quién recurrir

Roxana, Roxana, primero, ya te dije que no me trates de 'don' y que no me hagas sentir un viejo, por cierto, a tu pedido, que tendrías para ofrecerme? tu novio me habla muy bien de vos...

Me había metido en la boca del lobo, él se había recostado un tanto en la silla y me miraba con ganas, así que me sonreí y respondí decidida

Ok, veremos que sale, que te gustaría que hiciera?

Primero me intriga tu cuerpo, quisiera verte desnuda, y después no sé, Mauricio cuenta que haces maravillas con esa boquita

Tratando de ser sensual, dejé caer mir ropas, tenía un poco de pudor, era la primera vez que lo hacía por dinero, así que lógicamente no me salía tan erótico, y fue evidencia de eso la forma en que mi jefe se sonrió y meneó la cabeza, sin embargo, me dejó un halago diciendo que tenía un cuerpo muy bonito
El seguía sentado a la mesa, aun con el desayuno a terminar y con la cartilla en la mano, y solo se me ocurrió que sería sexy, solo me fui de rodillas al piso y caminando en cuatro como una gata, me metí debajo de la mesa, entre sus piernas
Solo busqué entre sus ropas y saqué su verga dura, me sorprendí, era mucho más larga y gruesa que la de mi chico, la única que había conocido en mi vida, solo cerré los ojos y me la metí en forma golosa, sabía que tenía que hacer mi mejor trabajo, era buena haciendo gargantas profundas, así que acomodé mi garganta y la dejé deslizar hasta el fondo, hasta topar mis labios en su pubis, para quedarme ahí y tratar de alcanzar sus bolas con mi lengua

Solo lo hacía, penetraciones profundas, sacando y metiendo, recorriendo su largo tronco, ensalivando su glande y los gemidos de pacer que llegaban a mis oídos desde el otro lado de la mesa me dejaban saber que iba por el camino correcto, Héctor cada tanto me decía lo bien que la chupaba y solo que no dejara de hacerlo
En algún momento el se contrajo y empezó a eyacular en mi boca, en mi garganta y me esmeré en sacarle hasta la última gota para hacerla correr por toda su rica verga
Pero seguí chupando, tan profundo como antes, sintiendo su glande en mi garganta, el olor a semen inundaba mis fosas nasales y
solo lo hice más rápido, más frenético, me había excitado con su lechita y estaba deseosa, desinhibida, llena de placer y solo paré cuando el repitió su eyaculación en mi boca

Salí de abajo de la mesa relamiéndome los labios, con la sonrisa del trabajo realizado y fue cómico notar a un Héctor aun incrédulo por lo que había hecho
Intenté jugar mis cartas, le dije que por dos veces correspondían dos alquileres, pero él me dijo que no tentara a mi suerte, me pagaría uno según lo acordado y el segundo, el segundo corría por mi cuenta
Sopesé la situación, siempre sería mi jefe, siempre sería su empleada doméstica, así que solo seguimos adelante
Cuando el conté a Mauricio, su único interés fue saber cuánto le había sacado al viejo, e imaginar cuanto más le podría sacar, era lo único que le interesaba, y empecé a odiarlo por ello
Le llevé la paga al dueño del departamento, me la recibió con sabor agridulce, un mes era mejor que nada, pero aún quedaban cinco por delante y quiso que eso quedara bien en claro

Al mes siguiente, la situación volvería a repetirse con mi jefe, pero solo una chupada, si quería una segunda, serían dos meses, empezaba a poner mis reglas y a hacerme valer
Y las cosas parecieron funcionar, Mauricio no ponía obstáculos a una buena chupada a mi jefe, la señora Sandra y Marita eran ajenas lo que sucedía a sus espaldas, yo me hacía la mosquita muerta y tan solo Héctor, El señor Héctor seguía incomodándome, un falso doble cara que casi me ignoraba delante de su familia y un maldito perverso cuando quedábamos a solas, pero claro, él era quién ponía los billetes, y mes tras mes solo no pasábamos de ahí, una buena mamada y ya, y no porque él no quisiera, solo porque yo no lo dejaba avanzar

Una mañana de octubre estaba de muy mal humor, la situación con Mauricio no tenia retorno, para él ya era normal que yo pagara el alquiler sin importarle la manera en que conseguía hacerlo, y, además, el dinero que yo ganaba limpiando en casa de los Velázquez también terminaba en sus manos, y prefería darse gustos personales a necesidades básicas mías
Además, a pesar de que me prostituía con mi jefe, solo iba mes a mes y siempre nos quedaba una deuda atrasada de seis períodos, siempre atrás, siempre lejos y estaba cansada de trabajar como burra solo para mantener un holgazán
Y esa mañana explotaría, me puse a llorar por la presión acumulada y fue la primera vez que el señor Héctor no trataría de cogerme, no, él me habló mucho, me dijo que volviera con mis padres, que mi vida se estaba tirando a la basura y que tal vez, habría una manera en que él podría ayudarme, él podría costear todos los meses adeudados para que yo saliera a flote, claro, al hablar me acariciaba los cabellos y lo hacía en un tono demasiado seductor
Le dije que si, que estaba bien, que haría cualquier cosa, lo que quisiera, y que ni siquiera consultaría a mi pareja, ya no me importaba, ya no tenía sentido
Pero le dije que no ese día, sino al siguiente, estaba muy deprimida y no era la imagen que quería dar

Al día siguiente, como cada mañana, esperamos a que Sandra partiera hacia el banco y Marita hacia el colegio y cuando estuvimos a solas, don Héctor trabó la puerta del frente por las dudas, entonces vino a mi lado y me dijo

Acompañame...

Seguí sus pasos y subimos por las escaleras a la planta alta y contrariamente a lo imaginado fuimos al cuarto de Marita, su hija
Ya dentro, mirando las paredes en rosas y la pila de peluches de la infancia que se apilaban en un rincón dijo

Es muy bonita mi hija, cierto?, sabes que se parecen mucho, vos me recuerdas a ella y ella me recuerda a vos, en especial con esos lentes de aumento...

No, dije nada, no sabía que decir, entonces el siguió

Qué grande que está! pronto algún príncipe la encantará para ocupar su corazón y yo ya no seré su rey...

Me mantuve en silencio

Roxana, - dijo - tu le lavas, planchas y acomodas todas sus prendas, me haría el favor de sacar alguno de sus conjuntos del colegio?

Fui entonces por unas camisas blancas, su minifalda tableada, medias blancas y el otro juego de zapatos de charol

El miró pensativo y eligió a su antojo, notando que optaba por la minifalda más cortita de todas, dejando el resto a un lado dijo

Quiero que te lo pongas, quiero ver cuanto te pareces a ella

Le hice caso, los zapatitos me quedaban chicos y la pollera demasiado corta, es que yo tenía más cola que su hija, pero esto pareció no molestarle, solo se quedó mirándome y yo adivinando el morbo de sus pensamientos, luego me pidió que recogiera mis cabellos en una cola de caballo, con la frente limpia, como su hija lo hacía, y solo note ya la erección marcada en su pantalón, entonces tomó los auriculares inalámbricos orejas de gato que ella usaba casi todo el día y los colocó en mi cabeza, como ella lo hacía y agregó

Bien, bien, estás igual... no importas si escuchas música o no, pero para mi así es perfecto, vení...

Puso un par de almohadones sobre su cama e hizo que me recostara sobra la misma, con esos almohadones bajo mis caderas, dejando mi culo a su alcance, donde lógicamente la pollera se había subido más de lo necesario
Por último, abrió la notebook de Marita, buscó una porno y la puso delante de mis ojos, como si yo realmente estaría mirando eso y escuchando música, y volvió a remarcar

No importa si te gusta o no, pero así es mi fantasía, por último, solo voy a llamarte 'Marita', espero no te moleste

Héctor solo empezó a refregarme con ganas las nalgas mientras hablaba para sí mismo en tono reflexivo con frases como 'Marita, cuando te hiciste tan grande?, mi niña!' ó 'hija mía! no tengas miedo, papá siempre te va a cuidar!' y mientras lo hacía su fuerza se iba incrementando, hasta que solo me arrancó la ropa interior para colarme sus dedos por mi culito, para ensalivarme poco a poco haciendo que me fuera relajando
Entonces sentí como mi jefe apoyaba su glande en mi esfínter y se abría paso hacia mi interior, apreté las sábanas con fuerzas y no pude evitar largar un gemido, situación que solo serviría para aumentar su lujuria
Héctor empezaría a hacerme el culo con muchas ganas, y fui fiel a sus sentimientos, porque para él, solo se lo estaba haciendo a su hija, no a su empleada, al final, se vino todo dentro mío, dejándome el esfínter adolorido y lleno de sus jugos

Cuando terminamos, fuimos a su despacho y mientras emitía un cheque me dijo

Pensarás que soy un monstruo, pero solo soy una persona que exterioriza sus fantasías, todos tenemos fantasías, con estos fondos tendrás más que para saldar tu deuda, y también te aconsejo que medites sobre tu futuro, ese chico del que te has enamorado... es una mierda...

Había llegado el momento de dar vuelta la hoja y reescribir mi historia, mis padres siempre tendrían una puerta abierta para su hija, y no me molestó volver a casa como un guerrero vuelve de la batalla, con la cabeza baja tras la derrota, pero en casa, papá me esperaba con los brazos abiertos y su sonrisa protectora
Con Mauricio terminamos de la peor manera, al bastardo solo le preocupaba la incertidumbre de su futuro, ya no tendría una esclava que trabaje para él y pagara cada centavo de su vagancia, ciertamente me alegré de darle en la cara con la ruptura
Y con esa familia... nada, solo no podía seguir trabajando ahí, sabía como terminaban esas historias, esos secretos con el señor Héctor tarde o temprano saldrían a la luz y no quería ser parte del problema
A veces me pregunto que fue de ellos, de su señora, y de Marita, en especial Marita y ese amor prohibido que le tenía su padre, pero como dije, había dejado mi pasado atrás y empezaba a escribir un nuevo futuro


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