Bueno, lo primero es presentarse o eso dicen.
Me llamo Andy, tengo 23 y contra todo pronóstico (lo digo por los clichés de estas historias) no soy un tipo alto y fornido corte 1.90 y trabadito de gimnasio. Mido 1.62 y soy bastante normal la verdad, bueno, más o menos.
Y es que lo raro en mí es que siempre termino en alguna situación rara de una forma que no puedo explicar, o me pasan situaciones cuyas probabilidades son de un millón a una, como que te llamen para laburar de seguridad teniendo menos de 21, y eso fue lo que me pasó, ahí nos vamos a situar por ahora.
Entré a trabajar en un supermercado de una línea bastante grande cuyo logo es rojo, en una ciudad cuyo nombre es usado normalmente para chistes.
A mí casi tercer mes ya me conocía bastante bien todo, especialmente el carácter de la vieja chota de mi jefa y las mañas de los fisura para robar cualquier boludez que tengan a la mano.
Nunca se me dio bien ser botón, pero de algo hay que vivir ¿No?.
Bueno, en una de esas me encuentro con una situación que involucraba una señora robando algo y poniendoselo entre las tetas, cuando ve que la estaba viendo empieza a decir que quería hablar con mi jefe y qué sé yo, por lo cual después de una ruptura de bolas magistral me voy derecho a buscar a mi jefa a su despacho.
Al entrar la veo sentada viendo algo en la PC, con algunos botones desabrochados, agitada, ligeramente despeinada y levantado rápido la mano que tenía debajo de la mesa.
No recuerdo bien que me dijo, sé que me relajó a puteadas y me pregunto que qué pasaba.
Al explicarle salió a hablar con la señora y yo solo la seguí pensando en otra cosa: ¿acaso Gladis se estaba pajeando?.
Por metido me hicieron doblar el turno, así que ahí estaba yo con los huevos hinchados y en el cierre cuando ya había hecho la apertura.
Faltaban 30 para el egreso y nosotros ya teníamos todo hecho, solamente faltaba que ya vayan saliendo, y digo nosotros porque éramos mi compañera Luciana y yo. Luciana tenía esta fama de saber que hacen todos, con quien andan, todo eso, en síntesis una mina bastante chusma.
Mientras me hablaba de a quien se coje la vieja de limpieza yo estaba mirando un punto fijo sin pensar si quiera donde estaba mirando, solamente pensando en que estaba cagado de hambre y sueño.
Resulta que ese punto al que miraba era el escote de Luciana, no estaba consciente de que es lo que estaba mirando pero cuando volví a mí fue porque la escuché decir:
-Dejá de mirarme las tetas.- lo dijo divertida, no seria.
Usualmente soy un tipo tímido, así que podría haber apartado la mirada, pero por alguna razón algo me dijo que no lo haga.
-¿Y si no quiero?.- respondí sonriente.
Ella registró para un lado y para otro mientras se reía y mordía un labio, me agarró de la mano y me llevó al baño que había cerca. Ya estando ahí se desprendió la camisa y se levantó el corpiño, eran las tetas más lindas que vi, lo podría jurar. Eran grandes, con una ligera caída debido a la edad (45 años), con una areola y pezón medianos y marrón claro.
Me hizo sentarme y se puso sobre mi regazo, poniéndome las tetas en la cara prácticamente (cabe destacar que ella es bastante más alta que yo). Cuando quise alargar mi mano para agarrarle una me dio un zape en la mano y me dijo que nada de manos.
Pero me las estaba acercando demasiado, al punto que chocaban ya contra mi boca, así que cuando menos se lo esperó le empecé a chupar las tetas sin aviso. Las lamía, las chupaba, de a ratos les pegaba una mordida despacio. Mis manos fueron a parar a sus nalgas, las cuales me dediqué a amasar, tocar y nalguear mientras me daba el festín de mi vida.
Luciana es una mina deportista, así que imaginarán el cuerpo que tiene la hija de puta.
En un momento empecé a frotarla contra mí, yo ya estaba demasiado caliente y ella no paraba de gemir por lo bajo.
Sabía que nos quedaba tiempo, pero el egreso de algunos apurados nos hizo salir con carpa del baño de hombres ese día.
Al finalizar el egreso por nosotros empezamos a enviarnos mensajes por WhatsApp.
Mensaje va, mensaje viene, foto va, foto viene quedamos en que al día siguiente me iba a dar la cogida de mi vida, y yo no lo dudaba.
Después de una paja mutua y una charla intensa clásica de la madrugada, me empezó a contar un poco sobre Gladis. Resulta que encontrarla pajeandose no es algo como tal raro, se dice que es medio fetichista sobre que la descubran y a la vez es bastante anti-pija. Una combinación rara pensé.
Entre que fantaseaba con Luciana y la fetichista de Gladis me dormí sin darme cuenta.
Me desperté asustado flashando que llegaba tarde solo para darme cuenta que no porque me habían cambiado el turno.
Una foto de las tetas de Luciana me daba los buenos días en mi celular, y a la vez un mensaje de Gladis, mi jefa.
Cuando entré a ver el mensaje me quedé un poco extrañado, solamente decía que necesitaba hablar conmigo y que el turno de la noche lo íbamos a hacer juntos en lugar de con Luciana.
"La concha de tu hermana" pensé para mis adentros. Esto se estaba por volver medianamente personal, si tenés algo para usar en su contra encuentra algo tuyo en palabras de Luciana, por lo cual decidí que iba a necesitar algo para defenderme.
Me bastaron 3 o 4 horas para encontrar algo, pero finalmente encontré mi arsenal para defenderme de cualquier cosa que Gladis me pueda argumentar. La iba a tener en jaque, vamos a ver como resulta esto.
Me llamo Andy, tengo 23 y contra todo pronóstico (lo digo por los clichés de estas historias) no soy un tipo alto y fornido corte 1.90 y trabadito de gimnasio. Mido 1.62 y soy bastante normal la verdad, bueno, más o menos.
Y es que lo raro en mí es que siempre termino en alguna situación rara de una forma que no puedo explicar, o me pasan situaciones cuyas probabilidades son de un millón a una, como que te llamen para laburar de seguridad teniendo menos de 21, y eso fue lo que me pasó, ahí nos vamos a situar por ahora.
Entré a trabajar en un supermercado de una línea bastante grande cuyo logo es rojo, en una ciudad cuyo nombre es usado normalmente para chistes.
A mí casi tercer mes ya me conocía bastante bien todo, especialmente el carácter de la vieja chota de mi jefa y las mañas de los fisura para robar cualquier boludez que tengan a la mano.
Nunca se me dio bien ser botón, pero de algo hay que vivir ¿No?.
Bueno, en una de esas me encuentro con una situación que involucraba una señora robando algo y poniendoselo entre las tetas, cuando ve que la estaba viendo empieza a decir que quería hablar con mi jefe y qué sé yo, por lo cual después de una ruptura de bolas magistral me voy derecho a buscar a mi jefa a su despacho.
Al entrar la veo sentada viendo algo en la PC, con algunos botones desabrochados, agitada, ligeramente despeinada y levantado rápido la mano que tenía debajo de la mesa.
No recuerdo bien que me dijo, sé que me relajó a puteadas y me pregunto que qué pasaba.
Al explicarle salió a hablar con la señora y yo solo la seguí pensando en otra cosa: ¿acaso Gladis se estaba pajeando?.
Por metido me hicieron doblar el turno, así que ahí estaba yo con los huevos hinchados y en el cierre cuando ya había hecho la apertura.
Faltaban 30 para el egreso y nosotros ya teníamos todo hecho, solamente faltaba que ya vayan saliendo, y digo nosotros porque éramos mi compañera Luciana y yo. Luciana tenía esta fama de saber que hacen todos, con quien andan, todo eso, en síntesis una mina bastante chusma.
Mientras me hablaba de a quien se coje la vieja de limpieza yo estaba mirando un punto fijo sin pensar si quiera donde estaba mirando, solamente pensando en que estaba cagado de hambre y sueño.
Resulta que ese punto al que miraba era el escote de Luciana, no estaba consciente de que es lo que estaba mirando pero cuando volví a mí fue porque la escuché decir:
-Dejá de mirarme las tetas.- lo dijo divertida, no seria.
Usualmente soy un tipo tímido, así que podría haber apartado la mirada, pero por alguna razón algo me dijo que no lo haga.
-¿Y si no quiero?.- respondí sonriente.
Ella registró para un lado y para otro mientras se reía y mordía un labio, me agarró de la mano y me llevó al baño que había cerca. Ya estando ahí se desprendió la camisa y se levantó el corpiño, eran las tetas más lindas que vi, lo podría jurar. Eran grandes, con una ligera caída debido a la edad (45 años), con una areola y pezón medianos y marrón claro.
Me hizo sentarme y se puso sobre mi regazo, poniéndome las tetas en la cara prácticamente (cabe destacar que ella es bastante más alta que yo). Cuando quise alargar mi mano para agarrarle una me dio un zape en la mano y me dijo que nada de manos.
Pero me las estaba acercando demasiado, al punto que chocaban ya contra mi boca, así que cuando menos se lo esperó le empecé a chupar las tetas sin aviso. Las lamía, las chupaba, de a ratos les pegaba una mordida despacio. Mis manos fueron a parar a sus nalgas, las cuales me dediqué a amasar, tocar y nalguear mientras me daba el festín de mi vida.
Luciana es una mina deportista, así que imaginarán el cuerpo que tiene la hija de puta.
En un momento empecé a frotarla contra mí, yo ya estaba demasiado caliente y ella no paraba de gemir por lo bajo.
Sabía que nos quedaba tiempo, pero el egreso de algunos apurados nos hizo salir con carpa del baño de hombres ese día.
Al finalizar el egreso por nosotros empezamos a enviarnos mensajes por WhatsApp.
Mensaje va, mensaje viene, foto va, foto viene quedamos en que al día siguiente me iba a dar la cogida de mi vida, y yo no lo dudaba.
Después de una paja mutua y una charla intensa clásica de la madrugada, me empezó a contar un poco sobre Gladis. Resulta que encontrarla pajeandose no es algo como tal raro, se dice que es medio fetichista sobre que la descubran y a la vez es bastante anti-pija. Una combinación rara pensé.
Entre que fantaseaba con Luciana y la fetichista de Gladis me dormí sin darme cuenta.
Me desperté asustado flashando que llegaba tarde solo para darme cuenta que no porque me habían cambiado el turno.
Una foto de las tetas de Luciana me daba los buenos días en mi celular, y a la vez un mensaje de Gladis, mi jefa.
Cuando entré a ver el mensaje me quedé un poco extrañado, solamente decía que necesitaba hablar conmigo y que el turno de la noche lo íbamos a hacer juntos en lugar de con Luciana.
"La concha de tu hermana" pensé para mis adentros. Esto se estaba por volver medianamente personal, si tenés algo para usar en su contra encuentra algo tuyo en palabras de Luciana, por lo cual decidí que iba a necesitar algo para defenderme.
Me bastaron 3 o 4 horas para encontrar algo, pero finalmente encontré mi arsenal para defenderme de cualquier cosa que Gladis me pueda argumentar. La iba a tener en jaque, vamos a ver como resulta esto.
1 comentários - Laburando: Guardia del supermercado.