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PDB 59 Espionaje corporativo (II)
Compendio III
ISABELLA Y EMMA
Mientras yo y Aisha probábamos las cornamentas de David, las chicas fueron a la casa de Emma. En realidad, las intenciones de Emma eran preparar a su amiga sobre los cambios que se nos avecinan.
Los amigos periodistas de Emma habían recolectado evidencia extensiva y substancial sobre las actividades corruptas de Victor, esposo de Isabella y consejero del alcalde. Las acciones del corrupto político habían no solo comprometido la seguridad pública, sino que también había llenado sus bolsillos de manera ilícita.
El periódico estaba a vísperas de publicar un reportaje exponiendo sus acciones criminales, las cuales incluyen sobornos para permisos comerciales, lavado de activos, estafas inmobiliarias y malversación de fondos públicos. Sin embargo, antes de publicar la polémica historia, el director del periódico quería contactarse con la oficina del alcalde para obtener su declaración, dado que las acciones del consejero parecían no reflejar la dirección del edil.
La conversación comenzó de forma casual, con ambas mujeres tratando de escoger diferentes prendas y accesorios. Pero mientras se reían y bromeaban, la tensión entre ellas se hizo más evidente. Era como si sus cuerpos hablaran en un lenguaje sutil que ninguna de ellas se había dado cuenta antes.
Mientras que Emma admiraba más y más en la sofisticación que Isabella exudaba en su elegante vestimenta y sus generosas curvas, también notó que Isabella la miraba con mayor detenimiento. A pesar de sus diferentes estilos, de alguna manera se complementaban perfectamente.
En mi opinión personal, sus figuras son bastante similares, ambas curvilíneas y seductoras en sus propias maneras. Particularmente para Emma, la rubia no podía evitar admirar los maravillosos senos de Isabella y la seductora melena negra que caía por su espalda.
De a poco, con los inocentes toques y ajustes de ropa que se daban, la respiración de Emma empezó a agitarse cuando las manos de Isabella rozaban sus pechos al ajustarle el escote. Sabía que debía ser cuidadosa, pero su cuerpo no podía evitar reaccionar ante el toque de una mujer.
El aire se tornó denso cuando Isabella sugirió que se probaran lencería. Cada prenda que fueron escogiendo removía poco a poco las capas de sus inhibiciones.
oIzzie, tienes una figura tan bonita. – Emma se atrevió a comentar, al verla en tanga y sostén.
Isabella enrojeció, mirando su propio cuerpo antes de mirar a Emma.
•Gracias. – comentó avergonzada y enternecida. – Tú también tienes una bonita figura, Emma. Tus pechos son… tan magnéticos y naturales. Y tus nalgas… parecieran pedir que la agarren.
Se rieron, rompiendo momentáneamente la tensión entre ellas. Pero no tomó mucho para reiniciarse a medida que se desnudaban mutuamente.
Emma se sintió particularmente excitada, al tener a Isabella contemplando sus pechos expuestos como si fueran un tesoro.
•Veamos si esto puede sujetar esos enormes y dulces pasteles de limón que tienes ahí…- le dijo Isabella, entregándole un brallete de encaje blanco.
(Let me see if this can hold those huge, sweet lemon pies you got there.)
Emma obedeció con el corazón acelerado al apreciar a su amiga hipnotizada por su desnudo busto. La mirada de Isabella le hacía sentir bellísima y sensual.
Pero fue cuando Emma ayudó a Isabella con su sensual lencería que las cosas tomaron un cariz más serio. La intimidad y cercanía del momento pesaba sobre ambas y fue mientras ajustaba el sostén de Isabella a sus espaldas que Emma decidió contarle sobre la información que había descubierto por sus contactos.
Emma no sabe si fue por la calidez de sus manos sobre su delicado, suave y terso cuerpo. O si fue porque la amistad que compartían había traspasado las barreras, pero el hecho fue que Isabella tomó la noticia con gracia y resignación, sospechando que algo pasaba raro pasaba con Victor.
A Isabella no le sorprendió enterarse de las amantes de Victor, ni tampoco levantó una ceja cuando Emma le contó de sus sospechosos acuerdos de negocios que tenía a través de la ciudad. Sin embargo, acariciando la tibia mano de Emma, que se apoyaba sobre su hombro, Isabella comentó que había encontrado consuelo conmigo, con Aisha y con Emma misma.
Mirándola directamente a los ojos, la tensión sexual latente entre ellas, Isabella reconoció que ahora confiaba en nosotros, compartiendo sus miedos, fantasías y esperanzas para el futuro. Y que cuando se abrazaron, si bien exploraron sus cuerpos, sintiendo la tibieza y suavidad de sus carnosas formas, el apoyo emocional que experimentaron en esos momentos las hizo sentir mucho más cercanas.
El beso en los labios que siguió no iba con lascivia, sino que con aliento. El jugueteo que sus lenguas compartieron iba con un empuje de vida y esperanza que erradicaba la frustración y la desgracia. De una determinación compartida para proteger la recién descubierta felicidad de sus vidas e hijas y el amor y la amistad que había nacido entre ellas, haciéndolas más cercanas.
Luego de ese beso, se sonrieron con seductora felicidad. Como si por fin se aceptaran mutuamente como mujeres y Emma, como siempre, no pudo evitar morderse el labio, deseosa porque el siguiente día llegara pronto, para poder disfrutar finalmente de la sensualidad de Isabella.
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La mañana del martes era fresca proyectaba una luz cálida y dorada a través de las hojas de los árboles frente de la escuela de mi cachorro. El pasto verde recién cortado y las flores primaverales con sus pétalos recién florecidos hacían que el entorno estuviera lleno de vida, el canto de las aves contrastando con el ruido de los padres dejando a sus hijos.
Pero, aun así, el “trío dorado” robaba todas las miradas. Para empezar, esa mañana Emma llevaba un brallete blanco que desconcertaba la atención de los hombres, puesto que no podía distinguir si acaso era ropa interior o qué. Su falda ligera, por otra parte, se mecía con cada paso que ella daba, revelando un par de piernas largas y encantadoras.
Isabella, por otra parte, mantuvo la misma línea que Emma vistiendo una ajustada camiseta blanca con botones, la cual se tensaba alrededor de su atractiva figura, revelando su cautivante vientre y su impactante busto, el cual se demarcaba con cada respiro. Su falda de cuero negro se ceñía a sus caderas, revelando sus largas y torneadas piernas, que remataban el estilo con un par de elegantes botas negras hasta las rodillas.
Sin embargo, aunque Aisha usaba una vestimenta más conservadora, su encanto natural la hacía ver igual de seductora que sus compañeras. Su figura de reloj de arena se acentuaba con una apretada blusa que hacía su mejor esfuerzo cubriendo su amplio pecho acampanado, del tamaño de melones y cuya tela se estiraba ligeramente para acomodar sus generosas curvas. La blusa se introducía en una falda de lápiz ajustada que acomodaba su fina cintura y maximizando la redondez de sus voluptuosas caderas y nalgas, creando una silueta fascinante que dejaba poco espacio para la imaginación.
>Es una lástima que no pueda ir con ustedes. – Se lamentó Aisha, luego que nuestros hijos ingresaran a la escuela tras la campana. – Me divertí mucho contigo ayer…
Nos miramos brevemente, con cálidas sonrisas que limaban nuestras asperezas. Sin embargo, Isabella impulsivamente saltó para interrumpirla.
•Bueno… la semana pasada no me invitaron… y básicamente, me dijiste que me fuera… así que te devuelvo tus palabras. – le replicó juguetona.
>Estoy bromeando, Izzie. – replicó Aisha jocosa, para luego mirarme seductoramente. – Estoy segura de que encontraré algo para ocupar mis manos…
(I’m sure I’ll find something to keep my hands busy.)
Por lo que se veía, a David le esperaba una mañana interesante…
Las chicas me tomaron de la mano y caminamos juntos hacia el estacionamiento, cada una bajo mis brazos. Sin embargo, me sorprendió cómo ellas tomaron una de mis manos y las ubicaron sobre sus redondas nalgas con confianza.
o¡Queremos asegurarnos de que te diviertas! – Exclamó Emma juguetona como siempre.
En el camino al hotel, Izzie se sentó a mi lado, mientras que Emma se fue atrás. La atmosfera era festiva y ligera.
Pero luego de un rato, le conté a Isabella lo que mi compañía había descubierto sobre Victor…
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Fue una mala idea para el marido de Isabella meterse con nuestra compañía. Para Edith, la minera es su familia y nosotros somos sus hijos. De hecho, no me sorprendieron las acciones que tomó para protegernos.
Aprovechando mi licencia por el nacimiento de Jacinto, Edith comenzó una auditoría interna empleando un equipo forense digital. El objetivo era simple: encontrar al espía, siguiendo las pistas. Empezaron un monitoreo exhaustivo a través de actividades sistémicas recientes, marcando registros de acceso, rastreando transferencia de archivos y buscando patrones erráticos. Con mi ausencia, el equipo se enfocó en mi portátil, sabiendo que debería estar tranquilo. Para tentar al espía, el equipo plantó un archivo en mi máquina, aparentando ser importante, pero inútil, para tentarle a actuar.
La estrategia funcionó. Cuando el archivo “cebo” fue abierto, su rastreo lideró al equipo forense hacia una terminal en el séptimo piso, en el departamento de informática. Curiosamente, el culpable fue un antiguo conocido de Marisol, Samuel, el segundo al mando en el departamento y la pareja de Cristina, la jefa del departamento.
Años atrás, durante una fiesta corporativa, Samuel trató de coquetear con Marisol, ofreciéndole sospechosos mojitos. Mi ruiseñor prudentemente los rechazó, a pesar de su insistencia. La experiencia fue tan incómoda que nos quedó en la memoria.
Pero eso era la punta del iceberg, en comparación con lo que los forenses han descubierto ahora. La auditoría no solo expuso el acceso no autorizado a mi computadora. También descubrieron conexiones que sugieren su participación en el ciberataque que nuestra compañía sufrió 2 años atrás. En ese tiempo, se pensó que fueron hackers externos, los cuales nos forzaron a Sonia y a mí suspender nuestras vacaciones para contener la filtración. Lamentablemente para mi ruiseñor, le significó viajar sola con nuestras hijas de vuelta a nuestro país, obligándome a permanecer como un “soltero de verano”, vigilando que la información de nuestros proyectos no fuese afectada. Pero en esta oportunidad, la evidencia que compromete a Samuel involucra también a Victor, a través de sus empresas de papel.
Para Edith, la situación se había vuelto personal. Pero, aun así, no dejó que las emociones nublaran su juicio. Para evitar atención innecesaria, Edith se puso en contacto con la oficina del alcalde discretamente. Ella está buscando respuestas, pero también quiere contener este escandalo de forma decisiva y discreta.
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Emma y yo notamos la tristeza en el rostro de Izzie. No era nuestra intención, pero el imbécil de Victor nos empujó a ello.
Al llegar a la habitación del hotel, la empezamos a besar. Empezó a reírse sorprendida por nuestras acciones.
Isabella se sintió envuelta en una cálida manta de caricias que se expandía sobre su cuerpo mientras cerraba los ojos. Sus intensos suspiros mostraban que nunca se había sentido tan deseada ni querida. Era una embriagante sensación que hacía sus rodillas flaquear.
-Sabemos que esto es mucho para ti. – le dije a Izzie, mientras desabrochaba su camiseta blanca, revelando lentamente su portentoso busto. – Pero los dos te amamos y queremos demostrarte cuánto.
Por su parte, Emma la besaba sin parar, su mano acariciando su vientre, mientras las amigas se exploraban mutuamente, rompiendo la urgencia de sus besos al sentir mi mano explorando su nalga.
oTe vamos a hacer sentir bien. – le prometió Emma, con una voz lujuriosa. – No debes sentir miedo.
Nuestros labios se agolpaban por volver a besarla. Nuestro amor era para este punto, una fuerza tangible en la habitación, de la cual Isabella no podía escapar ni resistirse, con su exuberante cuerpo buscando el contacto de ambos.
•Ustedes son tan malos…- exclamó Izzie con una voz sensual, sin aliento a medida que Emma y yo explorábamos su cuerpo y una suave y coqueta sonrisa en sus labios. - Pero me encanta.
Su cuerpo empezó a tensarse a medida que la ayudábamos a sacarse la ropa, revelando un cautivador set de encaje negro.
oAmiga, tú sabes que lo somos. – le respondió Emma con una sonrisa, mordiéndose el labio al notar su lencería, sus ojitos brillando al besar el cuello de su amiga. – Pero queremos asegurarnos de que sepas lo mucho que te amamos.
Mi mano hurgueteando bajo sus mojadas pantaletas le causaba escalofríos, robándole suspiros mientras que mis labios se prendían a su cuello y mi otra mano trataba de liberar su sostén. En cambio, los labios de Emma no la dejaban tranquila, los labios de la rubia masajeando con impaciencia el busto de su amiga.
Al caer el sostén, tras remover el seguro con un clic, los labios de Emma se apartaron, contemplando los firmes y redondos senos de Izzie expuestos al aire fresco como si fueran una obra de arte.
oMira estas preciosidades. – señaló Emma con una voz llena de admiración mientras acariciaba uno de los senos de Izzie en sus manos, haciendo a Izzie jadear. – Parecen hermosos pasteles de cereza.
-Sí. – concordé con Emma.- He estado esperando toda la mañana por probarlos.
Nuestra atención combinada era demasiado e Isabella se encontró estirándose ante nuestros labios, su cuerpo implorando mayor placer. Sintió los cálidos labios de Emma en torno a su pezón, succionando suavemente, mientras que yo la besaba profundamente, mi lengua bailando a la par con la suya.
•¡Oh, Dios! – Isabella gimió, su cuerpo temblando de placer al sentir nuestras manos agolpándose bajo sus pantaletas.
La sensación múltiple de los labios de Emma sobre los suyos, mis labios succionando su pecho y mis dedos junto con los de Emma deslizándose dentro y fuera de su humedad era casi intolerable para Isabella.
-Vamos a hacerte sentir tan bien, Izzie. – le susurré al oído, mientras que mi dedo índice y del corazón se abrían camino por el apretado ano de Izzie, robándole un jadeo que la estremeció completa.
Emma contemplaba fascinada cómo nuestra arrogante amiga disfrutaba de nuestros pervertidos menesteres. Nuestros dedos trabajaban coordinados, acariciando sus paredes húmedas e incitando su clítoris. Pero eran mis dedos en el apretado culito de Isabella los que la hacían desvariar, sintiendo cómo su orgasmo crecía de a poco.
Isabella buscó los labios de Emma con una pasión que nunca antes había sentido, una mezcla de amor y deseo que se combinaba en algo poderoso y bellísimo. Sus lenguas se entrelazaban juntas, el sabor de los labios de la otra un dulce arrebato del momento.
Mis ojos se encontraron con los de Emma, sonriéndonos satisfechos de hacer a Izzie sentirse mejor. Los tres estábamos conectados, unidos por un solo amor y pasión.
El mundo corrupto e insensible de Victor se deshacía de la mente de Isabella mientras sucumbía al placer, sus gritos de éxtasis llenando el espacio a medida que alcanzaba el orgasmo, su cuerpo estremeciéndose en torno a nosotros en un grito de gozo intenso y puro, resquebrajándolo en millones de pedazos.
Fue en esos momentos, con el corazón agitado y su cuerpo temblando, que Isabella supo que había decidido bien: valía la pena pelear por el amor, incluso si significara romper las reglas.
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