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Como siempre, podes escribirnos a dulces.placeres@live.com, te leemos
Gracias por los puntos y comentarios
Sabrina es el nombre de mi esposa, ella es petisa, de un metro cincuenta y cinco de altura, pero es veneno en frasco chico, es terriblemente bonita, carita redondita llena de pecas, labios carnosos y nariz diminuta, el pelito castaño en corte carre y dos terribles ojazos azules. Su cuerpo es armónico, unas hermosas tetas, una diminuta cintura, un terrible culo redondito como una manzana y unas macizas piernas. Además tiene dos cualidades que hacen un coctel mortal para cualquier hombre, por un lado una forma de hablar muy seductora y casi siempre lo hace con doble intención, no le importa que yo esté presente, seduce a cuanto hombre puede, es su forma de ser, lo que se dice una calienta pijas, por otro lado su forma de vestir, siempre provocativa, su vestuario predilecto son pequeñas minifaldas, calzas de licra y pequeños top que apenas tapan sus pechos, en la calle no pasa desapercibida, todos se dan vuelta para observarla y le gritan de todo, a ella le encanta. Cuando íbamos a la playa usaba micro tangas, casi siempre rojas, atrás eran casi un hilo dental y siempre se iba a caminar así, casi en bolas, le encantaba rebolear el orto y que la miraran, sabía que a mí no me gustaba que hiciera eso pero me ignoraba totalmente.
Estábamos llegando a nuestro quinto año de matrimonio y los fuegos artificiales de los primeros tiempos se iban apagando, en la cama solo hacíamos sexo tradicional, casi nada de sexo oral y ni hablar de sexo anal, a pesar que yo sabía que ese culo no era virgen y que varias pijas habían pasado por el, cuando nos casamos el prontuario de Sabrina estaba más cerca de una puta de prostíbulo que de una monja de iglesia, yo lo sabía y lo acepté. Notaba que la relación se hacía distante a medida que pasaba el tiempo.
Por mi lado, me declaro un auténtico mirón, me encanta ver películas pornográficas y tengo una colección de fotos bajadas de internet, ella lo sabía, más de una vez me agarró ‘pegado’ a la computadora y tuvimos discusiones por este punto, a ella no le gustaba.
Un complejo que siempre tuve es mi pequeño pene, con viento a favor cuando está erecto no llega a los doce centímetros, siempre me dio vergüenza, dicen que no es cuestión de tamaño sino de saber usarla, pero siempre sospeché que a ella le faltaban centímetros de carne para ser una mujer completa….
Una vez mientras ella se estaba bañando, descubrí que había olvidado su diario íntimo sobre la cama, en realidad ignoraba que llevara un diario íntimo, y hasta ahora que lo pienso no sé si fue un descuido ó me lo dejó a propósito para que lo viera. No pude resistirme, lo tomé, leí algunos párrafos y confirmé mis pensamientos, añoraba las pijas grandes que se comía antes de conocerme, por suerte parecía aun serme fiel, pero… cuanto tiempo tardaría en ponerme los cuernos?. Lo acomodé como estaba y me fui con la computadora.
Dejé pasar un par de días, y la encaré decidido, le dije:
-Sé que te gustan las pijas grandes y yo no puedo dártelo, también se que te gusta sentirte observada y a mí me encanta mirar… entonces…. qué te parece si te haces coger bien con la condición que yo pueda mirarte?
-Si! me encanta la idea!
No lo dudó ni un instante, el menos hubiera disimulado un poco pensé….
Convenimos en que se busque uno ó dos machos por Internet que estén dispuestos a enfiestarse, dejé todo en sus manos.
Una semana después me dijo:
-Listo!, preparate que el Sábado por la tarde vienen los cuatro…
-Cuatro? - pregunté incrédulo - no dijimos uno ó dos?
Solo respondió con una sonrisa libidinosa…
El Sábado estaba nervioso, ella por el contrario esperaba el momento relajada, era una ‘experta’. Al atardecer mientras se daba una ducha llegaron los muchachos, los recibí, hablamos un rato haciendo tiempo. Los observé, eran musculosos, se notaban sus cuerpos trabajados, me sentí un poco celoso. Fiel a su costumbre, Sabrina salió del baño a recibirlos tan solo con una diminuta tanga celeste, sus pechos al aire como si nada, con su cabello húmedo y un rico perfume los encaró para saludarlos y los besó en la boca uno por uno, no tenía un dejo de vergüenza. Era impactante la imagen, ella descalza y tan chiquitita no llegaba a las tetillas de los machos, parecía una muñequita de juguete. Ellos me ignoraron y cuando empezaban a manosearla, me miró y me dijo:
-Andá a la pieza y esperanos, tengo que preparar la rutina…
Le hice caso, me acomodé en un sillón en el rincón, a un metro de la cama y esperé. Luego de unos diez minutos se abrió la puerta e ingresaron ellos, los cuatro completamente desnudos, no pude evitar mirar sus pijas…. guau! que cosas impresionantes, eran unas gruesas barras de carne de más de veinte centímetros, que pedazos de bestias! No podía creer que la petisa se fuera a comer todo eso, la putona sí que eligió ‘a lo grande’… Se acostaron en la cama uno al lado del otro con las piernas colgando a un costado, mientras se aseguraban de mantener erguidas esas moles, parecían cuatro rascacielos…
Luego entró Sabrina y me dijo:
-Preparate mi amor, te voy a dar el mejor show en vivo de tu vida…
Dicho esto se arrodilló entre las piernas de uno de los muchachos, mientras me miraba, tomo su miembro y lo masturbó suavemente, peló su glande, sacó la lengua apoyándola en la base fue subiendo lentamente hasta la punta como saboreando un helado, lo repitió una y otra vez, luego se concentró en su cabeza y por último, abriendo bien la boca se la metió adentro todo lo que pudo, hasta que le saltaron las lágrimas, estaba enloquecida, la verdad es que no recordaba que a mí me hubiera chupado así la pija alguna vez. De uno a uno fue pasando, como le gustaba chupar verga!!!
-Te gusta mi amor? - preguntó notando que yo estaba al palo y masajeado mi ‘paquetito’.
Cuando se cansó de chupar, acomodó a uno de los sementales boca arriba, se aseguró de darme un buen plano, pasó una pierna a su lado, corrió la tanga y apoyó la pija en su concha, la desproporción entre su culito y semejante verga no dejaba de sorprenderme, sin embargo ella se la fue comiendo centímetro a centímetro y cuando llegó a la mitad empezó a subir y bajar, una y otra vez, su hermoso orto redondito como una manzana se movía rítmicamente, le sobraba pija pensé en un principio, pero noté que en cada embate se comía otro pedacito, y otro y otro más hasta comérsela toda, no podía creer donde metía tanta carne… estaba enloquecida, gritaba como una chancha, pequeños orgasmos salían de lo más profundo de su ser, me decía:
-Sergio, ves? Esto si es coger!!! Qué hermosa pija! Me está rompiendo toda!
Yo tenía una mezcla de sensaciones, excitación y alegría por ella, frustración y celos por mi… así pasó uno a uno, me mostró como sus labios se saciaban y su argolla era penetrada por gruesas vergas.
O 'próximo ato' quase me matou... Sabrina tirou algo da mesa de luz e passou para um dos garotos, não vi quem era, estava intrigado, minha pirilheira estava fervendo, custava conter. Ela continuou, tomou dois grandes travesseiros que temos para decorar o quarto e os colocou um sobre outro, em seguida se recostou de barriga para baixo, deixando o peito contra a colcha e as nádegas sobre os travesseiros, seu culotinho ficou indefeso apontando para o teto, um se aproximou e, tirando, arrancou a calcinha para então abrir as nádegas, começava a entender e não podia creer... O que Sabrina lhe havia passado era gel lubrificante, o louco tomou um pouco nas mãos e começou a jogar nele, lentamente foi untando e dilatando, se acostumou e foi descendo, apoiou o ponto da sua verga no esfíncter de minha amada e pausadamente foi forçando, Sabrina gritava como uma cadela, 'vai matá-la' pensei, 'isso não vai entrar nesse buraco!'. Pouco a pouco foi cedendo, à medida que se relaxava, seu ânus se dilatava mais e mais, até que o tipo se deixou cair por seu peso e a meteu toda, ela pegou um grito, e adicionou:
-Como desejava ter uma pirilheira assim no meu ânus, dê-lhe! Dê-lhe! Rupture-o todo...
Isso tudo eu havia sacado o meu pitite e estava me acabando, sozinho no canto sem importar a ninguém, enquanto via como lhes faziam o ânus, pensar que em cinco anos não a havia entregue nunca. Passou o segundo, o terceiro tomou com os seus braços musculosos e a levantou como um papelito ao ar, ela apenas pesava cinquenta quilos, assim a trouxe se aproximando onde eu estava, ela refregava os peitos contra seu peito esculpido, e se pendurou do pescoço, seus pés ficaram longe do chão, o passou os braços entre suas pernas, as levantou uma a cada lado e a deixou cair até ensartar-lhe a concha até o fundo, assim a levantava e a soltava, como gritava, mais e mais, desceu uma mão para se acariciar seu púbis, seu clitóris, nisso outro a atacou por trás, não podia creer o que via, tinha duas pirilheiras dentro, uma na concha e outra no alto, minha bonequinha... Não sei. Quantos orgasmos mais ela teve, perdi a conta. Assim eles tiveram um tempo bom, um parado frente ao outro, a levantavam e a baixavam e ela se devorava ambos membros ao mesmo tempo.
Isso não duraria muito tempo mais, apesar deles irem se revezando e descansando, ela estava constantemente com uma ou duas pias dentro, quando se cansaram de lhe darem, atiraram-na na cama como uma sacola de batatas. Sabrina acomodou-se em quatro patas, apontando-me o cu e a concha para meu lado, perguntou se eu gostava do que via, enquanto se arqueava e sacava mais cu ainda, outra vez estava com meu pitéu duro. A ouvi reclamar Vamos garotos! Meu cu quer carne, enquanto separava seus cachetes com as mãos e oferecia tudo o que tinha, assim outro lance, de um em um, passavam uma perna a cada lado e enterravam a pija no cu ou na concha. Ela apenas respondia com gritos, que puta era...
Seu cu não tolerava tanta carne, cada um que passava ficava com metade da pija fora, em um momento um dos loucos metia e sacava a verga e os outros mostravam como haviam deixado o resto, seu esfíncter dilatado deixava um buraco de quatro ou cinco centímetros que não podia fechar. O loco continuou assim e ela implorou:
-Quero sua leite...
Ele lhe deu e deu até não aguentar mais, sacou o membro endurecido, apontou ao cratera e largou um jato de leite que se perdeu na profundidade. Depois outro e outro, até começar a rebolar, então meteu-se outra vez até o fundo fazendo sair a leite que correu pelos pendejos, pelos lábios e pela argola, enquanto ela não parava de refregear o clitoris.
Quando terminou disse:
-Você viu o que é uma pija! Isso é foder, agora masturbe-se para mim, disse. O show acabou...
Acomodou-se sobre a alfombra, a menos de um metro de onde eu estava, cara a cara, os três restantes a rodearam e ela começou a chupar seus membros, de um em um, ou juntando dois, e até os três Quero leite exigia cada tanto, um a um foram se aproximando para... Satisfazê-la, ela não sacava os seus olhos dos meus, eu ardía com o seu olhar, sua língua e seus lábios não paravam de se mover. Quando o primeiro estava pronto, aproximou-se do seu rosto, ela abriu a boca e passou a língua pela base da glande, começou a terminar, jorro após jorro foi recebendo a leite quente, ainda não havia terminado de sugá-la quando o segundo se jogou sobre ela, este derramava jorros como uma mangueira, um após outro, ela abria a boca mas era muito, saboreava, parte escapava por seus cachos e rolava até seus peitos, com suas mãos brincava neles fazendo um enchastro. Enquanto o último se preparava, com suas mãos corria os restos de leite para sua boca, ela a abriu e me mostrou como estava cheia de líquido branco, bebi todo, 'que rico!' disse abrindo novamente a boca e mostrando-a agora vazia. O quarto macho também chegava, lhe ofereci minha pija mas evidentemente preferiu a outra, de um bocado se meteu toda ela até o fundo da garganta, comia mais de meia verga do tipo, o louco reclamava de prazer, ela franzia a testa e apenas exclamava 'mmm! mmm!', o tipo estava descarregando seu esperma diretamente na garganta, Sabrina engolia tudo!
A petisa desbordava de prazer
-Podes me agarrar? - perguntei
-Agora não, você não queria ver? Estou exausta... - foi sua resposta
Não aguentei mais e terminei acabando no chão pela segunda vez…
Depois disso, concordamos em repetir essa experiência uma vez ao mês, preferia compartilhá-la a perderla, o tema é que ela cada vez esperava mais ansiosa esse dia e cada vez se afastava mais do meu lado, assim seguimos por dois anos, finalmente o desfecho, ela me deixou, foi embora com outro, era evidente que entre ambos havia 'uma diferença' que eu nunca poderia alcançar, devi supor desde o princípio… para mim segue sendo minha esposa, ainda a amo…
Se você for maior de idade pode escrever-me com título ‘SABRINA’ para dulces.placeres@live.com
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Sabrina es el nombre de mi esposa, ella es petisa, de un metro cincuenta y cinco de altura, pero es veneno en frasco chico, es terriblemente bonita, carita redondita llena de pecas, labios carnosos y nariz diminuta, el pelito castaño en corte carre y dos terribles ojazos azules. Su cuerpo es armónico, unas hermosas tetas, una diminuta cintura, un terrible culo redondito como una manzana y unas macizas piernas. Además tiene dos cualidades que hacen un coctel mortal para cualquier hombre, por un lado una forma de hablar muy seductora y casi siempre lo hace con doble intención, no le importa que yo esté presente, seduce a cuanto hombre puede, es su forma de ser, lo que se dice una calienta pijas, por otro lado su forma de vestir, siempre provocativa, su vestuario predilecto son pequeñas minifaldas, calzas de licra y pequeños top que apenas tapan sus pechos, en la calle no pasa desapercibida, todos se dan vuelta para observarla y le gritan de todo, a ella le encanta. Cuando íbamos a la playa usaba micro tangas, casi siempre rojas, atrás eran casi un hilo dental y siempre se iba a caminar así, casi en bolas, le encantaba rebolear el orto y que la miraran, sabía que a mí no me gustaba que hiciera eso pero me ignoraba totalmente.
Estábamos llegando a nuestro quinto año de matrimonio y los fuegos artificiales de los primeros tiempos se iban apagando, en la cama solo hacíamos sexo tradicional, casi nada de sexo oral y ni hablar de sexo anal, a pesar que yo sabía que ese culo no era virgen y que varias pijas habían pasado por el, cuando nos casamos el prontuario de Sabrina estaba más cerca de una puta de prostíbulo que de una monja de iglesia, yo lo sabía y lo acepté. Notaba que la relación se hacía distante a medida que pasaba el tiempo.
Por mi lado, me declaro un auténtico mirón, me encanta ver películas pornográficas y tengo una colección de fotos bajadas de internet, ella lo sabía, más de una vez me agarró ‘pegado’ a la computadora y tuvimos discusiones por este punto, a ella no le gustaba.
Un complejo que siempre tuve es mi pequeño pene, con viento a favor cuando está erecto no llega a los doce centímetros, siempre me dio vergüenza, dicen que no es cuestión de tamaño sino de saber usarla, pero siempre sospeché que a ella le faltaban centímetros de carne para ser una mujer completa….
Una vez mientras ella se estaba bañando, descubrí que había olvidado su diario íntimo sobre la cama, en realidad ignoraba que llevara un diario íntimo, y hasta ahora que lo pienso no sé si fue un descuido ó me lo dejó a propósito para que lo viera. No pude resistirme, lo tomé, leí algunos párrafos y confirmé mis pensamientos, añoraba las pijas grandes que se comía antes de conocerme, por suerte parecía aun serme fiel, pero… cuanto tiempo tardaría en ponerme los cuernos?. Lo acomodé como estaba y me fui con la computadora.
Dejé pasar un par de días, y la encaré decidido, le dije:
-Sé que te gustan las pijas grandes y yo no puedo dártelo, también se que te gusta sentirte observada y a mí me encanta mirar… entonces…. qué te parece si te haces coger bien con la condición que yo pueda mirarte?
-Si! me encanta la idea!
No lo dudó ni un instante, el menos hubiera disimulado un poco pensé….
Convenimos en que se busque uno ó dos machos por Internet que estén dispuestos a enfiestarse, dejé todo en sus manos.
Una semana después me dijo:
-Listo!, preparate que el Sábado por la tarde vienen los cuatro…
-Cuatro? - pregunté incrédulo - no dijimos uno ó dos?
Solo respondió con una sonrisa libidinosa…
El Sábado estaba nervioso, ella por el contrario esperaba el momento relajada, era una ‘experta’. Al atardecer mientras se daba una ducha llegaron los muchachos, los recibí, hablamos un rato haciendo tiempo. Los observé, eran musculosos, se notaban sus cuerpos trabajados, me sentí un poco celoso. Fiel a su costumbre, Sabrina salió del baño a recibirlos tan solo con una diminuta tanga celeste, sus pechos al aire como si nada, con su cabello húmedo y un rico perfume los encaró para saludarlos y los besó en la boca uno por uno, no tenía un dejo de vergüenza. Era impactante la imagen, ella descalza y tan chiquitita no llegaba a las tetillas de los machos, parecía una muñequita de juguete. Ellos me ignoraron y cuando empezaban a manosearla, me miró y me dijo:
-Andá a la pieza y esperanos, tengo que preparar la rutina…
Le hice caso, me acomodé en un sillón en el rincón, a un metro de la cama y esperé. Luego de unos diez minutos se abrió la puerta e ingresaron ellos, los cuatro completamente desnudos, no pude evitar mirar sus pijas…. guau! que cosas impresionantes, eran unas gruesas barras de carne de más de veinte centímetros, que pedazos de bestias! No podía creer que la petisa se fuera a comer todo eso, la putona sí que eligió ‘a lo grande’… Se acostaron en la cama uno al lado del otro con las piernas colgando a un costado, mientras se aseguraban de mantener erguidas esas moles, parecían cuatro rascacielos…
Luego entró Sabrina y me dijo:
-Preparate mi amor, te voy a dar el mejor show en vivo de tu vida…
Dicho esto se arrodilló entre las piernas de uno de los muchachos, mientras me miraba, tomo su miembro y lo masturbó suavemente, peló su glande, sacó la lengua apoyándola en la base fue subiendo lentamente hasta la punta como saboreando un helado, lo repitió una y otra vez, luego se concentró en su cabeza y por último, abriendo bien la boca se la metió adentro todo lo que pudo, hasta que le saltaron las lágrimas, estaba enloquecida, la verdad es que no recordaba que a mí me hubiera chupado así la pija alguna vez. De uno a uno fue pasando, como le gustaba chupar verga!!!
-Te gusta mi amor? - preguntó notando que yo estaba al palo y masajeado mi ‘paquetito’.
Cuando se cansó de chupar, acomodó a uno de los sementales boca arriba, se aseguró de darme un buen plano, pasó una pierna a su lado, corrió la tanga y apoyó la pija en su concha, la desproporción entre su culito y semejante verga no dejaba de sorprenderme, sin embargo ella se la fue comiendo centímetro a centímetro y cuando llegó a la mitad empezó a subir y bajar, una y otra vez, su hermoso orto redondito como una manzana se movía rítmicamente, le sobraba pija pensé en un principio, pero noté que en cada embate se comía otro pedacito, y otro y otro más hasta comérsela toda, no podía creer donde metía tanta carne… estaba enloquecida, gritaba como una chancha, pequeños orgasmos salían de lo más profundo de su ser, me decía:
-Sergio, ves? Esto si es coger!!! Qué hermosa pija! Me está rompiendo toda!
Yo tenía una mezcla de sensaciones, excitación y alegría por ella, frustración y celos por mi… así pasó uno a uno, me mostró como sus labios se saciaban y su argolla era penetrada por gruesas vergas.
O 'próximo ato' quase me matou... Sabrina tirou algo da mesa de luz e passou para um dos garotos, não vi quem era, estava intrigado, minha pirilheira estava fervendo, custava conter. Ela continuou, tomou dois grandes travesseiros que temos para decorar o quarto e os colocou um sobre outro, em seguida se recostou de barriga para baixo, deixando o peito contra a colcha e as nádegas sobre os travesseiros, seu culotinho ficou indefeso apontando para o teto, um se aproximou e, tirando, arrancou a calcinha para então abrir as nádegas, começava a entender e não podia creer... O que Sabrina lhe havia passado era gel lubrificante, o louco tomou um pouco nas mãos e começou a jogar nele, lentamente foi untando e dilatando, se acostumou e foi descendo, apoiou o ponto da sua verga no esfíncter de minha amada e pausadamente foi forçando, Sabrina gritava como uma cadela, 'vai matá-la' pensei, 'isso não vai entrar nesse buraco!'. Pouco a pouco foi cedendo, à medida que se relaxava, seu ânus se dilatava mais e mais, até que o tipo se deixou cair por seu peso e a meteu toda, ela pegou um grito, e adicionou:
-Como desejava ter uma pirilheira assim no meu ânus, dê-lhe! Dê-lhe! Rupture-o todo...
Isso tudo eu havia sacado o meu pitite e estava me acabando, sozinho no canto sem importar a ninguém, enquanto via como lhes faziam o ânus, pensar que em cinco anos não a havia entregue nunca. Passou o segundo, o terceiro tomou com os seus braços musculosos e a levantou como um papelito ao ar, ela apenas pesava cinquenta quilos, assim a trouxe se aproximando onde eu estava, ela refregava os peitos contra seu peito esculpido, e se pendurou do pescoço, seus pés ficaram longe do chão, o passou os braços entre suas pernas, as levantou uma a cada lado e a deixou cair até ensartar-lhe a concha até o fundo, assim a levantava e a soltava, como gritava, mais e mais, desceu uma mão para se acariciar seu púbis, seu clitóris, nisso outro a atacou por trás, não podia creer o que via, tinha duas pirilheiras dentro, uma na concha e outra no alto, minha bonequinha... Não sei. Quantos orgasmos mais ela teve, perdi a conta. Assim eles tiveram um tempo bom, um parado frente ao outro, a levantavam e a baixavam e ela se devorava ambos membros ao mesmo tempo.
Isso não duraria muito tempo mais, apesar deles irem se revezando e descansando, ela estava constantemente com uma ou duas pias dentro, quando se cansaram de lhe darem, atiraram-na na cama como uma sacola de batatas. Sabrina acomodou-se em quatro patas, apontando-me o cu e a concha para meu lado, perguntou se eu gostava do que via, enquanto se arqueava e sacava mais cu ainda, outra vez estava com meu pitéu duro. A ouvi reclamar Vamos garotos! Meu cu quer carne, enquanto separava seus cachetes com as mãos e oferecia tudo o que tinha, assim outro lance, de um em um, passavam uma perna a cada lado e enterravam a pija no cu ou na concha. Ela apenas respondia com gritos, que puta era...
Seu cu não tolerava tanta carne, cada um que passava ficava com metade da pija fora, em um momento um dos loucos metia e sacava a verga e os outros mostravam como haviam deixado o resto, seu esfíncter dilatado deixava um buraco de quatro ou cinco centímetros que não podia fechar. O loco continuou assim e ela implorou:
-Quero sua leite...
Ele lhe deu e deu até não aguentar mais, sacou o membro endurecido, apontou ao cratera e largou um jato de leite que se perdeu na profundidade. Depois outro e outro, até começar a rebolar, então meteu-se outra vez até o fundo fazendo sair a leite que correu pelos pendejos, pelos lábios e pela argola, enquanto ela não parava de refregear o clitoris.
Quando terminou disse:
-Você viu o que é uma pija! Isso é foder, agora masturbe-se para mim, disse. O show acabou...
Acomodou-se sobre a alfombra, a menos de um metro de onde eu estava, cara a cara, os três restantes a rodearam e ela começou a chupar seus membros, de um em um, ou juntando dois, e até os três Quero leite exigia cada tanto, um a um foram se aproximando para... Satisfazê-la, ela não sacava os seus olhos dos meus, eu ardía com o seu olhar, sua língua e seus lábios não paravam de se mover. Quando o primeiro estava pronto, aproximou-se do seu rosto, ela abriu a boca e passou a língua pela base da glande, começou a terminar, jorro após jorro foi recebendo a leite quente, ainda não havia terminado de sugá-la quando o segundo se jogou sobre ela, este derramava jorros como uma mangueira, um após outro, ela abria a boca mas era muito, saboreava, parte escapava por seus cachos e rolava até seus peitos, com suas mãos brincava neles fazendo um enchastro. Enquanto o último se preparava, com suas mãos corria os restos de leite para sua boca, ela a abriu e me mostrou como estava cheia de líquido branco, bebi todo, 'que rico!' disse abrindo novamente a boca e mostrando-a agora vazia. O quarto macho também chegava, lhe ofereci minha pija mas evidentemente preferiu a outra, de um bocado se meteu toda ela até o fundo da garganta, comia mais de meia verga do tipo, o louco reclamava de prazer, ela franzia a testa e apenas exclamava 'mmm! mmm!', o tipo estava descarregando seu esperma diretamente na garganta, Sabrina engolia tudo!
A petisa desbordava de prazer
-Podes me agarrar? - perguntei
-Agora não, você não queria ver? Estou exausta... - foi sua resposta
Não aguentei mais e terminei acabando no chão pela segunda vez…
Depois disso, concordamos em repetir essa experiência uma vez ao mês, preferia compartilhá-la a perderla, o tema é que ela cada vez esperava mais ansiosa esse dia e cada vez se afastava mais do meu lado, assim seguimos por dois anos, finalmente o desfecho, ela me deixou, foi embora com outro, era evidente que entre ambos havia 'uma diferença' que eu nunca poderia alcançar, devi supor desde o princípio… para mim segue sendo minha esposa, ainda a amo…
Se você for maior de idade pode escrever-me com título ‘SABRINA’ para dulces.placeres@live.com
0 comentários - Sabrina