No dejes de pasar por mi mejor post
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No te vas a arrepentir!
MARIQUITA, EL INICIO
Para entender mi presente, hay que conocer mi pasado, y de eso se trata mi historia, como fue mi vida y como fue mi primera vez
Mis padres profesan la religión testigos de Jehová, y eso fue lo que me marcó desde que tuve conciencia de mi existencia.
Hija menor, y única mujer entre cuatro hermanos, siempre fui la niña mimada de papá y la hermanita celada por los mayores.
Papá trabajaba en un frigorífico despostando carne, en esos días no había tanta tecnología y todos los cortes vacunos se hacían a mano.
Siempre recordaré los atardeceres cuando caía el sol, él llegaba con un olor horrible impregnado en sus ropas, podía adivinar su llegada antes que tocara la puerta.
Esa era su vida y así ponía el pan sobre la mesa.
Pero los domingos era diferente, se transformaba, papá es un hombre de gran contextura y usa unos bigotes afilados pasados de época, solía mirarlo como se los acomodaba pacientemente, como se ponía su impecable camisa blanca y su corbata negra, perfecto, se perfumaba y solo salíamos de puerta en puerta a predicar la palabra del Señor.
Salíamos con otras familias y los hombres solían ir por su lado, él iba con mis tres hermanos, tan impecables como él, a mí me tocaba acompañar a mamá y las otras chicas, todas con polleras largas casi hasta el piso, aunque fuéramos pequeñas.
Y vivimos miles de historias y tengo miles de anécdotas.
A los quince años ya era toda una señorita, recuerdo que mamá me compraba ropas holgadas para disimular mis pechos y mis caderas, puesto que ya era bastante llamativa en comparación con las chicas de mi edad y papá se mostraba especialmente celoso por su pequeña.
Francisco era uno de los tantos chicos del culto, a quien conocía de peque, apenas un año mayor, pero en esos días de juventud, con la excusa de la amistad con mis hermanos él empezó a visitarme casi a diario y pronto se hizo evidente cuales eran sus intenciones.
Papá estaba feliz con Francisco, un chico educado, trabajador, estudioso, y lo más importante, también era testigo.
Aun no cumplía los diecisiete cuando contrajimos matrimonio, había sido mi único novio y como correspondía habíamos llegado vírgenes a nuestra noche de bodas.
Empezamos nuestra convivencia y dos años más tarde le surgió una oportunidad laboral en otro sitio, muy al norte, a unos quinientos quilómetros de distancia de nuestro hogar.
Salvo la distancia, todo era perfecto, y partimos con nuestras ilusiones.
Empezamos nuestra nueva vida y las cosas cambiarían rápidamente, Francisco cambiaría, los aires del norte parecieron afectarle, se mostró distante, reacio, empezamos a discutir por pavadas y empezaron las críticas sobre nuestra sexualidad, me tildaba de 'desabrida' puesto que yo no lo complacía como él deseaba, empezó a renegar de Jehová y ya no quiso salir a predicar y todo se fue convirtiendo en una imparable bola de nieve.
Yo no podía, o no quería entender que sucedía, seguro el entorno laboral, había empezado a salir con amigos y a regresar tarde, con olor a alcohol.
Tenía veintidós recién cumplidos cunado el me dejó por otra, solo me dijo 'que ya no me amaba y a la mierda con la puta religión, que había encontrado una verdadera mujer', Francisco preparó su maleta, cerró la puerta y jamás lo volví a ver.
Me quedé sola en un lugar lejano, la primera opción era volver a mi tierra, pero eso implicaba estar otra vez bajo el ala de papá, y en ese momento yo estaba muy molesta, sentía que toda mi vida había sido una farsa, que mi Dios me había fallado y ya no quería más de lo mismo, basta de tratar de convencer a las demás personas de algo que yo misma ya no creía.
Me decidí por la segunda opción, borrón y cuenta nueva, a empezar de nuevo, una segunda oportunidad.
También tuve que asumir una cosa, acostumbrada a que papá o Francisco trajeran el dinero a casa, al igual que mamá solo había aprendido a ser ama de casa, siempre de la puerta hacia adentro.
Empecé a buscar alguna carrera para estudiar, de corto alcance para tener alguna salida laboral, pero también debía ganarme unas monedas para mantenerme. Así fue que hice lo que mejor sabía hacer, personal doméstico, encontré algunas oportunidades casuales y entre ellas conocería a mi mentor, Agustín Pagliero.
Agustín era un tipo que pisaba los cincuenta, bien conservado, con algunas canas que ya marcaban su edad, un bohemio, mujeriego, jamás había tenido una pareja estable, decía que con tantas mujeres bonitas no veía el motivo para atarse a ninguna. Era un busca vidas, se levantaba a media mañana y se iba al café de la esquina, 'a buscar pichones' como el mismo decía, solo buscaba personas inocentes para hacer negocios y era muy hábil en ello.
Yo iba dos o tres veces por semana a ordenar su desorden, era un tipo muy desprolijo y el solía observarme como yo hacía los quehaceres, decía que tanta pulcritud le crispaban los nervios.
Pero esa convivencia laboral y las charlas de por medio nos llevó a conocernos, y como yo conocí su vida, él supo todo sobre la mía, yo le mencionaba de lo desordenado que era y él me mencionaba sobre culo que tenía, yo le preguntaba por su anciana madre y el me preguntaba cómo era en la cama, yo observaba los cuadros que pintaba y el me observaba las tetas, le hablaba de Jehová y él me hablaba de lo puta que me haría.
Así fueron esos días y el empezó a meterme en la cabeza sus ideas, que él tenía verga, y que las mujeres estábamos diseñadas para complacerlos, era nuestro único objetivo, ser mariquita sumisa, a voluntad de un buen macho, para satisfacer todos sus deseos, sin reparos, sin protestas.
Me dijo que el me haría una buena mariquita y solo me preparó para hacerme a su medida. No fue de un día para el otro, pero llegó el momento en que Agustín se había apoderado de lo más peligroso que podía apoderarse, de mi voluntad, porque llegó la noche en que yo ya no tenía poder de decisión sobre mí misma, yo haría lo que él quisiera que hiciese.
Aclaro que mi transformación no fue un abrir y cerrar de ojos, ocurrió paso a paso, pero cuando había llegado el momento, yo era otra mujer y él lo había hecho posible.
Fui temprano a su casa, según me lo había indicado, sería una noche de paseo, cine y cena, según me había adelantado, solo que yo sería su mariquita obediente y mi única satisfacción sería consentirlo en todos sus deseos.
Honestamente tenía mucha curiosidad y Agustín se había transformado para mí en mi nuevo Mesías, como el mismo solía decir.
Fuimos a su cuarto, sobre la cama había un vestido de licra, en negro profundo, era muy bonito, pero no era para mí, nunca me había puesto nada igual, sin embargo, Agustín me dijo que saldríamos y que yo usaría 'eso', y además levantó la apuesta, 'sin ropa interior', yo intenté protestar, pero rápidamente me hizo comprender que yo sería su puta mariquita y eso es lo que él quería
Le hice caso, dejé mi ropa interior a un lado, y me puse dentro de ese diminuto vestido, se había pegado a mi piel en una forma increíble, no tenía breteles por lo que mis pechos eran el único sostén, y era demasiado corto por lo que apenas me llegaba a la línea donde terminan los glúteos y empiezan las piernas.
Me miré frente al espejo de su habitación, me veía una puta, era la primera vez que no usaba un vestido hasta los pies, mie piernas resultaban atractivas, descubrí con asombro el llamativo culo que tenía y la forma en que se marcaban mis tetas.
Mis pechos parecían querer escapar por lo que subí un poco el vestido, pero entonces noté que se desnudaban parte de mis nalgas, era un juego macabro, era menos que justo y solo recordar que estaba desnuda por abajo solo hacía que me excitara imaginando.
Es que notaba como se marcaban los pezones y como mi sexo supuraba humedad, y más trataba de evitarlo peor era.
Salí del cuarto para que los ojos de Agustín me devoraran y la situación fue muy caliente, me pidió que me pusiera mis zapatos de tacos altos que me recogiera el cabello, le pregunté si así estaba bien, y también como seguiría el juego, porque hasta aquí mi ex seguía siendo mi único hombre, no había intimado con nadie más, pero era evidente que esta nueva versión de mujer estaba lista para ser una fiel sumisa.
El solo se sonrió y no dio más detalles, fuimos entonces hasta su coche y fue cuando noté que al caminar el vestido se subía por detrás y se bajaba por delante, era una situación desesperadamente incómoda puesto que inconscientemente mis manos se ocupaban de llevar todo a su lugar, una y otra vez. Toda mi crianza había estado de la mano de Dios, y ahora me encaminaba a las puertas del infierno.
Llegamos al paseo de compras, un lugar lujoso, con vidrieras de las mejores y más caras marcas, donde el común de la gente solía disfrutar una salida, un sitio muy familiar donde una chica voluptuosa con un diminuto vestido rayando lo vulgar sería centro de miradas indiscretas, y eso era justamente lo que Agustín estaba buscando.
Y ahí fuimos, con la sensación de que el vestido se subía, o se bajaba, acomodándomelo una y otra vez al borde de la histeria. Lo peor fue subir por las escaleras mecánicas, no tenía ropa interior y eso podía notarlo cualquier persona que naturalmente quedara en un plano inferior, no sabía qué hacer y Agustín se encargó una y otra vez de jugar ese juego, disfrutando especialmente esa situación.
Después de sacarse las ganas de hacerme ver como la puta del lugar, Agustín sacó un par de entradas para una película al azar en el complejo de cines del lugar. Y ahí fuimos, en la zona media de la sala, y pronto comprobaría que era más de los juegos que él tenía en mente, pocos minutos después que las luces se apagaron y las siluetas de los presentes apenas se distinguían por la tenue luminosidad de la pantalla, mi mentor tomó una de mis manos y la llevó sobre su sexo, por sobre el pantalón y me hizo notar que estaba duro como una piedra.
Solo por instinto intenté retirarla, es que, con mis años, Francisco había sido el único hombre en mi vida y esta relación impropia que florecía solo empezaba a poner mi mundo patas para arriba.
Pero pronto comprendería que él era mi nuevo amo, y yo solo su esclava, y pronto comprendería que no había ninguna intención de compartir una película. Agustín había desnudado su pija, me tomó con su mano por la nuca, me llevó a su lado y en un susurro me dijo al oído
- Vamos a ver qué tan buena mariquita sos...
And then he just took me down, made me put his sex in my mouth and started to choke me, because he wouldn't let me do anything, the only one pushing my head down with the force of his arms and I only felt myself choking, felt his glans in my throat, it was so deep that with my lips it reached his testicles, I felt like I couldn't, felt nausea but he pushed more and more, my eyes filled with tears and I was only given to his games.
My hands were trying to push against his legs to get away, but he was a man and I couldn't resist, I felt like a dirty slut, delivered and violated.
I was totally lost in that place, at that site, I didn't have any willpower, I was only at his feet, suddenly his warm semen burst into my esophagus because it was so deep inside me that I couldn't feel anything else, just the heat of his juices straight to my stomach until nothing was left, while he still pressed my head down.
Only after that did he let me get up and settle in, it was when I had a few seconds to take stock of my surroundings, I felt ashamed because, despite the movie and the darkness, the truth is that I was surrounded by people. My eyes couldn't see, flooded with tears and my mouth still had mixtures of saliva and semen.
But what was most embarrassing for me was realizing what was happening to me, because in the heat of oral sex I hadn't been able to notice it, I noticed curiously that I was wet, my fluids had dripped down my legs, through my dress, even onto the chair in the room. I told Agustín that I needed to go to the bathroom, I couldn't take any more of all this.
I got up quickly, taking advantage of the darkness in the room and almost looking at the floor and almost running, went to the ladies' bathroom.
The mirror image surprised me, a slut, my makeup was smeared, my face disfigured, still with pain in my jaw and deep in my throat, but if that image surprised me, it would be my surprise when I went to pee, my pussy was flooded, wet like never and the sole friction of my clitoris with the toilet paper made me shiver. I managed as best I could and before leaving, again in front of the mirror, I tried to re-adjust the tiny dress, trying to stretch it a bit more than necessary. When leaving, I noticed that Agustín was waiting for me at the entrance door, with a very winner-like smile, there was still half an hour left until the movie ended, but honestly no one cared about that movie, so we went to the dining patio. I would have expected him, out of courtesy, to go get food, but Agustín sat comfortably at one of the tables and told me that his little girl should please him, that I should go get some hamburgers and, besides, be generous with my ass movements since he would be watching. And there I went, moving my butt over the high tacos, with the contained impulse to lower it because I felt it was rising again, but I knew he was looking at me, and I felt myself getting wet again, and it was a curse, because the more I tried not to think about all that, the more I got wet and I felt my juices starting to slide between my legs. Again I sat down, facing each other, hamburgers, potatoes, and sodas in between, and Agustín's gaze reaching my soul, he just looked at me provocatively, he was direct, without beating around the bush, and my nervousness made my nipples stand out more and more. At one point, he intentionally dropped a pair of potatoes on the floor, and before bending down to pick them up, he said Open your legs, I want to see your pussy. It was very erotic, so I did it discreetly, he bent down and showed me what he wanted to see, I was totally out of myself, with feelings I had never experienced in my life. He stood up and told me Now touch yourself, put your fingers in and then I want to see you suck.... It was madness, there were at least fifty people in that place, and while each one did their own thing, unaware of what was happening in our table, the truth is that we had zero privacy and that made everything very crazy, plus I started to understand that that little queen role, like he called me, fit me like a glove.
I looked around, slowly brought my fingers to my sex, moistened them with my juices, and then began to lick them as my male companion watched intently. He ordered me to continue touching him under the table.
I lowered my hand again and placed it between my legs, Agustín was staring at me, but I responded with a defiant gaze while caressing my pussy, forgetting about the surroundings, my breathing quickening, my cheeks flushing.
I felt very strong spasms, bit my lips hard to contain the moans, he laughed, and I struggled between the joy of a contained orgasm and the arduous task of going unnoticed and making sure no one noticed what was happening.
When I regained my composure, I discovered that I had had my first real orgasm in life, it was huge, I was scared because the Bible didn't talk about it, nor had anyone explained it to me, it was a sin to touch myself, and with Francisco, my only man, I only fulfilled my role as a woman.
I was excited, and we only finished eating, Agustín wasn't much more than a stranger who was pulling out an unknown slut from me, who without intimacy had forced me to suck his cock in the cinema and make me masturbate in a public place, could I expect something more?
We left around midnight on Saturday night, and we slipped away through one of the side streets of the complex. In just a few minutes, we were walking through some not-so-peaceful places, and I started to get nervous.
At a dimly lit corner, we ran into some guys drinking beer, who seemed my age, and they began to bother us, obviously, I looked like a slut and he seemed very old next to me, they laughed and said things like 'your daughter is yummy' 'grandpa, you're supposed to be sleeping' 'old man' terrible slut you got yourself', then Agustín told me to wait on the side, that he had to take care of men's things. He left me about ten meters away and went to talk to the boys, talking so low I couldn't hear anything, just sensed that I was the center of this conversation, the guys were no longer chattering and looked at me in a striking way, if before I was nervous now I was shaking. It was when they came for me, and in the dim light, I noticed in Agustín's eyes that this was all about, almost dragged me to a stinky alley and felt my cunts sinking into the mud, I wanted to resist a bit but my man told me Calm down little girl... remember you don't have a cock, your function on this planet is to satisfy men, you don't have willpower and your pleasure is pleasing them, so just do your job. He lit a cigar and stepped aside, where I couldn't see him anymore, in the blink of an eye I was on my knees, felt the cold mud sticking to my skin and the aroma of nearby trash cans making me nauseous, but there wasn't time, only no time... My dress was rolled up around my waist, they had pulled it down, pushed it up, squeezed my tits, gave me spanks, called me a slut and only let them have me by the mouth, didn't let me do anything, just took turns shoving their sex in my mouth, one after another, as if I was just a piece of meat. Someone pushed me from behind, and also my elbows and hands ended up in the mud, I ended up on all fours and it was my turn to get pussy-fucked, one by one, like Agustín said, I had no willpower and my role as little girl was only to give pleasure, I bit my lips when one stuck it in my ass, I was going to hell, and just moaned letting them do whatever they wanted. When they were done playing with me, they came straight at my face and aimed at my face, filled my face with semen, one after another, my forehead, my eyes, my mouth. until my hair that I took such care of with so much diligence. When they finished, they only kept their arms and thanked old Agustín for the gift.
I was exhausted, couldn't take it anymore, and if that man's goal was to break my will, he had succeeded, I was delivered, sat in the mud, couldn't take it anymore, all dirty, with a dress wrapped around my belly, no underwear, humiliated, it hurt my pussy, I had lost my virginity from my ass and my face was dripping with semen from strangers.
Agustín approached me from the darkness, threw his handkerchief at me with disdain and told me to clean up a bit, that we had to go back home and that in my state I would stain the upholstery of his car
That would be the end of my initiation as a little girl, between a past seeking heaven and a present that would take me straight to hell, I chose to burn eternally like Eve, I had taken the forbidden apple and that apple tasted delicious
I stayed with Agustín, I like cleaning and organizing his things, he keeps me, I don't mind saying it, and my will is his will, I like pleasing him, him, his friends, his men, if they are happy, then I am happy.
If you liked this story, you can write to me with the title 'MARIQUITA, EL INICIO' at dulces.placeres@live.com
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No te vas a arrepentir!
MARIQUITA, EL INICIO
Para entender mi presente, hay que conocer mi pasado, y de eso se trata mi historia, como fue mi vida y como fue mi primera vez
Mis padres profesan la religión testigos de Jehová, y eso fue lo que me marcó desde que tuve conciencia de mi existencia.
Hija menor, y única mujer entre cuatro hermanos, siempre fui la niña mimada de papá y la hermanita celada por los mayores.
Papá trabajaba en un frigorífico despostando carne, en esos días no había tanta tecnología y todos los cortes vacunos se hacían a mano.
Siempre recordaré los atardeceres cuando caía el sol, él llegaba con un olor horrible impregnado en sus ropas, podía adivinar su llegada antes que tocara la puerta.
Esa era su vida y así ponía el pan sobre la mesa.
Pero los domingos era diferente, se transformaba, papá es un hombre de gran contextura y usa unos bigotes afilados pasados de época, solía mirarlo como se los acomodaba pacientemente, como se ponía su impecable camisa blanca y su corbata negra, perfecto, se perfumaba y solo salíamos de puerta en puerta a predicar la palabra del Señor.
Salíamos con otras familias y los hombres solían ir por su lado, él iba con mis tres hermanos, tan impecables como él, a mí me tocaba acompañar a mamá y las otras chicas, todas con polleras largas casi hasta el piso, aunque fuéramos pequeñas.
Y vivimos miles de historias y tengo miles de anécdotas.
A los quince años ya era toda una señorita, recuerdo que mamá me compraba ropas holgadas para disimular mis pechos y mis caderas, puesto que ya era bastante llamativa en comparación con las chicas de mi edad y papá se mostraba especialmente celoso por su pequeña.
Francisco era uno de los tantos chicos del culto, a quien conocía de peque, apenas un año mayor, pero en esos días de juventud, con la excusa de la amistad con mis hermanos él empezó a visitarme casi a diario y pronto se hizo evidente cuales eran sus intenciones.
Papá estaba feliz con Francisco, un chico educado, trabajador, estudioso, y lo más importante, también era testigo.
Aun no cumplía los diecisiete cuando contrajimos matrimonio, había sido mi único novio y como correspondía habíamos llegado vírgenes a nuestra noche de bodas.
Empezamos nuestra convivencia y dos años más tarde le surgió una oportunidad laboral en otro sitio, muy al norte, a unos quinientos quilómetros de distancia de nuestro hogar.
Salvo la distancia, todo era perfecto, y partimos con nuestras ilusiones.
Empezamos nuestra nueva vida y las cosas cambiarían rápidamente, Francisco cambiaría, los aires del norte parecieron afectarle, se mostró distante, reacio, empezamos a discutir por pavadas y empezaron las críticas sobre nuestra sexualidad, me tildaba de 'desabrida' puesto que yo no lo complacía como él deseaba, empezó a renegar de Jehová y ya no quiso salir a predicar y todo se fue convirtiendo en una imparable bola de nieve.
Yo no podía, o no quería entender que sucedía, seguro el entorno laboral, había empezado a salir con amigos y a regresar tarde, con olor a alcohol.
Tenía veintidós recién cumplidos cunado el me dejó por otra, solo me dijo 'que ya no me amaba y a la mierda con la puta religión, que había encontrado una verdadera mujer', Francisco preparó su maleta, cerró la puerta y jamás lo volví a ver.
Me quedé sola en un lugar lejano, la primera opción era volver a mi tierra, pero eso implicaba estar otra vez bajo el ala de papá, y en ese momento yo estaba muy molesta, sentía que toda mi vida había sido una farsa, que mi Dios me había fallado y ya no quería más de lo mismo, basta de tratar de convencer a las demás personas de algo que yo misma ya no creía.
Me decidí por la segunda opción, borrón y cuenta nueva, a empezar de nuevo, una segunda oportunidad.
También tuve que asumir una cosa, acostumbrada a que papá o Francisco trajeran el dinero a casa, al igual que mamá solo había aprendido a ser ama de casa, siempre de la puerta hacia adentro.
Empecé a buscar alguna carrera para estudiar, de corto alcance para tener alguna salida laboral, pero también debía ganarme unas monedas para mantenerme. Así fue que hice lo que mejor sabía hacer, personal doméstico, encontré algunas oportunidades casuales y entre ellas conocería a mi mentor, Agustín Pagliero.
Agustín era un tipo que pisaba los cincuenta, bien conservado, con algunas canas que ya marcaban su edad, un bohemio, mujeriego, jamás había tenido una pareja estable, decía que con tantas mujeres bonitas no veía el motivo para atarse a ninguna. Era un busca vidas, se levantaba a media mañana y se iba al café de la esquina, 'a buscar pichones' como el mismo decía, solo buscaba personas inocentes para hacer negocios y era muy hábil en ello.
Yo iba dos o tres veces por semana a ordenar su desorden, era un tipo muy desprolijo y el solía observarme como yo hacía los quehaceres, decía que tanta pulcritud le crispaban los nervios.
Pero esa convivencia laboral y las charlas de por medio nos llevó a conocernos, y como yo conocí su vida, él supo todo sobre la mía, yo le mencionaba de lo desordenado que era y él me mencionaba sobre culo que tenía, yo le preguntaba por su anciana madre y el me preguntaba cómo era en la cama, yo observaba los cuadros que pintaba y el me observaba las tetas, le hablaba de Jehová y él me hablaba de lo puta que me haría.
Así fueron esos días y el empezó a meterme en la cabeza sus ideas, que él tenía verga, y que las mujeres estábamos diseñadas para complacerlos, era nuestro único objetivo, ser mariquita sumisa, a voluntad de un buen macho, para satisfacer todos sus deseos, sin reparos, sin protestas.
Me dijo que el me haría una buena mariquita y solo me preparó para hacerme a su medida. No fue de un día para el otro, pero llegó el momento en que Agustín se había apoderado de lo más peligroso que podía apoderarse, de mi voluntad, porque llegó la noche en que yo ya no tenía poder de decisión sobre mí misma, yo haría lo que él quisiera que hiciese.
Aclaro que mi transformación no fue un abrir y cerrar de ojos, ocurrió paso a paso, pero cuando había llegado el momento, yo era otra mujer y él lo había hecho posible.
Fui temprano a su casa, según me lo había indicado, sería una noche de paseo, cine y cena, según me había adelantado, solo que yo sería su mariquita obediente y mi única satisfacción sería consentirlo en todos sus deseos.
Honestamente tenía mucha curiosidad y Agustín se había transformado para mí en mi nuevo Mesías, como el mismo solía decir.
Fuimos a su cuarto, sobre la cama había un vestido de licra, en negro profundo, era muy bonito, pero no era para mí, nunca me había puesto nada igual, sin embargo, Agustín me dijo que saldríamos y que yo usaría 'eso', y además levantó la apuesta, 'sin ropa interior', yo intenté protestar, pero rápidamente me hizo comprender que yo sería su puta mariquita y eso es lo que él quería
Le hice caso, dejé mi ropa interior a un lado, y me puse dentro de ese diminuto vestido, se había pegado a mi piel en una forma increíble, no tenía breteles por lo que mis pechos eran el único sostén, y era demasiado corto por lo que apenas me llegaba a la línea donde terminan los glúteos y empiezan las piernas.
Me miré frente al espejo de su habitación, me veía una puta, era la primera vez que no usaba un vestido hasta los pies, mie piernas resultaban atractivas, descubrí con asombro el llamativo culo que tenía y la forma en que se marcaban mis tetas.
Mis pechos parecían querer escapar por lo que subí un poco el vestido, pero entonces noté que se desnudaban parte de mis nalgas, era un juego macabro, era menos que justo y solo recordar que estaba desnuda por abajo solo hacía que me excitara imaginando.
Es que notaba como se marcaban los pezones y como mi sexo supuraba humedad, y más trataba de evitarlo peor era.
Salí del cuarto para que los ojos de Agustín me devoraran y la situación fue muy caliente, me pidió que me pusiera mis zapatos de tacos altos que me recogiera el cabello, le pregunté si así estaba bien, y también como seguiría el juego, porque hasta aquí mi ex seguía siendo mi único hombre, no había intimado con nadie más, pero era evidente que esta nueva versión de mujer estaba lista para ser una fiel sumisa.
El solo se sonrió y no dio más detalles, fuimos entonces hasta su coche y fue cuando noté que al caminar el vestido se subía por detrás y se bajaba por delante, era una situación desesperadamente incómoda puesto que inconscientemente mis manos se ocupaban de llevar todo a su lugar, una y otra vez. Toda mi crianza había estado de la mano de Dios, y ahora me encaminaba a las puertas del infierno.
Llegamos al paseo de compras, un lugar lujoso, con vidrieras de las mejores y más caras marcas, donde el común de la gente solía disfrutar una salida, un sitio muy familiar donde una chica voluptuosa con un diminuto vestido rayando lo vulgar sería centro de miradas indiscretas, y eso era justamente lo que Agustín estaba buscando.
Y ahí fuimos, con la sensación de que el vestido se subía, o se bajaba, acomodándomelo una y otra vez al borde de la histeria. Lo peor fue subir por las escaleras mecánicas, no tenía ropa interior y eso podía notarlo cualquier persona que naturalmente quedara en un plano inferior, no sabía qué hacer y Agustín se encargó una y otra vez de jugar ese juego, disfrutando especialmente esa situación.
Después de sacarse las ganas de hacerme ver como la puta del lugar, Agustín sacó un par de entradas para una película al azar en el complejo de cines del lugar. Y ahí fuimos, en la zona media de la sala, y pronto comprobaría que era más de los juegos que él tenía en mente, pocos minutos después que las luces se apagaron y las siluetas de los presentes apenas se distinguían por la tenue luminosidad de la pantalla, mi mentor tomó una de mis manos y la llevó sobre su sexo, por sobre el pantalón y me hizo notar que estaba duro como una piedra.
Solo por instinto intenté retirarla, es que, con mis años, Francisco había sido el único hombre en mi vida y esta relación impropia que florecía solo empezaba a poner mi mundo patas para arriba.
Pero pronto comprendería que él era mi nuevo amo, y yo solo su esclava, y pronto comprendería que no había ninguna intención de compartir una película. Agustín había desnudado su pija, me tomó con su mano por la nuca, me llevó a su lado y en un susurro me dijo al oído
- Vamos a ver qué tan buena mariquita sos...
And then he just took me down, made me put his sex in my mouth and started to choke me, because he wouldn't let me do anything, the only one pushing my head down with the force of his arms and I only felt myself choking, felt his glans in my throat, it was so deep that with my lips it reached his testicles, I felt like I couldn't, felt nausea but he pushed more and more, my eyes filled with tears and I was only given to his games.
My hands were trying to push against his legs to get away, but he was a man and I couldn't resist, I felt like a dirty slut, delivered and violated.
I was totally lost in that place, at that site, I didn't have any willpower, I was only at his feet, suddenly his warm semen burst into my esophagus because it was so deep inside me that I couldn't feel anything else, just the heat of his juices straight to my stomach until nothing was left, while he still pressed my head down.
Only after that did he let me get up and settle in, it was when I had a few seconds to take stock of my surroundings, I felt ashamed because, despite the movie and the darkness, the truth is that I was surrounded by people. My eyes couldn't see, flooded with tears and my mouth still had mixtures of saliva and semen.
But what was most embarrassing for me was realizing what was happening to me, because in the heat of oral sex I hadn't been able to notice it, I noticed curiously that I was wet, my fluids had dripped down my legs, through my dress, even onto the chair in the room. I told Agustín that I needed to go to the bathroom, I couldn't take any more of all this.
I got up quickly, taking advantage of the darkness in the room and almost looking at the floor and almost running, went to the ladies' bathroom.
The mirror image surprised me, a slut, my makeup was smeared, my face disfigured, still with pain in my jaw and deep in my throat, but if that image surprised me, it would be my surprise when I went to pee, my pussy was flooded, wet like never and the sole friction of my clitoris with the toilet paper made me shiver. I managed as best I could and before leaving, again in front of the mirror, I tried to re-adjust the tiny dress, trying to stretch it a bit more than necessary. When leaving, I noticed that Agustín was waiting for me at the entrance door, with a very winner-like smile, there was still half an hour left until the movie ended, but honestly no one cared about that movie, so we went to the dining patio. I would have expected him, out of courtesy, to go get food, but Agustín sat comfortably at one of the tables and told me that his little girl should please him, that I should go get some hamburgers and, besides, be generous with my ass movements since he would be watching. And there I went, moving my butt over the high tacos, with the contained impulse to lower it because I felt it was rising again, but I knew he was looking at me, and I felt myself getting wet again, and it was a curse, because the more I tried not to think about all that, the more I got wet and I felt my juices starting to slide between my legs. Again I sat down, facing each other, hamburgers, potatoes, and sodas in between, and Agustín's gaze reaching my soul, he just looked at me provocatively, he was direct, without beating around the bush, and my nervousness made my nipples stand out more and more. At one point, he intentionally dropped a pair of potatoes on the floor, and before bending down to pick them up, he said Open your legs, I want to see your pussy. It was very erotic, so I did it discreetly, he bent down and showed me what he wanted to see, I was totally out of myself, with feelings I had never experienced in my life. He stood up and told me Now touch yourself, put your fingers in and then I want to see you suck.... It was madness, there were at least fifty people in that place, and while each one did their own thing, unaware of what was happening in our table, the truth is that we had zero privacy and that made everything very crazy, plus I started to understand that that little queen role, like he called me, fit me like a glove.
I looked around, slowly brought my fingers to my sex, moistened them with my juices, and then began to lick them as my male companion watched intently. He ordered me to continue touching him under the table.
I lowered my hand again and placed it between my legs, Agustín was staring at me, but I responded with a defiant gaze while caressing my pussy, forgetting about the surroundings, my breathing quickening, my cheeks flushing.
I felt very strong spasms, bit my lips hard to contain the moans, he laughed, and I struggled between the joy of a contained orgasm and the arduous task of going unnoticed and making sure no one noticed what was happening.
When I regained my composure, I discovered that I had had my first real orgasm in life, it was huge, I was scared because the Bible didn't talk about it, nor had anyone explained it to me, it was a sin to touch myself, and with Francisco, my only man, I only fulfilled my role as a woman.
I was excited, and we only finished eating, Agustín wasn't much more than a stranger who was pulling out an unknown slut from me, who without intimacy had forced me to suck his cock in the cinema and make me masturbate in a public place, could I expect something more?
We left around midnight on Saturday night, and we slipped away through one of the side streets of the complex. In just a few minutes, we were walking through some not-so-peaceful places, and I started to get nervous.
At a dimly lit corner, we ran into some guys drinking beer, who seemed my age, and they began to bother us, obviously, I looked like a slut and he seemed very old next to me, they laughed and said things like 'your daughter is yummy' 'grandpa, you're supposed to be sleeping' 'old man' terrible slut you got yourself', then Agustín told me to wait on the side, that he had to take care of men's things. He left me about ten meters away and went to talk to the boys, talking so low I couldn't hear anything, just sensed that I was the center of this conversation, the guys were no longer chattering and looked at me in a striking way, if before I was nervous now I was shaking. It was when they came for me, and in the dim light, I noticed in Agustín's eyes that this was all about, almost dragged me to a stinky alley and felt my cunts sinking into the mud, I wanted to resist a bit but my man told me Calm down little girl... remember you don't have a cock, your function on this planet is to satisfy men, you don't have willpower and your pleasure is pleasing them, so just do your job. He lit a cigar and stepped aside, where I couldn't see him anymore, in the blink of an eye I was on my knees, felt the cold mud sticking to my skin and the aroma of nearby trash cans making me nauseous, but there wasn't time, only no time... My dress was rolled up around my waist, they had pulled it down, pushed it up, squeezed my tits, gave me spanks, called me a slut and only let them have me by the mouth, didn't let me do anything, just took turns shoving their sex in my mouth, one after another, as if I was just a piece of meat. Someone pushed me from behind, and also my elbows and hands ended up in the mud, I ended up on all fours and it was my turn to get pussy-fucked, one by one, like Agustín said, I had no willpower and my role as little girl was only to give pleasure, I bit my lips when one stuck it in my ass, I was going to hell, and just moaned letting them do whatever they wanted. When they were done playing with me, they came straight at my face and aimed at my face, filled my face with semen, one after another, my forehead, my eyes, my mouth. until my hair that I took such care of with so much diligence. When they finished, they only kept their arms and thanked old Agustín for the gift.
I was exhausted, couldn't take it anymore, and if that man's goal was to break my will, he had succeeded, I was delivered, sat in the mud, couldn't take it anymore, all dirty, with a dress wrapped around my belly, no underwear, humiliated, it hurt my pussy, I had lost my virginity from my ass and my face was dripping with semen from strangers.
Agustín approached me from the darkness, threw his handkerchief at me with disdain and told me to clean up a bit, that we had to go back home and that in my state I would stain the upholstery of his car
That would be the end of my initiation as a little girl, between a past seeking heaven and a present that would take me straight to hell, I chose to burn eternally like Eve, I had taken the forbidden apple and that apple tasted delicious
I stayed with Agustín, I like cleaning and organizing his things, he keeps me, I don't mind saying it, and my will is his will, I like pleasing him, him, his friends, his men, if they are happy, then I am happy.
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