Sexo animal

No dejes de pasar por mi mejor post

http://www.poringa.net/posts/imagenes/4084661/Mi-amada-esposa.html

No te vas a arrepentir!



Ya hace unos cinco años que terminé mi relación con Matilde, sin dudas lo mejor que pasó por mi cama…



Estaba llegando a mis cuarenta años, con una familia ya constituida, esposa, tres hijas, todo lo que un tipo normal podría narrar. Antes de mi señora, había estado con algunas otras chicas, novias, en fin, hasta acá nada raro.

Sandra, la madre de mis hijas es una buena mujer, no tengo reproches para hacerle, y nada hacía prever que llegaría a serle infiel

Fue cuestión del azar, no fue buscado, solo se dio…



Eran poco más de las dos de la tarde, había salido de mi trabajo y me dirigía a pie hacia el estacionamiento donde estaba mi coche, a unas cuatro cuadras, como lo hacía diariamente.

Ella iba caminando a pocos metros delante de mí, alta, delgada, enfundada en unos ajustados pantalones de cuero que le dibujaba un culo sencillamente perfecto, de lo mejor que había visto en mi vida, solo regulaba el paso para mantener la distancia y ver sus caderas moverse de lado a lado en una perfecta sintonía que llenaba mi vista.



Y pasó lo que tenía que pasar, la joven no notó unas baldosas flojas, uno de los finos tacos de sus zapatos pareció trabarse entre ellas, perdió el equilibrio, trastabilló, y fue a parar al piso quedando en cuatro patas…

La alcancé pronto y la ayudé a recobrarse, las palmas de sus manos lucían sendos raspones y sus rodillas se mostraban desnudas por la rotura del pantalón, incluso la izquierda parecía sangrar un poco y parecía dolerle bastante.

Pero intuí que más de dolerle el físico, le dolía la vergüenza, ella se puso de espaldas a la pared, su pantalón también se había roto entre las piernas dejando ver parte de su trasero, eso lo había notado al verla caer…

Fue entonces cuando traté de calmarla, saqué mi fino pullover y se lo día para que se cubriera, lo tomó y lo anudó por las mangas en su cintura cubriendo su trasero.



Su rostro de niña mezclaba sensaciones de dolor y agradecimiento, ella iba a tomar el ómnibus, por lo que me ofrecí a llevarla a su domicilio, era apenas unos minutos extra.

En el viaje me agradeció por lo que había hecho, me contó que se llamaba Matilde, que apenas tenía veinte y trabajaba atendiendo al público en una conocida cadena de comidas americana, a unas cuadras de donde yo trabajaba.

Al final, ella me agradeció y me despidió con un beso en la mejilla.

No supe por qué, pero en ese momento entendía que algo pasaría entre nosotros, el perfume que dejó en el interior de mi coche me embriagó y abrí las ventanillas para que mi esposa no notara dada, a quien por cierto, no le conté nada de lo ocurrido.

Dos días más tarde, hice lo que no debí hacer, fui a almorzar al lugar donde ella trabajaba, verla tras el mostrador con el uniforme de la empresa y una gorrita con visera me causó un tanto de gracia, parecía aún más joven de los veinte que me había confesado.

Ella me reconoció de inmediato, me recibió con una sonrisa y quería obsequiarme la hamburguesa grasosa que había pedido, cosa que no acepté bajo ningún punto de vista.

Pague en efectivo, Matilde me dio el vuelto y con él un papel enroscado, tenía el número de su celular…



Ese fué el principio de mi relación clandestina con ella, a espaldas de mi esposa, Matilde tenía apenas unos años más que mi hija mayor, era todo muy loco…

Como podrán imaginar, empezamos a frecuentarnos, una salidita, otra, una escapada, un beso, terminé enredándome con ella.

Obviamente no le dije a Matilde nada de mi esposa, ni de mis hijas, tenía que planificar muy bien mi vida para que nadie sospechara nada, ni mi familia, ni mi amante.



Matilde era hermosa, ya les narré de su cola casi pornográfica, perfecta por donde la observara, todo le quedaba bien, de piernas de modelo, delgada, casi tan alta como yo, de vientre plano y de pequeños pechos, casi no tenía nada y ella me comentaba que le causaba cierto complejo, aunque para mí era perfecta como era.

De rostro un tanto ovalado, cabellos lacios castaños llegando a su cintura, ojos negros, y boquita deliciosa que tentaba al pecado.

Pero no era solo su físico que me atraía, era todo en ella, su forma de ser, su forma de hablar, de expresarse, las palabras que usaba y como la usaba, siempre me decía que la excitaba nuestra diferencia de edad, que veía en mí un tipo con experiencia, conocedor de la vida, que yo era un HOMBRE, y resaltaba eso, como queriendo diferenciarse de los jóvenes con los que había salido…



Las horas de sexo que compartía con ella eran terribles, jamás una mujer me hizo sentir lo que ella me hizo sentir, sin dudas fue lo mejor que me pasó en la vida, lo mejor que pasó por mi cama.

Siempre la llevaba a los mejores hoteles de la ciudad, íbamos directo al grano, sin vueltas.

A Matilde le gustaba que la mirara, le gustaba provocarme, solo me hacía sentar a un costado, y ella se enfundaba en lencería, sostenes, corsets, colaless, medias, porta ligas, tacos altos, botas, lo que imaginen, solía poner música y desfilaba como modelo, o se contorsionaba como prostituta de cabaret, o simplemente bailaba algún reggaetón sexi más propio de su edad, podía estar demasiado tiempo provocándome de esa manera en la que usaba su arma fuerte para atacarme, su culo, meneándolo de lado a lado.



Después íbamos a la cama, algunas veces le depilaba por completo su sexo y le chupaba la concha hasta que me suplicara que me detuviera, otras veces vendaba sus ojos, tomaba hielo entre mis dedos, y dejaba caer las frías gotas sobre su piel, sobre sus labios, sobre sus pechos, sobre su vientre, sobre sus piernas, sobre su raja y ella solo se contorsionaba calentándose más y más con el correr de los segundos, otras veces la ataba y solo la liberaba al terminar…

A ella por su parte, le gustaba chuparme la pija, solía llenármela con alguna mantequilla, o dulce, y solo chuparla hasta hacerme eyacular y mezclar los sabores, tragando todo como una perra.



Pero sin dudas lo mejor era cuando cogíamos, dejábamos la pasión de lado, sin palabras románticas, sin caricias, era sexo salvaje, sexo animal, gritos, transpiración, ella me enloquecía con sus palabras, me pedía que ‘la coja toda’, ‘que la coja duro’, ‘que la llene de leche’, ‘que le rompa la concha’, ‘que la mate’, era todo demasiado extremo…

Matilde se excitaba de tal manera que llegaba a mojar las sábanas, a veces metía los dedos en su concha y luego se los chupaba, eso me enloquecía, otras veces se los metía en su trasero y después me pedía que le rompiera el culo, que no la perdonara.

Me pedía que la tratara como a una puta, que no le tuviera piedad y que desatara con ella mis más bajos instintos…



Todas las mujeres con la que había estado hasta ese momento eran habían sido sumisas, delicadas, tenía que endulzarles los oídos, demasiadas caricias, pero no Matilde, ella era un volcán, era una asesina, una guerrera, no había forma de calmarla y más le daba más quería…



Y las cosas pasan porque tienen que pasar, vivía al límite, escondiendo mis secretos, a una y a la otra, pero sabía que no duraría por siempre. Una tarde de octubre nos habíamos amado con locura, loco, asfixiante, el borde del abismo, cuando terminamos estábamos exhaustos, ella encendió la tv del cuarto y me dijo que me bañara primero, así que tomé el lugar, un baño caliente y espumosos para coronar mi placer.

Al salir, ella estaba sentada al borde de la cama con mi celular entre sus manos, eso me paralizó, Matilde levantó la vista y me dijo pausadamente


Sexo animal -Foi recentemente que você foi chamado, deve devolver a ligação o quanto antes, não faça-a esperar... Ela se levantou e passou ao meu lado no caminho para o banheiro, ainda estava nua e cheira a luxúria, deixando o telefone entre as minhas mãos, para voltar a dizer... -Pelo menos, é muito bonita, parabéns... A ouvi fechar a porta atrás de mim, nesse momento senti a terra me engolir, a imagem do contato com minha mulher parecia observar-me desde o fundo da máquina, engoli saliva, liguei para ela e me desculpei. Tempo depois, minha amante voltou ao quarto principal, refrescando sua longa cabelos com uma toalha de grande tamanho, eu me mantive à espera, esperando uma catarata de repreensões, mas ela se manteve calma e disse... -Sempre sabia, sabe, seus modos, seus segredos, seus horários, sempre sabia... -E então... agora que você sabe... suponho que será o princípio do fim... -Está bem por mim... não precisam mudar as coisas entre nós... Realmente ela parecia não se incomodar, coisa que me chamava demasiado a atenção... -Ama-a? -Se amo... Nos minutos seguintes tive que contar sobre minha vida, sobre minha mulher e minhas filhas, disse a verdade, que para mim tudo havia começado com ela como um jogo, mas que amava a forma como pegava e o puta que era, que se havia transformado em uma droga da qual não podia escapar. Passaram os dias, contrariamente a isso imaginado Matilde se pôs mais puta ainda, não tive mais que ocultar meu anel de compromisso, pelo contrário, se transformou em um objeto de perdição para ela, mostrou um lado cínico por assim dizer, disse que não tinha nada contra minha esposa, mas desfrutava que por sua culpa eu me metesse os cuernos, se excitava com tudo isso, ainda lembro como se molhava e como se punha quando lhe narrava que estando com Sandra apenas pensava nela, e que quando lhe fazia o amor apenas pensava nela, e que quando lhe chupava a... palavra: pussy imaginava que se a chupava a ela... Quando a ela imaginava que a ela... Com ela era só coger, coger e coger, estava me saindo a vida em Matilde, havia descuidado meu trabalho, minha mulher, minhas filhas, apenas pensava nela. A relação tornou-se enfermiza... Essa noite eu havia ido dormir como de costume, como todas as noites, Sandra estava concentrada lendo uma novela, sem dizer nada, ao me acostar ao seu lado, fechou o livro, o deixou sobre a mesa de luz junto aos óculos de leitura, me olhou fixamente nos olhos e com uma tranquilidade pasmosa disse: -Como é ela? -O quê? -O que escutei... como é ela? -Ela? Quem? Do que fala? – nesse momento engoli saliva e senti morrer – -Deve ser jovem, bonita, certo? Deve ser muito boa na cama... -Sandra, o que te passa? -Shhhh! Não digas nada... Minha esposa pôs sua mão nos meus lábios, para que eu apenas calasse, algumas lágrimas brotaram dos seus olhos e correram por suas faces e nesse momento me senti a pior das pessoas, um bastardo, ela suspirou profundamente, desviou seu olhar para o vazio, se encostou de ombros e apenas monologou pausadamente... -Há tempo que eu me dei conta, mas te vejo tão feliz que não queria tocar no assunto, estás tão mudado, pareces outro homem, seguramente te enlouquece, muitas vezes me perguntei o que ela tem que não tenho eu, é um martírio constante. Sabes... quando me tocas, quando me fazes o amor, só penso nela, vem minha mente como um fantasma, quando beijo seus lábios não posso evitar imaginar onde a colocaste, onde a beijaste, onde a comeste... Sandra falava com alma, ao coração aberto e suas palavras me desgarravam pouco a pouco... -Imagino que tudo deve ser perfeito com ela, mas sabes quem tem as mãos rasgadas de refregar teus trapos? Sabes quem se desvela por preparar teus jantares? Sabes quem espera acordada cada noite esperando que cheges? Sabes quem responde com uma sonrisa a cada desculpa Pela tua ausência? Sabes quem fala com as tuas filhas quando tu não estás? Sabes quem chora em silencio escondida por cantos?

Ela não esperou nem quis resposta minha parte, apagou a luz do velador e se acuracou no meu peito procurando minha proteção como fazia cada noite, apenas susurrava na escuridão da sala antes de dormir.

-Yo quero ver-te feliz, e se o teu caminho é junto à ela, bem, te deixare partir, só quero que tomes uma decisão, porque me dói compartilhar-te, eu não posso seguir assim...

Como terminou a história? Como costuma terminar, escolhi minha família. Me sentei falar com Matilde e pus-la a par de tudo o que passava, pedi-lhe que se esquecesse de mim, de tudo, bortei-a da minha vida, bortei todo contato com ela, bortei toda vivência, bortei cada segundo de sexo.

Foi duro, muito duro, e animo-me a dizer que foi mais duro para mim do que para ela.

Hoje a relação com Sandra mudou, somos casamento, certo, mas não me perdoou, apenas sabe o que passou e convivemos com isso, como podemos, na nossa intimidade o fantasma de Matilde sobrevoa nossa cama, ameaçador, ferido...

De Matilde não soube mais nada, mais de uma vez passei pelo fronte do local de comidas rápidas onde ela trabalha, mordi os lábios e segui caminhando, seria um erro voltar a encontrarla...

Se fores maior de idade e gostaste deste relato, pode deixar-me comentários com título ‘SEXO ANIMAL’ para DULCES.PLACERES@LIVE.COM