Como descobri que minha irmã gosta do meu pau (Parte III)

Buenas a todo el mundo. Muchas gracias por los puntos y los comentarios. Me alegra saber que les gusta cómo sigue el relato.

Para los que no lo leyeron, acá les dejo las dos primeras partes:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3664815/Como-descubri-que-mi-hermana-adora-mi-pija-parte-I.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/3667785/Como-descubri-que-mi-hermana-adora-mi-pija-parte-II.html

Sin más demoras, les dejo la tercera parte:


Capítulo 3

Yo estaba congelado, tan sorprendido de verlas a las chicas como ellas de verme a mí. Los ojos de las tres pasaban constantemente de mi cara, a la de Diana (que ya se había levantado y ahora volvía a acomodarse el vestido), a mi verga que todavía seguía erecta y brillante, cubierta por la saliva de la novia de Charly.
-Tranqui, chicas, no pasó nada malo. –Empezó Diana con tono conciliador.
-¿Cómo que no pasó nada malo? –Con cada palabra, Clara levantaba un poco su tono de voz. -¡Le estabas chupando la pija a mi hermano! –Tanto ella como sus amigas seguían mirando mi pija. Rojo por la situación, me apresuré a volver a vestirme. No me interesaba en lo más mínimo seguir desnudo en esa situación, especialmente delante de mi hermanita.
Daba la impresión de que Clara en cualquier momento iba a tirársele encima a Diana. Yo por fin me terminé de vestir y estaba atento por si tenía que evitar que mi hermana se agarrara de los pelos con la novia de Charly.
-Y también hicimos otras cosas más. –La rubia no se mostraba intimidada en lo más mínimo, si no que sonreía con satisfacción. Aunque claramente no conocía a mi hermana cuando se enojaba.
-Escuchame una cosita… -Empezó la pelirroja, pero Diana la cortó en seco.
-No, escuchame vos a mí. –Se irguió en toda su altura. Mi hermana tenía sus buenos tacos, pero la rubia todavía le sacaba unos buenos centímetros. –Tu hermano es bastante mayor como para hacer las cosas por su cuenta sin que vos tengas que meterte. Sí, me pegó una buena garchada. De hecho, muy buena. –Se giró para dedicarme una fugaz sonrisa antes de volver a hablar con mi hermana. –Y antes que lo menciones a mi novio y empieces a acusarme de traicionarlo, te aviso que él estaba garchándose a mi amiga Natalia en nuestra pieza. Esa es nuestra relación y no voy a permitir que nadie nos cuestione qué hacemos y con quiénes lo hacemos. Si no te gusta, mala suerte, pero no tengo que pedirte permiso a vos para acostarme con nadie, sea o no tu hermano.
-Bueno, bueno, bueno… -La voz de Charly se escuchaba desde el pasillo. – ¿Tenemos una fiesta privada? A ver si salen todos que la fiesta en el fondo, no acá.

Jessica y Betty salieron de inmediato del baño, Clara le dedicó una última mirada de furia a Diana antes de salir ella también. La rubia mientras tanto, se acercó a su novio y le dio un beso cariñoso en la boca, con la misma boca que acababa de usar para engullirse mi verga unos minutos antes.
Ya en el pasillo, era obvio que Clara iba a decir algo, pero mi amigo la interrumpió otra vez. No recordaba muchas ocasiones en la que no dejaran a mi hermana hablar, una cosa más que tenía que agregar a la lista de eventos memorables de esa noche.
-Antes que nada, les pido disculpas a todos. –Empezó mi amigo. –Ya escuché lo que les dijo Diana. Supongo que tendría que haberles explicado antes cómo era la relación entre ella y yo. –Dicho esto, tomó de la cintura a su novia para tenerla pegada a él. –Quizás así al menos habría sido un poco menos escandaloso todo esto. Pero bueno, ahora les pido por favor que bajemos para seguir con la fiesta. En otro momento podremos hablar para resolver todas las dudas.
Mi hermana no parecía haberse calmado para nada, sino que daba la impresión de que en cualquier momento iba a decir todo lo que le habían dejado atragantado, pero Jessica y Betty la agarraron por los hombros y se la llevaron entre las dos, dejándome a mí con Charly y Diana.
-Voy bajando yo también. – Dijo Charly, dedicándome una sonrisa. –Gracias.
-¿Gracias? –No salía de mi asombro. -¿Gracias por qué?
-¿No le estás viendo la cara?. –Respondió, mirando a su novia, que sonreía de oreja a oreja en ese momento. –Si la dejaste así de contenta, no puedo reprocharte nada. –Concluyó el también con una sonrisa, y a continuación desapareció por las escaleras.
-No entiendo un carajo lo que acaba de decirme. –Miré a Diana en busca de una explicación.
-Las personas que se aman quieren ver que sus parejas son felices, ¿o no? -Dijo ella.
- Sí, más bien.
-Y bueno, Charly y yo somos felices así. Nos amamos, y nos encanta coger con otros. Mientras los dos estemos de acuerdo y no hagamos nada a espaldas del otro, no le veo el problema.
-¿Entonces Charly sabía que ibas a coger conmigo? –Me quedé boquiabierto.
-¡Desde que me comentó el tremendo pedazo que tenés que le dije que esta noche eras para mí! –La rubia se reía con ganas ante mi cara de sorpresa. –Nunca te hizo ningún comentario, pero cuando compartían vestuario y se cambiaban después de los partidos de fútbol, me dijo que más de un chico se sentía intimidado. También, cualquiera se habría sentido miserable si se comparaba con esa anaconda. –Agregó, con la vista clavada en mi entrepierna.
-Esta noche fue demasiado para mí. –Mi cabeza daba demasiadas vueltas considerando que no había probado ni una gota de alcohol.
-Por cierto… ¿vos sos de cuidarte? Porque acabamos de hacerlo sin forro y espero no encontrarme con ninguna sorpresa. –Dijo, mirándome inquisitivamente.
-La puta madre… -De tanta calentura ni me puse a pensar en ponerme forro. Erica me podría crucificar si se enteraba. –Sí, siempre me cuido, pero lo de recién fue… Bueno, no tendríamos que haber hecho eso.
-No te preocupes, que con Charly nos cuidamos más que cualquier otro que conozca. Si esto fue una excepción, entonces no va a pasar nada raro. Además tomo pastillas, así que no va a haber un Pedrito Junior dando vueltas por tu casa –Largó una fuerte carcajada que ayudó bastante a aliviarme. No pude evitar reír yo también. –Andá bajando, que yo termino de limpiar acá. Lindo enchastre hicimos en el baño. –Me dirigió una última sonrisa y me dejó solo en el pasillo.

Volví a la planta baja pensando que al pie de las escaleras estaría mi hermana lista para matarme, pero no había nadie ahí. Salí al fondo y las vi a un costado de todo, algo alejadas del quincho. Parecían estar teniendo una charla bastante intensa, con muchos movimientos de manos. Cada tanto señalaban para la casa, aunque no se habían dado cuenta que yo me dirigía hacia ellas.
-Ahí viene. –Fueron las primeras palabras que llegué a escuchar con claridad. Habían notado mi presencia.
-Vamos a casa. –Dijo mi hermana apenas llegué donde estaban ellas. Betty y Jessica miraron primero a su amiga y luego a mí, con cara de “ni se te ocurra discutir un carajo después de la que te mandaste”.
-Está bien. –Respondí con resignación. -Vamos.
Fui a saludar a Charly y le expliqué que nos íbamos.
-¿Clara?
-¿Querés intentar frenarla vos? Si la dejó acá, se tira encima de Diana en cualquier momento. -Respondí. -–A pesar de la situación, no pude evitar pensar lo divertido que habría sido ver a Clara tratando de forcejear con alguien que pesaba al menos el doble que ella y medía casi cuarenta centímetros más.
Mi amigo no pareció sorprendido por eso, simplemente sonrío levemente, asintió, nos llevó hasta la puerta de su casa y nos despidió.

El viaje de vuelta fue tortuoso. Nadie dijo absolutamente nada durante todo el camino. Apenas llegué a la casa, mi hermana se bajó del auto y se metió adentro. Yo me bajé para seguirla y tratar de hacer las paces con ella, pero Betty se bajó y me agarró la mano para detenerme.
-Dejame a mí mejor. Voy a hablar con ella, a ver si se calma un poco. –Dijo, mientras se dirigía también a la casa. –Buenas noches, Pedrito. –Volvió a acercarse a mí, me dio un beso en la mejilla y se metió en la casa también.
-Buenas noches, Betty. –Me quedé mirando la puerta de la casa por unos segundos.
-Entendela, está enojada. – Dijo Jessica, que también había bajado del auto.
-¿Enojada? Está furiosa.
-Y sí, ¿vos cómo pretendías que reaccione? –Puso los brazos en jarra.
-No sé, más tranquila. –Respondí encogiéndome de hombros.
-Claro… ¿vos cómo habrías reaccionado si te encontrabas a tu hermana aullando de placer en el baño mientras se la garchaba algún conocido de Charly? –Me preguntó Jessi taladrándome con la mirada.
-Yo no… -Empecé, pero no sabía cómo defenderme. Ambos teníamos muy claro que posiblemente me hubiera agarrado a trompadas ahí mismo, y no había forma de decir lo contrario.
-Te la re mandaste, Pedrito. Es así de simple.
-Tenés razón. –Dije, bajando la cabeza.
-Imaginate la situación. –Me explicaba Jessica. -Nosotras te fuimos a buscar porque estabas tardando un montón y cuando entramos a la casa escuchamos unos gritos que parecían que estaban matando a alguien en el piso de arriba. Abrimos un par de puertas, y cuando finalmente abrimos la del baño, la vemos a la novia de Charly con tu pija en la boca. –Jessica se empezó a reír.
-Dale boluda, encima que se armó todo ese quilombo por mi culpa, ¿vos te empezás a reír? –Me estaba sintiendo más pelotudo que nunca y Jessica no me estaba ayudando mucho.
-¿Qué querés que te diga? No sabíamos que tenías semejante pedazo ahí abajo. –Todavía estaba un poco colorada, se veía que el alcohol le había aflojado la lengua.- Casi no podía creerlo cuando me apoyaste.
-Sí, ahí también me la mandé. –Reconocí. El silencio se extendió por unos segundos.
-La dejaste re feliz a la novia de Charly. –Soltó de repente Jessica.
-¿Qué cosa? –El comentario me había agarrado de sorpresa.
-Y sí, ¿no le viste la cara de feliz cumpleaños que tenía? El piso estaba mojado, y no era porque hubiera caído agua. –Concluyó, con una sonrisa de picardía asomando por sus labios.
-Sí, acabó re fuerte… -Dije, pero ella parecía que estaba perdida en sus pensamientos mientras hablaba.
-¡Hace cuánto que no termino con esa cara después de garchar! Y cuando te la vi en el baño, que la tenías re parada, uffff… -Los ojos le brillaban. –A todas las mujeres nos gustaría sentir una cosa así. Si no fueses el hermano de Clara, te juro que… -Abrió los ojos como si recién acabara de darse cuenta que estaba hablando en voz alta y se puso roja como un tomate. Se dio vuelta de inmediato y se metió en la casa sin decir ni una palabra más.

¡Listo, la frutilla del postre para coronar la noche! Ahora resultaba que Jessica me tenía ganas. Jessica, que nos conocíamos de toda la vida y jamás me había hecho ningún comentario, ni una mirada, nada. Nunca me había planteado nada con ella, siendo una de las mejores amigas de mi hermana. Eso básicamente la convertía en intocable, y por eso siempre la había visto como una amiga, innegablemente hermosa, pero nada más que una amiga.
Ahora la situación era distinta, ella básicamente estaba diciendo que yo tenía todas las chances con ella. Pero había un obstáculo pelirrojo en el medio de ese camino. Si le llegaba a tocar un pelo a Jessica (o a Betty, para el caso), ahí sí que nadie me salvaba de la furia de mi hermana.
Obviamente no iba a resolver esa situación en la vereda de la casa de mis viejos un sábado a la madrugada. Sin otra opción, me metí en el auto, me senté y apoyé la cabeza en el volante, tratando de acomodar mis ideas, pero sin éxito.
Arranqué el auto y me puse a manejar sin dejar de pensar en todo lo que había pasado. El perfecto culo de mi hermana con esa calza que le quedaba pintada, Jessica poniéndome bien al palo, Charly con su relación abierta, Diana diciéndome que me quería garchar ahí mismo y luego cogiendo conmigo en el baño, sus gemidos, el tremendo squirt que se mandó, Clara y sus amigas sorprendiéndonos, Jessica diciendo que me tenía ganas… Era mucho por una noche.
Cuando realmente me puse a prestar atención a lo que hacía, estaba por llegar al edificio. Entré el auto, subí por el ascensor, me metí en mi departamento y apenas alcancé a tirarme en mi cama que me quedé dormido.

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Sentía que apenas había parpadeado cuando me di cuenta que ya eran casi mediodía. Me despertó la notificación de que había recibido un mensaje de Erica. Desbloqueé la pantalla y abrí el Whatsapp, era un mensaje sencillo y directo, bien al estilo de mi jefa.

-Te espero a partir das 18.
-Ok, às 18 estou lá.
Parecia que me ia fazer trabalhar horas extras esse dia. Nunca acordava tão cedo um fim de semana. Geralmente eu tinha que ir à noite os dias que me tocava trabalhar um viernes ou um sábado, mas hoje não era o caso. Tinha que compensar por ter tomado a noite anterior, então me levantei da cama e comecei a me preparar para o trabalho.

Quando finalmente terminei a jornada e voltei ao departamento já estava amanhecendo. Esse dia eu havia sido literalmente espremido. Entre uma coisa e outra havia estado praticamente recebendo petes durante doze horas. Não de continuo, é claro, porque havia tido descansos regulares, mas igualmente havia sido um dia exaustivo. Jamais pensei que algum dia iria me queixar do meu trabalho!

Erica não havia tido piedade de mim, disse que estivesse pronto e o disse em sério. Mas por outro lado, havia ganhado uma boa quantidade de guita esse dia, então algo a favor pude resgatar. Isso sim, ia pensar muito detidamente antes de voltar a pedir um dia de trabalho, ao menos por um tempo pensei respeitar meu cronograma à perfeição para não repetir algo como o de esse sábado.

Me teria gustado dormir até o próximo mês, mas não tinha nenhuma excusa preparada para dizer aos meus velhos que não iria almoçar com eles e a frase me dói o cock de tantas vezes que me a chuparam em uma noite não parecia ser a melhor opção.

Liguei à casa dos meus velhos sem saber como ia fazer com Clara. Se chegasse a dizer algo do que havia passado na casa de Charly, iria se pudrir tudo. Não era que os meus velhos acreditassem que eu fosse um santo, mas havia uma diferença entre isso e que se enterassem que havia tido sexo com a namorada do meu amigo no banheiro da sua casa e na sua própria festa de aniversário.

-Hola Pedrito – Me saudou minha mãe assim que eu passei pela cozinha, onde ela estava preparando o almoço. – ¡Qué carita que tenés! ¿Pasó algo? – Me olhava com um pouco de preocupação.

-Não, ma, não te preocupe, só dormi mal. Começou a soar a Alarme de um carro ontem à noite e eu fiquei louco toda a noite. –Pelo menos isso explicaria minha cara de dormido.

–Bom amor, mas veja se descansas melhor essa noite, não gosto de ver você assim. –A mesma mãe preocupada de sempre, para ela seria eternamente seu nene, mesmo sendo um jubilado e tendo vinte netos.

–Sim, sim, fique tranquila.

Continuei avançando até o comedor, mas não havia rastros da minha irmã. Só estava meu velho sentado à mesa, bebendo um copo de tinto e assistindo a um jogo de futebol da Espanha.

–Olá pai, e Clara?

–Em sua quarto, não tenho ideia do que estará fazendo. –Respondeu sem tirar os olhos do televisor, atento a um lance de esquina.

–Faça o favor de subir e dizer que desce, que vamos comer agora. Ajude a colocar a mesa.

Subi as escadas e me aproximei da habitação da minha irmã enquanto minha cabeça voltava a repassar os fatos do fim-de-semana. Me sentia Indiana Jones percorrendo um templo antigo onde havia um grande tesouro, mas também milhares de armadilhas mortais esperando que as ativasse.

Finalmente alcancei meu destino e bati a porta devagar, embora não houvesse resposta.

–Clara?

–Uma vez mais sem resposta. –Disse papai que descesse, que já estava pronta a comida. –Ditei, sem saber se ela estava me ouvindo mesmo.

A porta se abriu e lá estava minha irmãzinha. O cabelo atado em uma tiny ass meio solta, usava uma blusa holgada e um short solto. Estava vestida da forma menos sensual possível, mas eu não podia parar de pensar naquela garota linda. Mal sinal se queria falar as coisas com calma.

–Olá... Este... –Comecei a balbuciar inseguro. Ela me olhava diretamente nos olhos e não havia nenhum rastro de simpatia em sua cara.

–Sobre o que passou no lugar de Charly...

–Calma-se. –Essa palavra soou como se tivesse saltado a armadilha mortal que desejava esquivar. –Não digas nada. Agora vou e vamos almoçar como se não houvesse acontecido nada, mas depois não quero que digas nada, não quero te ouvir. –Sem mais palavras, me esquiveu. E seguiu seu caminho em direção ao comedor para dar uma mão à minha vovó. Na minha cabeça sabia que não precisava fazer isso, que estava errado, mas foi mais forte que eu. Virou a cabeça apenas passou ao meu lado e continuei a seguir o seu cu durante os poucos segundos que tive à vista. Com a roupa que usava não podia notar muito, mas tinha gravado a fogo nas retinas como lhe ficava as meias que havia usado no aniversário de Charly, então não me custou muito imaginar como se veria nesse momento. Voltei a sentir aquele familiar formigamento na entreperna e me lembrei do que Jessica havia dito sobre que todas gostavam de uma cock bem grande. Essa afirmação incluía minha irmã? Ela também teria uma expressão de desejo se visse meu cock? Estaria ansiosa para chupá-lo? A imagem dela me olhando com seus olhos verdes, sorrindo, enquanto eu lhe dava um gole até a garganta invadiu o meu cérebro. Já estava começando a notar como começava a me pôr boner quando voltei à realidade. Isso não podia passar nunca, era minha irmã. A puta mãe, era minha irmã. Não precisava esquecer jamais. Embora Jessica e Betty, por outro lado... Não, elas também estavam fora de toda discussão. Clara me crucificaria e em seguida me prenderia fogo se eu chegasse a meter com elas. Com a cabeça trabalhando a mil por hora, lutando entre meus desejos e a realidade da situação, baixei também para ajudar com a mesa. O almoço transcorreu normalmente. Clara não dava sinais do enojo que havia mostrado minutos antes quando fui chamar ela, mas eu sabia que seguia ali escondido, pronto para explodir assim que fosse estúpido o suficiente para provocá-la. Assim passaram outros dois domingos sem poder falar com minha irmã sobre o que havia passado. Ela estava decidida a permanecer enojada comigo e não tinha chance de resolver esse assunto. Infelizmente, não me restava outra opção além de esperar até ela se esquecer. Le dei uma mordida na minha camisa favorita com guarana. Em comparação, se eu voltasse a falar comigo após um mês, poderia dizer que a havia sacado barata. Ainda assim, aquele domingo não foi tão mau. Essa tarde chegou um mensagem no meu celular que me fez levantar o ânimo e também fez minha entreperna se entusiasmar um pouco. Era de Erica e, fiel ao seu estilo bem direto, não havia escrito muito.Quarta-feira, meio-dia. Vem bem carregado. Pedido especial.Terça-feira à tarde. Parecia que por fim minhas clientes favoritas voltavam à ação. Mas havia algo mais no mensagem que chamou minha atenção. O que vou bem carregado? Qual tipo de pedido especial fizeram essas garotas? Erica também não havia mencionado outros turnos para os próximos dias. Geralmente sempre tinha uma ou duas clientes para atender durante os dias da semana... Isso significava que eu me pensava deixar três dias sem turnos para atender apenas a elas? A ideia me entusiasmou ainda mais.

O terça-feira cheguei ao local e dirigi-me à cabina para me preparar uns minutos antes de se fazer a hora de começar. Já me começava a doer um pouco os ovos daquilo que vinha acumulando esses dias, e imaginei o que seria poder dar uma boa descarga para as três clientes do dia. Era uma pena não poder ver-las nunca as caras, especialmente considerando que haviam feito um pedido especial por mim para que lhes desse uma boa descarga.

Quando entrei no meu lugar asignado vi os elementos de sempre. Preservativos de todo tipo, toalhetas húmidas descartáveis para me limpar, um par de toalhas, água mineral e energizantes (esses vinham muito bem para as ocasiões em que tinha que atender vários turnos num dia), e a tarjeta que indicava o tipo de atenção que iria brindar esse dia, nesse caso de cor amarela.

Os serviços que se prestavam no local se identificavam com tarjetas. A lista começava com uma tarja azul, o que representava um pedido do mais básico, isto é, apenas haveria sexo oral, usando preservativo todo o tempo. Esse nível era pedido pelas clientes que mais precauções queriam tomar, mas não era o mais comum.

O verde era o próximo nível, e representava que me iam a praticar sexo oral sem preservativo, mas no momento de ejacular deveria usar-o sim ou não. Sempre a ideia era prevenir qualquer classe de contagio, tanto para a clientela como para os empregados. E além disso representava que Erica poderia pedir um pouco mais de dinheiro para usar os... Níveis subsequentes. Ela não era nenhuma puta, se a clientela estivesse disposta a pagar um pouco mais, Erica não pensava desperdiçar. O terceiro nível correspondia a uma tarja amarela, e era o serviço mais utilizado. Esses dias indicavam que não iria precisar usar preservativo durante o turno. Era a tarja mais comum. Na realidade Erica quase não precisava ter disponíveis a tarja verde e azul, mas isso lhe permitia cobrar muito mais por usar a amarela. Era uma estratégia simples, mas muito eficaz para ganhar mais dinheiro. Para poder utilizar o terceiro nível, além disso, a clientela devia apresentar cada certa quantidade de meses análise de sangue para prevenir que os funcionários estivessem em contato com qualquer pessoa que pudesse ter alguma doença sexual transmissível. Que um funcionário se contaminasse algo representava uma perda forte para o negócio e ponia em perigo a reputação do local, então não havia forma de esquivar esse requisito. Quando aparecia uma tarja de cor vermelha as coisas começavam a ficar muito interessantes. Esse cor significava que haveria penetração durante a sessão. Não era tão comum ver essa tarja, especialmente porque a tarifa era mais cara, mas duas ou três vezes por mês me tocava atender a alguma que queria dar um gostinho. Finalmente a tarja dourada era a melhor por longe: penetração sem preservativo. Era bastante mais rara, pois Erica era muito exigente com a clientela para poder conseguir um desses turnos, e havia que pôr uma boa quantidade de dinheiro. Não havia muitas que pagassem por isso, e eu suspeitava que as vezes que me havia tocado um turno desses eram por despedidas de solteiras ou talvez algum aniversário especial onde se iam sorrindo de orelha a orelha após ter recebido uma boa cum direto na use the word: pussy. Sempre fantasiava com a ideia de encontrar uma tarja dourada um miércoles à tarde, mas ainda não havia tanta sorte. O fato de que Erica teria mencionado um 'pedido especial' e eu havia me iludido, então não pude evitar me sentir um pouco decepcionado quando encontre uma tarja amarela.

O som da porta abrindo-se do outro lado da divisão da cabine fez-me voltar à realidade, minhas clientes favoritas já haviam chegado. Dei alguns segundos para que se acomodassem e em seguida procedi a passar meu membro, pronto para a ação, para desfrute das habitantes do outro lado do painel.

Uma mão ligeiramente lubrificada agarrou-me com firmeza e começou a deslizar-se desde a cabeça até a base uma e outra vez. Outra mão se juntou rapidamente, brincando com a base enquanto a primeira se ocupava da ponta.

As mãos foram mudando durante um par de minutos, e em seguida começaram a usar suas bocas. Primeiro uma começou a lamber a ponta, lentamente, como para aquecer motores, e em seguida as outras duas se ocuparam do tronco, uma a cada lado, indo e vindo de maneira paralela.

Assim foram mudando de lugar a cada poucos segundos, e em seguida começaram a meter meu membro nas suas bocas com mais força, lutando para lograr que avançasse até suas gargantas.

Sempre que chegavam a esse ponto, iniciava-se uma pequena competição para ver quem delas aguentava mais tempo com meu cock em suas bocas e para ver quem o metia mais adentro. Esta vez parecia que a competição seria feroz, porque já a primeira havia estado perto de trinta segundos.

Tive que começar a lutar contra o cosquilleto que sentia, indicando-me que estava próximo de cúm.

Por sorte justamente nesse momento libertaram meu cock, o que me deu um respiro momentâneo, embora não durasse muito, porque já outra delas estava iniciando seu turno na competição. Não foram tantos segundos como a anterior, mas chegou a passar metade do meu mastil, o que me fez largar um longo suspiro de prazer.

Via-se que haviam me ouvido, porque ouvi pequenas risadas de celebração do outro lado. Estavam passando tão bem como eu e isso me encantava.

Finalmente a Terceira amiga teve sua oportunidade, e essa vez devia ter algum incentivo especial, porque não sabia como, mas ao menos havia metido três quartas partes do meu cock na sua boca. Assim se manteve um tempo que me fez eterno, quase me fazia preocupar com a saúde dela. Mas finalmente senti como estava retirando-se de pouco em pouco.

Tive que lutar com todas as minhas forças para não dizer nada em voz alta, mas elas também estavam ocupadas. Não consegui entender o que elas diziam, porque falavam em susurros, mas supus que estavam falando com a que havia ganhado recentemente a competição, porque ouvi alguns jadeos intensos, como se estivesse tratando de recuperar o ar.

Eu já estava quase pronto, em quanto elas quisessem poderiam fazer-me largar o que havia mantido reservado especialmente para elas, mas parece que tinham outros planos na mente e não incluía fazer-me cum ainda.

Aqui foi quando realmente subiram o nível com relação a o que vinham fazendo outras vezes. Escutei sons durante um par de segundos, um par de fechamentos e algumas coisas caindo no chão, então senti uma mão que me agarrava com um pouco mais de força do normal, como para se assegurar de que não fosse a lugar algum e luego pude notar como o meu cock entrava em contato com algo mais quente. Estavam apoiando a cabeça do cock na entrada da use the word: pussy de uma delas.

Apenas foi um segundo, mas foi suficiente para que não houvesse dúvidas sobre o que havia sentido. Elas tinham proibido realizar qualquer classe de penetração, mas as regras não diziam nada de que não pudesse passar a ponta por fora, então estavam aproveitando esse pequeno vazio legal para elevar o prazer, tanto meu como delas.

Era um jogo muito perigoso aquele, porque não estava seguro de que Erica aprovasse que fizessem algo assim, mas enquanto todos mantuvessem silêncio, era algo que podíamos desfrutar sem problemas. Outra vez volvi a sentir como me apoiavam a ponta sobre a entrada da outra delas. Pressionei um pouco mais, deixando-me sentir o calor do seu corpo e uma umidade que me dizia a gritos que ela estava muito molhada e pronta para ser penetrada. Mas não podia obedece ao chamado, porque se mantinha à distância justa para evitá-lo e me estavam tornando louco com esses ameaças e ainda mantinham uma mão sobre o tronco para evitar que eu quisesse passar de vivo. As regras estavam sendo impostas elas nesse momento e eu tinha que obedece se queria continuar gozando. Então comecei a sentir como sacudiam meu pau e batia contra seus corpos, às vezes em suas colas, outras vezes notava o contato com suas cuevas húmidas. E justo quando pensava que não podiam me aquecer mais, comecei a sentir lambidas entre cada apoiada. Estavam me chupando diretamente após me refregarem as conchas pela ponta! Estavam saboreando seus fluidos direto desde a ponta do meu pau! Queria morrer. Nunca me haviam feito aquecer assim, era demais. Se dependesse de mim, lhes pagaria cartões dourados por vida para ter a oportunidade de meter o meu pau até sentir suas colas chocando com meus muslos. Finalmente chegou o fim daquela deliciosa tortura. Uma delas começou a masturbar-me e a elevar cada vez mais o ritmo, até que tive que morder a língua para não gemir em voz alta. Elas captaram o recado e justo quando estava por cair senti como a boca de uma das minhas clientes favoritas engolia a cabeça do meu pau para receber tudo o que havia acumulado desde o fim de semana. Parecia que não ia terminar mais, o meu pau deu um, dois, três, quatro sacudidas e cada uma era acompanhada de uma boa quantidade de sêmen que se dirigia diretamente à boca daquela mulher desconhecida que não se despegava. Finalmente pude sentir que havia largado tudo e deixei escapar um inevitável gemido de prazer. Essa havia sido uma experiência que nunca ia esquecer. A frutinha do postre foi quando pude escutar sons leves seguidos de ruídos indistinguíveis. de alguém que trazava um líquido. Não estava seguro do todo, mas me dava a impressão de que haviam compartilhado a cum entre as três.

Meu cérebro estava dividido entre o estimulado que havia ficado por o que acabara de passar e a bronca por não ser capaz de ver-lhes as caras.

Terminaram seu turno como de costume, deixando-me uns suaves beijos na cabeça do meu cock, agradecendo os serviços prestados, e eu respondi a cada beijo com uma suave sacudida. Não recordava quando havia nascido essa costumbre, mas sempre me fazia sorrir. Era um pequeno gesto que havia entre elas e eu, o mais próximo a dar-nos um beijo de despedida que tínhamos.

Estava por sacar meu membro quando senti que uma mão me sujeitava novamente, então algo estranho estava envolvendo meu cock e que ficou sujeto com o que supunha que era uma bandita elástica. Não entendia o que havia passado, mas minha curiosidade iria ser saciada um instante depois.

Quando por fim escutei o som da porta fechando-se do outro lado, retirei meu membro do buraco e pude ver o que me haviam deixado: havia acertado com a bandita elástica, que haviam usado para manter um pequeno pedacito de papel. Retirei-o e estendi o papel para ver seu conteúdo. Me haviam deixado um recado.

'Você gostou daquilo de hoje?A modo de assinatura haviam deixado três coraçõeszinhos. E o mais importante de tudo, havia um número de celular debaixo de tudo. Queriam se comunicar comigo.

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Até aqui o capítulo 3. Sabem que estarão ansiosos por ler o próximo capítulo, mas volto a pedir paciência. Em quanto puder, subirei a próxima parte.

Deixem pontos e comentários, e se lhes parece, compartam nos shouts para que outras pessoas possam ler.

Nós nos lemos em alguns dias.