RELATO PARA EL SEGUIDOR @efedrina26 (https://www.poringa.net/Efedrina26)
Todo empezó cuando Ariadna fue por primera vez al gimnasio con Brian.
No era su mundo.
Lo acompañaba porque él insistía, quería que viera dónde entrenaba.
Ella fue con un conjunto deportivo negro, calzas ajustadas que le marcaban la cola como si estuvieran pintadas, y una remera corta que dejaba ver el ombligo.
En cuanto entraron, Brian lo vio.
Él.
Un tipo de unos 38.
Morocho, espalda ancha, mirada seria.
De esos que no hablan mucho. Pero cuando te miran… te sentís desnuda.
Y Ariadna lo notó.
Porque lo miró.
Y él no desvió los ojos.
Le sostuvo la mirada.
La recorrió sin disimulo.
Desde las piernas hasta los labios.
Y Ari sonrió.
Una sonrisita chiquita, suave.
Como si dijera: “Ya te vi… pero no te voy a dar nada.
Todavía.”
Brian tragó saliva.
Lo observaba todo.
Sentía algo raro en el pecho.
No era enojo.
Era otra cosa.
Una mezcla entre celos y calentura.
No dijo nada.
Pero esa noche, mientras cogían, la tuvo más fuerte.
La agarró distinto.
Le tiró del pelo.
La abrió más.
Y justo antes de acabar, le preguntó al oído:
—¿Te gustó cómo te miró ese tipo?
Ariadna se quedó helada un segundo.
Pero no respondió.
Solo apretó las piernas.
Y se vino más mojada que nunca.
Todo empezó cuando Ariadna fue por primera vez al gimnasio con Brian.
No era su mundo.
Lo acompañaba porque él insistía, quería que viera dónde entrenaba.
Ella fue con un conjunto deportivo negro, calzas ajustadas que le marcaban la cola como si estuvieran pintadas, y una remera corta que dejaba ver el ombligo.
En cuanto entraron, Brian lo vio.
Él.
Un tipo de unos 38.
Morocho, espalda ancha, mirada seria.
De esos que no hablan mucho. Pero cuando te miran… te sentís desnuda.
Y Ariadna lo notó.
Porque lo miró.
Y él no desvió los ojos.
Le sostuvo la mirada.
La recorrió sin disimulo.
Desde las piernas hasta los labios.
Y Ari sonrió.
Una sonrisita chiquita, suave.
Como si dijera: “Ya te vi… pero no te voy a dar nada.
Todavía.”
Brian tragó saliva.
Lo observaba todo.
Sentía algo raro en el pecho.
No era enojo.
Era otra cosa.
Una mezcla entre celos y calentura.
No dijo nada.
Pero esa noche, mientras cogían, la tuvo más fuerte.
La agarró distinto.
Le tiró del pelo.
La abrió más.
Y justo antes de acabar, le preguntó al oído:
—¿Te gustó cómo te miró ese tipo?
Ariadna se quedó helada un segundo.
Pero no respondió.
Solo apretó las piernas.
Y se vino más mojada que nunca.
2 comentários - Relato para un cornudo seguidor (parte 1)