Relato real pájabro que me la chupo

Relato real pájabro que me la chupo


"Esto pasó en San Fernando, guachos, en mi casa una tarde cuando mis viejos se habían rajado al centro y me dejaron solo. Yo, 16 pirulos, y mi amigo de la infancia, un gil de 15 que siempre caía pa’ jugar a la Play 2. Estábamos en mi pieza, con el Winning Eleven a full, el ventilador tirando aire caliente y unas latas de Brahma tibias que robé del kiosco. El guacho era flaco, pelo castaño lacio y una remera de River toda gastada, y yo ya venía con ganas de mandarlo al frente.
Estábamos jugando, puteándonos como siempre, cuando le tiré ‘che, boludo, sos medio putito perdiendo, ¿no?’. El gil se rió, pero yo seguí: ‘vamos a ver algo más zarpado, forro’. Dejé la Play y prendí la compu del gobierno, esa que me dieron en la secundaria, toda lenta pero con internet pa’ bajar porno guarro. Puse un video de una mina chupándola como loca, y el guacho se quedó mirando, medio nervioso pero sin decir nada. ‘Mirá cómo lo hace, gil, vos no llegás ni a eso’, le tiré, y el ambiente se puso pesado, con el ruido del ventilador y los gemidos saliendo del parlante pedorro.
‘Paseémonos un rato, loco’, me dijo el guacho, sacándose la remera pa’ estar más cómodo, y yo hice lo mismo, quedándome en short. Nos tiramos en la cama, él con el short de fútbol medio roto y yo con el mío de gimnasia, y arrancamos con una paja tranqui, mirando la pantalla. La cosa se calentó cuando me dijo, rojo como tomate, ‘la paja te la chupo, pero vos ponete la almohada’. No sé qué mierda quiso decir, pero agarré la almohada de la cama, me la puse en la cara pa’ reírme del gil, y le tiré ‘dale, putito, mostrame qué tenés’.
Se arrodilló en el colchón, con el pelo castaño cayéndole por la frente, y me bajó el short. Mi pija de 18 cm ya estaba dura, y la del guacho, una cosa de 11 cm, ni se notaba en ese short flojo. ‘Chupá, forro, que pa’ esto servís’, le ordené, y el gil se mandó, torpe pero con ganas, metiéndosela en la boca mientras yo apretaba la almohada pa’ no reventar de la risa o del calor. La chupaba mal, con dientes y todo, pero igual me calentó, y le agarré el pelo pa’ meterle ritmo hasta que le llené la cara de leche y lo dejé tosiendo como idiota. ‘Sos un desastre, gil’, le tiré, limpiándome con la almohada.
No terminé ahí, guachos. Lo hice mío del todo. Le saqué el short roto y lo dejé en bolas, pero le tiré una remera vieja mía, de esas anchas de fútbol, pa’ que se vea como mi nenita. ‘Ponete esto, trolito, y abrí el culo’, le dije, y el guacho obedeció, con la remera colgándole y los ojos brillándole de nervios. Lo puse en cuatro en la cama, con la Play todavía prendida de fondo, y le di una cojida bruta, metiéndole caña mientras el colchón chirriaba. ‘Gritá, putito, que no hay nadie’, le tiré, y el gil gemía bajito, con la cara contra la sábana.
Después lo tiré boca abajo, con la remera subiéndole por la espalda, y le di más tranqui pero hondo, pa’ que sienta cómo lo partía. La compu seguía con el porno, y yo le decía ‘mirá, gil, vos sos la mina ahora’. Pa’ rematar, lo hice pararse contra el escritorio, con una pierna arriba de la silla, y le metí un pistón rápido, pa’ que el culo le quede rojo y abierto como puerta vieja. Terminó con el orto palpitando, la remera sucia de sudor y la cara embarrada de leche y vergüenza.
Lo dejé tirado en la cama, con la Play en pausa y la compu trabada en un loop de gemidos. ‘Sos mi juguete ahora, boludo, cuando no estén mis viejos venís’, le tiré, y el guacho me miró, todo roto, asintiendo como perrito. Me fui a buscar otra Brahma, dejándolo ahí con el culo al aire y la almohada tirada. ¿Qué dicen, loco? ¿Le quedó bien el rol de nenita o lo sigo reventando la próxima?"

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