Estoy por fin ante las puertas del gimnasio, hacía tiempo que deseaba comenzar un cambio físico y hoy empieza mi camino a un nuevo yo. Estaba tan emocionado que me dirigí de inmediato a una estantería con mancuernas, tomé las más grandes que mis delicados brazos podían cargar y temblé al intentar doblar los codos. Un entrenador me vió, joven, inexperto y débil, y me corrigió por mi imprudencia. Me aconsejó una rutina y además practicar los ejercicios que se me hicieran más fáciles. Me decidí entonces a probar todos los ejercicios de brazos, espalda o pecho y en todos me ví incapaz de realizar una sola repetición. Decidí probar los ejercicios de pierna y me sorprendió lo fáciles que me resultaban. Pude hacer varias series y trabajar bastante mi parte inferior. Sin darme cuenta enfoque casi todo mi esfuerzo en los ejercicios de de tren inferior, supongo que me resultó más fácil porque desde niño me encanta andar en bicicleta y esto le ha dado mucha fuerza a mis piernas y una redonda figura a mi culo. Apenas ví lo rápido que mis muslos y nalgas crecieron y la silueta que me estaban dando, con una cintura más reducida por todo el esfuerzo del entrenamiento, decidí cambiar de paradigma y enfocarme completamente en mi tren inferior. Para ser honesto yo ya tenía una figura bastante femenina antes de entrar al gimnasio, con caderas y hombros más grandes que mi cintura, además de extremidades delicadas y los rasgos de mi cara que son bastante finos; mis ojos son azules claros, mi pelo rubio, mis labios rojos, mi nariz pequeña y mi piel blanca.


dado que solo logré reunir el suficiente dinero para pagar la mensualidad del gimnasio tuve que recurrir a mi hermana para que me dejase usar sus pantalones de yoga, ella es una talla más pequeña que yo por lo que sus pantalones me quedan apretados, pero la verdad me gusta más así porque siento que realza mi redondo y grande culo, aunque al principio me avergonzaba mucho ya que también deja ver la pequeña silueta de mi pene, y da igual lo que haga, siempre se asoma ese pequeño bulto en mi entrepierna.


Desde que empecé a ganar más músculo y a crecer mis muslos, caderas y nalgas he notado como llamo la atención de cada vez más hombres, incluso del entrenador que me ayudó la primera vez, se llama Einar.

A decir verdad desde que lo ví me gustó; alto, musculoso, su cara es masculina, pero bastante gentil. Es apenas un par de años mayor que yo. Pude notar como cada vez mostraba mayor interés en mi, yo lo trataba con bastante atención y un tono de voz muy suave así que supongo que notó mis intenciones.



Un día que estaba haciendo sentadillas con barra mientras Einar me asistía, escuché un ¡Frsssh! Y pude sentir como mi pantalón se desgarraba de par en par para dar con mi culo casi completamente al aire. No podía creerlo, mi pantalón de yoga cedió ante la presión de mi enorme culo y se abrió dejándome completamente expuesto! Justo en el momento más bajo de la sentadilla, en el que mis nalgas casi rozaban el pene de mi entrenador! En frente de todos!... Pude sentir como todos esos musculosos hombres me miraban y de la vergüenza perdí el equilibrio y el peso de la barra me llevó de espaldas. Einar detuvo mi caída sosteniendo él la barra, aunque yo ya había amortiguado mi culo con su erecto pene, que le sobresalía del short como un enorme bulto.




Me reincorporé, alcé la barra y me fuí corriendo al baño y me quedé ahí encerrado hasta que cerraron el gimnasio. Estaba muy angustiado, aquello fue demasiado vergonzoso y probablemente todos lo estarían comentando, especialmente el hecho de por qué no llevaba ropa interior. Me culpé además por avergonzar a Einar, pero en eso notó que alguien entra al baño, era él y me estaba buscando. Desde detrás de la puerta del inodoro en el que me refugiaba le hablé. Resultó que él me había traído mi maletín para que yo pidiera cambiar. Se lo agradecí y le pedí disculpas, él, notablemente avergonzado, me dijo que no había problema, los errores pasan y eso. Me contó que ya me tenía que ir y que me esperaba fuera. Cuando creí que ya se iba me preguntó por qué no llevaba ropa interior. Entreabrí la puerta que nos separaba y dejándole ver solo la mitad de la cara le respondí que cuando uso esos pantalones la ropa interior se me nota y me da vergüenza... Entonces le conté mi secreto; toda mi ropa interior son calzones o hilos. Él me responde de forma lacónica y procede a dejarme solo. Pero antes de que se fuera, llevado del impulso, salí corriendo del baño, aún con el pantalón roto y, tomándole del brazo le pregunté: "¿yo te gusto, verdad?". Él se queda inmóvil del estupor y tras un breve silencio que me pareció durar toda una noche me contestó brevemente con un sí. Lo ví directamente con mis ojos grandes y llorosos de la emoción y el me sonrió vacilante. Lo abracé con todas mis fuerzas y él hizo lo mismo. Nos besamos apasionadamente y el puso sus grandes manos sobre mi culo y de un solo tirón termino de romper mi pantalón. Me apretó con fuerza las nalgas y me manoseó con intensidad mientras nuestros labios se fundían en el más apasionado y espontáneo gesto de deseo. Puse mis manos sobre sus shorts y se los baje lentamente mientras me agachaba para quedar de rodillas ante él. Liberé su imponente miembro que parecía me saludaba con furor y desesperación. Einar sostuvo mi cabello con una mano mientras que con la otra empujaba mi cabeza al ritmo que le pareciera más placentero. Yo me limitaba a asumir un rol completamente sumiso dejándolo disfrutar como quisiera conmigo. Podía sentir como su vigoroso y rígido pene llenaba por completo mi boca, e incluso parecía palpitar para hacerse más espacio... Y eso que sólo podía meterme la mitad a la boca!

Me tuvo un buen rato así y mi mandíbula ya estaba exhausta, hasta que retiró su pene de mis ensanchadas fauces. Me levantó y me dió vuelta, me apoyó contra una pared y con dificultad introdujo la hinchada punta de su pene en mi ano.

Yo me quejaba y gruñía del dolor, pero le gritaba enérgicamente que siguiera. Él siguió y de una embestida pude notar como se abría camino dentro de mi. Yo lancé un gemido ahogado y el prosiguió metiendo y sacando su venoso pene en mi ano, yo, a cambio, le entregué mi culo con cada vez más fuerza y me aseguraba de que el sonido de mis nalgas chocando contra su abdomen cada vez que él metía y yo empujaba fuera más sonoro.

Al final la presión de mi culo contra su estómago fue tanta que lo hice venirse violentamente dentro de mi. Y yo al mismo tiempo eyaculé unas cuantas gotitas que terminaron en el piso.


Una vez terminamos no podíamos vernos a la cara, el ambiente era extraño y tenso, me dijo que deberíamos bañarnos y parece que no esperaba que yo me atreviera a hacerle compañía en la ducha, pero no opuso ninguna queja. La ducha era pequeña y nos tuvimos que apretar para que el chorro de agua nos rindiera. No hubo palabras, pero afloró el cariño cuando arrimó a su pecho con un fuerte abrazo. Alcé la vista y mis grandes ojos dieron con los suyos. Él es más grande que yo por lo que me puse de puntillas, y él levemente agachado, para que pudiéramos devorarnos los labios nuevamente como un par de fameélicos necesitados. Inesperadamente mi penecito es alzado por la creciente erección de su gran miembro, que, impaciente, se acomodó entre mis muslos. La excitación aceleró y, agarrándome por las piernas, me alzó y e introdujo su enorme pene en mi agrandado ano. Yo me acurruqué en su pecho y lo abracé con fuerza para que el pudiera subirme y bajarme a voluntad. La acción fue frenética y su eyaculación igual de potente aunque más corta. Exhaustos nos ayudamos a limpiarnos el uno al otro.



Yo apenas me podía tener en pie del dolor y la incomodidad, pero nos reímos mucho de eso. Nos vestimos y, con mucho romanticismo, nos dimos un beso de despedida. Continuará...