Unos días después del segundo polvo con Martín nos quedamos a dormir en la casa de Lautaro. Era sábado, habíamos estado todo el día juntos jugando a la pelota. Fue una juntada normal con los pibes. Al llegar a su casa nos íbamos a dar una ducha, habíamos transpirado bastante. El primero en pasar fue Lautaro, con lo que nos quedamos solos Martín y yo en la pieza, estaba la puerta abierta, escuchábamos a la madre de Lautaro estaba en la cocina, y la hermana de Lautaro estaba en su pieza, escuchando música. Todo era normal, estaba sentado en la cama, Martín en la compu, hasta que se levanta, se pone cerca mío y se baja el pantalón y el bóxer, agarra su pija y me la pasa cerca de la cara.
- Yo, susurrando: ¿Estás loco?
- Martín: No pasa nada, están lejos, no nos ve nadie.
- Yo: No te bañaste todavía...
- Martín: Dale, un poquito...
- Yo: Bueno, pero un poquito nomás.
Martín me tomó de la cabeza y me empujó hacia su cuerpo, refregando mi cara por su pija y sus bolas. Tenía un olor intenso pero no me desagradaba.
- Martín, susurrando: Chupame las bolas.
Acercó sus bolas y yo abri la boca. Le lenguetee las bolas transpiradas un rato, ahi sí que tenía gusto fuerte, pero no me importaba, sentía como su pija se iba hinchando y poniendo dura apoyada en mi frente.
- Yo: Bueno, ya está. - dije y me separé.
- Martín: No, pará, todavía no me la chupaste.
Se escuchaba todavía a la madre en la cocina y el ruido de al ducha, así que cedí. Le tiré la pielsita para atrás, pasé mi lengua por su glande, lo miré a los ojos y me metí su pija a la boca. Martín apoyó una mano en la cabeza y tenía la otra en su cintura, disfrutando como todo un hombre, mientras yo rodeaba el tronco de su pija con mis labios e iba y venia. Dios, como me gustaba darle placer a este macho. Estábamos en eso cuando desde la cocina nos habla la mamá de Lautaro. Yo quise salirme pero él me mantuvo con la pija en su boca, y empezó a contestar. Me hizo un gesto con la cabeza para que siga, mientras él hablaba con la señora. Yo empecé a masturbarlo y a pasar mi otra mano por sus bolas; solo cuando la señora me preguntó algo a mi en particular me saqué la pija de la boca para contestar, ni bien terminé de hablar se la seguí chupando a Martín. Ya empezaba a sentir un poco de líquido preseminal cuando escuchamos que se cerró la canilla de la ducha. Martín volvió a la compu y yo me limpié la boca que la tenía llena de baba. Nos miramos pícaramente cuando volvió Lautaro, después pasé a ducharme yo.
Todo siguió normal, boludeamos, comimos, etc. A la madrugada nos fuimos a la pieza para acostarnos y quedarnos charlando. Lautaro iba a dormir en su cama, y en dos colchones en el piso, del lado de los pies de la cama, íbamos a dormir Martín y yo. Apagamos las luces y nos quedamos hablando de boludeces, nada especial, hasta que noto que Martín me agarra la mano y la lleva a su pija, en algún momento se había bajado el pantalón. Seguíamos hablando los tres, solo que ahora yo masturbando a Martín en la oscuridad. Todavía estaba blanda, lo pajeaba lento, con miedo de que Lautaro se diera cuenta de algo, pero estaba muy oscuro y él estaba lejos. Aproveché para acariciarle la pija a Martín, pasando mis dedos por todo lo largo de su tronco, acariciarle las bolas. Sin la vista solo tenía el tacto para apreciar esa poronga que me volvía loco. No sé cuanto habremos estado en esa situación, cinco o diez minutos, pero estaba totalmente caliente, haciendo algo re prohibido y peligroso, me encantaba. La pija de Martín ya estaba bien dura. Mientras ellos hablaban lentamente y con cuidado me fui deslizando a la parte baja del colchón hasta quedar con la cara a la altura de la chota de Martín. Volví a hablar un poco, para disimular, y empecé a lenguetear la pija de mi amigo. Seguíamos en la charla, pero yo cada vez aportaba menos; Martín todavía podía fingir normalidad mientras pasaba mi lengua todo a lo largo de su tronco y su glande. Me metí su pija en la boca lentamente, cuidando de no hacer ruido; la tuve un poco adentro de la boca, moviendo solo la lengua por su cabeza. Sentí que Martín largó un suspiro, eso elevó mi calentura.
Martín aprovechó para decir que tenía sueño, que mejor durmiéramos y nos despedimos. Martín me hizo subir a la altura normal, ahora estábamos los dos de costado, cara a cara; él había pasado su brazo y yo estaba apoyado en él. Lo seguía masturbando lentamente. él me había empezado a acariciar la cola. El corazón me latía a mil, estaba muy nervioso pero todavía más caliente. Solo se escuchaba el ruido del ventilador en la pieza, hasta que después de un rato se escuchaba la respiración pesada de Lautaro, ya dormido.
Enseguida Martín me empezó a bajar el pantalón y el calzoncillo, pensé que me lo iba a bajar un poquito pero me lo sacó todo.
- Yo, susurrando: ¿Qué haces?
- Martín: Dejame disfrutar de tu cola un ratito.
Ahí el que bajó fue él. Me hizo ponerme boca abajo y me empezó a besar los cachetes, a morderlos, a agarrarme fuerte. Sentir su deseo para con mi cuerpo me volaba la cabeza, era la mejor sensación del mundo.
- Martín: Tapate la boca.
Martín me empezó a lamer. Casi se me escapa un gemido, pero por suerte gracias a su aviso me pude contener. El hijo de puta me estaba comiendo la cola a metros de nuestro amigo, no lo podía creer, no pensé que se animaría. Algo de sonido, de mi respiración, se me escapaba, por suerte estaba el ventilador para tapar un poco. Seguía escuchando a Lautaro dormir pero ahora no podía prestarle nada de atención, solo sentía la lengua de mi amigo en mi cola.
- Martín: Levantá un poco más - me dijo agarrándome de la cintura.
No debí hacerle caso, no estaba pensando, pero levanté la cola para que mi amigo me siguiera lamiendo. Si Lautaro se despertaba era obvio lo que estaba pasando, me iba a ver a mi con el culo en pompa, totalmente entregado, y a Martín, desnudo y al palo, besándome el orto, pero el riesgo me estaba calentando más. Un poco me picaba el bichito de "¿y si se despierta y quiere participar?", en ese momento estaba tan caliente que hubiera aceptado cualquier cosa. Martín me habló como si me estuviera leyendo la mente.
- Martín: Te podríamos re enfiestar entre los dos eh.
No contesté porque no quise hacer ruido. Martín seguía con el beso negro y me tenía bien agarrado de la cola, yo disfrutaba y a la vez sufría de no poder emitir sonido, me sentía como en una cárcel sin poder expresarme como estaba acostumbrado. El guacho de Martín se aprovechaba, empezó a pasar un dedo por la entrada de mi cola; llevé una mano atrás para impedirlo.
- Martín: Shh... relajate...
Le hice caso y dejé que lleve todo un poquito más allá, como siempre. Martín empezó a meter su dedo en mi cola, sufría teniendo que hacer silencio, pero que bien se sentía tener a Martín adentro. Metió y sacó su dedo lentamente de mi cuerpo; hacia un ligero sonido a saliva que se hacía notar en el silencio casi total de la pieza. Yo me llevé la almohada a la cara, no podía más. Martín metió el dedo mayor hasta que hizo tope con su nudillo; empezó a moverse adentro mío y se me escapó un gemido. Martín fue bajando lentamente mi cola, sin sacar su dedo de adentro mío, y se vino a acostar a mi altura, tapándonos a ambos con la sábana. No entendí que estaba pasando; Martín me hizo el gesto de silencio con la mano libre. Y ahí escuché que Lautaro estaba girando en la cama. Me sentí asustado de repente, agradecía que Martín nos haya tapado con la sábana, si nos hacíamos los dormidos no pasaba nada. Recordé que no tenía nada de ropa y no sabía donde la había dejado, ¿y si Lautaro se levantaba y veía nuestra ropa en el piso? Algo iba a suponer...
Estaba pensando en eso cuando Martín volvió a mover su dedo de adentro mío. Me tenía casi como un anillo. Se me juntaban el miedo y el placer, no sabía que hacer, por lo que seguí callado y dejando que Martín haga lo suyo. Estaba seguro de que se estaba riendo de esa manera pícara que tenía, de machito agrandado, de "mira como te tengo". Busqué su pija y seguía dura, lo volví a pajear como podía; estábamos como cuchareando, yo mandaba el brazo para atrás y lo masturbaba como podía, con movimientos lentos para que no se notara nada.
Después de lo que habrán sido un par de minutos aunque se sintieron como horas, escuchamos como Lautaro volvía a respirar profundo, dormido. Ahí aproveché y saqué la mano de Martín y giré para quedar de frente a él.
- Yo: No podemos hacer esto así, es muy peligroso.
- Martín: Si, ¿pero no te calienta?
Acercó su cuerpo al mío, su poronga enorme chocó con mi pito duro. La cabeza de mi pija se tocaba con su tronco, mucho más ancho que el mío; la cabeza de su chota debía de estar muchos centímetros más arriba, la mía no era una pija a comparación de esa anaconda. Ese choque me dio algo de electricidad, era lo máximo que mi pene erecto había tenido contacto con su cuerpo.
- Yo: Si, pero tenemos que parar, es mucho riesgo.
- Martín: Bueno bebé, venis a casa la próxima y lo dejamos ahí, ¿te parece?
- Yo: Si, mejor.
- Martín: Dale... pero ahora me la chupas, ¿no?
Yo me reí fuerte, tanto que Martín me hiso "shh". Le volví a agarrar la chota y a pajearlo lentamente.
- Yo: ¿Estás re caliente, no?
- Martín: Si, re.
- Yo: Bueno, está bien.
Bajé a la altura de su pija y le pasé la lengua por la cabeza. Ya tenía bastante líquido preseminal en la cabeza, viscoso y rico. Lo disfruté unos segundos y me metí su pija en la boca. Envolví su poronga con mis labios y lentamente me tragaba su pija, poco a poco aumentando la velocidad, asegurandome de dejarle baba para pajearlo al mismo tiempo. Pero cuando aceleraba, y veía que Martín estaba cerca, el ruido era mucho, los dos nos dábamos cuenta. Se escuchó que Lautaro se movió en la cama y nos frenamos, pero enseguida nos dimos cuenta que seguía durmiendo.
Yo: No se va a poder... - le dije señalando a Lautaro en la cama.
Martín pareció quedarse pensando en silencio; al toque se paró un poco y se sentó a los pies de la cama, dándole la espalda a Lautaro dormido. Yo seguía en el colchón del piso hasta que me indicó que me acercara. Fui arrodillado hasta él, quedando muy cerca de esa verga gigante parada a la altura de mi cara. Se acercó a mi oído.
- Martín: Me la chupas así, así él no te ve, yo solo estoy sentado, si pasa algo le digo que me levanté y voy al baño.
Yo estaba dudando, me daba miedo pero tenía sentido su plan, cualquier cosa yo podía esconderme tirándome al colchón del piso sin que me viera Lautaro si se despertaba y a él no se le veía la pija dura. Pensé "ya fue" y arrodillado entre sus piernas volví a engullir esa poronga hermosa. Iba y venía tratando de no hacer ruido. Lo empecé a pajear. Sentía que estaba cerca pero el momento no llegaba, no me animaba a ir muy rápido porque se notaba el movimiento en la cama, Lautaro podía despertar en cualquier momento.
Martín me agarró del pelo y me separó de su pija, me guió para sus huevos; los chupé y lenguetié con devoción. Él se masturbaba rápido, un poco demasiado me pareció (por el tema del sonido y de la cama), pero creo que a esa altura no le importaba nada. De repente me vuelve a agarrar la cabeza y me mete bruscamente su pija en la boca; me moví dos veces sobre su pija y una cantidad inmensa de leche saltó a mi boca. Tragué rápido porque salía mucho semen mientras seguía succionando su poronga. Martín suspiraba grave mientras yo recibía ese néctar que era para mi la leche de mi amigo. Una vez que terminó de moverse y de temblar seguí con su pija en la boca unos segundos. Se escuchó la voz de Lautaro.
- Lautaro: ¿Estás bien?
Yo me quedé paralizado. Ni atiné a sacarme la pija de la boca. Por suerte para mi, Martín contestó al toque.
- Martín: Si, fui al baño y me golpié el dedo con la cama.
Lentamente me saqué su pija de la boca y me fui acostando, con mucha carpa y mucho cuidado, con el corazón latiéndome a mil. Martín enseguida también se acostó, con disimulo porque ambos estábamos desnudos. Martín nos tapó a ambos y no nos movimos ni hablamos hasta que escuchamos que Lautaro dormía de nuevo. Ahí agarramos la ropa y nos vestimos.
- Martín: Estuvo bueno, eh.
- Yo: Sos un guacho, vos querés que nos vean.
- Martín: No, te juro que no. Solo que me gusta mucho como me chupas la pija y tenes un muy buen orto.
Dejamos de hablar y él se quedó dormido enseguida, ya deslechado. Yo quise dormir pero estuve que ir al baño a hacerme una paja pensando en lo que pasó y en lo que podría haber pasado si Lautaro se despertaba. Estaba viviendo una locura en muy poco tiempo, me sentía enviciado, adicto, no podía dejar esta adrenalina con Martín, siempre le permitía todo. Si seguía por este camino me iba a dejar coger en cualquier lado, o chuparle la pija en donde sea y las consecuencias podían ser muy fuertes; hasta hace poco me consideraba hetero y en cuestión de semanas me había vuelto putísimo, mi amigo me había convertido en una trola y me encantaba. El placer nuevo de chuparle la pija y de que me haga la cola me hacía ser capaz cualquier cosa. Pero bueno, él ya no iba a tener la casa sola, dentro de no tanto iban a volver las clases y estas chances no se iban a volver a presentar, eso iba a ayudar a calmar las cosas. Me tranquilizaba diciéndome que dentro de poco iba a tener una última vez con Martín y listo. Me iba a dejar hacer todo lo que el pidiera y me iba a portar bien trola hasta quedar saciado de su pija, así me sacaba las ganas de una vez y para siempre.
- Yo, susurrando: ¿Estás loco?
- Martín: No pasa nada, están lejos, no nos ve nadie.
- Yo: No te bañaste todavía...
- Martín: Dale, un poquito...
- Yo: Bueno, pero un poquito nomás.
Martín me tomó de la cabeza y me empujó hacia su cuerpo, refregando mi cara por su pija y sus bolas. Tenía un olor intenso pero no me desagradaba.
- Martín, susurrando: Chupame las bolas.
Acercó sus bolas y yo abri la boca. Le lenguetee las bolas transpiradas un rato, ahi sí que tenía gusto fuerte, pero no me importaba, sentía como su pija se iba hinchando y poniendo dura apoyada en mi frente.
- Yo: Bueno, ya está. - dije y me separé.
- Martín: No, pará, todavía no me la chupaste.
Se escuchaba todavía a la madre en la cocina y el ruido de al ducha, así que cedí. Le tiré la pielsita para atrás, pasé mi lengua por su glande, lo miré a los ojos y me metí su pija a la boca. Martín apoyó una mano en la cabeza y tenía la otra en su cintura, disfrutando como todo un hombre, mientras yo rodeaba el tronco de su pija con mis labios e iba y venia. Dios, como me gustaba darle placer a este macho. Estábamos en eso cuando desde la cocina nos habla la mamá de Lautaro. Yo quise salirme pero él me mantuvo con la pija en su boca, y empezó a contestar. Me hizo un gesto con la cabeza para que siga, mientras él hablaba con la señora. Yo empecé a masturbarlo y a pasar mi otra mano por sus bolas; solo cuando la señora me preguntó algo a mi en particular me saqué la pija de la boca para contestar, ni bien terminé de hablar se la seguí chupando a Martín. Ya empezaba a sentir un poco de líquido preseminal cuando escuchamos que se cerró la canilla de la ducha. Martín volvió a la compu y yo me limpié la boca que la tenía llena de baba. Nos miramos pícaramente cuando volvió Lautaro, después pasé a ducharme yo.
Todo siguió normal, boludeamos, comimos, etc. A la madrugada nos fuimos a la pieza para acostarnos y quedarnos charlando. Lautaro iba a dormir en su cama, y en dos colchones en el piso, del lado de los pies de la cama, íbamos a dormir Martín y yo. Apagamos las luces y nos quedamos hablando de boludeces, nada especial, hasta que noto que Martín me agarra la mano y la lleva a su pija, en algún momento se había bajado el pantalón. Seguíamos hablando los tres, solo que ahora yo masturbando a Martín en la oscuridad. Todavía estaba blanda, lo pajeaba lento, con miedo de que Lautaro se diera cuenta de algo, pero estaba muy oscuro y él estaba lejos. Aproveché para acariciarle la pija a Martín, pasando mis dedos por todo lo largo de su tronco, acariciarle las bolas. Sin la vista solo tenía el tacto para apreciar esa poronga que me volvía loco. No sé cuanto habremos estado en esa situación, cinco o diez minutos, pero estaba totalmente caliente, haciendo algo re prohibido y peligroso, me encantaba. La pija de Martín ya estaba bien dura. Mientras ellos hablaban lentamente y con cuidado me fui deslizando a la parte baja del colchón hasta quedar con la cara a la altura de la chota de Martín. Volví a hablar un poco, para disimular, y empecé a lenguetear la pija de mi amigo. Seguíamos en la charla, pero yo cada vez aportaba menos; Martín todavía podía fingir normalidad mientras pasaba mi lengua todo a lo largo de su tronco y su glande. Me metí su pija en la boca lentamente, cuidando de no hacer ruido; la tuve un poco adentro de la boca, moviendo solo la lengua por su cabeza. Sentí que Martín largó un suspiro, eso elevó mi calentura.
Martín aprovechó para decir que tenía sueño, que mejor durmiéramos y nos despedimos. Martín me hizo subir a la altura normal, ahora estábamos los dos de costado, cara a cara; él había pasado su brazo y yo estaba apoyado en él. Lo seguía masturbando lentamente. él me había empezado a acariciar la cola. El corazón me latía a mil, estaba muy nervioso pero todavía más caliente. Solo se escuchaba el ruido del ventilador en la pieza, hasta que después de un rato se escuchaba la respiración pesada de Lautaro, ya dormido.
Enseguida Martín me empezó a bajar el pantalón y el calzoncillo, pensé que me lo iba a bajar un poquito pero me lo sacó todo.
- Yo, susurrando: ¿Qué haces?
- Martín: Dejame disfrutar de tu cola un ratito.
Ahí el que bajó fue él. Me hizo ponerme boca abajo y me empezó a besar los cachetes, a morderlos, a agarrarme fuerte. Sentir su deseo para con mi cuerpo me volaba la cabeza, era la mejor sensación del mundo.
- Martín: Tapate la boca.
Martín me empezó a lamer. Casi se me escapa un gemido, pero por suerte gracias a su aviso me pude contener. El hijo de puta me estaba comiendo la cola a metros de nuestro amigo, no lo podía creer, no pensé que se animaría. Algo de sonido, de mi respiración, se me escapaba, por suerte estaba el ventilador para tapar un poco. Seguía escuchando a Lautaro dormir pero ahora no podía prestarle nada de atención, solo sentía la lengua de mi amigo en mi cola.
- Martín: Levantá un poco más - me dijo agarrándome de la cintura.
No debí hacerle caso, no estaba pensando, pero levanté la cola para que mi amigo me siguiera lamiendo. Si Lautaro se despertaba era obvio lo que estaba pasando, me iba a ver a mi con el culo en pompa, totalmente entregado, y a Martín, desnudo y al palo, besándome el orto, pero el riesgo me estaba calentando más. Un poco me picaba el bichito de "¿y si se despierta y quiere participar?", en ese momento estaba tan caliente que hubiera aceptado cualquier cosa. Martín me habló como si me estuviera leyendo la mente.
- Martín: Te podríamos re enfiestar entre los dos eh.
No contesté porque no quise hacer ruido. Martín seguía con el beso negro y me tenía bien agarrado de la cola, yo disfrutaba y a la vez sufría de no poder emitir sonido, me sentía como en una cárcel sin poder expresarme como estaba acostumbrado. El guacho de Martín se aprovechaba, empezó a pasar un dedo por la entrada de mi cola; llevé una mano atrás para impedirlo.
- Martín: Shh... relajate...
Le hice caso y dejé que lleve todo un poquito más allá, como siempre. Martín empezó a meter su dedo en mi cola, sufría teniendo que hacer silencio, pero que bien se sentía tener a Martín adentro. Metió y sacó su dedo lentamente de mi cuerpo; hacia un ligero sonido a saliva que se hacía notar en el silencio casi total de la pieza. Yo me llevé la almohada a la cara, no podía más. Martín metió el dedo mayor hasta que hizo tope con su nudillo; empezó a moverse adentro mío y se me escapó un gemido. Martín fue bajando lentamente mi cola, sin sacar su dedo de adentro mío, y se vino a acostar a mi altura, tapándonos a ambos con la sábana. No entendí que estaba pasando; Martín me hizo el gesto de silencio con la mano libre. Y ahí escuché que Lautaro estaba girando en la cama. Me sentí asustado de repente, agradecía que Martín nos haya tapado con la sábana, si nos hacíamos los dormidos no pasaba nada. Recordé que no tenía nada de ropa y no sabía donde la había dejado, ¿y si Lautaro se levantaba y veía nuestra ropa en el piso? Algo iba a suponer...
Estaba pensando en eso cuando Martín volvió a mover su dedo de adentro mío. Me tenía casi como un anillo. Se me juntaban el miedo y el placer, no sabía que hacer, por lo que seguí callado y dejando que Martín haga lo suyo. Estaba seguro de que se estaba riendo de esa manera pícara que tenía, de machito agrandado, de "mira como te tengo". Busqué su pija y seguía dura, lo volví a pajear como podía; estábamos como cuchareando, yo mandaba el brazo para atrás y lo masturbaba como podía, con movimientos lentos para que no se notara nada.
Después de lo que habrán sido un par de minutos aunque se sintieron como horas, escuchamos como Lautaro volvía a respirar profundo, dormido. Ahí aproveché y saqué la mano de Martín y giré para quedar de frente a él.
- Yo: No podemos hacer esto así, es muy peligroso.
- Martín: Si, ¿pero no te calienta?
Acercó su cuerpo al mío, su poronga enorme chocó con mi pito duro. La cabeza de mi pija se tocaba con su tronco, mucho más ancho que el mío; la cabeza de su chota debía de estar muchos centímetros más arriba, la mía no era una pija a comparación de esa anaconda. Ese choque me dio algo de electricidad, era lo máximo que mi pene erecto había tenido contacto con su cuerpo.
- Yo: Si, pero tenemos que parar, es mucho riesgo.
- Martín: Bueno bebé, venis a casa la próxima y lo dejamos ahí, ¿te parece?
- Yo: Si, mejor.
- Martín: Dale... pero ahora me la chupas, ¿no?
Yo me reí fuerte, tanto que Martín me hiso "shh". Le volví a agarrar la chota y a pajearlo lentamente.
- Yo: ¿Estás re caliente, no?
- Martín: Si, re.
- Yo: Bueno, está bien.
Bajé a la altura de su pija y le pasé la lengua por la cabeza. Ya tenía bastante líquido preseminal en la cabeza, viscoso y rico. Lo disfruté unos segundos y me metí su pija en la boca. Envolví su poronga con mis labios y lentamente me tragaba su pija, poco a poco aumentando la velocidad, asegurandome de dejarle baba para pajearlo al mismo tiempo. Pero cuando aceleraba, y veía que Martín estaba cerca, el ruido era mucho, los dos nos dábamos cuenta. Se escuchó que Lautaro se movió en la cama y nos frenamos, pero enseguida nos dimos cuenta que seguía durmiendo.
Yo: No se va a poder... - le dije señalando a Lautaro en la cama.
Martín pareció quedarse pensando en silencio; al toque se paró un poco y se sentó a los pies de la cama, dándole la espalda a Lautaro dormido. Yo seguía en el colchón del piso hasta que me indicó que me acercara. Fui arrodillado hasta él, quedando muy cerca de esa verga gigante parada a la altura de mi cara. Se acercó a mi oído.
- Martín: Me la chupas así, así él no te ve, yo solo estoy sentado, si pasa algo le digo que me levanté y voy al baño.
Yo estaba dudando, me daba miedo pero tenía sentido su plan, cualquier cosa yo podía esconderme tirándome al colchón del piso sin que me viera Lautaro si se despertaba y a él no se le veía la pija dura. Pensé "ya fue" y arrodillado entre sus piernas volví a engullir esa poronga hermosa. Iba y venía tratando de no hacer ruido. Lo empecé a pajear. Sentía que estaba cerca pero el momento no llegaba, no me animaba a ir muy rápido porque se notaba el movimiento en la cama, Lautaro podía despertar en cualquier momento.
Martín me agarró del pelo y me separó de su pija, me guió para sus huevos; los chupé y lenguetié con devoción. Él se masturbaba rápido, un poco demasiado me pareció (por el tema del sonido y de la cama), pero creo que a esa altura no le importaba nada. De repente me vuelve a agarrar la cabeza y me mete bruscamente su pija en la boca; me moví dos veces sobre su pija y una cantidad inmensa de leche saltó a mi boca. Tragué rápido porque salía mucho semen mientras seguía succionando su poronga. Martín suspiraba grave mientras yo recibía ese néctar que era para mi la leche de mi amigo. Una vez que terminó de moverse y de temblar seguí con su pija en la boca unos segundos. Se escuchó la voz de Lautaro.
- Lautaro: ¿Estás bien?
Yo me quedé paralizado. Ni atiné a sacarme la pija de la boca. Por suerte para mi, Martín contestó al toque.
- Martín: Si, fui al baño y me golpié el dedo con la cama.
Lentamente me saqué su pija de la boca y me fui acostando, con mucha carpa y mucho cuidado, con el corazón latiéndome a mil. Martín enseguida también se acostó, con disimulo porque ambos estábamos desnudos. Martín nos tapó a ambos y no nos movimos ni hablamos hasta que escuchamos que Lautaro dormía de nuevo. Ahí agarramos la ropa y nos vestimos.
- Martín: Estuvo bueno, eh.
- Yo: Sos un guacho, vos querés que nos vean.
- Martín: No, te juro que no. Solo que me gusta mucho como me chupas la pija y tenes un muy buen orto.
Dejamos de hablar y él se quedó dormido enseguida, ya deslechado. Yo quise dormir pero estuve que ir al baño a hacerme una paja pensando en lo que pasó y en lo que podría haber pasado si Lautaro se despertaba. Estaba viviendo una locura en muy poco tiempo, me sentía enviciado, adicto, no podía dejar esta adrenalina con Martín, siempre le permitía todo. Si seguía por este camino me iba a dejar coger en cualquier lado, o chuparle la pija en donde sea y las consecuencias podían ser muy fuertes; hasta hace poco me consideraba hetero y en cuestión de semanas me había vuelto putísimo, mi amigo me había convertido en una trola y me encantaba. El placer nuevo de chuparle la pija y de que me haga la cola me hacía ser capaz cualquier cosa. Pero bueno, él ya no iba a tener la casa sola, dentro de no tanto iban a volver las clases y estas chances no se iban a volver a presentar, eso iba a ayudar a calmar las cosas. Me tranquilizaba diciéndome que dentro de poco iba a tener una última vez con Martín y listo. Me iba a dejar hacer todo lo que el pidiera y me iba a portar bien trola hasta quedar saciado de su pija, así me sacaba las ganas de una vez y para siempre.
4 comentários - Juegos riesgosos (casi me descubren con Martín)
Entiendo a full lo que le pasa con Martín! es asi, sale a la luz la putez de uno cuando estas con un macho asi dominante!
Excelente Relato