Martín me pone muy trola

Habían pasado unos días de haberle chupado la pija a Martín en la casa de nuestro amigo con el resto del grupo durmiendo en la pieza de al lado, no nos habíamos vuelto a ver ni a tener contacto. Hasta que un día a la tarde, yo estaba mirando la tele y mi vieja me llamó para decirme que me estaban llamando por teléfono. Fui y era Martín.
- Martín: Hola, ¿Cómo estas?
- Yo: Bien, ¿vos?
- Martín: Bien, con ganas de hacerte la cola.
Me quedé congelado. Mis viejos estaban a unos metros, obviamente no escuchaban de qué hablaba, pero aún así me puse nervioso.
- Yo: Ah...mirá...
- Martín: ¿Vos no tenés ganas de que te coja?
Sentía que se me había secado la boca, estaba muy nervioso y muy caliente. Martín tenía la voz grave, respiraba profundo, creo que se estaba tocando. Tardé en responder y se me quebró la voz un poco.
- Yo, intentando sonar normal: Si, no... obvio.
- Martín: Ah, ya me parecía. ¿Querés venir mañana? ¿Temprano como la otra vez?
- Yo: Bueno, dale.
- Martín: ¿Vas a estar bien putita?
Ya creo que me temblaba la mano de los nervios y por la calentura que me agarró de repente.
- Yo: Si vos querés, si.
- Martín: Que bueno. Te espero. Un beso.
- Yo: Chau...
Casi que me fui corriendo a mi pieza, en parte para que no me pregunten nada, y en parte para intentar cubrir mi erección. Me toqué un poco pero no quería acabar para estar bien encendido para mañana. Sabía que Martín iba a sarparse más conmigo, como lo había hecho recién, hablándome así sabiendo que mis viejos estaban tan cerca. Me calentaba pensando todo lo que se venía, me hervía la sangre, y todavía tenía que esperar muchas horas. Apenas pude dormir, me desperté temprano como la otra vez, me bañé, me vestí, me guardé el celu, me llevé una mochila con un par de cosas. Caminando por la calle ya me sentía un poco ruborizado, sabiendo que iba por segunda vez a que me cojan bien el orto. Ya era muy de puto lo que estaba haciendo, pero no me podía aguantar, mi amigo me calentaba un montón, atlético, pijón, tierno en cierta manera, y muy atrevido. Y saber que mi cola lo volvía loco me hacía sentir deseado como ninguna otra cosa. Él también desafiaba tabúes y todo porque mi cola lo calentaba. Si bien yo era el mas trolo se podría decir, él también se estaba jugando a quedar mal a la vista de los demás, así que era algo compartido y los dos lo entendíamos así, y también disfrutando de nuestros gustos, yo recibiendo y él dando.
Llegué a su casa un poco antes de las 9 como la otra vez, se ve que me ganó la ansiedad de nuevo. Me abrió por el portero eléctrico y pasé hasta la puerta de su casa. Martín me abrió, estaba con un short y sin remera. Si bien éramos los dos chicos, él apenas unos meses mas grande, yo lo veía como si fuera todo un hombre, actuaba con una seguridad que me seducía. Me salió una sonrisa medio tímida, le dije un "Hola" medio en voz baja y me hizo pasar.
- Martín, sonriendo: ¿Estás tímido?
- Yo: Jaja no...
- Martín: Vamos a sacarte esa timidez rápido.
Ahí al lado de la puerta me llevó contra la pared y me besó. Me gustaba mucho sentir su lengua imponiéndose a la mía, yo acariciaba la suya, tan sumisamente como me sentía con él. Acariciaba su espalda y sus manos pronto pasaron de mi cintura a mi cola, por debajo de mi short. Con sus manos fue bajándome el pantalón corto y el calzoncillo, que cayeron a mis pies, dejandome desnudo de la cintura para abajo. Martín me seguía mandando mano, me apretaba la cola fuerte, movía sus manos en círculos, palpandome los cachetes. Me pegó un chirlo y me salió un gritito que hice un poco afeminado. Eso pareció gustarle, porque separó su boca de la mía y me miraba mordiéndose el labio. Se separó un poco de mí para que pudiera sacar del todo mi ropa interior levantando los pies, me saqué la remera y de la mano me llevó al sillón. No me gustaba mostrar mi pito con Martín, ahora estando duro iba medio escondiéndomelo con las manos como podía, no tanto para que no vea mi calentura sino porque quedaba muy muy manicero al lado suyo, pero que él lo supiera y se demostrara más canchero me daba morbo. Llegamos al sillón y yo me siento pero él me hace levantar enseguida.
- Martín: No, no te sientes. Mostrame la cola.
Yo me moví y me puse de rodillas arriba del sillón, de espaldas a él, sacando cola.
- Yo: ¿Así?
- Martín: Sí, así, putita.
Se puso a manosearme de nuevo, y enseguida pasó a darme chirlos, besos, mordidas.
- Martín: Como extrañaba esta cola. ¿Tu cola me extrañaba?
- Yo: Emm...
- Martín: Dale, decí la verdad.
- Yo: Si, mi cola te extrañó.
Ni bien terminé de decirlo me empezó a lamer. Temblaba de placer sintiendo su lengua en mi ano, era demasiado, me cuerpo se movía como si fuese independiente de mi, y no podía dejar de gemir, a veces también por culpa de algún que otro chirlo que Martín me daba, cada vez mas fuerte. Estaba que me moría del placer, ya me sentía cerca de acabar sin tocarme, estaba que volaba.
- Martín: Uh amigo, los gemidos de trola que pegás, me encanta. Tengo la pija re dura.
No podía verlo desde mi posición pero me encantó oír eso, quería que me coja ya pero sabía que tenía que dilatarme bien para poder soportar su tremenda pija.
- Yo: Meteme un dedo porfa.
- Martín: Uff si, así de puta te quiero.
Martín no tardó en cumplirme el deseo: escupió en mi cola, mojó su índice en la saliva y empezó a hacer presión. Lo sentí entrar y me invadió un calor que no podía explicar. Entraba y salía de mi con facilidad. Humedeció un segundo dedo y me lo metió. Sentía que mi culo cedía fácil, no sé si era porque ya había sido desvirgado o porque estaba tan caliente, o si él era muy bueno haciendo lo que hacía, o todas a la vez. Una mano la tenía en mi cintura y la otra la usaba para penetrarme. No podía esperar más.
- Yo: Cogeme, Martín.
- Martín: Sí bebé, ya va.
Martín se alejó y por primera vez en un rato largo abrí los ojos, estaba yendo a la mesa; agarró una riñonera y de ahí sacó forros y el lubricante de la otra vez. Tenía la verga bien parada, tan grande y ancha, siempre quedaba sorprendido de ver esa poronga, era inmensa y hermosa. Se volvió a acercar a mi, yo lo miraba por sobre el hombro, sonriendo expectante, algo nervioso. Verlo acercarse con esa poronga gigante me llenaba de morbo, me sentía la mas puta de todas. Martín se acercó a mi cara, me agarró del pelo y me miró a los ojos, más dominante que nunca.
- Martín: ¿La querés adentro, putita?
- Yo: Si, metemela Martín.
- Martín: No quiero que me digas Martín.
- Yo: ¿Eh? ¿Cómo querés que te diga?
- Martín: ¿Te gusta mi verga?
- Yo: ¡Si! Sabés que si.
- Martín: ¿Amás esta poronga que te va a coger? - me decía pegándome pijazos en las nalgas.
- Yo: Si. Amo tu pija. - le decía mirándonos a los ojos.
- Martín: Decime mi amor entonces.
Yo me quedé un poco shockeado. Nunca habíamos hablado de amor ni nada parecido, pero a la vez sentía que no era una cuestión de sentimientos, sino de dominación, y le seguí el juego.
- Yo: Metemelá, mi amor.
- Martín: Uf putita, ya te la pongo.
Se me vino encima y me besó, mandándome lengua al máximo, apenas podía resistirla. No había pasado media hora y me tenía en el sillón, a metros de la puerta por la que entré hace un rato, con el culo dilatado y rogando por su pija, no podía entender el encanto en el que me tenía, estaba como engualichado. Yo le seguía el juego y él siempre tiraba más, y yo lo seguía como desesperado por el placer anal que me daba, incomparable con nada. Decirle mi amor tuvo un efecto raro en mi, ¿estaba enamorado? ¿O solo era la persona que me estaba mostrando un placer que desconocía? Ya venía confundido y esto me alteró un poco más, pero con la calentura que tenía, y al empezar a sentir a su pija puertéandome la cola, le hubiera dicho que lo amaba con tal de que me coja, lo que hiciera falta. Todavía me estaba besando y ya estaba apuntando su pija para penetrarme. Se separó de mi, se puso el forro y se tiró aceite en la pija y después en mi ano. Volvió a meter dos dedos y después tres, como asegurándose. Yo ya mordía el almohadón que daba con el respaldo, esperando lo que venía. Sentí la cabeza de su chota en mi cola y empezó a hacer fuerza. Dolió un poco, como la primera vez, quizás un poco mas. Le pedí que vaya lento y me dijo que si, mientras me acariciaba la espalda. (Si bien me trataba como puta, esos pequeños gestos que tenía me gustaban, me daban confianza en que no se iba a aprovechar de mi.) Fue metiéndomela un poquito más, yo largaba gritos en el almohadón sintiendo como me abría todo el orto, era muy muy grande. Estiré mis manos para abrirme más los cachetes y que pueda entrar mejor, Martín sacó un poco su pija, se tiró mas aceite y me la volvió a meter. Me dolía pero no quería que pare. No sé cuanto había metido ya, pero empezó a moverse y a cogerme con más facilidad, ya la presión de mi cola cedía.
- Martín: Uf bebé, como extrañaba cogerte.
- Yo: ¡Ay! ¿Te gusta... ay, cogerme?
- Martín: Me encanta, tenés una cola hermosa, te cogería todos los dias.
Le iba a contestar que yo también quería que me cogiera siempre pero Martín me pegó un chirlo y solo pude largar un gritito muy agudo. Esto parece que le gustó porque me pegó otro y volví a gemir. Su verga me seguía penetrando cada vez mas, la sentía interminable, hasta que en un momento empujó más y más, y al fin sentí el choque de sus huevos grandes contra los míos chiquititos.
- Martín: Sentila, bebé. La tenés toda adentro.
- Yo: ¡Ay! Que hdp, es gigante, no sé como me entra toda.
Requería un esfuerzo dejar entrar todo ese pedazo, pero lo valía, ahora tenía el orto lleno de pija. Martín se movía poquito y me la hacía sentir bien dura adentro mío. Yo gemía al menor movimiento en un volumen que no podía controlar, se me escapaban con cada empujón que me daba. Aprovechó para lubricar un poco más su pija, y fue aumentando el ritmo, cogiendome cada vez con mayor velocidad. Tenía los ojos cerrados y me mordía el labio para dejar de gritar, cada embestida me hundía más en el sillón. Escuchaba a Martín suspirar, su respiración pesada, sus manos en mi cintura. Me daba mas y más fuerte, me nalgueaba, se estaba poniendo más agresivo.
- Martín: Que puta linda que sos, bebé.
Me seguía dando, yo resistía como podía. Sus huevos contra mi orto hacían mucho ruido en el living. No paraba de gemir. Giré un poco la cabeza y me di cuenta que nos reflejabamos en un espejo: solo veía mi cintura y mi cola alzada, y mi amigo de toda la vida clavándome su pijón una y otra vez.
- Martín: ¡Ah! No sabía que eras tan puta.
- Yo: ¡Ay! Vos me hiciste una puta. Yo antes era ¡Aa! un nene normal.
- Martín, sacado: ¿Ah Si? ¿Sos una nena ahora?
- Yo: ¡Ah! Si, soy una nena puta.
- Martín: Uff voy a acabar en tu cola, putita hermosa.
- Yo: Si, damela, dame tu leche.
Yo estaba tan sacado como él, me calentaba tanto ser su puta que no podía parar, mientras mas trola me sentía más me calentaba. Tenía la pija flácida, pero sentía que estaba cerca de acabar, sin tocarme. Estaba todo transpirado, con la sangre hirviendo. Martín me daba fuerte, abriéndome el orto al máximo, sin piedad. Me dolía pero me gustaba, llegaba al fondo de mí, sentir el inicio de su pelvis en mis nalgas me volvía loca. Me hundí mas en el sillón, apoyando mi cabeza con los almohadones, y solté una mano para tocarme la pija, flácida y chiquitita, mientras mi amigo metía su poronga gigante en mi orto una y otra vez con fuerza.
- Yo: Ay dios, como me coges, hijo de puta.
- Martín: Ahi va, te acabo la cola, tomá, puta.
Mientras me tocaba sentía que mi cola latía, apretando más la pijota de Martín, y también empecé a sentir que Martín temblaba. Su pija parecía hacerse mas y mas gorda; largó un suspiro grave y unos gemidos, me estaba acabando. Yo seguí tocandome mas rápido para poder seguir sintiendo eso, abrazando la pija de Martín desde adentro mientras él acababa, y empecé a acabar yo. Largué un gemido agudo y re fuerte, prácticamente un grito, totalmente poseído, no reconocí mi voz normal en ese grito. Toda mi leche fue al sillón y a mis piernas, manchando todo, no lo pude evitar. Martín estaba adentro mío, empujando y temblando, hasta que paró y empezó a respirar mas profundo. Después de unos segundos me la sacó y se sentó a mi lado. Yo me senté y casi que me acosté un poco de costado, tenía las piernas cansadas y manchadas, estaba todo temblando, hasta tenía los ojos llorosos. Mi cuerpo estaba saliendo de un colapso de placer, sentía un cosquilleo por todo mi cuerpo. Cerré los ojos y me quedé ahí acostado, tratando de recuperar el aliento.
- Martín: ¿Estás bien?
- Yo: Si...si... Ay, fue muy intenso.
- Martín: Mal, mirá toda la leche que largaste vos y mirá la que quedó en el forro.
Me incorporé a mirar y estaba por hacer el nudo; había quedado un montón de semen en el forro.
- Yo: Jaja wow, ¿todo eso me tomo? Es un montón.
- Martín: Jaja ¿querés la leche?
- Yo: Jaja no me puedo mover
Martín se acercó, con el forro en la mano.
- Martín: ¿La querés?
Lo miré y seguía con cara de caliente, así que abrí la boca y saqué la lengua. Martín largó una sonrisa, sorprendido pero contento, y estiró el forro para que su leche me caiga en la lengua, en los labios y en toda la cara, solo la mitad me la pude tragar, el resto fue a mi frente, mis pómulos y mis mejillas.
- Martín: Uff, me encanta.
- Yo: ¿Estoy linda?
- Martín: Hermosa.
Nos reímos un poco, me paso papel y me limpié su semen y el mío. Cuando finalmente me pude levantar sentía un cosquilleo en mi cola que me encantaba, me sentía sonriente. Cuando pasé a tirar el papel al tacho Martín se puso atrás mío, me apoyó y me besó el cuello, pasando una mano por mi pelvis.
- Martín: Que olor a leche que tenés.
- Yo: Es tu culpa por apuntar mal.
Me agarró fuerte la cola y se quedó pegado a mi, piel con piel, su verga flácida pero grande entre mis nalgas, su boca cerca de mi cuello. Tiré el papel y le dije que me iba a dar una ducha. Tardé poquito, solo me limpié el semen de mi cara, el aceite de mi cola y me refresqué, sabía que se venía mas. Todavía no le había chupado la pija y tenía muchas ganas. Me sequé y salí con el tallón a la cintura, lo vi a mi amigo desnudo de espaldas a mi. Al escucharme venir se dio vuelta, tenia su sonrisa de canchero, se me acercó y me sacó la toalla. Pegó su cuerpo con el mío, teniéndome atrapado, mis brazos quedaron entre mi pecho y el suyo, mientras él me tenía de la cintura y me tocaba la cola con sus dedos. No me podía mover pero me sentía cómodo igual.
- Yo: ¿Qué haces?
- Martín: Te tengo prisionera.
Bajó sus manos hasta tocarme la cola y me liberó lo suficiente para besarme. Se portaba tan masculino, dominante pero tierno que me dejaba llevar con naturalidad. Me agarraba fuerte y me hacía ponerme en puntitas de pie para besarlo. Nunca pensé que iba a estar así con otro hombre, dejándome dominar, y en un papel de nena caliente, siendo penetrado fuertemente por un hombre mas masculino que yo, mas pijudo que yo. A su lado era una nena, y estaba enamorado de las sensaciones que producía en mi, siempre descubría placeres sin igual estando con él, siendo tratado de esa manera, ser tocado, agarrado con deseo, mis primeros besos. Y saber que yo era la fuente de placer de él, el poder besarlo, lamerlo, chuparlo, que me cogiera hasta acabarme el orto, me hacía redoblar la apuesta y ponerme mas en mi rol de trola.
Sentía por mi cintura como su pija se iba poniendo mas dura. Empecé a acariciarle la chota como podía y lentamente Martín me soltaba. Le di unos besos por la mejilla, bajé por su cuello, sus clavículas, su pecho, sus abdominales y quedé arrodillado adelante de su pija. Bese su ingle mientras con una mano lo pajeaba lentamente; di besos por su tronco, alternando con lengua, aprovechando para dejarla babosa. Levanté su tronco para tener acceso a sus bolas, las lenguetié una por una y quise meterme las dos en la boca a la vez, no me entraban pero seguía intentando. Martín levantó el tronco de su pija y lo empezó a dejar caer sobre mi cara, varias veces, pegándome con su poronga. Separó de su cuerpo, dejando mi cara al lado de su pija.
- Martín: ¿Te la querés comer?
- Yo: Si.
- Martín: Cometela entonces.
Abrí la boca y empujó mi cabeza hasta meter la mitad de su pija, ahí me dejó seguir a mi. Empecé a cabecear sobre esa chota hermosa, gorda y gigante, abriendo al máximo mis labios. Me encantaba sentir la cabeza suavecita y el tronco bien duro hasta que haga fondo en mi garganta. Iba y venía sintiendo cada centímetro de ese falo que me invadía la boca, no podía creer lo que me calentaba chuparle la pija a mi amigo. Estuve así un rato hasta que levanté la vista y vi que mi amigo se estaba mordiendo el labio, mirándome con una calentura tremenda. Seguí chupándosela haciendo contacto visual.
- Martín: Uff que puta que sos, amigo.
Sus palabras me encendieron más. Sentí que se me dilataba la cola sola pero no quería dejar de chupársela todavía. Tomé sus manos con las mías y las llevé a mi cabeza, haciendo que me agarrara, y yo mismo me empujé hasta tragar mucho de su pija. Martín entendió lo que quería: me agarró fuerte de la cabeza y empezó a cogerme la boca. Lo quería seguir mirando pero se me llenaron los ojos de lágrimas, me costaba respirar mientras mi amigo se desquitaba metiendo su poronga hasta el fondo de mi garganta. Lo paré para que me dejara toser y recuperarme, y me acarició la cara, secándome una lágrima que me caía.
- Martín: Vamos arriba que te quiero romper el orto.
Me dio la mano para ayudarme a levantarme y me dio un beso, mordiéndome los labios. A la fuerza me dio vuelta y me empujó para subir las escaleras, a lo bruto pero me gustó. Agarré mi ropa tirada en la puerta y subimos rápido, apenas llegamos a su cuarto me ordenó que me subiera a la cama y quedara en cuatro, mirándolo a él. Puso su pija a la altura de mi boca y empezó a metérmela a la fuerza de nuevo, yo me tenía con mis manos en la cama, no podía frenar sus embestidas. Era una boca en la que metía su poronga y nada más, me calentaba que me use. Me llegaba al fondo y volvía a salir, sentía que me golpeaba la garganta, me la estiraba, apenas podía respirar. Mientras con sus manos empezó a pegarme en la cola, bien fuerte, haciéndome doler de verdad. Parecía que se había olvidado que éramos amigos, parecía que se estaba desquitando bronca, entre como me cogía la boca con violencia, y los chirlos que me daba en mis nalgas. No sé por qué pero no lo frené y no hice nada, no me defendí, creo que en parte lo estaba tolerando porque yo también quería saber hasta qué punto aguantaba, qué tan sumiso podía ser y hasta qué punto lo podía disfrutar. En la pose en la que estaba solo veía sus abdominales alejándose y acercándose cada vez que su poronga se metía en mi boca; empujó mi cabeza una enormidad y me mantuvo pegado a su chota: me estaba tragando como tres cuartos de su pija, record total. Me mantuvo 5 segundos y me tuve que sacar su pija de la garganta. Me separé de él y quedé unos segundos boca abajo recuperándome, y después me di vuelta y me acosté boca arriba, acariciándome la cola que también me dolía, necesitaba estar un poco recuperándome, respirando profundo, tragando saliva. Cuando lo vi a Martín seguía ahí, al borde de la cama, masturbándose, casi que parecía amenazante con terrible pedazo de carne en la mano.
- Martín: Vení, quiero tu cola acá.
Hizo un gesto para que me acerqué y fui para él. Me acerqué, me di vuelta quedando en cuatro y dejé mi cola a la altura de su pija. Él se estiró para agarrar un forro y el lubricante. Vi mi reflejo en el espejo de su pieza, tenía toda la cara colorada y transpirada.
- Martín: ¿Querés que te garche? - me dijo mientras sentía como el lubricante llegaba a mi ano y lo esparcía con sus dedos. Me metió el pulgar con mucha facilidad.
- Yo: Si, cogeme.
- Martín: Decime que sos re puto y que queres pija.
- Yo: Soy re puto y quiero pija, Martín. Dame pija porfa.
Moví mi cola para mostrarle donde la quería, ponía la voz mas de trolo que podía, aunque no me hacía falta fingir mucho. Escuché que Martín se rió, como con superioridad.
- Martín: Si, bebé, te doy pija, para algo están los amigos.
Apoyó la cabeza de su chota en mi cola, y con apenas algo de esfuerzo entró en mi cuerpo. Empujó suavemente y con lentitud fue metiendo más y más, sin parar. Me sentía en el cielo con esa poronga larguísima que no me dejaba de entrar. Con un quejido tuve que pedirle que pare porque era mucho de una.
- Martín: Entró casi toda de una, bebé. Ya te estás acostumbrando.
- Yo: Ay, es que me estas abriendo todo el ortooo.
Apenas pude terminar la frase que se empezó a mover. Me estaba serruchando de nuevo, lentamente aumentando el ritmo. A los cinco minutos ya me estaba re cogiendo de nuevo, un poco más bruto que de costumbre pero mi cola se la bancaba, ya había logrado domesticarme el culo. Me garchaba a un ritmo rápido y yo recibía con gozo, solo podía gemir y resistir sus embestidas Me acariciaba el cuerpo, sacándome respiración de la espalda y de la cintura, solo se movía con la pelvis, penetrándome con ese pedazo de pija, llegándome tan profundo como él solo podía. Cambió de ritmo y me empezó a dar más lento, sacándola casi toda para volver a meterla; eso me enloquecía, parecía interminable cada vez que me entraba. Cuando finalmente me la metió toda se quedó quieto unos segundos.
- Martín: ¿Te gusta que te rompa el orto, bebé?
- Yo: Aay si, me encantaa.
Me la sacó hasta por la mitad y se volvió a quedar quieto.
- Yo: Dale, seguí.
- Martín: Movete vos, putita.
Me incorporé un poco en la cama y como pude le obedecí. Muy lentamente empecé a meterme su pija en el orto hasta el fondo. Cuando lo logré largué un gemido y un suspiro fuerte, sentía un hormigueo caluroso en todo el cuerpo.
- Martín: De nuevo, dale. Si te gusta mi pija...
Me la saqué hasta la mitad y me la volví a meter. Me costaba, era la primera vez que lo hacía, pero me gustaba, y si a él le gustaba yo era más que feliz en complacerlo. No pensé que era tan trolo como para hacer esto, pero ahí estaba, en cuatro y metiéndome la pija de mi amigo mientras él solo se quedaba quieto, disfrutando de su poder sobre mi. Me encantaba lo morboso que estaba siendo. Seguí cogiendo mi culo con su pija un ratito con esfuerzo, ya me la podía sacar casi toda para volver a metérmela. Me sentía como esclavizado por él, hacía todo lo que me decía y me encantaba, pero no aguanté mucho hasta que le dije a Martín que me cansé. Me dejé caer en la cama y su pija salió de adentro mío.
- Martín: Uf pará, aguantá un poco más.
Estaba por contestar que sí, que solo me había cansado de moverme yo, pero antes de que pudiera responder se tiró encima mío y sin usar sus manos su pija se deslizó adentro mío hasta el fondo. Largué un gemido agudo y Martín volvió a meterme y sacarme su poronga gigante de mi orto. Me tenía como abrazado por los hombros, sus brazos bloqueando los míos, su pecho apoyado en mi espalda, su pelvis despegándose y golpeándose con mis nalgas. El plaf plaf de su ingle chocando con mi cola era muy fuerte, yo me movía con espasmos cada vez que la cabeza de su chota llegaba a mi límite, no podía cerrar la boca porque respiraba y gemía casi a la vez. Sus vellos me pinchaban cada vez que se tocaban con mis nalgas. Me estaba sodomizando totalmente.
- Yo: Ay, pará, mas despacioo.
Martín me siguió dando hasta que frenó de golpe, exhalando fuerte, y se derribó sobre mi. Tenía toda su pija adentro y el peso de mi amigo encima, me moría de calor pero me sentía bien sometido. Me liberé un brazo y le acaricié el pelo mientras sentía su aliento en mi nuca. Después de unos segundos salió de adentro mío y se acostó a mi lado, todavía exhalando y con la pija dura.
- Yo: Me vas a romper si me das tan duro.
Martín se rió. Empecé a hacerle caricias por la pelvis, solo con la yema de mis dedos. Su pija se movía como dando un saltito cuando le pasaba cerca. Le empecé a acariciar esas bolas de macho que tenía, me encantaba tocar su cuerpo. Él tenía los ojos cerrados y disfrutaba en silencio; me tentó tanto su cuerpo viril y su poronga erguida que fui a agarrar el lubricante y puse un buen chorro en su pija y otro tanto en mi cola.
- Yo: Ahora me toca montar a mi macho.
Martín sonrió mordiéndose el labio. Me puse sobre él, agarré su pija y la fui guiando hacia mi ano. Me costaba y él llevó sus manos hasta mis nalgas, abriéndomelas, y ahí de a poquito me fui metiendo su pija. Llegué hasta la mitad y empecé a moverme lentamente. Ver la cara de Martín de cerca mientras me metía su pija en el culo era impagable, como fruncía las cejas, como respiraba por la boca, como se movía su cuerpo cuando bajaba sobre el tronco de su poronga enorme. Empecé a moverme como en círculos además de arriba y abajo, esto parecía gustarle, a mi también; me sentía muy cómodo rebotando sobre su pija, era un placer sin igual. Sentía que Martín se retorcía más, debía de estar cerca de acabar.
- Yo: ¿Te gusta mi colita, guacho pijudo?
- Martín: Si, me encanta.
- Yo: Te quiero sacar la leche con la cola, ¿me la vas a dar?
- Martín: Uff si...
Él se empezó a mover a la par mía, siguiendo mis movimientos, mientras yo bajaba el levantaba su pelvis, estuvimos así, moviendonos rápido pero no violento, hasta que me volvió a entrar toda en la cola, ahí largué un gemido agudo muy fuerte. Sentía entrar y salir esos más de 20 centímetros de pija en mi, estaba mirando el techo, casi con los ojos en blanco, mientras Martín me agarraba de la cola y guiaba los movimientos. Sentía muchísimo placer, tenía el pito flácido pero me sentía al borde de acabar. Se escuchaba el chocar de mis nalgas contra su cuerpo, estaba feliz y orgulloso de estar bancándome toda su pija en la cola, montarlo como el animal sexual que era. Nadie, ni yo, sabía que podía ser tan trola. Tenía la sensación de que si lo hacía acabar moviéndome yo me consagraba de putita, y no le faltaba mucho. Un par mas de estocadas y Martín me la metió toda y me la dejó clavada hasta el fondo, agarrándome con fuerza de mis nalgas; gemí fuerte mientras la pija de mi amigo latía en mi culo, me movía apenitas para sacarle hasta la última gota de leche.
- Martín: Ah... ay dios.
Yo solo respiraba agitado, igual que él. Salí de encima suyo y me quedé acostado a su lado; sentía la cola abiertísima y me encantaba.
- Yo: ¿Te gustó?
- Martín: Uff si, no puedo mas.
Martín se quedó mientras los dos respirábamos pesado. A pesar del aire acondicionado habíamos transpirado mucho. Sentía las piernas cansadísimas. Martín se incorporó y me hizo girar para quedar boca abajo. Se acercó a mi cola y me empezó a acariciar.
- Martín: Boludo, que lindo es cogerte.
- Yo: Si, se notó hdp, me re cogiste.
- Martín: Jaja a vos también te gustó me parece eh.
- Yo: Jaja si, me re gustó. Es una locura esto...
Martín se acercó a mi cara, yo me incorporé sobre mis codos, y mientras seguía acariciándome la cola nos besamos un rato largo. Después se sacó el forro y me dijo que iba a darse una ducha. Yo me quedé en la pieza, oliendo el olor a sexo que había en el aire, pero me calenté de nuevo y le quise dar una sorpresa. Fui hasta el baño y me metí con él.
- Martín: Epa, ¿me extrañabas?.
- Yo, me mordí el labio y me reí: Jaja, que boludo.
Me acerqué a él y nos besamos bajo el chorro de agua. Le besé el cuello y fui bajando. Le toqué la pija suavemente, ya iba cobrando fuerza de nuevo (lo que es ser joven jaja). Me arrodillé y me metí toda su pija en la boca, toqué mi nariz con su pelvis. Rocé mi nariz con sus vellos con toda la boca llena de verga semi dura. Me la saqué de la boca y lo empecé a pajear, se le estaba poniendo dura rápido.
- Martín: Te ves muy bien con mi pija en la boca, ¿te lo dije ya?
- Yo: Jaja callate - dije y me la volví a meter en la boca.
- Martín: Tengo una idea.
- Yo: ¿Qué?
- Martín: Quiero que me la chupes en todos los cuartos de la casa
Yo me reí y le dije que bueno. Nos secamos, me manoseó un poco, nos besamos, y fuimos primero a la pieza de la madre. Él se sentó y yo me arrodillé en una alfombra que tenía al lado de la cama. Apoyé mis manos en sus muslos y se la chupé un rato, ya estaba toda bien dura, gorda y grande. Un ratito después me llevó a la cocina y se la chupé un rato en cuclillas (el piso estaba medio sucio jaja), después a la pieza de su hermano, él se sentó en un escritorio que tenía y yo en la silla y se la chupé así un rato largo, era muy cómodo, le podía acariciar las piernas y pajearlo; después fuimos a la pieza de su hermana, que era un re quilombo, yo me senté en la cama y él se quedó parado. Sentía que estábamos jugando un juego, a ver que tan chupapija y adorador de su poronga podía ser, y la verdad es que esa pija me encantaba, no podía dejar de chuparla, me encantaba sentir la boca llena y que mi amigo suspire, me acaricia el pelo y me diga que era una putita hermosa porque quería ser la mas trola para él.
- Martín: Uf putita, ya estoy cerca.
Lo escuché pero no importó, seguí chupandole la pija como venía haciendo, quería su leche en la boca. Se la escupí un poco mas para lubricar bien ese tronco gordo y largo, empecé a hacerle la paja con una mano y después con las dos. Lo miraba fijo a los ojos.
- Yo: Quiero la leche en la boca ahora, ¿me la vas a dar?
- Martín: Uff si bebé, si...
Me metí su pija a la boca mientras seguía pajeándolo, ya podía sentir el sabor de su semen, ya estaba largando liquido de a poco. Me pareció un néctar, estaba riquísimo, me puse desesperado por tragar su leche y me mandaba su pija más a fondo, lo más profundo que podía. Casi que me atragantaba, pero seguía, quería su leche en la boca. Y en un suspiro Martín me agarró la cabeza y empujó su pija en mi boca; su poronga empezó a largar lo que parecían litros de leche, parte espesa y grumosa, y parte mas líquida. Los primeros chorros bajaron directo por mi garganta, los sentí golpearme fuerte, el resto me llenó la boca. Como pude tragué una parte, el resto me lo dejé en la boca un poco, lo quería saborear. Sin dudas era un gusto raro, pero también estaba seguro de que me gustaba mucho. Martín se sentó temblando en la cama de la hermana mientras yo terminaba de saborear su leche. Nos acostamos y nos quedamos ahí un rato en silencio, los dos contentos, satisfechos, él me acariciaba la cintura. Martín rompió el silencio después de unos minutos, hablando con total naturalidad y confianza.
- Martín: ¿Te gusta que te garche?
- Yo: Si, me gusta... me gusta lo que me hacés. - pasaron unos segundos y me animé a decir lo que quería decir - Me gusta que me cojas, me gusta chupártela... y me gusta complacerte.
Vi a Martín sonreír y reírse un poco y tuve que ocultar mi cara en una almohada para que no viera que me ponía colorado. Mientras seguía acariciándome, me gustaba como lo hacía.
- Martín: ¿Te gusta que te trate de puta o de putito?
- Yo, me moría de verguenza afrontando esta conversación pero tenía que ser sincero: Si es con buena onda está bien, tipo así... en esto que hacemos. Afuera de esto no da.
- Martín: No, obvio, no da... Aunque sos re putito, ¿o no?
- Yo: Jaja no, osea... un poco... con vos. Después no, con nadie más, nunca.
Martín me seguía acariciando mientras podía sentir la garganta un poco trabada por tragar su leche.
- Yo: Y vos que onda, ¿te gustan los pibes?
- Martín: Jaja no, solo vos también, con este culo que tenés.
Bajó su mano a mi cola y me apretó fuerte. Me gustó y me hizo reir. Nos quedamos hablando un rato los dos desnudos, hasta que ya se fue haciendo la hora en la que me tenía que ir. Fuimos a su pieza, abrimos la ventana para que se ventile, tiramos desodorante y nos vestimos. Ya en la puerta, cerca de irme, nos besamos, me tocaba la cola como si no me hubiera cogido toda la tarde, yo puse mis brazos por su cuello y sentía como su pija volvía a crecer en su pantalón, tocándome la cintura.
- Yo: Wow, ¿ya estas caliente de nuevo?
- Martín: Si no te tuvieras que ir te cogería ahora de nuevo.
- Yo: Vos estás loco... - le empecé a acariciar la pija por encima del pantalón
- Martín: En unos días vuelve mi hermano de vacaciones y no vamos a tener la casa sola de nuevo, tenemos que hacer una despedida.
- Yo: ¿Ah si? ¿Te parece?
- Martín: Si, me parece.
- Yo: Bueno, dale, me gusta la idea...
Nos dimos un último beso y me fui a mi casa feliz. Cada un par de cuadras me olía el aliento y podía sentir el olor a la leche de Martín y me hervía la sangre. Sentía la cola todavía como con palpitaciones placenteras, creo que estuve sonriendo todo el camino. Llegué a mi casa y lo primero que hice fue encerrarme en mi pieza, desnudarme e intentar meterme un dedo: entró facilísimo. Podría haberme hecho una paja y acabar ahí nomas, pero busqué por mi casa algo que fuera masomenos seguro para metérmelo en la cola y tocarme. Me decidí por un utensilio de cocina (re desesperado mal), lo chupé hasta lubricarlo, me acosté en la cama y me lo llevé a al cola: lo metí despacito, no era muy largo ni muy ancho pero tenía tope, que era lo que buscaba. Ni bien me lo pude meter todo, lo fui sacando y metiendo despacito con mi mano izquierda mientras que me hacia la paja con la derecha. Creo que no aguanté dos minutos que exploté, mi propio semen me llegó a la cara, a las paredes, a todos lados. Mientras todavía temblaba de mi orgasmo ya estaba deseando estar con Martín de nuevo a solas. Estaba muy contento de saber que ya iba a haber una próxima vez pero ya estaba extrañando su cuerpo, su actitud, la forma en que me tocaba, en que me besaba, en que me cogía.
Por suerte no iba a tener que esperar mucho tiempo.

1 comentários - Martín me pone muy trola