Trío con Leo IV (asoman los cuernos)

Primera parte: http://www.poringa.net/posts/relatos/5200923/Trio-con-Leo-gestando-la-idea.html

Segunda parte:
http://www.poringa.net/posts/relatos/5550629/Trio-con-Leo-II-pasando-a-la-accion.html

Tercera parte:
http://www.poringa.net/posts/relatos/5761655/Trio-con-Leo-III-a-punto-de-volversela-a-poner.html


… Luego se sentó en medio de los dos, en frente, y agarró un pija en cada mano. De la mía apenas si quedaba un poquito de la cabeza por fuera de su puño, la de Leo en cambio asomaba más de la mitad. Entonces dijo:

– Yo me parece que voy a comer ahora, chicos, si a ustedes no les molesta. 


Romi tiene, como la mayoría de las mujeres, tiene manos chicas. En sus manos mi pija, que no es grande, parece casi normal, así que ya se imaginarán lo que parecía la pija de Leo en su mano. Además parecía como si las estuviera comparando, como tratando de decidirse. Nos pajeaba a ambos despacio. Cuando su mano subía, mi pija quedaba completamente cubierta, en cambio en la de leo podía verse claramente el prepucio subir y bajar, cubrir el glande y dejarlo nuevamente descubierto, rosado, brilloso, hinchado y goteando líquido preseminal que ella agarraba con dedo y lo esparcía por su pene o lo llevaba a su boca.
Finalmente se decidió, como diciendo guardamos lo mejor para el final, y su boquita engullo mi pija por completo, mientras con su otra mano sostenía la de Leo. 

– Estás muy duro, amor! Parece de hierro –dijo al sacarsela de la boca y le dio un par de besos–. Pero bueno, listo. Esto fue la entrada, quiero probar el plato principal y se tocó la panza. 

Dicho eso se fue con una sonrisa a devorar la pija de Leo. Mientras se la chupaba, que más que chuparla era pasársela por la cara, las tetas, darle besos (me había dicho que tenerla adentro de la boca le costaba un poco porque era muy gruesa), aproveché para tocarle un poco la concha. Le corrí apenas la bombacha y pude sentir su concha hecha un río. Entonces se sacó la pija de la boca y me dijo:

– ¿Me sacás la ropa?

Me levanté, y mientras ella seguía chupando, le fui sacando la bombacha y pude ver como luego le frotaba los labios húmedos de su concha en la pierna de Leo. Yo me quedé unos segundos oliendo el culo de Romi que ya apestaba a sexo, para luego subir a desabrochar el corpiño. Le corrí el pelo hacía un lado para poder ver mejor desde su punto de vista como le comía la pija a mi amigo, mientras le apoyaba mi pijita en la cola. Me moría de ganas de comerle la boca, así que le empecé a besar el cuello y llegué hasta su mejilla que estaba hinchada porque la pija de Leo empujaba desde adentro de su boca. Pasado medio minuto soltó la pija de Leo, y se incorporó obligándome a correrme hacía un lado. Fue gateando  sobre él y se empezaron a besar. Yo me quedé mirando desde un costado, más tirado al final de la cama. Podría ver su ano cada vez que Leo, que le amasaba sin piedad las nalgas,  las apretaba con ambas manos y dejando toda  la raya y su ano expuestos. Ella se movía sobre él como una gata en celo. Los labios de su vulva iban y venían sobre el tronco de la pija de Leo, que estaba aplastada sobre su panza. La cabeza de la verga le llegaba hasta el ombligo, así que ella tenía mucha libertad de movimiento. Mientras ellos jugaban con su lenguas, compartían su saliva, y a veces Romi se hacía también chupar las tetas, podía notar que esta vez ella estaba tratando de ir más lento, de evitar acabar de golpe a los dos minutos como la vez pasada. 

El siguiente movimiento fue agarrar la pija de leo con la mano y ponerla entre sus piernas, de modo que rozara su concha y quedará atrapada entre sus muslos. Podía ver como el glande y parte del tronco sobresalían y a veces le rozaban el culo. Ella se movía despacio, como si le hiciera una paja con las gambas. Mi calentura era terrible, tenía que hacer algo para distraerme un poco, así que me fui a buscar los forros que habíamos comprado con Leo camino a casa y habían quedado en el living. Aproveché también para tomar agua y mirarme desnudo frente al espejo del living. Vi un cuerpo alto, flaco pero marcado, sin llegar a ser musculoso, y una pijita de apenas 12cm proyectándose desde mi entrepierna, un tanto desproporcionada en tamaño para mi metro ochenta de altura. Después me  di vuelta y saqué cola, carnosa, también un poco grande para mi cuerpo más bien estilizado. 

Cuando volví la cosa se había calentado, Leo estaba de rodillas en la cama, en una posición similar a la de un perro que dobla las patas delanteras, comiendole la concha a Romi. Podía ver en primer plano su culo, su ano, y sus dos grandes pelotas colgando. Tenía muy poco pelo, pero alrededor del ano había unos cuantos pelos rubios que me quedé mirando un rato. ¿Le gustaría a Leo que le chupen el culo? Con gusto se lo habría chupado, me calentaba mucho. Ver esas pelotas gigantes colgando junto a su ano era un espectáculo digno de ser apreciado. 

– Mi amo, traje los forros. 
– Daselos a Leo para que se ponga, y ponémela vos un poquito antes mientra él se prepara. 

Mi pijita entró en su concha con mucha facilidad ya que estaba super mojada. Le empecé a dar en misionero, tratando de no eyacular antes de tiempo, y besando su boca. 

– Así, así –decía Romi– ¿Te gusta verme con tu amigo?
– Me calienta mucho lo putita que te pone esa verga.
– Bueno, andá saliendo, ya me dilataste todo lo que podías con el tuyo.

Le di una o dos veces y salí de ella, pero antes de separarme bajé a besarle los labios de abajo, a desearle suerte en lo que venía.

Leo se arrodillo entre sus piernas abiertas, comenzó a rozar el glande, que enfundado en un forro color rojo transparente, por el clítoris y los labios mayores. Su pija se iba abriendo paso en el matorral de pelos cobrizos que cubría su almeja. Romi me tomó de la mano, como si estuviera en un avión a punto de despegar. Leo tomó su pija como si fuera un mazo, golpeó un par de veces el pubis de Romi, paf paf, apuntó nuevamente entre sus labios y fue entrando en romi como si fuese un submarino hundiéndose en el agua. 

Ver la cara de Romi mientras recibía verga era casi tan excitante como ver el pene de Leo entrar y salir de su vagina dilatada, como los labios de abajo parecía irse hacía afuera cuando Leo empujaba su pija hacía atrás, y como ella se mordía los labios cuando su pija entraba.  Ella seguía tomada de mi mano izquierda, mientras yo me pajeaba con la derecha. 
Su expresión era de placer y asombro.

– Mirá, sentí – me dijo, y con su mano llevó la mía a su vientre, un poco por encima de su monte de venus, y me hizo apoyar  los dedos sobre su panza y sentir a través de su piel como la pija de Leo entraba y salía de su concha. 

Estuve con la mano así por apenas unos segundos y mi pijita empezó a escupir semen.  No me pude aguantar la calentura.Me fui a limpiar al baño un tanto apenado. 

Cuando volví después de un rato, era Romi quién saltaba sobre la pija de Leo, habían cambiado de posición, y podía escucharla gemir, como si el placer fuera demasiado. También noté que el ritmo había cambiado, ella se dejaba caer con fuerza sobre su verga, como buscando algo, todo su cuerpo estaba tensionado y ambos sudaban. Antes de que me diera cuenta mi pitito estaba duro de nuevo. Como puedo ser tan cornudo y pajero pensaba mientras volvía a tocarme el pene viendo a mi mujer penetrada por una pija que doblaba mi tamaño. 

Leo le chupaba las tetas y le agarraba el culo con fuerza, en un momento Leo le corrió el pelo y fue por su oído y luego ella se separó y mirándolo con una sonrisa de un placer y alivio dijo:

– ¿Sí?
– Ay, sí, te voy a dar toda la leche – dijo Leo. 
– Sí, dame, dame, acabame toda. 

Sus cuerpos estaba ahora pegados, Leo tenía un dedo casi metido en su ano, y la cintura de ella no paraba de moverse sobre la pija de Leo hasta que pude notar que sus huevos  empezaron a latir mientras con sus manos trataba de detener los espasmos del culo de Romi que luego quedó desplomada y sin fuerzas sobre su cuerpo. 

Yo había vuelto a manchar las sábanas de la cama con mi semén. 

Pasado un minuto, con mucha delicadeza ella fue saliendo de su cuerpo y de su verga, que ya flácida, aunque igual de grande, quedó colgando sobre su pierna como un reloj blando de Dalí cubierto con un preservativo rojo que en su punta cargaba mucho semen. 

Leo se paró, aún con el forro puesto colgando de su verga, y se dirigía al baño, cuando me acerqué y le dije que no vaya a tirar el forro en el inodoro que se tapa. 

– Dame que lo tiro a la basura – le dije extendiendo mi mano.

Se paró y luego de forcejear un poco logró sacarlo y lo puso en mi mano luego de hacerle un nudo. Luego contaré lo que pasó con ese preservativo usado. 

Leo se volvió a bañar, comimos, y luego volvió a su casa. Mis cuernos recién estaban recién empezando a salir.


ESPERO SUS PUNTOS Y COMENTARIOS, no sean ortivas.

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