Terapia para dos - Parte 2

Por supuesto que esa noche no le dije absolutamente nada a Diego de lo del baño. Charlamos un poco y yo nada mas le dije que había recibido a un chico, un cliente nuevo. Diego al principio de mis consultas me preguntaba interesado sobre mis clientes, pero hasta de eso se le habían ido las ganas con los años.

Esa noche me tuve que masturbar en la ducha. No pude evitarlo. Lo que había hecho Camilo me había quedado en la cabeza, y el gusto de lo que me había dejado me parecía sentirlo aun en la boca. Era una sensación hermosa. En la ducha decidí liberarme la mente y un poco el cuerpo, dándole rienda suelta aunque sea por un ratito a mis fantasías y perversiones íntimas, imaginándome las formas en que ese chico, ese nene, me dominaba y me poseía. Me di a mi misma un orgasmo hermoso bajo el agua.



Terapia para dos - Parte 2



Ripe


Cuando fueron pasando los días y el momento de recibir de nuevo a Camilo en casa para su consulta, fui pensando cómo iba a encarar el asunto de lo que había pasado y cómo iba a seguir llevando su counseling. Una opción era sencillamente no decirle nada, ignorar lo que había pasado. La otra era confrontarlo y preguntarle por qué lo había hecho. La primera opción era la más fácil y la más natural. La otra requería de valor y coraje, no sabía con que me iba a salir el chico, pero quizás era una forma que se abriera y me dejara ver un poco más adentro de su cabeza. Cómo funcionaba y por que decidía hacer las cosas sexuales que hacía, siendo tan impulsivo, como si no le importaran las consecuencias.

Era que las sabía y no le importaban? O que realmente no pensaba que existían?

Cuando llegó el día, Luisa lo trajo y me lo dejó para su sesión de dos horitas. Lo recibí y me pareció todo bien, todo normal. Me miraba fijo, pero también lo había hecho la otra vez. Yo trataba de no pensar en el asunto del baño, aún no había decidido que iba a hacer con eso, por lo que lo recibí y lo atendí contenta, como si nada hubiese pasado. Pensé que ésta vez, para hacerlo más natural y que no se sintiera tan interrogado, para que sea solamente una linda charla nos fuimos a la cocina. Mientras yo lavaba la vajilla y ordenaba, le serví un vaso de gaseosa y él se sentó a la mesa, los dos charlando y hablando lo más bien de todo.

Pareció funcionar. Camilo aparentaba estar más relajado ya en su segunda visita. Le pregunté cómo se sentía y me dijo que bien, que no había tenido grandes problemas con nada ni con nadie éstos días. Se me ocurrió preguntarle de su papá, si lo seguía viendo y cómo se sentía él con todo lo que había ocurrido entre sus padres. Pensé que quizás los problemas venían por el lado del padre ausente.

Me dió una respuesta bastante adulta, la verdad. Me dijo que sí, que naturalmente lo extrañaba y lo veía de vez en cuando pero no era lo mismo. Dijo que si su papá había decidido hacer eso por algo era, que la verdad era una mierda la situación pero que él no odiaba ni nada de eso a ninguno de sus padres. No me dió la sensación que ahí existiera un trauma y, si realmente lo había, por ahí era algo mucho más profundo que no iba a salir a la luz por una simple pregunta mia.

Yo me hice un cafecito y seguimos charlando los dos ahí en la cocina, realmente muy bien. Él estaba mucho más relajado que la vez anterior y tuvimos una buena charla. Hasta nos hacíamos chistes y comentarios graciosos, que la otra vez no había ocurrido. La verdad que estábamos logrando despacito un buen rapport.

Toqué de nuevo el tema de lo que él le había hecho a la que era su novia, pero de una forma muy liviana y muy por arriba, sin insistirle. Sugiriendo que estaba interesada en una respuesta de él, si pensaba que era algo que podía llegar a suceder de nuevo con alguna otra chica. Me dio una respuesta un poco evasiva así que lo presioné un poquito más.

“Camilo, vos sabés que lo que pasó no puede pasar de nuevo, no?”, le dije mientras tomaba mi café.
“Si, ya se.”, me dijo.
“Si, me decís que sabes y yo lo entiendo, creeme que lo entiendo”, le dije, “Pero la verdad no se siente que estés muy convencido de lo que me decís”
“No se, Liliana… está mal que si a mi me gusta una chica que quiera tener sexo con ella?”, me preguntó.
“No, no está mal para nada. Es lo natural”, le dije, “Pero ya te lo expliqué la otra vez, una cosa es tener ese deseo, que es normal, y otra es hacer lo que hiciste a alguien que no lo quería.”
Frunció un poco las cejas y me miró, “Otros pibes tienen sexo lo mas bien.”
“Bueno, eso es problema de ellos, Camilo”, le dije, “Si ellos lo hacen allá ellos, pero si tu novia o tu pareja no quiere eso no es algo que tengas que forzar.”
“Okey, entonces me tengo que bancar que todo el mundo la ponga alrededor mío y yo no. Eso decís?”, me preguntó.

Yo suspiré, “Bueno, sí y no. No digo que te lo tengas que bancar. Digo que puede ser que pase y que tenés que aprender a manejarlo. Vos te tenes que dar cuenta que si tu primer impulso es hacer lo que hiciste con esa chica, no está nada, pero nada bueno. Es un cambio de actitud y perspectiva lo que tenés que tener.”
“No se si me gusta esa situación”, me dijo.
“Bueno, te guste o no, Camilo, como te dije la otra vez, la vida te va a poner en situaciones asi que tenes que agachar la cabeza y aprender a manejarla.”, le contesté dulcemente, “De lo contrario causas problemas mucho peores.”
“Bueh… okey…”, me dijo mirándome.
“Es como que me digas que si el kioskero te dio mal el vuelto al otro dia vas y le pones una bomba. Se entiende?”
“Si, claro…”
“No es una reacción sana ni es proporcional a lo que te pasó, o sentís que te pasó. Para ser mas clara, si tu novia no quiere tener sexo la respuesta no es forzarla a tenerlo.”, le dije.
Él suspiró, “Si, ya se que estuvo mal, Liliana… pero qué querés… no se como explicártelo…”
Yo le sonreí, “Bueno, a ver, probá de hacerlo. Te escucho.”


Camilo se tomó un momento para pensar mientras se tomaba su gaseosa, “No se… Laura me gustaba. De verdad te digo, en serio.”, me dijo y yo le sonreí asintiendo, “Pero por eso porque me gustaba yo estaba muy caliente, que se yo… Fueron muchos días así hasta que no aguanté más y cuando nos quedamos solos en su casa aproveché y lo hice.”
“Vos pensabas que ella iba a querer? O decirte que sí?”, le pregunté
“Y si… obvio… si nos estábamos besando y tocando lo mas bien… por qué iba a hacer eso ella si no quería más? Yo lo hacía porque quería más”, me dijo.
“Y ahí fue cuando te diste cuenta que ella no quería más”, le dije suavemente, “O por lo menos no en ese momento.”
Camilo asintió suavemente, “Claro, vos me entendes… Que se yo, yo estaba re caliente, Liliana. En ese momento, digo. Era decirle que si no cogíamos entonces cortabamos ahí y se terminaba todo. Era eso o cogermela.”
Yo le asentí suavemente. No me gustaba nada lo que me estaba diciendo el chico, por supuesto, pero tenía que mantenerlo cómodo y no largarme a juzgarlo, “Claro, si, se entiende…”
El me sonrió, “Bueh, por fin alguien que lo entiende…”
“Si, claro que lo entiendo. Ahora que lo explicas así, si lo entiendo”, le sonreí, “Pero igualmente, de la misma forma que yo te entiendo me gustaría que me entiendas a mi, no?”
“Si… a ver?”
“Necesito que entiendas en serio que estuvo horrible lo que pasó”, le dije, “De nuevo, no te juzgo ni nada, yo no estoy acá para eso. Estoy acá para ayudarte con lo que necesites. Pero de la misma forma, te digo honestamente lo que opino y lo que puede opinar cualquiera.”
“Bueh… si, ya se.”, dijo Camilo y se tomó un sorbo de gaseosa.

Me pareció una respuesta desinteresada y no me gustó. No estaba haciéndole entender la gravedad de lo que hizo, o no lo quería entender.
“Camilo, mirame…”, le dije y lo hizo, con esa mirada fuerte, “Es muy, muy importante que vos sepas y que todos los demás sepamos que algo como lo que pasó no va a pasar de nuevo, me entendes?”
“Si, Liliana…”, me dijo mirándome.
Yo suspiré, “Entonces por que tengo la sensación que a vos mucho no te importa?”
“Qué es lo que no me importa?”, me preguntó. No se si me pareció a mi, pero la vista se le fué abajo para mis pechos.
“Me podés contestar una pregunta? Una sola, pero hacerlo honestamente.”, le dije.
“A ver…”
“Vos pensás que lo que le hiciste a Laura lo podés llegar a hacer de nuevo?”, le pregunté directamente. Suave de tono, pero firme.
Camilo lo pensó, pero suspiró un poco frustrado. No me gustaba nada su tono, “No se. Que se yo. Por ahí si, por ahí no. Depende de la situación.”
“No es algo que dependa de la situación, Camilo.”, le dije frunciendo mis cejas.
“Es que querés que te prometa algo que no sé si voy a poder hacer…”
“No, lo que quiero… lo que queremos, porque tu mamá te ama y quiere lo mejor para vos también, es que te des cuenta que no se hace. Punto. Bajo ninguna situación o circunstancia.”
“Ufff…”, ya se estaba poniendo bastante frustrado, “Liliana, si quiero estar con una chica voy a probar de estar…”
“Ya sé, no te digo eso. Te estoy diciendo otra cosa”, le dije.
“Qué es lo que queres?”, me preguntó incómodo.
“Lo que queremos con tu mamá es que hagas un trato, un trato con vos mismo, que no va a pasar de nuevo. Vos tirale onda a las chicas que quieras, no me importa eso. No nos interesa. Pero cuando te dicen que no, o te das cuenta que no quieren, entonces tenés que parar ahí y respetar los deseos de la chica. Se entiende?”, le dije, “Me podés prometer eso aunque sea?”

Camilo pensó un rato, mirándome y se empezó a reír suavecito. Se sentía como que realmente no le importaba lo que yo le decía y se pensaba que la situación, lo que le había hecho a la chica, en su cabeza no era para tanto.
“Bueh… si, okey, dale…”, me dijo con una sonrisa rara. Yo no me lo creí.
“Camilo….”, empecé a decirle pero me interrumpió.
“Che, puedo ir al baño?”, me preguntó.

Ya estaba desviando el tema de nuevo. Pero ésta vez yo no se lo iba a dejar pasar. Al menos no tan fácil. Si por las buenas no le podía llegar, pensé que poniéndole un poco de presión a ver como reaccionaba la dinámica iba a cambiar un poco. Y la verdad que yo también estaba bastante fastidiada de como me estaba contestando. Lo miré con una mirada chata y sin expresión mientras se levantaba y se iba para el baño, pero le dije directamente, juntando un poco de valor.
“Camilo, una cosa, me hacés un favor?”
“Si, que?”, se dió vuelta y me miró
“Si te vas a masturbar de nuevo, haceme un favor y tené aunque sea la delicadeza de limpiarlo, si?”, le dije sin expresión en la cara.

Camilo se quedó un poco duro al escucharme decir eso, pero enseguida se le dibujó una sonrisa y siguió para el baño. No era la reacción que yo esperaba. Yo esperaba presionarlo o aunque sea avergonzarlo al mencionarle lo del enchastre que me había dejado en el baño la visita anterior. Algo que lo sacudiera un poco del aire sobrador que parecía tener con todo. Pero no fue así. Mi comentario nada más pareció divertirlo.

Cuando volvió del baño, ésta vez no tardó tanto como la anterior, nada más se sentó de nuevo a la mesa y me miraba. Yo me hacía la distraída con mi celular.
“No hice nada, tranqui…”, se rió.
“Me parece perfecto.”, le dije sin mirar.
“Lo limpiaste?”, me preguntó y yo lo miré, “La otra vez digo, lo limpiaste?”
“Y si, Camilo. Que te pensaste que lo iba a dejar ahí de recuerdo?”, le dije. El solo se rió y tomó un sorbito de gaseosa, mirándome, “Querés decirme por qué lo hiciste el otro dia?” le pregunté.
“Que, lo del baño?”, yo le asentí, él solo se encogió de hombros, “Estaba caliente y me hice una paja…”

Camilo ya prácticamente había perdido toda la vergüenza, si es que alguna vez la había tenido. Yo pensé que me iba a decir otra cosa, pero me lo dijo así directamente. Yo me lo quedé mirando un poco, él siguió hablando.
“Que… uh, a ver, ahora me vas a decir que pajearme está mal también, que no lo puedo hacer, no?”
“No. Hacelo las veces que quieras”, le dije y se rió, “Nada más ubicate un poco, no? Estabas en una casa ajena y dejaste todo sucio. Aunque sea, lo mínimo de decente, hubiese sido que lo limpiaras.”
A él se le dibujó una sonrisita pícara en la cara, “Bueh, pero al final lo limpiaste.”
Yo lo miré, “Que, eso querías? Por eso lo hiciste? Para que yo lo limpiara?”, le pregunté.
Camilo se sonrió, “No, lo hice porque estaba caliente, nada más.”
“Bueno, espero que seas más ubicado a partir de ahora. En serio.”, le contesté.
“A vos no te jodió? No te dio asco o nada?”, me preguntó.

Yo casi me reí y lo miré, “Asco, Camilo? Estoy casada con un hombre desde hace 14 años. Te pensás que hay algo que yo no haya visto? No me dio asco, nada mas me pareció totalmente desubicado que lo hayas hecho en mi casa”, le dije mientras se me venía a la cabeza la sensación de estar limpiando su semen con mi lengua, esperando que él no se diera cuenta de nada.
“Bueh, perdoname…”, me dijo, “No lo hice para que te de asco.”
“Y entonces por qué lo hiciste? De curiosa nada más.”, le pregunté.
“Ya te dije. El otro dia estaba caliente, fui al baño y me la hice.”, me dijo mirándome.
“Que, por la charla que habíamos tenido?”, le pregunté, “Por eso te calentaste? Cuando te acordaste de lo de Laura?”
El se sonrió un poco y me miró fijo, “Si, un poquito por lo de Laura. Puede ser.”
“Y otro poquito?”
“Esto queda acá, no?”, me preguntó.
“Si, Camilo, ya te dije muchas veces. Lo que hablamos queda acá. Yo sabes que no te juzgo.”, le dije.
“Bueno, entonces… el otro poquito… fue porque me calentaste vos también.”, me sonrió.

Yo me quedé un poco dura. Si, por supuesto que internamente lo había anticipado y me lo estaba viendo venir. Pero una cosa es saberlo, anticiparlo, imaginarlo… y otra cosa oirlo Oirlo del pibe de 15 años que estaba sentado a la mesa conmigo. Decidí seguir la corriente, para ver dónde desembocaría esa vertiente, en lugar de indignarme.
“Ah, si?”, le pregunté, “Pero yo no te hice nada para calentarte.”
“No, ya se… estar charlando con vos de esas cosas, fue eso”, me sonrió.
“Bueno, si, es entendible, creo.”, le contesté.
“Además vos sos muy linda. Calentas a cualquiera…”, se rió.
Yo solo le sonreí, “Bueno, gracias por el piropo.”
“De nada. Es la verdad”, me dijo.


Yo lo miré un momento y sorbí de mi café, “Camilo, una pregunta… si yo no te decía nada de lo que hiciste en el baño, si no te decía nada recién, cuando fuiste al baño ahora lo hubieses hecho de nuevo?”
Camilo pareció pensarlo un momento, “No se, por ahí si.”
“Ah, y me ibas a dejar el regalito de nuevo?”, le dije.
El se rió, “... si, puede ser. Bah, por ahí no como la otra vez, que se yo.”
“Si me lo dejaste ahí era porque querías que yo lo viera, no?”, le pregunté mirándolo fijo. El solo me mantuvo la mirada, “Digo, porque lo harás también en tu casa pero ahí lo limpias, no?”

Camilo no me contestó. Tardó bastante en responder mientras me miraba y jugaba con su vaso un poco, “Yo me quería aliviar nada más.”
“Y por que una vez que te aliviaste no lo limpiaste?”, le pregunté.
“No se, Liliana, perdoname…”, me dijo.
“No, todo bien. Ya fue. Me parece una desubicación total, primero que lo hayas hecho y después el no haberlo limpiado, pero me da curiosidad el motivo de por que no lo limpiaste.”, le dije.
“No se, Liliana… si me preguntas, no se por que lo deje ahí.”, me dijo.
“Será que inconscientemente querías que yo lo viera?”, le pregunté.
“No se, vos sos la experta. Yo que sé…”, se rió.

Yo tragué saliva. Ya estaba sintiendo por dentro cosas que no me estaban haciendo nada bien. Estar hablando así de este tema con él me estaba provocando pequeños fogonazos de calentura todo el tiempo. Las partes de mi mente y mi alma que no habían sido atendidas por tanto tiempo lentamente se estaban despertando, desperezando, y haciéndomelo saber.
“Y cuando lo hiciste el otro dia, en que pensabas?”, le pregunté, “Se puede saber?”
“Uh, Liliana, dale…”, me contestó un poco incómodo.
“Te acordabas de lo que le habías hecho a Laura?”, le pregunté, “Camilo, como siempre, no te juzgo. Pero necesito saber para poder ayudarte mejor.”
El chico tomó aire, “Bueh… si, al principio si. Pensaba en lo de Laura. Pero no acabé con eso.”
“Y con qué lo hiciste? En que pensaste?”
Camilo me miró fijo, “En vos. Pensaba en vos.”

A mi me corrió un escalofrío que no dejé que se viera, “Ah… ya veo. Y pensabas que me hacías lo mismo que le hiciste a Laura?”, le pregunté.
“Que? No… uh… Liliana, no se…”, me dijo.
“No tengas vergüenza, Camilo. A mi no me molesta hablar de éstas cosas, ya lo sabés.”, le sonreí para darle un poco de comodidad, “Ya estoy grande y te aseguro que lo escuché todo. Yo no me voy a ofender, ni juzgarte ni me va a dar vergüenza. Estoy para ayudarte.”
“Pero igual, che… Liliana….”, me contestó pero lo interrumpí. No iba a dejar que me evadiera la pregunta.
“Te imaginabas que me violabas a mi? Como a Laura?”, le pregunté y nuestros ojos se encontraron.
“No… no, en serio, nada que ver… te juro”, me dijo y le creí.
“Entonces en que?”
“Cosas, que se yo…”
“Me las querés describir?”, le pregunté, “Podés? Como me imaginabas?”
“Desnuda…”, me dijo y se sonrió.
Yo le devolví la sonrisa para calmarlo, para que sienta que podía seguir. A mi ya me estaba subiendo demasiado fuego por el cuerpo por dentro.
“Okey… y que más? Te gustaba verme así?”, le pregunté.
“Claro, me encantaba. Si sos re linda.”, me sonrió.
“Y qué hacíamos?”, le pregunté.
Camilo suspiró y me miró, “... te arrodillabas adelante mio… y me la chupabas. Te imaginé así y ahí ya acabé.”

Yo le sonreí, tratando de apagar mi fuego, “Bueno, eso está perfecto y es normal, ves? En esa fantasía que tuviste claramente los dos lo queríamos, no?”
“Si, obvio…”, me contestó.
“Porque vos en esa fantasía no me estabas obligando, ni te estabas forzando… yo lo hacía porque quería, no?”, le sonreí.
“Si…”
“Entonces ves que es una fantasía placentera, y una situación así también lo es. Cuando los dos lo quieren. No hace falta que siempre tomes lo que no te dan o no se te da”, le seguí sonriendo. Yo me levanté y me fui a servir un vaso de gaseosa para mi también, necesitaba algo fresco yo también. Le llené el vaso de nuevo a Camilo y me miró fijo mientras me acerqué, disfrutando de mi cuerpo con sus ojos. Yo me senté de nuevo en mi lugar y los dos nos miramos en silencio, tomando nuestras bebidas. Fue un silencio largo, pero por algún motivo no incómodo. Yo estaba pensando cómo seguir la conversación para seguir ahondando cuando lo escuché hablar. Me lo escupió directamente y me sorprendió un poco. No pensé que iba a ser tan directo.

“Liliana… che… si me hago una paja ahora, vos que haces?”, me preguntó.
Me arqueé una ceja y terminé de tragar mi gaseosa, “Cómo? Ahora? Acá en la cocina?”
“Si”
“Bueno, primero te diría de nuevo que sos un desubicado”, le dije y se sonrió, “Y después te diría que te fueras al baño y que te asegures de limpiar cuando termines.”
“No te jodería?”
Yo me encogí de hombros, “Si eso es lo que necesitas hacer… yo preferiría que no lo hicieras en mi casa. Podrías aguantar y hacerlo solo en tu casa, no?”, él se rió y asintió, “Pero si lo fueras a hacer acá, si te diría que te fueras al baño.”
Camilo se sonrió con una mueca pícara en sus labios, “Y si no lo hago?”
“Cómo? No entiendo…”
“Claro, si no me voy al baño. Si me hago una paja acá en la cocina, vos que hacés?”, me preguntó.
Yo suspiré, haciéndome un poco la irritada, “De nuevo, serías un desubicadisimo. Y después, no me asustaría. Pensás que me va a asustar que un hombre se masturbe?”
“No dije que te iba a asustar…”, se rió.
“Entonces que?”
“Vos me mirarías como me la hago?”, me preguntó.
“No”, le dije sacudiendo la cabeza, “Me pondría a hacer otra cosa. Te dejaría tranquilo.”
“Que, a vos no te calentaría ver como me hago una?”, me sonrió.
“No, se. No creo, Camilo”, le mentí, “A vos te calentaría que yo te mire mientras lo hacés?”
El se rió, “Obvio… a quien no?”

Camilo sin dejar de mirarme se tomó otro sorbo de gaseosa y vi cómo se tocó y acomodó su bulto por debajo de la mesa. Yo nada más lo miraba.
“Y… de curioso… si te digo que me la hagas vos? Lo harías?”
“Que? Masturbarte?”, él asintió y sonrió, “No, Camilo. Te estarías pasando mucho con eso.”
“No te calentaría pajearme un poquito?”, me preguntó.
“Estamos hablando de mi o de vos?”, le pregunté, tratando desesperadamente de desviar el tema de conversación, “Yo te preguntaba por lo que te calentaba a vos, nada mas.”
“Y yo te pregunto por lo que te calienta a vos”, me dijo, “Que, no puedo saber?”


Yo suspiré y me levanté. Fui hasta la pileta y me puse a ordenar un poco la vajilla. Para hacer algo. Otra cosa que estar sentada ahí y mirándolo. Sentía sus ojos clavados en mi espalda. Luego de unos segundos escuché como Camilo arrastraba un poco su silla sobre el piso de la cocina, como cambiando de posición. Cuando me di vuelta para mirarlo lo vi que había girado su silla y estaba sentado, apuntando hacia donde estaba yo, recostado un poco más en la silla y bastante más abierto de piernas. Con una sonrisa me miraba mientras se estaba desabrochando el pantalón, abriéndolo por delante y revolviendo con sus dedos bajo su calzoncillo.

Yo no lo podía creer. No pude evitar tragar saliva al verlo, “Camilo, pará, que hacés…”
“Me dijiste que no tenías problema… bueno… me quiero hacer una paja.”, me dijo.
“Anda al baño, por favor…”, le dije pero él se rió y sacó su pija al aire.

Era una pija hermosa, divina. La tenía ya bien dura y realmente de un muy buen tamaño. No parecía la de un chico de 15 años. Era casi ya la de un hombre hecho y derecho. Era linda, recta y gruesa… y la verdad que se veía hermosa rodeada de su puño. Se la empezó a bombear y masajear mientras me miraba y se sonreía… y yo no le podía sacar los ojos de encima.
“No… me la quiero hacer acá.”, me dijo, “Dijiste que no te molestaba.”
No se como pude hacerme de nuevo la irritada. Me crucé de brazos y nada más lo miraba, tratando de mirarlo a los ojos y no a lo que estaba haciendo. Mi vagina se estaba despertando sola entre mis piernas y yo quería disimular lo más posible.
“Bueno… te dejo tranquilo entonces, Camilo…”, le dije y empecé a caminar para irme de la cocina, pero cuando pasé por al lado su mano largó su verga y se disparó para tomarme de la muñeca, reteniéndome ahí.
“No… no te vayas. Quedate.”, me dijo mirándome.
“Para que? Si vas a hacer eso te dejo tranquilo”, le dije.
“No… quiero que te quedes y me mires.”, me sonrió.
“Eso te calienta?”, le pregunté
“Si, claro… “, dijo y me soltó la muñeca, volviendo a llevarla sobre su pija erecta y retomando su masturbación, “A vos no?”
Yo ni le contesté lo que quería escuchar, “Bueno, si querés me quedo”.

Fui y me senté en mi silla nuevamente, mientras él se sonreía y se masturbaba fuertemente, sin dejar de mirarme. Las cosas que se debía estar imaginando detrás de esos ojos. No quería pensarlas mucho yo tampoco, porque debían ser iguales o muy parecidas a las que me estaba imaginando yo. La situación me estaba sobrepasando rápidamente. Cómo no detuve ésto? Yo rogaba para que Camilo acabara rápido, cuanto menos yo viera de su pija, en mi estado, mejor. Pero el chico se estaba haciendo durar, lo estaba disfrutando mucho.

“Te gusta?”, me preguntó mientras se seguía masturbando
“Que, verte así?”, le pregunté.
“Si…”
“No sé, Camilo… me parece una guarangada lo que estás haciendo”, le dije.
“No te gusta mi pija?”, me preguntó. Como yo no le contesté, me insistió, “No te gusta?”
Yo suspiré, “Es linda, Camilo. Quedate tranquilo. Tenes un lindo pene.”
El se sonrió, “Me gusta como me la miras…”
“No te la estoy mirando…”, le dije pero él se rió. Los dos sabíamos que era mentira. Mis ojos inevitablemente miraban como su mano le estaba dando placer a esa verga hermosa que tenía el chico.


Nos quedamos en silencio un momento, los dos mirándonos, hasta que Camilo se levantó y se acercó unos pasos hasta donde yo estaba sentada, con su verga dura como una piedra meciéndose en el aire con cada uno de sus pasos. Yo me sobresalté un poco, pensando que me iba a hacer algo, echarse encima mío o algo así, fueron un par de segundos que no sabía que iba a pasar, hasta que se detuvo enfrente mio. Muy enfrente mio, con su pija dura y erecta bien enfrente de mi cara. Yo no podía más. Tenía un huracán dentro de mi cabeza y mi vagina estaba que chillaba. Se quedó ahí, dejándome su pija enfrente de mi cara, mirándome con una sonrisa hasta que la tomó de nuevo en su mano y empezó a masturbarse de nuevo despacio. Casi pegado a mi cara. A unos pocos centímetros.



Yo me imaginé que si se le ocurría agarrarme del pelo y decirme que se la chupe… yo no sabía cómo iba a reaccionar y si iba a ser capaz de decirle que no. Pero por suerte no lo hizo. Estaba contento con masturbarse bien, pero bien enfrente de mi cara. Sin que su mano o su verga me llegara a tocar o rozar.

Camilo se sonrió mientras seguía masturbandose, “Y ahora? Ahora te gusta más?”, me preguntó.
“Sigue… sigue siendo muy linda, Camilo”, le pude decir, mirándolo a los ojos y tratando de no verla, lo cual era casi imposible.
“Ahora que la tenés más cerca la ves mejor, no?”, se sonrió.
“Si, claro…”
Camilo, sin dejar de sonreír, me empezó a hablar y a mí inmediatamente me provocó al mismo tiempo que se me helara un poco la sangre y que al mismo tiempo me subiera una calentura terrible.
“Con esta me la cogí a Laura.”
“Si.. claro, Camilo… ya se.”, le pude decir.
“Sabes como gritaba… de placer digo, eh?”, se rió, “Después vino con el cuentito de la violación y todo eso… pero mientras me la cogía la hice re disfrutarla…”


Yo tragué saliva de nuevo. No me quedaba ninguna duda que la pobre chica, de placer o de dolor, de alguna de las dos, con esa pija había gritado.
“No hables así, Camilo… no está bueno…”
“Te digo lo que pasó nada más”, se sonrió.
“Bueno…te creo.”

Nos miramos los dos unos segundos en silencio, hasta que me dijo, “Haceme la paja vos ahora…”
“Camilo, no, no seas…”, le dije suavemente pero me interrumpió.
“Haceme una pajita… que te cuesta.”, me miró fijo y soltó su verga, dejándola bien erecta aun en el aire para que yo la tomara.
Mi cerebro de sumisa no podía más. Lo pedía a gritos dentro mio. Si me lo hubiese preguntado o sugerido, hubiese sido otra cosa. Si me hubiese preguntado si yo quería, si me gustaría… me hubiese negado. Me hubiese costado, pero al final me negaría. Pero no. Lo único que escuchó mi mente, corazón y alma de sumisa fue al machito que me había puesto esa verga divina enfrente de mi cara, y lo escuchó que le ordenaba que lo masturbara.

Fue demasiado para mi. Me avergüenza, pero realmente fue demasiado para mi. En ese momento no pensé en nada más, solo pensé en eso. En la pija que tenía delante de mi cara. En la orden de Camilo en mis oídos. No en el desastre que estaba a punto de hacer si la tomaba, ni la edad del chico, ni la mía ni nada de eso.

Lentamente sin decir nada llevé mi mano a la pija erecta de Camilo frente a mi y la tomé suavemente, rodeándola con mi puño de mujer. Él se apoyó un poco en la mesa, mirándome a los ojos con una suave sonrisa en los labios. Se sentía hermosa en mi mano, suave de textura pero durísima por debajo. Lo comencé a masturbar despacio, sintiendo sus dimensiones en mi mano y la forma en que se endurecía y daba tironcitos de placer.


Domination


Camilo se sonrió al verme y empezó a gemir. El tiempo parecía detenerse en mi cabeza. Yo lo miré a los ojos mientras lo masturbaba. Solo le dije bajito, suave, “... asi te gusta?”
“Me encanta… no pares…”, me dijo y sentí como su mano se ponía en mi cabeza y me acariciaba el pelo. Por Dios, por Dios yo solamente pensaba… que no me ordene que se la chupe… por Dios no…

Lo masturbé asi unos minutos que me parecieron larguísimos y fueron placenteros para los dos. Hasta que lo noté endurecerse y a sus gemidos subir de volumen. Me corrí un poco para que no me ensuciara al eyacular, y lo hice justo a tiempo. Pronto Camilo gimió fuerte su placer y su orgasmo, mientras su verga comenzó a escupir semen. Yo tenía su longitud aferrada en mi puño, pero la cabeza de su pija expulsaba chorros de su semen con mucha fuerza. Los tiraba al aire, cayendo en el piso. En primer plano lo vi todo, y todo lo disfruté sin decirle nada. Tener esa pija bellísima acabando gracias a mi mano y mi toque fue como un sueño, un sueño de placer que era realidad. No se como hice para aguantarme y no poner la boca para recibir todo el semen que estaba expulsando de sus huevos.

Cuando terminó de eyacular, Camilo sonreía de placer. Yo también una tímida sonrisa le di desde mi asiento. Muy poco de su semen le había quedado en la punta de su pija, todo había caído al suelo gracias a sus violentos chorros de eyaculación. Tome un papel del rollo de cocina que estaba en la mesa y se lo ofrecí para que se limpiara.
“No…”, me dijo suavemente, “Limpiala vos, dale.”
Si me hubiese dicho que se lo hiciera con mi boca me habría atragantado con su pija inclusive antes que terminara la frase, pero por suerte no lo hizo. Suavemente y en silencio lo limpié con la servilleta de papel.

Camilo se sonrió y guardó su pene una vez que yo terminé de limpiarlo. Y justo a tiempo, también. Le pregunté si le había gustado y si se sentía mejor. Me dijo que si y estaba a punto de decirme algo cuando sonó el portero eléctrico. Era su mamá, Luisa, que lo venía a buscar. Por suerte esa odisea había terminado. Camilo se iba satisfecho, pero yo me quedaba con una calentura que me volaba la cabeza y no lo podía hacer ver, mucho menos decírselo al chico.

Lo acompañe abajo para abrirle, charle un poco con su mamá y le dije que lo esperaba de nuevo en unos días, que habíamos tenido una muy buena charla. Todo eso era verdad.

Lo que nunca le iba a decir a Luisa, ni a nadie, es que cuando volví al departamento, nada más unos segundos luego de cerrar la puerta yo ya estaba en la cocina, con mis manos y mis rodillas en el piso, mi mejilla pegada al suelo y mi lengua hambrienta lamiendo los restos de semen de Camilo, jadeando sola de placer. Sentía que me hervía el cuerpo y casi me arranco sola mi remera, quedándome con mis pechos al aire. No pude evitar tampoco desabrocharme el pantalón y, ahí mismo de rodillas y con la cara contra el piso, mientras consumía la sabrosa eyaculación del chico, mis dedos encontraron a mi clítoris ya empapado y lo frotaron con una violencia atroz, buscando desesperadamente acabar.



Horns


Solo pude acabar y tener mi merecido y gigantesco orgasmo una vez que el piso estuvo limpio y no quedaba nada de Camilo. Todo el manjar de semen delicioso que me había dejado ya estaba en mi estómago, dentro de mi cuerpo, adonde pertenecía.

5 comentários - Terapia para dos - Parte 2

Cómo me calentaste, que suerte la del pendejito 🥒🥒🥒💦👅
Hace rato que no leía un buen relato.

Pero, cuidado con asuntos con los menores. Siempre hay un pendejo que tarde o temprano reporta y en esta página son muy delicados por esa parte.

Ya han tumbado varios de mis relatos favoritos por esa mierda.
Que buen escritor/a ojalá que hayan muchos relatos más...