Lorena salió del baño dejándome allí dentro recién deslechado y se fue hacía su habitación, yo me puse el pijama y el tanga blanco que me dejó. (Tengo que reconocer que me era un tanto incómodo en el culo, pero suave en la zona del pene) Y me acerqué hasta mi habitación, al llegar a la altura de la suya observé que estaba mirando debajo de la almohada. Había encontrado el regalo que le dejé y sin hacer nada raro simplemente lo dejó allí mismo.
Después de cenar esa misma noche cada uno se fue a su habitación a dormir, yo no me sentía cómodo con su ropa interior puesta dado que era la primera vez que andaba por casa con ella debajo del pijama.
Al rondar las 2 de la mañana noto que la puerta de mi habitación se abre muy despacio (solía hacer un pequeño ruido por una bisagra sin engrasar) pero nada escandaloso, abrí los ojos y pude ver qué era Lorena. Sin decir ni una sola palabra entró y se acercó a mi cama por el lado donde estaba acostado, acercó su cabeza y me dijo:
+ Peque! Ven hasta mi habitación que necesito una cosita.
-Vale, ahora voy *le dije en bajito para que nuestra madre no escuchase nada*
Acto seguido se fue a su habitación y pude ver así entre la oscuridad que no estaba desnuda precisamente, llevaba ropa pero no era pijama.
Me levanté a los 3 minutos intentando ser persona por qué estaba bastante somnoliento y fui directo a su habitación. Al pasar la puerta la vi de pie con una pequeña luz encendida de la mesita de noche... Allí estaba ella, mi hermana con unas medias negras de rejilla, un liguero y camisón blanco transparente, el cual dejaba entre ver qué tenía puesto el tanga que le puse debajo de la almohada (si.. el que había corrido ese día).
Me acerqué a ella muy excitado y sin mediar palabra que tumbó encima de su cama, poniéndose ella encima, me agarró la cabeza y me dijo al oído en bajo.
+ Gracias por el regalo, pero.. prefería sentirte entrando en mí.
Yo no sabía que decir por qué nunca había follado seguía siendo virgen pero vamos que aquella situación era demasiado morbosa y un sueño para mí.
- Yo nunca he follado con nadie hermanita... *Dije tímidamente*
+ No pasa nada.. déjate llevar ya me encargo yo, solo no hagas ruido *me dijo sonriendo*
Al momento sin quitarse nada, se apartó el tanga a un lado, me sacó el pene de su tanga blanco (el cual al verlo me miró y guiñó un ojo) y sin lubricantes ni nada lo fue restregando con su conejo todo húmedo durante un rato, yo con la inexperiencia solo hacía el típico movimiento de pelvis para poder introducir el pene dentro, hasta que ella sintió que podía entrar no dejó que entrase mi polla en ella.
Siempre recordaré esa sensación cuando noté el calor y la humedad de su vagina en mi polla, notar por fin que acaba de metérsela y hasta el fondo me hizo soltar un pequeño gemido, por supuesto ella tapó mi boca con la mano y sin perder ni un instante saltaba sobre mi como una auténtica perra en celo.
Estaba en el quinto cielo, disfrutando todo lo que sentía, agarrando sus pechos por encima del camisón y mirando a su cara de guarra, al poco tiempo (como unos 8 o 10 minutos después) de tanta cabalgada me corrí sin ser capaz de avisarla. Ella por supuesto notó la lefa entrar en su vagina pero no paró hasta un par de minutos más tarde.
Al terminar se levantó y me dijo que podía hacer lo que quisiera con ella cuando estuviéramos en casa, que tuviera la confianza suficiente para besarla, tocarla o follar en secreto.
Me levanté de la cama aún sin creer lo que acababa de pasar y fui a mear (no sé por qué me dió ganas de orinar), cuando llegué a la habitación y encender la luz para meterme en cama pude contemplar otra prenda íntima de ella encima (un tanga rosa precioso) que por supuesto guardé para utilizar otro día.
A continuación os muestro fotos de esas prendas que conservo aún a día de hoy después de tantos años
Después de cenar esa misma noche cada uno se fue a su habitación a dormir, yo no me sentía cómodo con su ropa interior puesta dado que era la primera vez que andaba por casa con ella debajo del pijama.
Al rondar las 2 de la mañana noto que la puerta de mi habitación se abre muy despacio (solía hacer un pequeño ruido por una bisagra sin engrasar) pero nada escandaloso, abrí los ojos y pude ver qué era Lorena. Sin decir ni una sola palabra entró y se acercó a mi cama por el lado donde estaba acostado, acercó su cabeza y me dijo:
+ Peque! Ven hasta mi habitación que necesito una cosita.
-Vale, ahora voy *le dije en bajito para que nuestra madre no escuchase nada*
Acto seguido se fue a su habitación y pude ver así entre la oscuridad que no estaba desnuda precisamente, llevaba ropa pero no era pijama.
Me levanté a los 3 minutos intentando ser persona por qué estaba bastante somnoliento y fui directo a su habitación. Al pasar la puerta la vi de pie con una pequeña luz encendida de la mesita de noche... Allí estaba ella, mi hermana con unas medias negras de rejilla, un liguero y camisón blanco transparente, el cual dejaba entre ver qué tenía puesto el tanga que le puse debajo de la almohada (si.. el que había corrido ese día).
Me acerqué a ella muy excitado y sin mediar palabra que tumbó encima de su cama, poniéndose ella encima, me agarró la cabeza y me dijo al oído en bajo.
+ Gracias por el regalo, pero.. prefería sentirte entrando en mí.
Yo no sabía que decir por qué nunca había follado seguía siendo virgen pero vamos que aquella situación era demasiado morbosa y un sueño para mí.
- Yo nunca he follado con nadie hermanita... *Dije tímidamente*
+ No pasa nada.. déjate llevar ya me encargo yo, solo no hagas ruido *me dijo sonriendo*
Al momento sin quitarse nada, se apartó el tanga a un lado, me sacó el pene de su tanga blanco (el cual al verlo me miró y guiñó un ojo) y sin lubricantes ni nada lo fue restregando con su conejo todo húmedo durante un rato, yo con la inexperiencia solo hacía el típico movimiento de pelvis para poder introducir el pene dentro, hasta que ella sintió que podía entrar no dejó que entrase mi polla en ella.
Siempre recordaré esa sensación cuando noté el calor y la humedad de su vagina en mi polla, notar por fin que acaba de metérsela y hasta el fondo me hizo soltar un pequeño gemido, por supuesto ella tapó mi boca con la mano y sin perder ni un instante saltaba sobre mi como una auténtica perra en celo.
Estaba en el quinto cielo, disfrutando todo lo que sentía, agarrando sus pechos por encima del camisón y mirando a su cara de guarra, al poco tiempo (como unos 8 o 10 minutos después) de tanta cabalgada me corrí sin ser capaz de avisarla. Ella por supuesto notó la lefa entrar en su vagina pero no paró hasta un par de minutos más tarde.
Al terminar se levantó y me dijo que podía hacer lo que quisiera con ella cuando estuviéramos en casa, que tuviera la confianza suficiente para besarla, tocarla o follar en secreto.
Me levanté de la cama aún sin creer lo que acababa de pasar y fui a mear (no sé por qué me dió ganas de orinar), cuando llegué a la habitación y encender la luz para meterme en cama pude contemplar otra prenda íntima de ella encima (un tanga rosa precioso) que por supuesto guardé para utilizar otro día.
A continuación os muestro fotos de esas prendas que conservo aún a día de hoy después de tantos años
0 comentários - Hermana Putoncilla (3)