Madrasta voluptuosa/cap1

Madrasta voluptuosa/cap1CAPÍTULO 1 





 Ja, ja, ja, ja, ja….


Estallo Yolanda en una carcajada ante la última animalada de su amiga Verónica, la pequeña pepona de mejillas sonrojadas, piel blanca y cabello castaño rizado que siempre la hacía reír desde que estudiaron juntas ADE. 





-        Venga nena no me digas que no es cierto.





Insistía Verónica en su comentario.




-        Ja, ja, ja, tal vez, tal vez, nena, tal vez, ja, ja, ja, ja.





Contestaba Yolanda sin dejar de reírse estentóreamente.





-        Te repito que lo que lleva Mercedes en la cabeza es pelo del pubis de su marido, que me lo ha dicho su peluquera, que tan negro y rizado, no puede ser de otra parte.





Repetía divertida Veró cuchicheando en la terraza de aquel bar.





-        Ja, ja, ja, ja…para, para nena…que me matas de la risa….ja, ja, ja.





Contestaba Yolanda entre risas que la ahogaban.





-        Bueno, bueno, tienes razón parecen pelo del pubis, pero no lo digas tanto, que te la va a liar cuando te encuentre, ja, ja,ja.





Respondía Yolanda risueña como siempre.





Yolanda tenía un carácter alegre y jovial, siempre que podía te regalaba una sonrisa, era muy difícil pillarla de mal humor o con estado de ánimo decaído, y su sonrisa era uno de sus mejores atractivos. Una sonrisa perfecta de dientes blancos y brillantes, perfectamente alineados, amplia y preciosa, una sonrisa entre de picarona y de mujer inteligente muy consciente de su belleza.





Porque Yolanda era una mujer de bandera, una macizorra, una mujer alta de 1,71 de altura, había jugado al voleibol en la adolescencia, pero su cuerpo era más bien voluptuoso, con curvas  firmes donde derrapaban desde los padres hasta los árbitros.




Era guapa a rabiar, pero fuera de los cánones de las modelos con caritas de ángel y ojos azules, era una morena mediterránea de belleza perfecta, que en un país mediterráneo podía pasar desapercibida, especialmente si no iba maquillada y no te parabas a mirarla, con un rostro ligeramente ovalado, acabado en una barbilla redondeada y afilada con un mentón delicioso, unos labios de fresa perfectos y apetitosos, con esa sonrisa de picara preciosa, dos pómulos perfectos, una nariz armónica, estrecha en los lados, redondeada, respingona y pequeñita en la punta, unos ojos marrón muy oscuros, vivos y brillantes, muy expresivos, unas cejas negras delgadas y finas, unas pestañas largas y finísimas.





Tenía una melena castaña oscura, que a veces se teñía de negro intenso, sedosa, suave, brillante, larga, cuyas puntas superaban la mitad de la espalda, que le salían de una raya al medio en la cabeza y le caían sobre los hombros y la espalda después de haber hecho una leve curva sobre la frente, lo tenía liso, brillante y sedoso, pero si no se lo alisa de forma extra, el cabello era liso en el 80%, pero se tendía a ondular en las puntas.





Alta y espigada, con unos preciosos pies griegos, perfectamente cuidados, y encremados, con unas piernas largas de gemelos y muslos llenos y prietos, un culo natural divino, respingón y redondo como una diana, que solo con la mano abierta completamente de un hombre se podía sostener cada nalga, cada turgente, suave y carnosa nalga, que Yolanda mantenía sin un milímetro de celulitis o piel de naranja, machacándolo diariamente durante dos horas en la elíptica, que tenía en casa, cada día hacia quinientas abdominales y los fines de semana mil, lo que le daba un vientre firme y definido, cuyo ombligo adornaba de vez en cuando con un piercing. 




Unas maravillosas caderas redondas, perfiladas en una cintura estrecha, un cuerpo equilibrado, con los brazos bien definidos, acabados en unas manos delicadas, de dedos finos y preciosos, con unas uñas más bien cortas, pintadas a juego con su ropa y maquillaje o con manicura francesa. Y unas perfectas y maravillosas tetas naturales de talla de copa E, como dos melones de Galia, que caían en forma de lágrima hacía los lados, dejando en el centro un gran canalillo, redondas con dos grandes y rugosas areolas oscuras en su centro y dos enormes pezones morenos, enormes, más grandes de lo normal, en el izquierdo junto al mismo una minúscula verruguita muy sexy, unos pezones difícilmente disimulables, incluso con sujetadores y wonderbras.







Su piel era blanca, pero con un maravilloso tono moreno cetrino, y en cuanto se ponía a tomar el sol, se bronceaba intensamente, como buena diosa mediterránea, cuando quería, sabía moverse de una forma grácil, como una gacela, extremadamente femenina y sexy.




-        ¿Y qué tal, ya dormís separados como un matrimonio de jubilados, Vicente y tú?





Pregunto Vero con retintín.




-        Pues si, ya te conté que la apnea del sueño, la maquina esa infernal, es imposible dormir juntos, así que él en su cuarto y yo en el mío.





Respondió serena y sonriente Yolanda.





-        Hija, ¿y cuando queréis follar, que? como los antiguos reyes, el señor visita tu alcoba…jajaja.





Cuestiono burlona Verónica.





-        Pues sí, uno de cada cuatro días, viene me babea las tetas y se corre en menos de un minuto, jadeando como un pez fuera del agua, y luego yo me corro con un vibrador en la ducha.





Contesto Yolanda, sin dejar de sonreír entre sarcástica y divertida.





-        Joder hija y yo pensaba que estaba mal.





Respondió Verónica escéptica.





-        Bueno no esta tan mal, podría ser peor, vivo en una gran casa, con piscina, llevo un cochazo, tengo un plan de pensiones acojonante, una visa oro, no hay capricho que no pueda darme, por ejemplo, mi gusto por coleccionar lencería o bisutería cara. Qué más puedo pedir, además quien ha follado más que yo.





Devolvió por respuesta Yolanda, sonriendo con su maravillosa y seductora sonrisa.





-        Si, si, que me vas a contar, si yo estaba siempre contigo, a comerme tus migajas…jajaja.





Respondió burlona Verónica.





-        Pero justamente por eso, porque eras la reina de la noche, jajaja, aun sueño en ocasiones con la cantidad de veces, que lograba encontrar el coche en el que follabas, por los alaridos que pegabas, zorra chillona, ja, ja, ja…





Exclamo a continuación entre risas Veró.





-        Ja, ja, ja…que cabrona, como te gusta echármelo en cara mala pécora…jajajaja.





Respondió divertida entre risas Yolanda, aunque un tono de melancolía se dibujaba en sus ojos.





La verdad es que Yolanda, había sido una perra cachonda y promiscua sin control, hasta que se casó con Vicente hacía ya unos 3 años.





Después de pillar a su novio de toda la vida poniéndole los cuernos una noche, un año después de acabar la carrera, Yolanda había renegado del amor romántico, pamplinas se dijo. De familia trabajadora, en una ciudad de provincias de la costa mediterránea, al acabar la carrera había empezado a trabajar para una compañía de seguros como vendedora, un trabajo duro, tanto vendes, tanto ganas.





Así que siempre procuraba tener novios, con buen bolsillo, no le costaba mucho, era experta en mostrar sus atributos seductoramente, lo que unido a su simpatía y carácter extrovertido y abierto, la hacían irresistible. Sus ricos novios complementaban su sueldo y le permitían pagar sus caprichos.




Pero en cuanto podía, salía con Verónica, su amiga de siempre de la universidad, sin novio y de moral distraidísima, se bebía un par de cubatas, y le daba la oportunidad a cualquiera de follar con ella, tenía un listón bajísimo, solo pedía que le hiciesen reír y que no tuviesen prejuicios, aunque fuesen los hombres más feos del mundo, así saliendo con ella descubrió su afición a los tríos, y si podía follar con cuatro tíos a la vez mejor.





Era una maestra moviendo las caderas durante las penetraciones, dilatando su culo, le encantaba someter a los hombres a su placer con sus felaciones largas y detalladas, y con su carácter extrovertido, divertido y simpático, hacía que los hombres perdieran timidez y se la follasen sin piedad, devorándole sus tetazas, con su clítoris el punto más sensible de su cuerpo, no había tío que se resistiese a amasárselas y mamárselas y hacerse una buena cubana con ellas.






Además, tenía una anomalía física, única y supersexy, si lograbas excitarle y estimularle las mamazas con labios y manos, se hinchaban levemente y daban leche dulce y cálida, solo duraba unas veinticuatro horas y no tenía efectos secundarios o dañinos, pero a Yolanda le daba un placer espectacular que la ordeñasen y mamasen su leche, y sus amantes se volvían locos de morbo. 





De esta manera, cuando un novio la dejaba porque estaba harto de sus excusas, o le pillaba poniéndole los cuernos, buscaba a otro niño rico y a seguir con el ritmo hedonista.



Pero el tiempo pasaba, y hasta Verónica se había echado un novio formal, y dejaba de follar como una loca, estaba cerca de la treintena y aunque estaba más buena y maciza que cuando tenía veinte años, los niños ricos solteros empezaban a ser demasiado jóvenes y no picaban.



A ella no le iba mal como agente de seguros, jamás mezclaba el sexo con el trabajo, algo que lamentaban compañeros y clientes, porque vestida de traje chaqueta, con faldas de tubo, blusas ajustadas, camisas de seda, faldas con raja, medias de seda transparentes con ligeros, y zapatos de tacón, era un espectáculo, si a esto le unías su sonrisa y su talante simpático, abierto positivo y extrovertido, todos andaban locos por follarsela. Pero para ella aquello era una frontera inviolable.





Así estaban las cosas cuando conoció a Vicente, el dueño de una empresa de motores, con una patente alemana exclusiva para España, se lo presento uno de sus clientes, y el tal Vicente que le sacaba más de veinte años, empezó a babear por ella de forma escandalosa, estaba aún casado, pero Yolanda valoro fría la situación y se lo follo un mediodía en el lavabo de un restaurante, donde habían quedado para una comida de trabajo, le hizo la mejor mamada de su vida, pero no le dejo correrse donde él quiso, ni metérsela.




El tal Vicente, calvo, desgarbado, y picha estándar, quedo todo loco, pero Yolanda no le cogió el teléfono en una semana, y cuando se lo cogió entre lágrimas, le pidió que no volviese a llamarla, que ella se había enamorado y él estaba casado. Menuda mentirosa, la muy zorra, simpática y risueña.





El tío siguió insistiendo, que él también estaba enamorado, pero Yolanda sin dejar de hacer el teatro lo vio una vez más, vestida espectacular resaltando todas las curvas de su figura, pero no dejo que le tocase ni un pelo, la única manera de tenerla era divorciándose y casándose con ella.





Dicho y hecho, divorcio exprés de su mujer arrugada y a final de los cuarenta, y se plantó a casarse con Yolanda, la cual ya se frotaba las manos, cuando el día de la boda en el juzgado, el abogado de Vicente, la obligo a aceptar el régimen de separación de bienes con un montón de capitulaciones matrimoniales, total si estaba tan enamorada, eso sería un detalle sin importancia, de esa manera se ganó un marido que la mantuviese, pero exponiéndose a un divorcio con una mano atrás y otra adelante, si se divorciaban por una infidelidad de ella.




Había sido un costoso seguro de vida, sobre todo para el estilo de vida de Yolanda, y para su desbordado y alegre apetito sexual.  




De ello ya habían pasado más de tres años, desde luego el ridículo picha floja de Vicente, apenas podía satisfacer a aquella diosa mediterránea lozana y de curvas imponentes, y eso que al principio se la follaba día si, día no, porque la tenía loco de deseo, pero nunca había sido un portento, ahora con más de cincuenta años y con apnea y otros problemas no aguantaba ni medio asalto.





Yolanda recién había cumplido los treinta y tres, y estaba más buena que nunca, la naturaleza había sido generosa con ella, a lo que añadía su gusto por el deporte, así que su cuerpo se mantenía bien, pero tal vez al rebajar su actividad sexual y al ver pasar las hojas del calendario, Yoli, empezó a plantearse cuidarse aún más, había logrado que Vicente renunciase a tener hijos con ella, a ella, no le interesaba lo más mínimo, y además él ya tenía una hija de su segunda mujer.





El asunto era, que se había comprado una elíptica que había metido en su casa con piscina y jardín, y cada día hacia dos horas religiosamente, además se apuntaba a todas las clases que podía con Vero, pilates, spinning,  zumba, a lo que añadía sus sesiones de abdominales diarias y después de tonificar su cuerpo, lo cubría de los mejores aceites y cremas del mercado, de forma que su piel era suave y firme como la porcelana, sin un solo pelo en su piernas y un precioso depilado brasileño en forma de triángulo encima de su raja.




-        Bueno, ya es hora de que vuelvas con tus mellizos, que Luis seguro que se está volviendo loco. Y yo que vuelva a casa, que hoy viene la tontita de Belén a pasar esta semana con nosotros.





Dijo con voz neutra Yolanda, haciendo un gesto con sus finos y delicados dedos al camarero de aquel bar terraza cercano a su casa al que iba habitualmente con amigas o Vicente.




-        Joder nena, después de más de tres años, aún sigue así contigo, como se puede ser tan insoportable como esa niña. La verdad es que eres una santa, te has tragado toda la adolescencia de la niña, que telitaaaa….y ahora con diecisiete años sigue siendo un grano en el culo.





Contesto Vero,  resoplando molesta por la vida de su amiga.





-        No pasa nada, cari. Es normal que la niña me eche la culpa de la ruptura de sus padres, además en su tontería tiene a quien parecerse, si a eso le sumas, lo niña de papa, que es y lo mimada y mal criada, no puede ser de otra manera. De cualquiera manera, ahora tiene novio y aunque sigue siendo igual de insoportable que siempre, al menos esta menos tiempo con nosotros y más con su novio.





Respondió Yolanda sin dejar de sonreír.





-        Así que el cachorro de arpía, se ha echado un novio, pobre desgraciado en manos de esa niña….jajaja.





Exclamo con burla Verónica.





-        Dos cafés y una tónica, tres con setenta y cinco.





Dijo un joven camarero con hoyuelos y el cabello pajizo, acercando la cuenta.





-        Venga a esta vez, pago yo que te lo debo. Ten un billete de cinco, quédate con las vueltas, gracias.





Respondió Yolanda echándose su precioso pelo por detrás de la oreja hacía atrás sensualmente de forma femenina y delicada, sonriéndole al camarero y alargando con su delicada mano un billete de cinco.





El chico estaba como congelado, sonriendo como un bobalicón, sin mover un dedo con los ojos fijos en el canalillo de las tetazas de Yolanda, intentando poder ver más de aquel suculento manjar.





Yolanda iba vestida de forma poco provocativa, pues era a ella a quien le gustaba elegir en que momentos y de qué manera mostrar sus atractivos, llevaba un pantalón vaquero normal, no ajustado, unas zapatillas casual de medio tacón, que realzaban su perfecto y turgente culazo dibujando sus formas de forma espectacular en los jeans, en la parte de arriba una camiseta azul añil de algodón, con un escote redondo que solo dejaba ver la parte de arriba de su canalillo, sus precioso globazos de talla de copa E estaban realzados en un  wonderbra de lycra azul añil, evitando que sus extraordinariamente grandes pezones se marcasen en la camiseta, ni siquiera iba maquillada, pero su perfecta sonrisa y aquel cuerpazo, seducirían al mismísimo Zeus.





-        ¡Eh guapito! …. Cógeme el billete o me iré haciendo un “sinpa”, jajaja….





Respondió risueña y simpática Yolanda como siempre, sin dejar de sonreír mostrando sus dientes, al tiempo que movía sus hombros levemente, para provocar al chico con el bamboleo de sus magníficos melones naturales.





-        Oooohhh…ehhhh.si, si, si…perdón, perdón.





Respondió el chico abriendo los ojos como platos, al tiempo que cogía el billete y se colocaba tras la mesa con cara de tonto.





-        Jajajaja…





Se reía del chico Verónica.





Mientras Yolanda se levantaba lentamente y caminaba un pie delante del otro, sensualmente como solo ella sabía, exhibiendo su magnífico culo redondo al chico.





-        Jajaja…quien tuvo, retuvo…jajaja…esta noche serás el sueño de las pajas de ese chico…





Se retorcía de risa maléfica, Vero, acompañando a Yolanda al coche.





-        Jajajaja…genio y figura hasta la sepultura…jajajaja





Respondía risueña y alegre Yolanda tirando la cabeza hacia a atrás, agitando en el aire su preciosa y sensual melena.





Estar con la cría era insoportable. Al principio había sido realmente terrible, la niña con la patria potestad dividida entre el padre y la madre, con una semana en cada casa, era una furia, el vaso comunicante del odio y el rencor de la madre traicionada.





Yolanda lo entendía y su comprensión era extrema, debido a su carga de conciencia y sentimiento de culpa, pero a esta furia, se unía la estupidez y mal crianza de la niña, que era el ojito derecho de Vicente, que le consentía todo.





Así que aquellos años, Yolanda había consentido que la llamase, “cazafortunas”, “muerta de hambre y hasta “puta”, cuando las cosas salían de madre y solo tenía trece años.





Pero, aunque había moderado el lenguaje, no así el trato y la falta de respeto, y hacía tiempo que Yolanda había perdido el sentimiento de culpa.





-        Esta comida es una mierda, como todo lo que siempre cocinas, para ser de una familia de criados, cocinas fatal.





Decía la criaja pija sentada a la mesa de su madrastra.





-        Belén cariño, esta comida, no la he cocinado yo, la hemos encargado por deliveroo, y todas las profesiones son igual de dignas.





Contestaba sin dejar de mostrar su más encantadora sonrisa Yolanda, colmada de paciencia.





-        Eso no es cierto, como dice mi papa, los pobres son pobres porque se lo merecen, son una escoria que no merece nada, como la comida que tu cocinas, es escoria.





Respondía la niña altiva y prepotentemente, llena de odio de clase, mamado de sus padres conservadores derechones, como no podía ser de otra manera.





Yolanda prefería no continuar la conversación reía y miraba para otro lado, mientras Vicente su marido, calvo, feo, viejo y desgarbado, sonreía embobado a su niña y dejaba que insultara y faltase el respeto a su mujer, una vez más.





-        Verdad papa.





Preguntaba la niñita pija y caprichosa.





-        Si hija mía, esos rojos de mierda, ensucian España, a pocos se cargo Franco, debería haber limpiado este país de esa escoria y ahora estaríamos sin problemas.





Respondía con el mismo odio, el derechón adinerado.





Yolanda nunca perdía su compostura, ni su sonrisa  seductora y preciosa, hacía ya muchos años que había decidido evitar que las mierdas de los demás, le amargasen lo más mínimo la vida. Pero soportar aquella montaña de mierda se le hacía cada vez más insoportable.





Había logrado que ella y Vicente durmiesen en habitaciones separadas, entre los ronquidos y una piel grasa y apestosa, la convivencia en el dormitorio había sido un suplicio para Yolanda, que había sobrellevado con su buen humor, pero todo tiene un límite, además de la falta de satisfacción sexual, convivir con Vicente era repugnante, todo por el cochino estatus.





Eso era lo mejor de aquel matrimonio de conveniencia, tenía una habitación completa, que hacia servir de ropero. Tenía dos cómodas de seis cajones cada una, uno de ellos totalmente lleno de bisutería cara y preciosa, le encantaba llevar pendientes en forma de aro, llamativos y sexys, anillos, pulseras varias, collares y cadenitas todo a juego, anillos para los dedos de los pies y cadenitas para los tobillos. La otra cómoda era completa de lencería sus seis cajones, era una compradora compulsiva de lencería, solo usaba tangas y braguitas brasileñas de todos los colores y estampados y arriba sus wonderbras a juego de talla de copa E , corsés de todo tipo, medias transparentes, ligueros espectaculares, medias de rejilla, trajes de lencería erótica, saltos de cama transparentes, un auténtico sueño, que por desgracia solo podía lucir para el mierda de su marido, Vicente.





Otro armario era solo de estanterías repletas de zapatos, cuñas veraniegas, zapatos de tacón verano y de invierno, botas, botines, sandalias, zapatillas de deporte, zapatos de medio tacón.





En otro armario guardaba sus trajes chaqueta perfectos, sus blusas y camisas de seda de diferentes colores, elegante y sexy a la vez.





El clima en la costa mediterráneo era muy favorable a vestir ligero, pero Yolanda era particularmente elegante, solo hasta que llegaba el extremo calor llevaba medias y ligeros, y en casa, cuando esperaba visita o pensaba salir, los días de buen tiempo solía ir con preciosos vestidos de una pieza con la parte de la falda llegándole por encima de las rodillas de sus preciosas y esculturales largas piernas, vestidos con preciosos estampados o de un solo color, en el mayor de los casos de tirantes o de mangas cortas, con escotes redondos, o en pico, pero siempre conteniendo y realzando sus extraordinarias y turgentes mamazas de grandes pezones.




Para los días más fríos o para vestir más casual, vaqueros, sueltos o ajustados, leggings y mallas, bonitas camisetas, e incluso camisas holgadas y sudaderas.





A Yolanda le gustaba mucho controlar donde y a quien le insinuaba o mostraba parte de su espectacular y macizo cuerpo de firmes curvas. Por lo que si quería podía ir vestida de manera que su cuerpo no insinuase ni provocase en absoluto, disimulando sus espectaculares, definidas y firmes curvas, en ropas holgadas. 





Su ropa, su cochazo, su cuenta corriente, su piscina climatizada y su jardín al principio habían parecido suficiente, al principio. Ahora cada día le costaba más soportar a su marido y a su malcriada hija, a pesar de que jamás se la veía malhumorada y siempre lucía una preciosa sonrisa y una palabra amable para todo el mundo, lo que multiplicaba por cien el deseo que aquella diosa mediterránea despertaba.





Siempre que podía evitaba a Belén, incluso hablar con ella, algo muy difícil sobretodo viviendo con ella semana si, semana no. 





Como dos animales que marcan territorio, Belén le había prohibido a los gritos que entrase en su cuarto o tocase algo de ella, Yolanda había exigido tal reciprocidad. Llevaba más de tres años esperando que Vicente, llamase la atención a aquella criaja, pero al revés siempre era ella la que se llevaba la reprimenda, el asunto era fácil para Vicente, ella era su única hija, y Yolanda nunca había querido tener hijos con él, y de hecho Yoli tomaba todos los anticonceptivos preceptivos. Y con aquel argumento veía su dignidad sistemáticamente arrastrada por el lodo, por aquella criaja adolescente.





Para el talante alegre, simpático, risueño y positivo de Yolanda, odiar le era casi imposible, pero a la niña la detestaba, y a Vicente su marido solo lo soportaba.






Con la llegada de aquel “novio”, Yolanda había creído que las cosas se relajarían, o que al menos Belén pasaría más tiempo con el chico, o que maduraría o vete tú a saber.





Pero seguía insultando y faltando el respeto a Yolanda en cualquier circunstancia o lugar, incluso delante del chico, el cual siempre intentaba conciliar, sonriendo como un bobalicón y tratando de quitar importancia a los comentarios de la repulsiva criaja.





El chico tenía diecinueve años para veinte, a Yolanda no le importaba, ni como, ni donde, ni cuando su hijastra, lo había conocido. Se llamaba Sergio, era un niño pijo, que se las quería dar de malo, con un pendiente y un tatuaje, cursaba primero de derecho, aunque presumía de no haber aprobado ninguna, y también presumía de tener mucha experiencia sexual. 





Todas estas bravatas no las hacía delante del marido de Yolanda. Vicente se había puesto de muy mal humor cuando había conocido al chico, hasta que supo que su familia tenía alguna clase de negocio, a pesar de ello, había puesto unas reglas muy severas para la relación. Belén tenía que estar en casa a las doce de la noche, nada de alcohol para Belén y siempre localizables, Vicente prefería que, si tenían que pasar rato juntos, que lo hicieran en su casa o en casa de su madre, cuando Belén estaba allí, con la habitación de Belén siempre abierta, eso por supuesto... (En eso su ex estaba de acuerdo con Vicente).





En realidad, a Vicente le parecía que Sergio era mayor, para Belén, Yolanda confiando que el novio, la haría madurar, había defendido la relación desde el principio, luego al ver que pasaban los meses y Belén seguía igual de detestable, no había hecho el más mínimo esfuerzo a favor de la misma, pero Vicente ya parecía conformado. 





Así que el chico pasaba muchos ratos de ocio con ellos, sobre todo el fin de semana.





Como era algo que tenía que ver con Belén, había evitado relacionarse con el chico lo más mínimo, el chico no despertaba en ella interés alguno, todo eran bravatas de adolescente, aquel chico de rostro vulgar, piernas esmirriadas y cuerpo fofisano, sin habilidades sociales aparentes era de todo menos atractivo, pero no podía evitar compartir con ellos algunos espacios de la casa, la cocina, los livings con sofá y televisión, la piscina con la terraza y el jardín.





Por lo que, a las pocas semanas, de que su insoportable hijastra lo trajera a casa, Yoli se dio cuenta de que el chico la miraba, de forma hambrienta.





Ella claro al principio no se había percatado. Llegaba a casa enfundada en sus trajes de trabajo, con sus faldas de tubo con raja al borde de las rodillas, sus minifaldas ajustadas de ejecutiva dejando la mitad de sus firmes y esculturales muslos a la vista, ajustadas dibujando su perfecto culo respingón, alta muy alta, culo realzado por sus perfectos tacones a juego, las medias de seda transparentes vistiendo sus larguísimas y perfectas piernas, sus wonderbras realzando sus redondas tetazas , a través de los escotes redondos o en pico de sus camisas de tirantes de seda, sus blusas blancas y sus chaquetitas cortas de tres botones, y perfecta e irresistiblemente maquillada, con preciosos pendientes, pulseras , anillos, cadenitas, y su sonrisa maravillosa siempre en su boca, y el chico creía que estaba delante de una aparición, una diosa mediterránea del playboy, una superstar porno.





Después ella se ponía sus elegantes vestidos de una pieza para estar por casa, con medios tacones cómodos que seguían realzando sus magníficos y turgentes glúteos, juntando sus melonazos y exaltándolos, como ofreciéndolos. Era tan coqueta, que nunca se desmaquillaba hasta que se duchaba antes de acostarse (solía ducharse antes de dormir y cuando se levantaba por la mañana) si había que salir o recibir a alguien quería estar siempre estupenda, colorete en las mejillas, pestañas rizadas y perfectas, rectas y largas de rímel, la raya de los ojos sin un defecto, sombras oscuras difuminadas en los ojos y un húmedo y brillante pintalabios rojo o rosa magenta. Una aparición sexy y descomunal a la vista de cualquier macho sano y con el apetito sexual activo





Desde el primer día que el chaval la había visto así y le lanzaba esquivas miradas de deseo cuando su joven novia no le veía hacerlo, observando con deseo las curvas de Yolanda e intentando descubrir con ansiedad más de aquel cuerpazo que insinuaba la madrastra de su novia.




Debido a sus extraordinariamente grandes y erectos pezones, Yolanda solía llevar algodón u otro tipo de arreglo con el fin de disimularlos, pues ni los wonderbras lo lograban y eran visibles para todo el mundo, algo que Yolanda era muy escrupulosa controlándolo.





Aquel día había un cielo gris, húmedo y algo frio, no había previsto recibir a nadie, ni salir a ningún sitio, así que Yolanda se puso cómoda, se recogió su preciosa, brillante y larga melena castaño oscura doblándola y cogiéndosela con una pinza del pelo, se puso unas sandalias havaianas rojas en sus delicados pies de uñas pintadas de rojo, con un sexy anillo de plata en cada uno de los segundos dedos de los mismos , unas mallas rojas ajustadas a juego y una camiseta ajustada gris de rizo de mangas cortas, sin pensarlo mucho se quitó su wonderbra, dejando sus grandes, esféricos, turgentes y erectos pechos naturales que caían hacia los lados en forma de lágrima entallados en su camiseta, con sus extra grandes pezones apuntando hacia adelante como dos puntas de flecha.




En un momento dado de la tarde fue al salón con una revista, los dos chicos estaban sobre unos pufs en un lado del salón mirando la televisión, Yolanda los saludo brevemente, y se sentó en el sofá  a su derecha, sentándose con sus piernas dobladas encima del sofá, endiabladamente sexy, estirando y contrayendo sus largas y esculturales piernas, colocándose su pelo de forma arrebatadoramente sensual, con sus finos y delicados dedos de uñas cortas, cuidadas y pintadas de rojo, y con sus enormes y maravillosos globazos, erectos dibujando de forma insinuante y clara sus enormes pezones extra grandes.




El chico era bueno disimulando, a Yolanda le costó más de diez minutos darse cuenta, de la ansiedad que le provocaba y como este esgrimía todo tipo de excusas, para levantarse, dejar a su novia adolescente, pequeñaja, pecho plano y piel rosada, y moverse por el salón, con los ojos fijos en los pezones de Yolanda, unos ojos que parecían se le iban a salir de la cara.




Yolanda se sonrió y constato las sospechas que tenía al respecto, había pillado al chico alguna que otra vez mirándole, sobre todo, cuando ella se giraba de espaldas, le miraba el culo y las piernas claro, pero las tetas lo hacía con más disimulo, el chico era bueno, pues la tonta de la niña malcriada y estúpida de Belén, no sé había percatado......



CONTINÚA 


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