Mi esposa, la puta del edificio - Parte 12

Los días que siguieron a esos últimos mensajes de Mariana con Valentín yo traté de no darle mucha bola y me dediqué a pasar tiempo con Soledad, intentando sacárme las cosas de la cabeza. No aparecía mucho por casa. Habían pasado tres dias y por fin volví a dormir ahi con Mariana. Yo estaba en la duda si quería o no quería ver a Mariana con Valentín. Por un lado, por supuesto, la idea me calentaba demasiado. Pero por el otro, ya no sentía la ansiedad con la que vivía antes, gracias a estar mas tiempo con Soledad. Para mi lo poco que a mi parecer llegaba a estar con Sole me parecía un paraíso. Un descanso de todo. Lo bien que me hacía estar con Soledad era increíble, a comparación del stress que a veces me provocaba el estar cerca de Mariana. Calentura con Mariana yo seguía teniendo, si, por supuesto. Seguía siendo mi esposa, seguía siendo bellísima y a mi me seguía gustando el saber que estaba con otros, potencialmente, pero acompañado de eso siempre venía mucho stress. Sin embargo mis sentimientos y mi amor estaba ya cada día mas con Soledad y no aflojaba, al contrario.

El Viernes a la noche volví a casa y cené con Mariana. La noté bien, normal, como siempre. Le pregunté directamente si ya había hecho algo con Valentín y si Miri lo sabía y estaba de acuerdo. Me dijo que no, que aun no. O al menos nada fuerte. Le había dado un beso un dia en el ascensor cuando se encontraron y subieron, lo cual yo ya sabía, y que otra noche antes de cenar se encontraron de casualidad de nuevo en el piso y estuvieron a los besos y toqueteo unos minutos en la escalera, a escondidas, pero nada mas. La noté honesta y me lo dijo con naturalidad. Me dijo que a ella le hubiese encantado seguir y pasar a algo mas fuerte y avanzado con el, y que Miri decía que estaba bien si el quería, que no había problema, pero que Valentín quería hablar primero conmigo antes de dar ese paso y no se lo iba a convencer antes que el haga eso.

No se si Mariana le avisó a Valentín en ese momento o que, pero pronto me llamó el a ver si nos podíamos juntar a charlar de ésto, que me invitaba a dar una vuelta por el barrio y hablarlo. Le acepté, mas que nada porque siempre me gustaba pasar tiempo con el y estaba con curiosidad de que me iba a decir. Me vino a buscar al rato, arreglado para salir, y nos fuimos a caminar por ahi.

Charlamos de todo un poco, una larga y buena charla y caminata, y terminamos como dos pelotudos tomándonos un helado sentados en el banco de una plaza cercana, ya que todavía hacía calor, el clima de la noche estaba lindo para sentarse afuera y había bastante gente dando vueltas todavía. Estabamos sentados los dos ahi y la gente pasaba y nos miraba. Parecíamos una pareja gay que o estaban saliendo a distrarse, o estaban charlando bajito su separación. A mi ni me importaba. A Valentín le importaba aun menos.

"Y tu cómo estás con tu chica?", me preguntó mientras chupaba su helado, "Hace tiempo que no me comentas."
Yo comía mi helado también, "Bien. La verdad que muy bien. Muy contento. Feliz, te diría..."
Valentín se sonrió y me palmeó un poco el hombro, se ve que me veía algo decaído, "Bien, amigo, bien. Me alegro mucho por ti. Te cambia la cara cuando te veo que has vuelto de verla a ella, te lo juro."
"No te conté mucho porque...entre vos y yo?", le pregunté
"Si, por supuesto. Como todo lo que hablamos."
Yo asentí, "No me gusta sacar mucho el tema de Sole cuando está Mariana, o cuando estoy en casa con ella."
El se rió, "La loba no se traga a la cachorra, eh?"
"Si, bueno. Creo que no mucho. Se llevan bien, Soledad me dice que el trato es normal y como siempre, pero que se yo... ellas tuvieron un altercado hace un tiempo. Pasó algo bastante feo entre ellas", le dije sin querer dar muchos detalles.
"Coño, amigo... no me digas."
"Pero ya se arreglaron. Hicieron las paces.", le dije.

"Bien, mira, Juanca... ya que estamos en tema, hablemos, amigo...", se inclinó para sostenerse con los codos en las rodillas como estaba yo y seguimos tomando nuestros helados, "Tu sabés que yo ya he tenido algunos encuentros con Mariana, verdad?"
Yo le asentí, "Si, Valentín. No te preocupes. En serio, no es problema. Ella ya me lo dijo. Por mi parte no tengo problema. Miri que dice?"
Se encogío de hombros, "Miri no tiene problema. Ella siempre me permitió si yo quería estar con alguna que otra para que me entretenga, sabes? No le molesta. Sabe que no cambia lo que siento por ella, ni nuestro matrimonio. Ustedes tienen algo similar con Mariana."
"Si, quizás no tan fuerte últimamente...", le dije, "La verdad Valentín es que no estamos pasando un gran momento como pareja. Con lo de Soledad y todo eso. Y otras cosas mas", le confesé.
"Por eso, quiero que te quedes tranquilo", me dijo, "Con Mariana no he tenido mas que unos besos y otras tonterías. Nada mas que eso, te lo aseguro."
"Si, lo se, te dije que no te preocupes, hermano, te creo, en serio...", le dije y le palmeé un par de veces el brazo mientras el asentía, "No puedo culparte, yo se lo que es Mariana y cómo se puede poner a veces."
"Es... una mujer bellísima, Juanca.", me dijo, "Tienes suerte."
Me reí, "Cada vez pienso mas que la verdadera fortuna realmente fue el cruzarme con Soledad, pero bueno... no repitas eso, okey?"
Valentín se rió conmigo, "Secreto de amigos, soy una tumba."
Yo suspiré, "La vas a pasar muy bien con Mariana... digo, cuando llegue el momento. Vas a ver."
"Todo me indica eso, si.", se sonrió, "Pues... bueno de eso te quería hablar también."
"De eso?", le pregunté.

Se tomó un tiempito para seguir, mientras chupaba su helado, "Si, mira Juan Carlos. Tu eres mi amigo, te quiero y te respeto mucho.", me miró y me sonrió, "Te has portado siempre de maravillas conmigo y con Miri, y eso yo no lo olvido."
"Por favor, Valentín...", le protesté pero me interrumpió.
"No, de verdad, yo lo siento asi y quiero que lo sepas."
"Bueno, muchas gracias", le sonreí.
"Por eso quiero que sepas que te doy mi palabra que a Mariana no le voy a tocar un pelo sin tu permiso", me dijo seriamente, "Juegos son juegos, pero si la cosa se pone seria, no haría nada sin tu permiso. Tu eres su marido y yo eso también lo respeto. Para mi tiene valor."
Suspiré, "Te agradezco, hermano, pero ya te dije que estaba todo bien. Si quieren hacerlo, háganlo."
Asintió en silencio y me sonrió, "Gracias, me pone bien saberlo. También quiero que sepas que si lo empezamos a hacer y tu en cualquier momento, por cualquier motivo, cambias de opinión y me pides que pare, pues dalo por descontado que lo haré."
"Entiendo, gracias. No creo que pase", me reí.
"En cuanto tu me lo digas, Mariana pasa a ser de mi entretenimiento a nuevamente tu esposa que para mi ni existe, te lo aseguro.", me dijo seriamente.

Yo asentí y seguimos tomando nuestros helados. La noche estaba hermosa. De repente me reí solo. "Que putas que son a veces, no?"
Valentín se cagó de la risa, "Pues yo no me quejo de eso, y tú?"
"Nah, lo disfruto. A veces no es fácil, pero es mejor disfrutarlo que vivir agobiado.", le contesté.
"Tienes razón. Espero que a Mariana le guste...", me dijo. Yo lo miré y me le quedé mirando. El se rió, "Que, porque soy negro automáticamente le tiene que gustar?"
Yo sonreí y le palmeé el hombro, "Hermano, si supieras las cosas que le gustan a esa flor de puta...."
Valentín se cagó de risa de nuevo mal.

Una vez que tuvo mi aprobación, Valentín y Mariana arreglaron para verse la noche siguiente. Valentín insistió en invitarla a cenar, llevarla a algún lado aunque sea por el barrio, para conocerla mas en la intimidad y charlar un poco con ella solos, de cómo lo iban a hacer y cuales eran las reglas. Valentín le quería dejar bien claro como se desenvolvía el, como quería que fueran las cosas y todo eso. Mariana aceptó gustosa. Creo que la idea vanidosa de dejarse ver en público con Valentín en el brazo la ponía contenta, y estoy seguro que a el también le subía el ánimo dejarse ver con semejante hembra. Los de adentro sabíamos de que iba, pero los de afuera no.

Mariana quería que luego de la cena, si todo iba bien, llevárselo directamente con el auto a un hotel y pasar toda la noche con el ahi, pero Valentín no quiso saber nada con eso. Prefería que vayan de vuelta a nuestro departamento y hacer lo que tengan que hacer ahi, discretamente. Al menos al principio. Se sentía mas cómodo, le dijo. Mariana me preguntó si me iba a quedar a verlos detrás del biombo y le dije que no, que prefería irme a lo de Soledad y dejarlos tranquilos. Que si, que podía esperarlos en casa hasta que vuelvan y ver que estaba todo bien, pero que cuando llegaban me iba. Me preguntó si me pasaba algo, si ya no quería verla con Valentín o con otro, si ya no me calentaba tanto la idea y le respondí la verdad. Que si me calentaba, por supuesto, pero que esa noche me llamaba mas el estar con Soledad y pasar la noche ahi con ella que el verlos a ellos cogerse. Le dije que alguna otra noche siguiente seguramente los iba a ver, que las ganas no se me habían ido, nada mas habían disminuído un poco.

La real verdad es que me sentía culpable de tener a Soledad en su casa sola mientras yo me pajeaba furiosamente viendo como un negrazo se cogía a mi esposa en mi cama con una tremenda anaconda como pija.

Llegó esa noche y la vi a Mariana arreglarse como siempre lo hacía. Una bomba. Increíble. Sexy y elegante a la vez. Una verdadera putaza que iba a hacer dar vuelta todas las cabezas vaya a donde vaya. Se había puesto sus tacos altos y su vestidito negro ajustadísimo que le marcaba todas las curvas. Mostraba mucho y a la vez al mismo tiempo en otros lugares solo sugería a la imaginación. Yo sonreía al verla arreglarse asi para impresionar al que iba a ser su nuevo macho, al menos por ésta noche.

Cuando tocó el timbre Valentín y entró, también lo vi elegante. Se había puesto un saco negro muy elegante y una camisa blanca, abajo estaba con unos jeans finos y unos brillantes zapatos. Cuando se vieron se admiraron mutuamente, sin una pizca de ironía o falsedad. Charlé un ratito con Valentín mientras Mariana terminaba, le volví a asegurar por lo bajo que estaba todo bien. Que salga, que se diviertan y la pasen bien. Yo los iba a esperar volver y me iba a ir para dejarlos tranquilos. Me lo agradeció y prometió que iba a atender muy bien a mi esposa, sin doble sentido. El doble sentido lo agregué yo en mi cabeza.

Se fueron y me quedé en casa tranquilo. No quería molestar a Miri con nada, asi que me puse a picar algo y ver la TV, mensajeándome con Soledad y diciéndole que iba a ir mas tarde a la casa, que tan sólo estaba esperando que Mariana vuelva de una cena e iba. Se puso tan contenta al leer eso que el corazón me dió un saltito.

Se habían hecho casi las 12 cuando escuché la llave en la puerta y los oi entrar. Me estaba incorporando para recibirlos pero enseguida los vi y vi que algo estaba mal. Entraron al living los dos como una tromba, Mariana estaba visiblemente alterada. Le estaba sosteniendo una mano medio en el aire a Valentín, que se estaba tomando su mano y con una mueca de dolor en el rostro. Cuando me fijé, el tenía la mano toda ensangrentada, chorreando gotitas de su sangre a medida que caminaban. Me acerqué también rápido a asistir a Valentín del otro lado, ayudándolo a caminar y lo llevamos al baño, donde Mariana enseguida le puso la mano bajo la canilla de agua fría y empezó a revolver cosas en el botiquín.

"... la puta madre que lo re mil parió!", gruñia Mariana al no encontrar lo que buscaba.
"Que pasó!!!", pregunté un poco desesperado.
"Nada, amigo, nada... no te preocupes... agh...", se quejó Valentin. Le vi la mano bajo el agua y tenía los nudillos como despellejados y cortados en algunos lugares, pero tenía un corte feo en el dorso de la mano, "Es sólo sangre... no es problema...."
Mariana le sacó la mano del agua y lo empezó a limpiar con agua oxigenada y una gasa, lo que hacía quejarse a Valentín, que igual trataba de reírse.
"Pero que pasó alguien me puede decir!", protesté.
"Nada amigo... un malandro de éstos de la calle... un drogadicto, seguro.. coño 'su madre..."
"Nos quisieron robar, Juan Carlos...", me dijo Mariana mirándome un poco raro mientras lo atendía a Valentín.
"Coño 'su madre... borracho de mierda... carajo... estabamos volviendo para aquí y nos saltó como de la nada, coño, ni lo vi....", dijo Valentín, "Se le fue encima directo a Mariana, no se que coño le decía y le gritaba, la quiso agarrar..."
Mariana me miró de nuevo, fuera de la vista de Valentín, "Un Benja de éstos de la calle, viste..."

Me quedé duro mirándola y nos miramos unos segundos, entendiéndo. Mariana parecía pedirme, suplicarme con la mirada que no me ponga a decir nada que no correspondía en ese momento. Yo le asentí muy suavemente y la noté que se calmó con la mirada.

"La quiso agarrar y quitarle algo, que se yo... carajo estúpido, le gritaba no se que coño que la amaba, que vuelva... borracho, drogadicto y malandro de mierda...agh...", se quejó Valentin mientras Mariana lo empezó a limpiar en otro lugar.
"Uf... por Dios, cómo se está poniendo el barrio...", dije, "Estás bien amigo?"
Valentín asintió, "No es nada, pero pica."
"Pará que te pongo una venda o algo...", dijo Mariana buscando, "Valentín me lo sacó de encima y se empezaron a pegar ahi en la calle. Terminaron en el piso... Dios..."
Valentín me miró y se rió, "Al carajo ese le quité las ganas de andar molestando, créeme..."
Yo me sonreí y ya me estaba empezando a imaginar con felicidad la cagadura a trompadas que se había ligado el pobre Benja cuando Mariana empezó a vendarle la mano sobre los nudillos a Valentín, pero ella estaba seria.

"Te fuiste un poco al carajo, Valentín...", le dijo, "Lo podrías haber matado..."
Valentín se rió, "Pues que se joda..."
"Ehhh, para tanto?", pregunté.
Valentín me miró serio, "Mariana estaba bajo mi cuidado, mi hermano. Hubiese dejado la vida por ella..."

A Mariana le cambió la cara instantáneamente. Si eso hubiese sido una escena de un comic, se habría escuchado el ruidito de cómo a Mariana se le estrujaba la concha en ese instante al oir eso y cómo los ojitos se le volvían dos corazoncitos.

Mariana me contó todo mientras lo vendaba. Que estaban volviendo del restaurant, caminando lo mas bien del brazo, charlando y riendo y éste "villero desconocido" salió de no se donde y se le abalanzó a ella, la quiso agarrar y le decía que la amaba, le gritaba que vuelva. Valentín lo jaló fuerte para sacarlo y se empezaron a pegar. El tipo no duró mucho y no hizo mas que tirar un par de piñas desprolijas que Valentín se bancó, pero que Valentín lo tumbó al piso con un par de buenos golpes y se le tiró encima. Valentín lo tomó de la remera que llevaba y con la otra mano le entró a dar en la cara. El brazo de Valentín parecía un martillo mecánico que le bajaba a la cara al tipo una y otra vez. El villero se intentó cubrir pero le entraron un par de buenos golpes y lo desmayó. 

Pero Valentín le siguió pegando, como cebado. Cada mazazo del negro le hacía rebotar la cabeza al otro contra el piso y el cuello se le sacudía como un látigo. Mariana pensó que Valentín le había roto algo serio en la cabeza o en el cuello, porque de repente el tipo estiró los brazos hacia adelante, a la nada, al aire, y los dejó ahi tiesos como un zombie. Lo había dejado como dicen los médicos "cervical" y luego de eso le dió unas piñas mas para terminarlo y para que tenga. Mariana lo miró cuando Valentín se incorporó y la sacó de ahi del brazo, apurando el paso rápido, y vió que el tipo había quedado asi con los brazos duros en el aire, tosiendo, convulsionando un poco, chorreando sangre de la boca y la nariz y que tenía un ojo con los párpados ya todos rojos y cortados.

Lo emparchamos bien a Valentín, quien nos agradecía constantemente la atención y se lo llevamos a la pobre Miri para que termine de atenderlo bien. Cuando volvimos al departamento yo nada mas agarré mis cosas, me miré un poco largo con Mariana en silencio y me fui para lo de Soledad.

Me pasé la mayor parte de la semana con Soledad en la casa, y la verdad que la pasamos de maravillas. Por fin tuvimos unos dias ininterrumpidos en los que yo me quedé en su casa y hacíamos vida de pareja, lo cual a ella le encantaba y a mi me hizo enormemente bien. De lo que hacíamos con Soledad en la cama... esa es otra historia que no voy a contar, pero siempre fue todo lo que yo esperaba, todo lo que yo sentía aquella primera vez con ella, y mas aun. Y ella sentía lo mismo que yo.

Mariana me dijo que había arreglado para salir de nuevo con Valentín el Sábado, que querían repetir la misma salida pero ésta vez hacerla bien, sin golpes ni peligro. Me preguntó si quería venir a ver y la verdad es que me sentía tan pero tan bien por mi tiempo con Soledad que le dije que si, que esa noche si. Que vayan a nuestro departamento y hagan lo que tengan que hacer, que esa vez yo si quería mirar. Me iba a escabullir adentro mientras ellos cenaban, los esperaba volver y por fin me veía el show. A decir verdad me dió tanto morbo de nuevo que realmente lo quería ver, pero además me dió curiosidad saber como se iba a comportar Valentín, ya que el siempre me dijo que quería hablar con Mariana en la intimidad de cómo quería el que sean las cosas. Asi que también estaba ese elemento.

Esperé medio escondido fuera del edificio a que salgan y los vi irse, ambos de nuevo muy elegantes, agarraditos del brazo y yéndose para algún lado entre charlas y risitas. Subí al departamento, agarré mis provisiones y mis cosas, me aseguré que esté todo detrás del biombo y me puse a esperar, mirando la TV tranquilo en el living, medio en bolas, listo para salir disparado a mi cuarto (al que todavía era mi cuarto?) en cuanto oía el ascensor parar en nuestro piso.

Cuando llegó el momento lo escuché y apagué todo raudamente, dejando todo a oscuras tal cual ellos lo habían dejado, y me instalé a esperar con ansiedad en la oscuridad. Los escuché entrar riéndose, vi que las luces del living se prendían y los sentía murmurarse uno a otro en el living. Me los imaginé ya besándose apasionadamente, al fin solos, sus manos y sus bocas recorriéndose y dándose placer. Pero pronto los escuché acercarse al cuarto, no estuvieron mucho tiempo en el living. Vi la luz prenderse y me acerqué a la rendija del biombo.

El que llevaba la batuta era claramente Valentín, llevaba abrazada a Mariana y se estaban besando fuerte, caminando despacito en su abrazo sin mirar. Entre risitas cara a cara se pararon al lado de la cama, manoseándose y besándose apasionadamente. Valentín se dejó reposar contra la puerta de nuestro placard y Mariana se le echó encima, presionándose contra el y haciéndole sentir las tetas en el pecho. El negro la besaba con hambre y llevó sus manazas hasta el culo de mi mujer, sintiéndoselo todo bastante fuerte y groseramente y murmurandole algo en la boca a Mariana, quien largó una risita.

Mariana le empezó a desabrochar la camisa a Valentín mientras el seguía disfrutando del culazo impresionante de ella. Ya le había subido un poco el vestido y le estaba sintiendo las nalgas semi desnudas. Ella largó un suave gemido de placer y terminó de desabrocharle todos los botones, abriéndole la camisa y admirando los abdominales marcados de Valentín. Le llevó una mano sobre el bultazo de el y se lo estrujó, mientras que muy lentamente sacó la lengua y le hizo una larga, lenta lamida desde los abdominales hasta los pectorales, mirándolo para arriba todo el tiempo con calentura. Valentín se sonreía y seguía amasándole el culazo semi desnudo, disfrutándolo todo.

"... que hermoso que sos, mi amor...", le susurró Mariana
"Tu también, bella...", le dijo con una sonrisa, "Eres encantadora..." mientras se miraban a los ojos.
"Te caliento?", le preguntó con un tono sexy.
"Muchísimo...", le sonrió Valentín.

Hasta los mejores pifian. Los mejores deportistas de élite cometen errores. Maradona erró penales. Michael Schumacher a veces se despistaba. Roger Federer a veces la mandaba a la red. Y hasta una manipuladora excelsa como Mariana a veces también erraba.

Sonriendo y confiada, Mariana llevó sus manos hasta los pectorales de Valentín y se los empezó a acariciar, mirándolo fijo y dándole otra lamidita en el pecho.
"Ay, negro, mirá si te gusto tanto que te aburrís de Miri... mmmm... que placer...."

Como un relámpago, en una fracción de segundo Valentín gruñó algo, se la separó un poco del cuerpo y con un latigazo de su brazo derecho le encajó un sopapo legendario a Mariana, quien ni se lo esperaba ni se lo vió venir.

"PLAF!!!!", sonó seco el golpe, rebotando en las paredes del cuarto. Yo me incorporé un poco del susto pero seguí mirando.

La bofetada la agarró a Mariana de lleno en la mejilla izquierda y le dió vuelta la cara, casi literalmente. Vi como las mechas de los pelos se le esparcían por todos lados en el aire y cayó de culo en el borde de la cama, rebotando y cayendo de culo de nuevo en el piso a los pies de Valentín. Ni bien cayó Mariana el negro se agachó y la agarró fuerte de un brazo, levantándola como si nada y sentándola en el borde de nuevo, bruscamente y con bronca. Mariana se agarraba la mejilla y tenía una cara de sorpresa y susto que no se la había visto nunca.

Valentín se le inclinó para gruñirle casi en la cara, "Te vas a lavar la boca antes de hablar de mi esposa, de la madre de mi hija... puta irrespetuosa! Buscona barata! Coño 'tu madre, sucia! Me oíste?!"
Mariana no entendía nada y estaba asustadísima, reculando ante la cara furiosa de Valentín.
"Te crees que porque tienes dinero eres especial? PUTA! Como tú hay miles, puta blanca de mierda! Eres igual a todas las otras blancas putas del coño que hay!", le siguió gruñiendo.
"P-pero... pará...", dijo Mariana en un hilito de voz.
Valentín le apretó el brazo y le dió una buena sacudida de nuevo, "Me estás oyendo, perra? Oyes lo que te digo o que?"
"S-si....", dijo tímidamente Mariana. Intentó estirar una mano para tocar a Valentín pero el se la apartó rápido.
"Tu quieres ser mi puta, si?", Mariana asintió rápido, mirándolo, "Pues las putas tontas entienden a sopapos. Las putas inteligentes entienden escuchando. Tu que clase de puta eres?"
"... inteligente..."
Valentín amagó a darle de nuevo con la mano y Mariana reculó asustada, "No te creo nada! Debo seguirte dando para que entiendas?"
"Inteligenteeeee!!!", lanzo Mariana en un gritito desesperado.
"Pues a ver si me escuchas, entonces. Aquí mando yo, me oíste, cerda?", Mariana asintió, "Y otra cosa, a mi no me dices 'negro', me oíste, puta?  A mi me llamas 'señor', o 'Valentín', o 'mi amor'. La única que puede decirme 'negro' es mi esposa... ella si que es una mujer como Dios manda y tu no le llegas ni a los talones del pie... irrespetuosa... Afuera serás una dama, pero cuando estás conmigo eres mi puta, me oyes?"
Mariana se deslizó hasta las rodillas en el piso y tímidamente le abrazó las piernas a Valentín, mirándolo suavemente, "Perdoname... por favor... no sabía... por favor...."

Valentín pareció tomar aire, exhaló y se puso las manos en las caderas, mirándo a Mariana seriamente, "Habráse visto... coño 'su madre ésta puta blanca con aires... irrespetuosa, bocona..."
Mariana le empezó a acariciar las piernas y lo seguía mirando fijo, "Por favor... Valentín... perdoname mi amor..."
El le hizo un gesto con la mano, "Ya, compláceme de una vez... a ver si tu bocota sirve para eso, al menos..."

Mariana le empezó a desajustar el cinturón, le desabrochó el pantalón y se lo deslizó para abajo a Valentín, exponiendo el slip que llevaba y el bultazo aprisionado. Se lo acarició lentamente con la mano y se incorporó un poco, rozandole también la cara contra la tela. Valentín la dejaba hacer. Mariana empezó a darle suaves piquitos, besitos y lamidas a la tela del bulto, acariciándole las piernas mientras no paraban de mirarse. Por fin tomó el borde del slip y lo deslizó suavemente para abajo, dejando ver la tremenda verga que llevaba Valentín y sus huevos que le colgaban. Apenas se lo bajó para descubrirlos y sólo un poco mas que eso. Valentín ya estaba bastante duro, el pitón negro que tenía estaba tensándose y levantándose lentamente. Mariana acercó la cara y le llevó la mano a la verga, tomándosela dulcemente y acariciándola con un gemidito de anticipación.

Pero Valentín le apartó la mano y le habló suave, "Ni se te ocurra hacer nada con mi verga, puta. Miri se la merece, tu aún no. Quiero verte con mis huevos en tu boca."

Mariana asintió en silencio y llevó la boca hasta los dos huevos negros de Valentín, besándoselos y lamiéndoselos entre gemiditos. Luego de un rato de atenderlos dulcemente abrió la boca y comenzó a chuparle el escroto, estuvo asi hasta que la abrió mas y trató de llevarse los dos huevos a la boca, ayudándose suavemente con los dedos para poder hacerlo, cerrando los ojos y gimiendo suavemente de placer, mientras veía como la lengua le hacía formas dentro de la mejilla, disfrutando la sensación de tener la boca tan llena. Vi a Mariana llevarse las manos sobre sus tetas y estrujárselas suavemente mientras complacía a su macho negro como el le ordenó, sin dejar de mirarlo. Valentín se sentó en la cama y Mariana siguió con su trabajo.


Mi esposa, la puta del edificio - Parte 12


El estuvo asi unos minutos, disfrutando el ver como Mariana se llevaba uno y otro de sus testículos a la boca y les daba tanta calidez y placer. Hasta que finalmente le dijo, "Ya, para..."
Mariana lo largó y se le quedó mirando, pero Valentín se puso de pie, se tomó del slip y se lo subió junto con el pantalón, cubriéndose todo de nuevo y abrochándose la camisa.

"Se me han ido las ganas... no me complaces bien...", le dijo como quien no quería la cosa, "A ver si para la próxima vez aprendes a atender mejor a tu hombre.", le dijo, se dio media vuelta y se fue de la habitación, dejando a Mariana con las ganas. Finalmente lo escuché cerrar la puerta de nuestro departamento.

Mariana se sentó en la cama y se quedó ahi, pensando en silencio. La vi que giró la cara para mirarme a través de la rendijita del biombo. Me miró en silencio por un momento, y luego vi lentamente crecerle una sonrisa suave en los labios.